La Falsa Promesa de la Unidad del Hombre

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El hombre, en su propia justicia, cree que sirve a Dios en muchas formas. Una de ellas es en la falsa concepción de amor y deberes humanistas. Son muchos los que creen que la unidad es algo bueno. Ellos no reconocen el intento de unidad en la Torre de Babel, la desaprobación de Dios registrada, y no reconocen las palabras de Aquél que ellos presumen servir, Quien dijo:

“No penséis que he venido para meter paz en la tierra; no he venido para meter paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra. Y los enemigos del hombre serán los de su propia casa.” (Mateo 10:34-36)

La unidad en Cristo es maravillosa, e inevitable, pero ¿no son los rebeldes contra Dios los que buscan la “unidad” en la corrupción?

Alguien nos envió un correo electrónico relacionado con un ensayo fotográfico musicalizado sobre la unidad. Fue compuesto en respuesta al horrendo desastre del tsunami asiático. Aquí está el enlace:

http://www.hiddengifts.org/we_are_one/

Me inspiré en el ensayo para considerar este asunto y para responder a ese mensaje de unidad. Donde quiera que miremos, la gente habla de estar unidos. Sin embargo, vemos el mundo más dividido cada día. Hay una Respuesta a esta aparente contradicción, lo que nos lleva de regreso a Dios. Empiezo mi respuesta con la cita al final de la presentación.

“Tan poderosa es la luz de la unidad que puede iluminar toda la tierra.”
-Bahaullah

Los hombres se han unificado no en la luz, sino en las tinieblas.

¡Qué traicioneros son los caminos de la oscuridad que se presentan como luz! Satanás, se dice, viene como ángel de luz. Él viene a decirnos que juntos podemos “iluminar toda la tierra.” Satanás representa el poder y la bondad del hombre. Él está aquí para hacer que usted confíe en sí mismo. Promueve su poder y el poder de todo el mundo unido para lograr y manifestar la divinidad. Él promueve a cualquiera y cualquier cosa diferente a rendir su derecho sobre usted mismo al verdadero Dios viviente, el Único que es correcto y bueno.

De Él, el verdadero Dios y Salvador de todos los hombres, se dice:

Él era la Luz verdadera; Él alumbra a todo hombre que viene a este mundo.” (Juan 1: 9)

¿Y cómo han recibido los hombres la Luz? ¿Cómo han reflejado ellos Su iluminación?

“Y esta es la condenación: que la Luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz, porque sus obras eran malas.” (Juan 3:19).

Los hombres se han unificado no en la luz, sino en las tinieblas. La unidad, en y por sí misma, no es necesariamente buena. Hay una unidad que es mala.

La única manera de juntarse en la verdadera luz de la unidad es arrepintiéndose y volviéndose a Dios, alejándose de sus pecados y de sus formas escogidas de justicia propia. Es dejar de insistir que usted sabe mejor que Dios, y en lugar eso, poner su confianza plena en el Señor Jesucristo, obedeciéndole a Él pase lo que pase.

“Pero si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo Su Hijo nos limpia de todo pecado.” (1 Juan 1:7)

Una gran mentira del diablo, y de los hombres, es que de alguna manera al juntarnos, el poder de Dios estará más disponible y se desatará definitivamente. Las iglesias, los movimientos por la paz, los países, los partidos políticos y hasta los conciertos de rock y eventos deportivos se suscriben a esta noción, sea conscientemente o no. Los hombres creen que en los números tendrán éxito. Usted puede “simplemente sentirlo.” La historia está llena de cadáveres de hombres y movimientos que creyeron eso, los que “tuvieron éxito,” así como los que no.

Usted tiene que apartarte de las multitudes en tinieblas para recibirle a Él.

Jesucristo, por el contrario, no vino, y no viene por las multitudes que se reúnen. Aunque muchos Le siguieron durante Su vida, en Su muerte aun Sus más cercanos amigos y seguidores Lo abandonaron. Si alguna vez un momento pareció sombrío y sin esperanza, ese fue en Su muerte. Sin embargo, fue allí, donde ni una sola persona se reunió (“hiere al pastor, y esparciré a las ovejas”) cuando el poder de resurrección de Dios se demostró SIN la ayuda o fe de una sola persona.

Pueblo, escuchen bien esto: La demostración del poder de Dios, por medio de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, es nuestra esperanza gloriosa y única. Dios (la Luz) no se manifiesta por voluntad de hombres que se juntan ellos mismos. Él ya es la Luz. Usted tiene que apartarse de las multitudes en tinieblas para recibirle a Él. Entonces brillará su luz. Está escrito: “Lo que Dios ha unido, no lo separe hombre…” Lo contrario también es cierto: Lo que el hombre ha unido, que Dios lo separe.

Los hombres no pueden alcanzar a Dios en nada, ya sea individualmente o de forma masiva. Por Su voluntad ordenada de antemano, Dios es el iniciador, y Él trae a aquellos a quienes Él elige en el vínculo de Su pacto en Cristo. La vida en Cristo no se inicia por la voluntad del hombre. La gente no puede “aceptar” a Dios. Usted no puede levantarse a sí mismo por sus propios esfuerzos tampoco. Sólo por la voluntad de Dios en Cristo la gente es levantada del estado pecaminoso compartido por todos los hombres. Jesucristo no desdeñó Su manifestación en forma de hombre, pero venció el pecado y la muerte como un hombre por el bien de toda la humanidad, a cada persona en su propio orden. Jesucristo, la Luz de todos los hombres, es una mayoría de Uno.

Si queremos ser hijos de Luz, también tenemos que enfrentarlo solos, no con las masas de la humanidad en tinieblas, sino siguiendo a Cristo, Quien testificó la buena profesión delante de Poncio Pilato. No buscó salvar Su vida ni agradar a los hombres. Buscó sólo obedecer y agradar a Dios. Cualquiera que Le siga hará lo mismo, y también pagará con la vida, de una manera u otra.

Los que aman la vida en este mundo malvado no verán el Reino de los Cielos. Debemos morir solos como lo hizo Él, pero en Él también seguiremos viviendo con Su poder de resurrección. Así es la vida. Entonces ya no estamos solos, ya sea con otros o no, porque estamos con Él. Una persona con Dios está mucho menos sola que un hombre con millones de personas siguiéndolo. Cuando somos alcanzados por Dios, ya no ponemos nuestra confianza en el hombre, ni en ninguna cantidad, sino en Cristo el Único que se levantó, y nos ha levantado, de entre los muertos. Entonces estamos unidos a una gran compañía en el cielo. La verdadera unidad viene sólo por Cristo, en el Cielo.

“Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos…” (Hebreos 12: 22-23).

Cuando se les da el poder, los hombres son cualquier cosa menos unidos.

La noción de que la gente se una para obtener poder espiritual y demostrar iluminación no es nada nuevo. En el principio los hombres se unieron para construir una torre hasta el cielo, o en otras palabras, para alcanzar el Reino de Dios con su propio poder, para sus propios fines (Génesis 11). Ellos incluso expresaron el temor a la desunión, “no sea que seamos dispersados sobre la faz de toda la tierra.” Dios dijo que esos planes no eran buenos, y se los frustró mediante el cumplimiento de sus miedos, confundiendo sus lenguas y dispersándolos a los cuatro vientos.

Si la unidad era el asunto, entonces Dios estaba del todo mal al confundirles sus lenguas, dividir y dispersar a las personas que pretendían construir la Torre de Babel hasta el cielo. (Pregúntese qué hubiera sido si Bahaullah [fundador de la fe Bahai que enseña que todas las religiones son de Dios] hubiese vivido en ese día y se hubiese salido con la suya. No es diferente hoy en día.) Aunque la Torre de Babel parecía una excelente idea para los hombres (no es diferente de la cita con que empezamos este escrito), no fue buena en absoluto. Dios dijo que nada detendría a los hombres que han hecho esto.

¡Piense en los hombres que tienen poderes ilimitados! La verdad es que cuando se le da el poder, pronto se hace evidente que los hombres son cualquier cosa menos unidos, cada uno expresándose a sí mismo como una fuente de autoridad separada, sin ceder ante sus iguales. La democracia, tan promocionada por muchos como piadosa, también falla por esta razón.

Dios, Quien es nuestro legítimo superior, es la única verdadera Autoridad, y en Su sabiduría, Él ha puesto límites al mal del hombre en el poder. Él también ha proporcionado el único resultado positivo seguro y duradero para la humanidad, el cual los hombres se han mostrado incapaces de lograr, por y a través de Sí Mismo en Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. Cuando nos ponemos bajo Su Jefatura, todas las cosas caen en su lugar. Entonces estaremos correctamente unidos con Dios y el hombre.

Dios se hizo hombre por nosotros en Jesucristo, y sufrió Él solo, para que nosotros pudiéramos estar unidos a Dios por medio de Él, de la misma manera. Esa es la forma en que funciona. No hay otro camino.

Es por eso que Él dijo que Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Todos los demás caminos son mentiras, y conducen a la muerte. Su camino nos lleva a la verdadera vida, a través de la muerte voluntaria a uno mismo y a este mundo, lo cual viene por Su gracia y poder a través de la identificación con Él. Nosotros Le debemos seguir, sin las multitudes, donde Él no está. Nosotros Le debemos seguir a Él y no a nuestras propias nociones de Luz, paz, vida, verdad, unidad, o incluso de Él. Él es el Señor.

Los que están por la “paz” también traen mucha maldad en su unidad.

A menudo escuchamos las alabanzas de la unidad, como si en lugar de una cosa neutra, fuera la mejor idea y el más noble objetivo jamás concebido. La gente se olvida de que la unidad no se puede equiparar a la gran iluminación, como se demostró por la Alemania Nazi de Hitler, Japón bajo Hiroshito, la Italia de Mussolini, Francia bajo Napoleón, y tantos otros ejemplos de personas se han unido a un gran costo para la humanidad. Y sólo estamos hablando de belicistas obvios aquí.

Lo que no es tan comúnmente reconocido es que los que están por la “paz” también traen mucha maldad en su unidad. ¿Qué de la Inglaterra unificada bajo Chamberlain? Churchill, predicando la preparación para la guerra en ese momento, fue relegado a la Siberia política, y fue considerado irremediablemente fuera de contacto por los “amantes de la paz,” quienes terminaron sin preparación para los horrores por venir. El mal que les vino por su política de “apaciguamiento” fue mucho mayor que el “mal” de tomar una postura contra el mal.

Y ¿qué pasa con el mal insidioso de las corporaciones, en el que los hombres se juntan y unen sus recursos para lograr grandes cosas, sin rendición de cuentas o responsabilidad personal? Es como una jauría de perros. Un perro podría no hacer ningún daño, pero deje a varios correr juntos y saquearán el paisaje.

No se trata de con cuántos defiende algo usted; se trata de por qué lo defiende.

Los ejemplos que he dado son SINTOMÁTICOS, y no pueden ser tratados simplemente con NO reunirse. La condición fundamental, y el problema, es que la humanidad NO se une con Dios, no importa cuán unidos puedan parecer entre ellos. No busque más lejos que los Estados Unidos para un ejemplo de presunta piedad. No es tal cosa.

Seamos sinceros: Nadie más ha logrado la piedad. ¿Tiene el mundo islámico la respuesta? No. ¿La Unión Europeo? No. ¿La China comun-ista? No. El denominador común para todos es un espíritu independiente que dice: “¡Yo sé más, y no necesito a Dios, particularmente a un SEÑOR sobre mí diciéndome qué hacer! ¡Voy a unificar sólo para asegurarme de obtener lo que quiero!”

La unidad no es una promesa o signo de piedad.

Pueblo, nosotros desesperadamente necesitamos a Quien es nuestro legítimo Señor y Dios. Sólo cuando seamos humildes y recibamos a Jesucristo como Señor de todos vendrá la verdadera paz, con Dios y con los demás. No hay neutralidad en este asunto. Estamos a favor o en contra de Él. Los que no están con Él, desparraman. Él es la Mayoría de Uno. Él es la Unidad. Todo lo demás es ilusión de unidad, la cual se evapora y se va, dejándole a usted tan solo como nunca.

“Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no permanecerá.” (Mateo 12:25)

La unidad no es una promesa o signo de piedad:

Aunque llegue la mano a la mano, el malo no quedará sin castigo; mas la simiente de los justos escapará.” (Proverbios 11:21)

“¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” (Santiago 4:4)

“…el mundo entero está bajo el maligno.” (1 Juan 5:19)

Los hombres no se unen para el bien, sino para el mal:

“Entonces los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos del pueblo, se reunieron en el palacio del sumo sacerdote llamado Caifás, y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle.” (Mateo 26:3-4)

“Porque he oído la calumnia de muchos; miedo por todas partes, cuando consultaban juntos contra mí, e ideaban quitarme la vida.” (Salmos 31:13)

“Líbrame, oh SEÑOR, de los hombres malignos; guárdame de los hombres violentos, que traman maldades en su corazón; que cada día se juntan para guerras. [Y, para que no usted no piense que la guerra es simplemente física…] Aguzan su lengua como serpiente; veneno de víbora hay bajo sus labios. (Selah) Guárdame, SEÑOR, de las manos del impío; protégeme de los hombres violentos, que se han propuesto hacerme tropezar.” (Salmos 140:1-4)

“Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin Mí; el que contra ti conspirare, delante de ti caerá.” (Isaías 54:15)

“Y cuando los mil años fueren cumplidos, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá para engañar a las naciones que están sobre los cuatro ángulos de la tierra, Gog y Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.” (Apocalipsis 20: 7-8)

Es la unidad de la Jerusalén de arriba lo que toda la creación necesita.

“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para hacer guerra contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.” (Apocalipsis 19:19)

“Y será en aquel día, que Yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, aunque todas las naciones de la tierra se junten contra ella.” (Zacarías 12:3)

En verdad, todos se han juntado contra la Jerusalén de arriba (que también tiene su contraparte terrenal). De esta unidad es que hay que arrepentirse, no gloriarse. Es la unidad de la Jerusalén de arriba lo que toda la creación necesita y espera, incluso mientras rechaza a los mensajeros.

“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!” (Mateo 23:37)

Lo que Dios tiene para nosotros es bueno.

¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” (Salmos 133:1)

“Y Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:11-13)

“Te levantarás y tendrás misericordia de Sion; porque es tiempo de tener misericordia de ella, pues el plazo ha llegado… para oír el gemido de los prisioneros, para poner en libertad a los condenados a muerte; para que los hombres anuncien en Sion el Nombre del SEÑOR, y Su alabanza en Jerusalén, cuando los pueblos y los reinos se congreguen a una para servir al SEÑOR.” (Salmos 102:13, 20-22)

Esta unidad viene por la obra de Dios en el Hijo del Hombre, Jesucristo y todos los que están unidos en Él.

Juntadme Mis santos; los que hicieron Conmigo pacto con sacrificio.” (Salmos 50:5)

“Y no solamente por aquella nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.” (Juan 11:52)

El Señor reúne a Su pueblo para traer la salvación al mundo.

“El SEÑOR edifica a Jerusalén; congrega a los dispersos de Israel.” (Salmos 147:2)

Congregaos y meditad, gente indeseable.” (Sofonías 2:1)

“Y Él alzará un estandarte ante las naciones, reunirá a los desterrados de Israel, y juntará a los dispersos de Judá de los cuatro confines de la tierra.” (Isaías 11:12)

El Señor reúne a Su pueblo, quienes son Su cuerpo, para traer salvación al mundo. Esa es la unidad que ilumina el mundo, y que trae vida a la humanidad.

“Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad, sino por causa de Aquél que la sometió, en la esperanza de que la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios.” (Romanos 8:19-21)

Juan 17:11-21
(11) Ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y Yo voy a Ti. Padre santo, guárdalos en Tu Nombre, a los que Me has dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno [la unidad de Dios].
(12) Cuando Yo estaba con ellos, los guardaba en Tu Nombre, el Nombre que Me diste; y los guardé y ninguno se perdió, excepto el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera.
(13) Pero ahora voy a Ti; y hablo esto en el mundo para que tengan Mi gozo completo en sí mismos.
(14) Yo les he dado Tu Palabra y el mundo [la unidad del hombre] los ha odiado, porque no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo.
(15) No Te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del (poder del) maligno (del mal).
(16) Ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo.
(17) Santifícalos en la verdad; Tu palabra es verdad.
(18) Como Tú Me enviaste al mundo, Yo también los he enviado al mundo.
(19) Y por ellos Yo Me santifico, para que ellos también sean santificados en la verdad.
(20) Pero no ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en Mí por la palabra de ellos,
(21) para que todos sean uno. Como Tú, oh Padre, estás en Mí y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros, para que el mundo crea que Tú Me enviaste.

¡La unidad de Dios vence la unidad del hombre!

Jesucristo es la vida, y no sólo la vida, sino vida de entre los muertos. Aún hay esperanza. Nosotros le predicamos esta esperanza y vida a usted. Arrepiéntase; apártese de filosofías vacías y sin sentido como la que aparece al inicio de este escrito.

Apártese de la religión y el orgullo sectario que no es del Cielo. Deje de confiar en su propia sabiduría. Apártese de sus pecados. Admita que no sabe nada, y ponga su mirada en Aquél que sí sabe, y Quien lo conoce a usted.

Hay algo que todos tenemos en común. Estamos hechos de una sangre por el mismo Creador. Todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios. Jesucristo, Quien es la gloria de Dios, ha pagado el precio por los pecados de todo el mundo. Todos estamos llamados a volvernos a Él, y a arrepentirnos de la independencia de Él.

“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: Que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquél que murió y resucitó por ellos.” (2 Corintios 5: 14-15)

Esta es la única unidad verdadera.

“Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos. Y clamaban a gran voz, diciendo: ‘La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.'” (Apocalipsis 7: 9-10)

Con el hermano Juan, yo digo: “Amén. Sí, ven Señor Jesús.”

Paul Cohen

Traducido al español por Edwin Romero
Translated into Spanish by Edwin Romero

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