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El Impulso Sexual y La Tentación

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Una carta a un amigo:

E, como ha sido el caso a menudo, yo aprecio lo que tienes que decir en este tipo de asuntos y la forma en que lo dices. Estoy agradecido por tu honestidad, una señal de la bendición de Dios sobre ti, lo cual estaba trabajando en ti incluso antes de que vinieras a nosotros, aunque el Señor tenía que corregirte.

Yo puedo ver un plato delicioso de mi comida favorita y emocionarme, especialmente cuando tengo hambre. Puedo apreciar hermosos paisajes o cualquier cosa que sobresalga en poder o belleza o en algunas características deseables. Me han impresionado mucho algunos escritores que tienen habilidades maravillosas para expresarse. A menudo deseo escribir como ellos. Pero estas emociones y deseos, aunque son legítimos o neutrales en sí mismos, no se les puede dar rienda suelta. No puedo permitirme codiciar los bienes de mi vecino o cualquier otra cosa, aunque yo pueda apreciar lo que hay allí.

Así es que con las mujeres. Seamos realistas, todos sabemos que las mujeres pueden ser hermosas y deseables para cualquier hombre saludable; es una realidad de la vida; es la naturaleza; es la forma en que Dios ha hecho las cosas. ¿Cómo podemos negarlo? ¿Cómo podemos negar que encontramos la belleza deseable en cualquier forma que tome? Yo no puedo. ¿Puedes tú? ¿Puede algún hombre?

Nuestro problema es que hemos sido corrompidos en los deseos de nuestra carne. Nos hemos visto entregados a comer frutos prohibidos e incluso disfrutarlos en nuestros deseos. También sabemos que en nuestra carne no habita nada bueno; sabemos que es contraria a Dios y a cómo Él quiere que nos conduzcamos en todos los aspectos de Su creación. Él trae la Ley y nos enseña templanza, restricción, disciplina y juicio. Él nos habilita a manejarnos nosotros mismos y esas cosas que nos rodean con Su Mente y Actitud.

Yo confieso que miro a las mujeres, especialmente cuando están vestidas de manera seductora, como con todo aquello que la carne encuentra atractivo. Pero por la gracia de Dios, he podido controlarme y no entretener esas cosas, sabiendo muy bien que no las puedo tener y que no sería bueno para mí tenerlas. Se han establecido límites, y traspasar esos límites nunca es sabio. Entonces ¿por qué ir allí?

¿Pero ganará el día la lógica? ¡De ninguna manera! Podemos decirnos lo que está bien o mal todo lo que queramos, pero el deseo está ahí en la carne, ¿no es así? De hecho, cuanto más intentamos instruirnos y controlarnos en el bien y el mal de las cosas, más parece que somos vulnerables. Entonces, ¿cuál es la respuesta? El Señor y Su gracia hacia nosotros es la respuesta, la única respuesta. Entonces, mientras que las tentaciones están ahí, y mientras nuestras naturalezas carnales están perfectamente dispuestas a entregarnos a cosas que no debemos, y aunque no podemos escapar de esa realidad, tenemos al Señor que nos guarda, a pesar de nosotros mismos. Cualquier hombre que piense que una mujer bonita no es atractiva no está siendo honesto consigo mismo ni con los demás.

Nuestra virtud, aparentemente real o potencial, no es nuestra esperanza, ¿verdad, E.? Es Cristo que nos guarda. Es Su justicia, nunca la nuestra.

Esa es mi comprensión de las cosas. Quizás algunos digan que estoy viviendo según la Ley. Podría ser. ¿O será que hago el esfuerzo de mantener mi cuerpo sometido, para que no sea que después de predicar sea descalificado? Recuerdo que alguien dijo: “Mira, pero no toques”, pero he aprendido que mirar bien o demasiado tiempo es tanto como tocar, así que, “No mires” es lo más recomendable. También he sido muy consciente de que si miro, otros me ven mirando y, por lo tanto, hago que tropiecen.

Pero, ¿qué pasa si nadie me ve mirando, como en el internet, por ejemplo? Somos conscientes de que, aunque el hombre no nos vea, Dios sí, siempre. Además, podemos preguntar: “¿Le importa a Dios? Él conoce nuestra naturaleza; Él entiende,” pero sé que lo que decimos, pensamos y hacemos está integrado en nosotros. Nada ocurre sin afectar nuestra naturaleza, al grado que sea. Entonces, ¿por qué condenarme yo mismo pensando que a Dios no le importa? ¡A Él Le importa! Toda la naturaleza, y como Él ha establecido las cosas, Le importan, siempre.

¡Ley, ley, ley! Tentaciones, dificultades, caídas, consecuencias… todos estos son hechos de la vida. Ésta es la manera en que el Señor ha formado todo. Sabemos, sin embargo, que hay una esperanza segura de perfección y victoria en Él, y como lo exhortó Pablo, “prosigo al blanco, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14 RVG). Nuestra esperanza es segura.

Para resumirlo: No nos condenemos por las tentaciones que están ahí o por nuestras inclinaciones carnales de entregarnos a esas tentaciones. Esas son cosas que no podemos evitar, siendo sujetos a ellas y a toda vanidad. Pero alegrémonos que el Señor nos ha dado la salida, demostrando así Su poder y gloria.

“No les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres. Fiel es Dios, que no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que puedan resistirla” (1 Corintios 10:13 NBL)

He sentido la necesidad de expresar estas cosas, particularmente en el contexto sexual, desde hace tiempo ya. Espero tener la razón y que esto ayude a muchos.

Víctor Hafichuk

-Mayo 10 del 2014

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