¿Por qué Votamos por Jesucristo?

 

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En el artículo anterior, ¿Por Quién Votamos?, yo declaré que no debemos votar por los políticos, sino por el Señor Jesucristo. Eso puede sonar poco realista, pero yo lo dije de manera bastante literal.

El mal ES predominante porque hemos estado votando por hombres en lugar de Dios.

“¿Por qué debemos votar por Jesucristo?” preguntará usted. “Además, ¿no quiere Él que nosotros ejerzamos nuestro ‘derecho dado por Dios’ para votar? ¿No han dado sus vidas muchos en las guerras, luchando por la libertad y la democracia para que podamos cada uno tener algo que decir en nuestros gobiernos? ¿No debemos nosotros, especialmente los cristianos, hacer todo lo posible para ver que nuestros gobiernos tengan las mejores personas que podamos elegir si vamos a promover y establecer leyes y principios justos?” “Después de todo,” dice la idea, “si perdemos nuestras oportunidades de voto, vamos a dar paso a los votantes impíos quienes tirarán al viento las leyes justas, y eventualmente, nos quitarán nuestras libertades. Si no hablamos, el mal reinará.”

Vea el estado del mundo. Tengo un estudio gráfico de la historia mundial. Al verlo todo desplegado ante mí, el mensaje me queda crudamente claro de una vez. Es una historia llena de conflictos, conquista, enemistad, enfermedad, destrucción y muerte. Cada uno de nosotros podría ser un millonario o multimillonario, viviendo en paz, salud y prosperidad si fuera a la manera de Dios. El problema es que el mal ES predominante, y es así porque hemos estado votando por hombres en lugar de Dios. El apóstol Juan escribe que el mundo entero está en maldad, y está bajo el poder del maligno (I Juan 5:19).

Considere que si todos hubiésemos estado votando por el Señor Jesucristo, el mundo sería un lugar muy diferente, un verdadero paraíso. Hemos dependido de nuestros políticos y de nuestros poderes de voto para traer los cambios que hemos deseado, y no nos hemos dado cuenta de dónde están el valor y el poder real. Hemos puesto nuestras esperanzas en el hombre y no en Dios. ¿Qué dice la Biblia acerca de eso?

“Mejor es confiar en el SEÑOR que confiar en el hombre. Mejor es confiar en el SEÑOR que confiar en príncipes.” (Salmos 118: 8-9)

¿Dice Dios que debemos hacer las dos cosas? ¿Qué dice Él que es mejor? ¿Por qué no Le creemos? Si lo que dice Él es cierto, y el camino a seguir, entonces ¿por qué insistimos en algo menos?

“No confíen ustedes en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.” (Salmos 146:3)

¿No hay salvación? ¿Dónde hemos aprendido eso? ¿Al votar por hombres? O, ¿hemos aprendido? ¿Qué se necesita? Por ejemplo, en la época en que José preparaba a Egipto para una hambruna terrible (Génesis capítulos 41 y 47), él ordenó almacenar alimentos durante siete años mientras hubo abundancia. Cuando la sequía golpeó, el ​​pueblo vino a José por comida. Él les cobraba y ellos pagaban. Cuando se quedaron sin dinero, José les tomó su ganado, sus tierras (aunque se les permitió habitar en ellas), y, finalmente, les dijo: “Ahora ustedes mismos pertenecen al Faraón. Por lo tanto, a partir de ahora, una quinta parte de todos lo que produzcan en sus tierras será del Faraón.”

¡Un quinto! Como ahora ellos eran los siervos de Faraón, comprados y pagados, sólo consiguieron mantener el ochenta por ciento de sus ingresos. En nuestros términos de hoy, el “día libre de impuestos” para ellos era el 12 de marzo. Eso significa que todo lo que ganaban del 1 al 12 marzo pertenecían al gobierno. El resto era de ellos. Hoy, cuando presumimos poseer nuestra propiedad (lo cual, por cierto, no es constitucional y legalmente verdad, ni en los EE.UU. ni en Canadá), nuestro día libre de impuestos en Canadá es… ¡el 28 junio! ¡Esto quiere decir que trabajamos durante seis meses antes de que podamos llamar nuestro lo que ganamos! Y ¿los políticos nos están diciendo que somos un pueblo “libre y democrático”? ¡Mentirosos y ladrones! ¿Y qué hacemos nosotros? Ellos hablan de aún más impuestos y nosotros decimos: “Ajá, sí, ¡debemos tener servicios sociales!” A los hombres no sólo les falta integridad, sino también capacidad:

“Su espíritu exhala, él vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos. Bienaventurado aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el SEÑOR su Dios…” (Salmos 146: 4-5).

¿Por qué no votar por Dios, su Creador, y vivir la vida al máximo?

Entre los hombres, hay muchos dioses, todos falsos menos Uno. Sólo hay Uno, Dios Verdadero, y ese es el “Dios de Jacob,” el Dios de la Biblia, el Señor Jesucristo. ¡Los que votan por Él, son “felices!”

“En Dios he confiado; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Salmos 56:11).

Esto significa que cuando votamos por el Señor, no tenemos que temer lo que los gobernantes malvados harán. No temer a “lo que me pueda hacer el hombre” también incluye no creer, ni tener respeto por, las promesas del hombre y sus engaños:

“El temor del hombre pondrá lazo; mas el que pone su confianza en el Señor, será salvo. Muchos buscan el favor del príncipe; pero el juicio de cada uno viene del SEÑOR.” (Proverbios 29: 25-26).

¿Por qué mirara los hombres y votar por ellos, pecando contra Dios e incurriendo así en Su disgusto, o ira, como la Biblia le llama, y recibir altos impuestos, enfermedades, injusticias, anarquía y todas las maldiciones que eso conlleva? ¿Por qué no votar por Dios, su Creador, como lo pensó Él originalmente, y vivir la vida al máximo? El juicio de cualquier forma viene de Él, sea para mal, o para bien. Dios reina sobre todos. Si Él necesitara nuestra ayuda, Él no estaría reinando sobre todos.

Dios es muy claro al respecto: No se puede confiar en el hombre, ni por su integridad ni capacidad. Incluso si él tiene buenas intenciones, no puede llevarlas a cabo. Pero, ¿habrá un hombre que tenga buenas intenciones? Dios es claro en este punto también:

“Como está escrito: No hay justo, ni aun uno. No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron del camino, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan, veneno de áspides hay debajo de sus labios; cuya boca está llena de maldición y de amargura; sus pies, prestos para derramar sangre;  destrucción y miseria hay en sus caminos; y el camino de paz no han conocido. No hay temor de Dios delante de sus ojos.” (Romanos 3: 10-18).

Dígame, ¿es eso lo que los políticos le llevan a pensar sobre ellos mismos o sobre usted cuando ellos andan en campaña? Si no es así, entonces no se puede confiar en ellos. Como está escrito: “Sea Dios veraz y todo hombre mentiroso.” Jesús dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida…” Por el contrario, los líderes políticos están llenos de promesas, halagos, y auto-elogios, mientras que el Señor nos dice la verdad sobre nosotros mismos. Así pues, si Jesucristo es verdadero, y todo hombre mentiroso, ¿por qué no votamos por Él?

Un ligero desvío del camino aquí por un momento, pero útil para la importancia de este mensaje: Jean Chretien, un ex primer ministro de Canadá, y Paul Martin, otro ex primer ministro, son católicos profesantes los dos. Sin embargo, en contra de la Iglesia Católica, ambos han apoyado el matrimonio entre personas del mismo sexo, citando la Carta de Derechos y la sentencia de la Corte Suprema de Canadá. El Obispo Henry de Calgary, Alberta, tomó una posición pública en contra de sus posiciones como católicos. Aun cuando estos hombres profesan una religión, no se puede confiar en ellos. Ellos no obedecen a sus propios lazos espirituales. Si bien, con un servicio de labios, reconocen al Papa como el único vicario de Cristo en la tierra, y la autoridad suprema sobre asuntos tanto espirituales como temporales, por el mismo hecho de que ellos se llaman católicos, ellos, con fines políticos, para complacer al público, atribuyen más autoridad y justicia a la Carta Canadiense de Derechos y a la Corte Suprema de Canadá que al “Vicario de Cristo.” ¿Quién puede confiar en estos hombres? ¡Ni siquiera sus hermanos católicos ni el líder que profesan, el Papa, pueden creer en ellos!

La realidad es que no podemos votar por el hombre y por Dios a la vez.

No podemos confiar ni en los votados ni en los votantes. ¿Por qué es que la gente vota por mentirosos sino porque ellos mismos son mentirosos? Nos engañamos a nosotros mismos y estamos engañados cuando votamos por los hombres. Votamos por hombres porque estamos engañados.

La realidad es que no podemos votar por el hombre y por Dios a la vez, como muchos creen. Se cree que perderíamos todo el control si nos apartáramos de la esfera política. ¡Qué contrario a Dios y a las Escrituras es tal pensamiento! ¡Lea de nuevo los versos de la Biblia que acabamos de citar! Con este tipo de pensamiento, ¿no estamos declarando que no confiamos que Dios pueda hacer lo que sea bueno y necesario, que debemos hacerlo nosotros mismos? ¿No dice eso que confiamos en nuestra propia justicia (la virtud de nuestra fuerza y entendimiento) y no la Suya? Yo creo que sí. ¿Qué dice la Escritura?

“Esta sentencia es por decreto de los vigilantes, y la demanda por la palabra de los santos, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna en el reino de los hombres, y lo da a quien Él quiere, y establece sobre él al más bajo de los hombres” (Daniel 4:17).

“Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y Él hace según Su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga Su mano, y Le diga: ¿Qué haces?” (Daniel 4:35).

¿Cómo puede uno alegar contra estas Escrituras? La gente, o no cree que Dios hace eso, o no cree que Él pueda hacerlo sin nuestra ayuda. No confían en Él. Ellos no creen a las Escrituras, Su Palabra.

Como Dios declara, todos los hombres son mentirosos por naturaleza, e incapaces. ¿No hemos aprendido la veracidad de las declaraciones de Dios? Si no, vamos a seguir sufriendo los frutos de nuestra ignorancia y terquedad. Pero Dios es fiel, sabio, todopoderoso y amoroso. Él desea que pongamos nuestra confianza completamente en Él. Es POR ESO que debemos votar por el Señor Jesucristo.

En el próximo escrito: ¿CÓMO votamos por Él?

Víctor Hafichuk

La Trilogía del Voto::

¿Por Quién Votamos?

¿Por Qué Votamos por Jesucristo?

¿Cómo Votamos por el Señor Jesucristo?