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“He aquí os he dado potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda autoridad del enemigo. Y nada, de ningún modo, podrá dañarlos.” (Lucas 10:19)
Nosotros como creyentes y siervos de Dios no somos llamados a pelear contra el tentador. En el momento en que tú aceptas el reto en contra del enemigo, ya perdiste. Él te tiene en su terreno y en sus términos. Allí estás muerto.
Compáralo a cuando le das una entrada a un vendedor profesional en tu casa. Tú podrías no quererle comprar su producto, pero él te ofrece un regalito sólo por escuchar su presentación “sin compromiso.” Lo único que él quiere es que tú consideres.
Entonces tú piensas: “Puedo oírlo, aceptar el regalito y no le compro nada.” Pero luego él entra, te adula, demuestra su producto habilidosamente, y te ofrece bonos de regalo junto con un límite de tiempo. Ahora la presión está activada, una presión que no esperabas, y la oferta de beneficios con los que no contabas.
Es igual con la tentación. Por ejemplo, discutamos la atracción sexual. El enemigo te permite echar una miradita, digamos que en un comercial, y las probabilidades son que si echas esa miradita, estás listo. No debes involucrarte con el enemigo; tienes que resistirlo, es decir, pararte en contra u oponerte, pero no hacer batalla contra él. Es cierto, el apóstol Pablo instruye a los santos a que se pongan la armadura de Dios, tanto la defensiva como la ofensiva (Efesios 6:12); pero ¿cómo es eso? ¿Cómo se hace eso? No es como con carne y sangre. Aquí tenemos una idea de cómo funciona:
Yo tengo oportunidades todos los días de mirar mujeres sexis escasamente vestidas en el internet, sea en comerciales o donde sea. Yo puedo pensar, “Esto no es porno. Solo echaré una mirada. No me hará daño y nadie se va a dar cuenta.” Pero yo he aprendido que lo único que se necesita es acercarme un paso más al abismo y mi curiosidad empezará a moverme para dar otro paso y luego otro para ver qué hay en la orilla del abismo. ¿Tal vez sólo sea un bello escenario? El suelo es bastante firme y aún tengo bastante margen, no hay problema. Tomo otro paso y puedo estar “seguro” – no me he lanzado.
¿Será cierto eso? El enemigo ya me tiene después del primer pasito. El poder de la curiosidad, de la sugestión, de la seguridad falsa es grande, y lo peor es que en ese punto ya he tomado la dirección de la voluntad del tentador. Con esa clase de pensamiento y actitud, estoy acabado. He pasado de la línea de no me interesa a deseo. Pueda que no suceda en ese instante, pero la semilla está sembrada con mi “éxito” en aparentemente no haber sucumbido a un evento del todo trágico – una total caída en la tentación en un momento ya programado.
El escenario está listo para un tiempo no previsto con una debilidad activada. Ahora tengo la idea equivocada de que pude aguantarme y ahora tengo más confianza de que lo puedo repetir. La siguiente vez, pruebo mi fortaleza y decido llegar sólo un poco más lejos, sin darme cuenta de que estaba atrapado y derrotado desde ayer cuando di el primer paso.
Yo les he dicho: “Córtenlo al solo brotar.” En el momento que el más pequeño pensamiento comienza, en el momento que un video o comercial de YouTube, algo inocente, capta tu atención, sal de allí, inmediatamente. Echa una mirada deliberada y date por muerto ciertamente; es sólo cuestión de tiempo para que la derrota se manifieste.
Es interesante que en las artes marciales, los que entrenan son instruidos no solamente en cómo pelear, sino en cómo evitar pelear, si es del todo posible. Ellos sólo pelean cuando no queda otra opción.
Resiste (no pelees) al enemigo y el huirá de ti (1 Pedro 5:8). Dios es fiel y no dejará que seas tentado mas allá de lo que puedas resistir; al ver tu fidelidad en lo poco, Él te recompensará con una salida de escape (1 Corintios 10:13). De allí, Él te dará más integridad y fuerza para resistir. Gradualmente crecerás en santidad y virtud. Resiste hasta el fin, y desarrollarás la naturaleza de Dios en Cristo Jesús la cual no puede ser tentada (Apocalipsis 3:12). Es verdad; Su Palabra es Verdad.
Las Escrituras declaran que Dios no tienta y que no puede ser tentado (Santiago 1:13). Sabemos que Jesús era Dios en carne mientras estaba en la tierra (1 Tim. 3:16). Las Escrituras también declaran que Él fue tentado (Hebreos 2:18; 4:15). Entonces, si Dios no puede ser tentado, y Jesús era Dios manifestado en carne, ¿cómo se puede decir que Él fue tentado en todo? El significado de las palabras que dicen que Él no puede ser tentado es muy simple – Dios no puede ser tentado exitosamente; Él no puede caer en tentación. Satanás viene y no encuentra nada en Él (Juan 14:30). La tentación no tiene el poder para hacer que Él se rinda.
Resistan al enemigo (rehúsen la introducción de la tentación) y él huira de ustedes (Santiago 4:7). Al ir creciendo, tú aumentarás en el poder de una naturaleza santa hasta que la victoria sea completada en Él. El que persevere hasta el fin, ese será salvo (Mateo 10:22)
NO te pongas a pelear con el enemigo cuando él venga presentándote la más pequeña oferta de tentación. “Fuera de aquí, Satanás,” debe ser tu respuesta firme e inmediata – nada de regalos (sin duda has oído el dicho: “Nada es gratis en este mundo”); nada de atención momentánea, “inocente” o de “no hace daño,” nada de entretenerse con la más pequeña sombra de lo prohibido. Córtalo en el brote, en el pensamiento, en la mente. Estén alerta siempre (1 Pedro 5:8), y eventualmente obtendrás la victoria como un vencedor (Apocalipsis 2 y 3) y nunca le darás el menor de los pensamientos a la tentación, pues te gozarás en el poder del bien y la libertad del Todopoderoso Dios, tu Salvador, en Cuya imagen has sido formado.
Víctor Hafichuk
Traducido al español por Edwin Romero
Translated into Spanish by Edwin Romero