Aquí está la simple verdad acerca del muy malentendido y distorsionado término espiritual “nacido de nuevo,” la milagrosa entrada al Reino de los Cielos.
Víctor Hafichuk escribe:
Juan 3:3-7 RVR
(3) Respondió Jesús y le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.”
(4) Nicodemo Le dijo: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?”
(5) Respondió Jesús: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.
(6) Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
(7) No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”
“Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1 Pedro 1:23 RVR)
Cuando llegué por primera vez al arrepentimiento, los evangélicos me enseñaron que yo había nacido de nuevo. Luego, al recibir el Espíritu casi dos años después, yo pensé: “Si yo ya nací de nuevo, entonces ¿qué es esto? Porque con seguridad parece un nuevo nacimiento.”
La gente daba sus explicaciones, como por ejemplo: “Naciste de nuevo en tu primera experiencia cuando el Espíritu Santo vino a ti, pero ahora el Espíritu Santo ha venido sobre ti para darte poder de testificar.” Yo me preguntaba para qué alguien necesitaba que el Espíritu viniera sobre él si ya Lo tenía por dentro. No tenían sentido para mí y yo no podía reconciliar esa teoría con las Escrituras completamente. Había otras explicaciones con las que no me conformaba tampoco.
Al meditar mucho sobre este asunto, se me dio una visión de la relación entre el arrepentimiento y el bautismo en el Espíritu Santo. Miré a un hombre que se sentó desde el suelo. Él había estado muerto o “dormido” pero ahora había recibido vida o había sido “despertado” por el Espíritu de Dios.
Luego el Espíritu Santo vino sobre él, en el que fue sumergido o absorbido, convirtiéndose en otro hombre. Él nació de nuevo. El nuevo nacimiento es el bautismo del Espíritu Santo, y este recibimiento del Espíritu es el nuevo nacimiento.
El arrepentimiento es un despertar al reino celestial, aunque sin haber entrado aún.
Nacemos una vez en la carne, pero tenemos que nacer de nuevo, lo cual consiste en 2 etapas como las aquí descritas – por el agua de la Palabra y luego por el recibimiento del Espíritu; por el arrepentimiento y luego por recibirle a Él; por “la preparación del camino por Juan el Bautista” y luego por recibir a Quien él presentó; por preparar la vasija para Su entrada y luego por Su entrada.
“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hayamos hecho, sino por Su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo.” (Tito 3:5 RVG)
Paul Cohen escribe:
El primer paso para nacer de nuevo es la preparación para recibir el Espíritu de Dios en los que oyen y creen Su Palabra. El Señor les dijo a Sus discípulos antes que ellos fueran bautizados en Su Espíritu:
“Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado.” (Juan 15:3 RVG)
Los discípulos no estaban limpios por el bautismo en agua, sino por medio de la Palabra de Dios recibida por fe. De esta manera, ellos estaban preparados para el bautismo en Su Espíritu:
“Entonces Jesús les dijo otra vez: ‘Paz a vosotros: Como Me envió el Padre, así también Yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló en ellos, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.’” (Juan 20:21-22 RVG)
Más tarde vemos lo mismo con los que recibieron a los mensajeros del Señor:
“Pero cuando creyeron a Felipe, que les predicaba acerca del Reino de Dios y el Nombre de Jesucristo, fueron bautizados, así hombres como mujeres… Y los apóstoles que estaban en Jerusalén, habiendo oído que Samaria había recibido la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.” (Hechos 8:12-14)
Note cómo fueron enviados los apóstoles, no porque el pueblo había sido bautizado en agua, sino porque ellos habían recibido la Palabra de Dios.
“Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1 Pedro 1:23)
Es la Palabra de Dios operando en nosotros por la fe la que nos limpia y nos hace habitaciones aptas para Su Espíritu.
“Maridos, amad a vuestras esposas, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella; para santificarla limpiándola en el lavamiento del agua por la Palabra.” (Efesios 5:25-26 RVG)
Ezequiel también profetizó de esta maravillosa obra de Dios:
Ezequiel 36:24-28 LBLA
(24) Y Yo os tomaré de las naciones, y os reuniré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país.
(25) Y rociaré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.
(26) Y os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
(27) Y pondré dentro de vosotros Mi Espíritu, y haré que andéis en Mis mandamientos, y guardéis Mis decretos y los pongáis por obra.
(28) Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres; y vosotros seréis Mi pueblo, y Yo seré vuestro Dios.
Ronnie Tanner escribe, en respuesta a lo compartido anteriormente:
¡Alabado sea el Señor por esta revelación sobre nacer del agua!
Tiene sentido perfecto. A veces me he puesto a pensar en lo importante que es el arrepentimiento, y qué reglalo tan profundo es eso. Es parte de la experiencia del nuevo nacimiento (nacidos del agua), algo así como la concepción, iniciando un proceso que no está completo hasta que uno nace de nuevo del Espíritu.
Yo recuerdo cada vez que me daba cuenta de que mi esposa estaba embarazada. Era un momento MUY emocionante. Sin embargo, luego venían la enfermedad, el cansancio, los cambios en el apetito, los cambios en el cuerpo, las hormonas… todo eso era muy desafiante y todo un cuadro muy apropiado de lo que sucede cuando uno cree por primera vez.
¿Qué pareja, habiendo concebido y disfrutado de la noticia, piensa que eso es todo? Por supuesto que no. Es tiempo de prepararse, de ajustarse y reconocer muchos cambios sin ninguna otra expectativa que la del nacimiento del niño, completo y saludable.
Confirmando el alma de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe; y diciéndoles que es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el Reino de Dios. (Hechos 14:22 RVG)
Conclusión:
“Yo que hago que se abra la matriz, ¿no haré nacer? dice el SEÑOR. Yo que hago nacer, ¿cerraré la matriz?, dice tu Dios.” (Isaías 66:9 NBLH)
Dios concibe Su vida en nosotros por medio del lavamiento de Su Palabra por la fe, y a su tiempo según Su sabiduría, recibimos la vida de Su Hijo al ser bautizados en Su Espíritu.
“El Espíritu de verdad, a Quien el mundo no puede recibir, porque no Le ve, ni Le conoce; pero vosotros Le conocéis; porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” (Juan 14:17 RVG)
Luego llegamos a ser como Él es en el mundo, la Palabra de Dios hecha carne. Esta es la nueva creación de Dios, el Rey del Cielo manifestado en la tierra.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17 RVG)
“El que los recibe a ustedes, Me recibe a Mí; y el que Me recibe a Mí, recibe al que Me envió.” (Mateo 10:40 NBLH)
Lea Los Tres Niveles.
Paul Cohen
Traducido al español por Edwin Romero
Translated into Spanish by Edwin Romero