La Más Gloriosa de las Verdades

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Como creyente en el Señor Jesucristo, nacido de Él, he recibido muchas maravillosas revelaciones de parte de Dios en el tiempo que llevo conociéndolo. Como puede esperarse, todas han tenido un gran impacto en mí y en todos aquellos con quienes yo he tenido que ver en cualquier manera significativa.

Grande ha sido la controversia y confusión de quién fue y es Jesús. Se ha escrito y hablado mucho sobre este tema. Yo también he pasado años preguntándome e investigando. Ahora descanso con gran paz y gozo.

Jesús, el Ungido, fue el Único Señor, Creador y Padre de todos.

La más grande y gloriosa Verdad que yo conozco, aunque es tan grande e incluyente, es muy simple; se dio por sentado entre los creyentes de los días de Jesús, antes de los días de la perversión y la confusión. Esa maravillosa verdad es que Jesús de Nazaret, el Mesías, el Cristo, el Ungido, no era ningún otro sino el Único Señor, Creador y Padre de todos, manifiesto en la carne. Él era la encarnación del Dios de Israel. Sí, Él es nuestro Creador, Redentor, Salvador, Alfa y Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin. Él es el Postrer Adán, Creador del primer Adán quien fue llamado el hijo de Dios. Jesucristo es el Autor y Consumador no sólo de nuestra fe, sino también de todas las cosas. Todos nosotros un día diremos igual que Tomás, cayendo de rodillas delante de Él, “¡Mi Señor y mi Dios!”

Esta verdad, aunque pareciera provocar muchas preguntas, las responde todas. Con paciencia y persistencia, los sinceros buscadores de la Verdad – Jesucristo, como lo declaró Él (Juan 14:6) – serán libren, y “si el Hijo los libertare, serán verdaderamente libres” (Juan 8:32-36).

“¡He aquí el hombre!” declaró Pilato, el gobernador romano, delante del pueblo escogido por Dios, quienes clamaron por Su sangre. Sí, ¡he aquí el Hombre, de verdad! Dios estaba diciendo: “Esta es Mi intención para las criaturas que Yo he creado a Mi propia imagen. Este es Quien Yo soy, así es como soy Yo y deseo que sean todos los hombres, y así es como llegará a ser toda la raza humana. He aquí, se los muestro.

“Ustedes sabrán que el hombre es una expresión de Mí; Yo soy él, y él es Yo. YO SOY EL QUE SOY. Yo no hago imágenes como las que hace el hombre. Cuando el hombre, en su estado incompleto, hace imágenes, él necesariamente hace una copia de lo real, y esa copia siempre se queda corta del original. Pero cuando Yo creo una imagen, Yo duplico o manifiesto la misma semejanza; repito esa semejanza, no solamente en apariencia, sino también con la misma sustancia del original. La imagen de Dios o de cualquier otra cosa en el hombre caído es impostora, pero Yo hago lo verdadero. Por lo tanto, cuando Yo hago al hombre a Mi propia imagen, Me manifiesto a Mí Mismo.”

Dios estaba diciendo: “Aquí estoy. Éste es Quién Yo soy y Cómo Yo soy.”

Los musulmanes se irritan con la verdad de que Dios tenga un hijo, suponiendo que se sugiere que entonces Él se casó y tuvo hijos. Sin embargo, la alegoría de que Dios tuviera un hijo declara que Él se dio a Sí Mismo una forma humana y apareció entre los hombres al nivel de ellos en este plano. Dios habló y le dio forma a Sus Palabras, manifestando Su Naturaleza incorporando Su esencia. Jesucristo fue la Palabra hablado con forma física. Dios estaba diciendo, en efecto: “Aquí estoy. Este es Quién Yo soy y Cómo Yo soy.”

En Su forma humana como Jesucristo, Yahweh demostró en toda realidad cómo Él, el Creador, quiere que el hombre, en su estado creado, se relacione con Él como Padre Dios. Con un ejemplo viviente, Él estaba diciendo: “Esto es lo que estoy haciendo con ustedes, y así es como ustedes serán eventualmente.”

Él le dio al hombre el ejercicio de la elección. El propósito de la elección es enseñarle al hombre, con la experiencia, que aunque él está siendo creado a la imagen de Dios, él no puede crearse a sí mismo a la imagen de Dios. Aunque al hombre se le está concediendo tener el conocimiento de Dios, él no puede lograr el estatus de Dios mediante su propia obra.

Es el deseo de Dios crear al hombre a Su imagen.

El hombre no tiene el deseo, mucho menos la habilidad, de buscar a Dios o de ser como Él es verdaderamente. Es el deseo de Dios crear al hombre a Su imagen. Es Su obra y nosotros somos la obra de Sus manos. Solamente a Él le pertenece el crédito, la alabanza, el honor y la gloria.

Un grano de maíz se duplicará en perfecta sustancia. Lo que produzca no es lo que inició el proceso, y no existe por sí mismo. Sin embargo, sí existe en la semilla original.

Jesús es el Original. Él produce el fruto. El fruto no lo produce a Él, ni al principio, ni en el intermedio, ni al final, igual que las uvas nunca producen la vid; aunque vendrá el tiempo cuando las uvas pierdan sus vidas y broten del “sepulcro” como una nueva vid, la cual produce más uvas. Todas proceden de la primera.

Víctor Hafichuk

Traducido al español por Edwin Romero
Translated into Spanish by Edwin Romero

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