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¿Les gustaría fugarse de su prisión? ¿Les gustaría que los saquen? Estoy hablándoles a ustedes los convictos, hombres y mujeres, en prisiones, penitenciarías, calabozos, centros de rehabilitación, bajo arresto domiciliario, o encerrados en cualquier parte contra su voluntad, sean ustedes culpables o inocentes. Ustedes pueden fugarse, pueden zafarse, con seguridad, y permítanme decirles exactamente cómo, la manera perfecta.
Estoy hablando de la mayor fuga de la cárcel en la historia del hombre.
La manera que estoy por mostrarles está garantizada; no pagarán penas ni le harán daño a nadie. La verdad, tendrán grandes ventajas en una forma que ni siquiera han soñado – ustedes serán libres en la única manera que cuenta. Y se les pagará muy bien por ello, mejor de lo que le podrían pagar a cualquiera en la tierra por lo que sea que hagan. ¿Demasiado bueno para ser verdad? Es verdad, y no les costará ni un centavo.
Yo, Víctor Hafichuk, vengo por medio de este escrito a visitarlos a todos ustedes en cada prisión que pueda, para hablarles sobre lo mejor que les podría pasar, sin comparación, en cualquier parte, en cualquier momento. Estoy hablando de una fuga por excelencia, la mayor fuga de la cárcel en la historia del hombre. Nadie puede ofrecerles algo mejor que lo que voy a ofrecerles ahora, y nadie puede detenerlos – les digo que nadie.
Créanlo; yo sé de qué estoy hablando porque yo también estuve en prisión, una prisión inescapable. Las mejores instalaciones de máxima seguridad no son nada comparadas con la prisión de la que estoy hablando. Siempre hay salida de esas cárceles, pero no la hay de la cárcel donde yo estaba. Estuve allí por muchos años y ahora he estado fuera por muchos años, libre de la pena; quisiera mostrarles la salida también. Ni siquiera importa si ustedes están de por vida o están en la línea de muerte.
No me deberán nada. De hecho, siendo que yo estoy fuera, yo les debo a ustedes, y ahora les estoy pagando.
Tendrán paz, verdadera felicidad y esperanza cumplida.
Ustedes no tienen calificaciones terrenales que los puedan liberar, no importa cuáles sean. Yo no las tenía, pero si yo pensé tenerlas, esos más bien eran mis obstáculos, grilletes que me mantenían encadenado en desilusión y aislamiento por mucho más tiempo.
Solamente hay una cuestión – les costará la vida como la han conocido. Tendrán que quitarse sus ropas de prisión y echarlas en el basurero para ser quemadas. Y ahora, Dios mediante, se lavarán y se pondrán ropas nuevas, el mejor traje sastre, camisa, corbata y zapatos finos. Se vestirán para matar de ahora en adelante.
Serán los mejores caballeros o damas que alguien puede llegar a ser. Mudarán el rostro que han tenido, el rostro de amargura, enojo, odio, resentimiento, desesperación, depresión, dureza, desesperanza, auto-compasión, preocupación y temor. Todas esas cosas desaparecerán; sí, así será.
En su lugar, tendrán paz, verdadera felicidad y esperanza cumplida – cosas que todo mundo desea, pero rara vez tienen. Si llegan a tenerlas, normalmente es algo temporal y superficial. Estoy hablando de tener todo eso permanentemente.
Dios es más grande que tú o tu problema o tu crimen.
No me importa si tienes cadena perpetua. No me importa lo horrible que sea el crimen que hayas cometido. No importa si ya estás en sala de espera para ser ejecutado. No me importa si eres un muerto andante. No importa si eres el ser más duro que haya vivido. Lo que te estoy ofreciendo puede alcanzarte donde sea, no importa quién eres o qué has hecho. Dios es más grande que tú o tu problema o tu crimen.
Esto no se trata de religión. Esto no se trata de unirse a alguna iglesia u organización religiosa. Esto no se trata de ser forzado o convencido a guardar algún tipo de observancia o deber religioso. ¡No! ¡Ni lo quiera Dios!
Esto se trata de la realidad, una realidad interior de la cual los capellanes, sacerdotes, obispos, ministros ordenados, rabinos y mulá no saben nada. (¿Sabían que Jesucristo usó las palabras más severas contra los religiosos, llamándoles serpientes e hipócritas a esos “buenos hombres”?) Ellos también son prisioneros, y necesitan ser liberados, y tal vez, tú serás quien les muestre el Camino, pero primero, tú mismo tienes que ser liberado.
Sí, te estoy hablando a ti, vendedor de drogas, asesino, ladrón, fraudulento, timador, golpea-esposas, estafador, violador, rufián, criminal de cuello blanco, prostituta, homosexual, abusador, adicto, loco, rata, punk, tal vez hasta pedófilo, el más vil de los viles.
Quiero ver a Dios detenerlos en el carril mortal de sus vidas.
Si eres un guardia o un alcaide, muchos de ustedes los uniformados son lo peor de lo peor. No importa en qué lado de los barrotes te encuentres o qué clase de insignia o uniforme lleves; tu prisión es mucho más dura y grande que donde trabajas y donde presumes tener a otros.
Esta es mi oración y lo que quiero ver ahora: Hombre por hombre, celda por celda, bloque por bloque, prisión por prisión, quiero verlos rendirse al bien. Quiero ver a Dios detenerlos en el carril mortal de sus vidas. Quiero que ustedes caigan de rodillas, por así decirlo, en sus celdas, en el comedor, en los pasillos, en la cocina, en el lugar de recreo, o en el patio principal. Quiero que ustedes entreguen sus vidas a Jesucristo y clamen Su Nombre. Él murió y resucitó de entre los muertos por ustedes.
Quiero que ustedes se humillen, dejando todas las cosas que bien saben ustedes que son malas y dañinas para cualquiera, sí, para cualquiera – su familia, su mejor amigo, o su peor enemigo. Déjenlo todo. Yo me pongo de rodillas con ustedes y por ustedes ahora y clamo al Señor Jesucristo, a Quien conocí en 1972 en Prince Albert, Saskatchewan, Canadá. Le pido a Él por ustedes, que los salve como me salvó a mí. Le pido a Él que les dé bienestar de corazón, mente, cuerpo y alma.
Jesucristo puede tomar al peor de las escorias y ponerlo en alto.
Yo no fui, ni soy, mejor que ninguno de ustedes. Como seres humanos, todos hemos sido cortados con la misma tijera. Oh sí, yo sé que algunos de nosotros hemos sido conocidos como los más bajos de lo bajo, como escoria. Pero cada uno de nosotros tiene ese potencial, esa naturaleza básica, o ¿no lo sabían ustedes?
Sin embargo, Jesucristo puede tomar al peor de las escorias y ponerlo en alto para que sea un buen caballero, productivo, respetable, honrado, justo; o una gloriosa dama, una preciosa princesa, ¿una reina santa? Sí, Él puede hacerlo; les aseguro que Él lo ha hecho por muchos, y Él puede y lo hará por ustedes, si le creen. Eso es todo lo que se necesita; es así de simple.
La fe es la clave para la fuga. Sin fe, es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6), y sin fe, tú no tienes nada, nada de nada. Sin embargo, con fe, si tú crees y obedeces, tendrás todo lo que el corazón podría desear, y me refiero a todo.
La riqueza, la fama, el poder y el éxito en este mundo son insignificantes, créeme. Esas cosas pueden desaparecer así no más. Pregúntales a los viejos líderes del mundo; pregúntales a los mentirosos, a los televangelistas; pregúntales a los héroes deportivos o a las estrellas de cine; pregúntales a cualquier clase de políticos, a los movilizadores y a los agitadores. Todas estas personas han estado prisioneras y necesitan mucho, mucho más de lo que ellos tienen o han tenido.
Entonces, tú sales de prisión. ¿Qué harás, volver a lo mismo de siempre?
Pregúntale a cualquier muerto – ve a su tumba y pregúntale qué tan rico y poderoso es ahora, lleno de gusanos o convertido en polvo. Pregúntale si le fue posible llevarse algo con él. Anda y pregúntale. Su silencio te responderá tan honestamente y tan alto como ninguna otra cosa – a menos que estés tan sordo como una roca. Pero Dios puede encargarse hasta de eso. El que hizo el oído para oír, puede hacerlo oír otra vez. Él puede hacer vivir a los muertos. Él lo hizo por mí, y Él puede y lo hará por ti, también.
No me importa lo grande o pequeño que cualquiera de ustedes haya sido o crea ser. Ustedes no son nada, nada de nada, a menos que ocurra lo que les propongo.
Ustedes allí, el tipo de dos metros de alto que puede levantar pesas de cientos de libras, ustedes los que pueden solos contra un grupo de hombres – ustedes podrán tener poder muscular, fuerza bruta, y habilidades para pelear, ustedes pueden intimidar, impresionar y hacer a otros a un lado, pero cuando ya pasa todo, ¿qué es lo que realmente tienen? ¿Qué les parecería poder escaparse y ser libres, en vez de estar atados en sus prisiones de dependencia de la fuerza bruta? No tendrán que trabajar por algo que es mucho mejor.
Entonces, tú sales de prisión. ¿Qué harás, volver a lo mismo de siempre? Pero lo que te propongo resuelve cada uno de esos problemas, garantizado.
¿Qué te parecería tener a ángeles como compañeros, en vez de cadáveres pudriéndose?
Ustedes mujeres que han entregado sus cuerpos al sexo y a las drogas, destruyéndose a sí mismas… ¿para qué? ¿Qué tal han resultado sus planes? ¿A dónde las han llevado sus caminos, excepto a un callejón sin salida? Ustedes bien pueden coquetear y seducir a un hombre. Ustedes bien pueden venderse a sí mismas por miles de dólares. ¿Y qué? Ustedes se envejecerán y todo se habrá ido, y ¿qué es lo que tendrán en su edad avanzada sino vergüenza, culpa y pesar, si es que viven tanto tiempo?
Distribuidor de drogas, ¿qué tienes tú? En vez de vender muerte por unos dólares sin valor, vendiéndote a ti mismo al sepulcro, ¿qué te parecería ser libre para regresar almas de entre los muertos? ¿Qué te parecería estar rodeado un día por personas que, con lágrimas en sus ojos y llenos de gozo sus rostros, estén agradecidos por lo que Dios ha hecho por ellos a través de ti?
¿Qué te parecería tener a ángeles como compañeros, en vez de cadáveres pudriéndose – hombres y mujeres a quienes has despojado, junto con sus hijos, madres, padres, hermanos, hermanas y seres queridos? ¿Qué te parecería dejar de ser un cadáver o un devorador de muertos? ¿Qué te parecería poder escapar de tu pozo de carnicería, oscuridad y aislamiento?
Yo fui en un tiempo un infeliz perdido como tú. Yo era un tonto despreciable, ignorante, creído, auto-suficiente, pero temeroso, cuyo mundo era Yo – Yo como Rey, Yo como el Señor Especial, Yo como el Número Uno, un héroe en mi propia mente, buscando una oportunidad – y todo ese tiempo yo no era nada, nada de nada. Y lo peor es que yo ni lo sabía, pues era muy tonto, ignorante y estúpido.
Y eso eres tú también. Eso somos todos nosotros, hasta que Dios nos alcanza y nos saca del pozo que hemos cavado para nosotros mismos en formas tan atractivas, o no atractivas. Ustedes están en sus celdas, atados con cadenas, y admítanlo, no pueden soltarse – aunque se termine su sentencia en este mundo y los liberen. Todavía están en cadenas. Y tienen miedo… de qué, pueden saberlo o no, pero tienen miedo – admítanlo. Lo que tengo para ustedes es su boleto hacia la libertad y no más temor.
Confiesen – es una parte crucial del plan de juego, una que la mayoría se rehúsa a seguir.
He dicho que la fe (creer) es la clave para salir de la prisión. Déjenme agregar algo. Ustedes tienen que ser honestos consigo mismos, con otros, y con Dios. Ustedes necesitan ponerse claros con ustedes mismos, que es donde comienza la fe.
No crean las mentiras que les dicen que ustedes son especiales. Si son honestos, ustedes sabrán que eso es mentira. El secreto, la puerta a la libertad, es creer lo que ustedes son realmente – ignorantes en todas sus formas, orgullosos, egoístas, temerosos, obstinados, pretenciosos, egocéntricos, vanos, estúpidos, perdedores engañados – así es, perdedores. Eso es lo que son ustedes. ¿No lo han perdido todo? ¿No lo han echado todo a perder regiamente? Sí, eso han hecho ustedes, y en tanto que lo nieguen, se quedarán en su hoyo. Confiesen – es una parte crucial del plan de juego, una que la mayoría se rehúsa a seguir.
Comiencen por allí, con honestidad acerca de ustedes mismos y sus “logros” y “habilidades.” ¡Qué gran perdedor era YO! Todos somos perdedores, cada uno de nosotros, sin excepciones, desde el más alto y el mejor, hasta el más bajo y el peor. Así es como son las cosas. Ustedes tienen que empezar por debajo del nivel del suelo y levantarse desde allí. No hay atajos o carril rápido. Buscando esas salidas es como nos hemos metido en problemas – así es como llegamos a ser convictos.
Yo solía pensar que yo era algo o alguien. En realidad creía que yo era especial. Yo era orgulloso y arrogante, pensando que era guapo, fuerte, listo, talentoso, dotado, atractivo a las mujeres, en resumen, algo especial. Pensé que tenía un futuro de riquezas y éxito. Pero, ¿saben qué? Tuve que ser estremecido y despertado de mis ilusiones y tontos sueños que tenemos sobre nosotros mismos. Aunque yo pensaba que sabía tanto, no sabía nada, no “sólo un poquito,” sino nada.
Quiero verlos con un nuevo corazón – un corazón espiritual interior real y verdadero.
Cuando miré a Jesucristo, comparado con Él y con lo que Él quería y podía hacer conmigo, supe que tenía delante de mí una montaña imposible de escalar, si quería ser libre. Supe que yo no podría hacerlo. Traté y traté, y fracasé. Lo volví a intentar, y volví a fracasar. Como ven, no podemos hacerlo, pero Él sí puede.
Quiero ver al espíritu de bondad acabar con la prisión de ustedes. Quiero ver a los prisioneros poner en vergüenza a sus guardias con la bondad, no sólo con una buena conducta, sino con verdadera bondad. No el tipo de piedad que hace que otros quieran vomitar con disgusto y repulsión, sino la que es real, la que no se puede fingir, la que nace del corazón, no de la cabeza, la que viene de arriba, no de abajo.
Quiero verlos con un nuevo corazón; me refiero a un corazón espiritual interior real y verdadero – uno que diga: “Quiero hacer el bien y solamente el bien. Como Dios es mi Hacedor, mi Ayudador, mi Auxilio y Fortaleza, soy libre de, y he terminado con, el mal. He terminado con la negación, el engaño, la destrucción, las tinieblas, la muerte y el calabozo.”
“Puedo estar tras los barrotes, me pueden tener aquí toda la vida, pero ahora ya no importa. Ya no estoy en mi hoyo auto-impuesto. ¡Soy libre! Puedo ser un prisionero de por vida o pueden dejarme libre el mes que viene, la próxima semana o mañana, pero lo que sé es que nunca seré libre hasta que sea libre por dentro. Esa es la verdadera libertad que puedo llevar conmigo dondequiera que vaya, y nadie me la puede quitar, aun si me golpean, me ponen en solitario, o me matan. ¡Soy libre!”
Jesucristo murió una muerte pública cruel y vergonzosa por cada uno de nosotros, para darnos a cada uno un nuevo corazón. Lo sé porque yo lo conozco a Él; Él me ha dado este nuevo corazón y me ha hecho libre.
Jesucristo llama a cada uno de nosotros a ser crucificados con Él… por dentro.
Piensa en esto por un minuto: Tú puedes imponerte cualquier cantidad de ejecuciones sobre ti mismo. Tú puedes ahorcarte, pegarte un disparo, guillotinarte, inyectarte o desangrarte. Puedes saltar en frente de un tren o de un abismo. Puedes tomar una sobredosis, gas, veneno, ahogarte, asfixiarte o morirte de hambre, pero no puedes crucificarte a ti mismo. Y así es exactamente cómo Jesús murió hace cerca de 2,000 años, cuando la crucifixión romana era el método de ejecución recetado en el territorio. ¿No es eso interesante? Ningún hombre puede crucificarse a sí mismo.
Y Jesucristo llama a cada uno de nosotros a ser crucificados con Él… por dentro. Esto es algo que Él tiene que hacer por ti, tal como tuvieron que hacer con Él; y tú necesitas rendirte a ello (es decir, a Su gracia) pues Él tuvo que rendirse voluntariamente a lo mismo – habiéndolo planeado Él así todo el tiempo. Pueblo, Él era Dios en la carne, y Él pudo haberse salvado a Sí Mismo. Él dijo:
“O ¿piensas que no puedo ahora orar a Mi Padre, y Él Me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?” (Mateo 26:53-54 RVG)
Tienes que estar dispuesto a humillarte y a ser despreciado por otros.
Él rindió Sus derechos y buena vida por tu miserable y vacía vida, para que tú pudieras tener la vida que Él tenía – una vida de bien, sabiduría, dignidad, poder y amor. Él lo tenía todo y lo entregó temporalmente para que tú pudieras tener la misma vida que Él tuvo. Y puedes tenerla, y así será, si tú crees lo que te estoy diciendo.
No más prisión, no más desesperanza, depresión, o desesperación, no más encierro. Serás libre.
Además de tener fe y ser honesto acerca de ti mismo, tienes que estar dispuesto a humillarte y a ser despreciado por otros. Debes estar dispuesto a ser irrespetado, despreciado, burlado y aborrecido por otros. Le sucedió al Señor:
“Y desnudándole, le pusieron encima un manto escarlata. Y tejiendo una corona de espinas, la pusieron sobre Su cabeza; y una caña en Su mano derecha, e hincada la rodilla delante de Él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! Y escupían en Él, y tomando la caña, le herían en la cabeza.” (Mateo 27:28-30 RVG)
¿Puedes y estás tú dispuesto a confiar en Él para que te guíe a salir de tu prisión interior?
Y Él dijo que así les pasaría a todos los que le siguieran:
“Entonces os entregarán para ser atribulados, y os matarán; y seréis aborrecidos de todas las naciones por causa de Mi Nombre.” (Mateo 24:9 RVG)
“Bienaventurados seréis, cuando los hombres os aborrecieren, y cuando os apartaren de sí, y os vituperaren, y desecharen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Regocijaos en aquel día, y saltad de gozo; porque he aquí vuestro galardón es grande en el Cielo; porque así hacían sus padres a los profetas.” (Lucas 6:22-23 RVG)
Cristo podría haberte dejado pudriéndote en tu prisión, pero no lo hizo. Él pagó el precio de tu deuda y liberación. Si de verdad quieres hacer efectiva Su victoria, está a tu disposición. ¿Lo crees? ¿Puedes y estás tú dispuesto a confiar en Él para que te guíe a salir de tu prisión interior? ¿Estás dispuesto a someterte a Él completamente como Señor de tu vida?
Yo no podía hacerlo. Él me dio el poder para hacerlo, y entonces sí que lo hice. El día que sucedió, yo salí de mi celda. Y no pasó mucho tiempo antes que yo pudiera salir completamente de los portones de la prisión, y fui libre. El mundo era mío, ya no tenía miedo y no he vuelto a mirar atrás desde entonces, y las cosas sólo han mejorado más y más. Y yo les puedo decir a ustedes, sólo se pone mejor, con tal que le creas y le obedezcas a Él en todo el camino. Puedes ser verdaderamente libre, en prisión o fuera de prisión.
Esto será lo más glorioso que podría pasarte a ti.
Ponte de rodillas. Yo me pongo de rodillas antes que todos ustedes y le pido a Dios por su liberación. Es la madre de todas las fugas, créanme. Es real, es permanente y los mantendrá libres para siempre, aunque estén detrás de unos barrotes. Le pido al Señor que haga esto por ustedes, lo cual solamente Él puede hacer.
Y Él puede convertirte en el rey, la reina, la gran y gloriosa persona que podrías haber soñado un día, y tal vez aún sueñes, llegar a ser. Él hará eso por ti.
Cuando Él lo haga, tú lo sabrás, más allá de toda sombra de duda. Será lo más glorioso que podría pasarte a ti. Estarás cantando la canción “Tengo algo que el mundo no me puede dar y que el mundo no me puede quitar.”
Y cuando eso suceda, quiero que se lo digas al mundo. Quiero que se lo digas a tus compañeros de celda, a tus amigos, a tus consejeros (quienes pueden tratar de meterte más en el hoyo con sus ideas religiosas, así que ten cuidado con las prisiones de ellos), a los que trabajan en tu caso, guardias, visitas, familia, a todos. No hables, no digas ni una palabra si aún no te ha ocurrido; solamente habla cuando lo tengas. La verdad es que no vas a poder guardártelo. Querrás contárselo a todos.
Las cosas a tu alrededor comenzarán a cambiar. Donde quiera que vayas será mejor de lo que fue cuando llegaste – lo dejarás mejor de lo que lo encontraste.
“En mi angustia invoqué al SEÑOR. Y mi clamor llegó a Sus oídos.”
La gente ya no tendrá que cuidarse las espaldas contigo, y tú no tendrás que cuidarte de ellos.
2 Samuel 22:1-7 LBLA
(1) Habló David las palabras de este cántico al SEÑOR el día que el SEÑOR lo libró de la mano de todos sus enemigos y de la mano de Saúl.
(2) Y dijo: El SEÑOR es mi roca, mi baluarte y mi libertador;
(3) mi Dios, mi roca en Quien me refugio; mi escudo y el cuerno de mi salvación, mi altura inexpugnable y mi refugio; Salvador mío, Tú me salvas de la violencia.
(4) Invoco al SEÑOR, que es digno de ser alabado, y soy salvo de mis enemigos.
(5) Las ondas de la muerte me cercaron, los torrentes de iniquidad me atemorizaron;
(6) los lazos del Seol me rodearon, las redes de la muerte surgieron ante mí.
(7) En mi angustia invoqué al SEÑOR, sí, clamé a mi Dios; desde Su templo oyó mi voz, y mi clamor llegó a Sus oídos.
Así es como son las cosas.
Cuando un nuevo pez venga, tú podrás poner tu mano en su hombro y decirle: “Hey, hombre, todo va a estar bien.” Él podrá pensar al principio que tú andas buscando algo de él, pero no, tú le estarás mostrando el camino seguro para salir de prisión. Él apenas habrá entrado y el salto de escape estará en progreso para él, si él cree. En vez de causarles miedo y tropiezo a otros, tú serás un instrumento de esperanza para muchos.
Imagina toda tu prisión siendo transformada en un grupo de exitosos bien-hechores, que respetan la ley, genuinos, queridos, ejemplares y gozosos. Piénsalo. Comienza contigo y Jesucristo, tu Creador y seguro Salvador y Señor de todos. Ponte de rodillas delante de Él y ¡empieza a vivir de por vida!
Que el Espíritu de Dios pueda alcanzar y tomar a todos los prisioneros.
Víctor Hafichuk
Traducido al español por Edwin Romero
Translated into Spanish by Edwin Romero