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Siendo uno que sabe y predica que Jesucristo reconciliará, y en efecto ha reconciliado, a todos los hombres con Él Mismo, y siendo testigo de otros que creen en la reconciliación de todas las cosas, a menudo he escuchado esta pregunta:
“Si todos los pecadores van a ser salvos, ¿cuál fue el punto de que Jesucristo muriera en la cruz por nosotros?”
Esa, debo decir, es una de las preguntas más absurdas que uno podría hacer, y ésta es la sencilla respuesta:
“¡Para que todos los pecadores pudieran ser salvos!”
Digamos que yo voy a una tienda y compro doce sillas que cuestan 50 dólares cada una. Pago el total ($600), me dan un recibo por la compra y el vendedor me da una silla. Yo le digo: “¿Dónde están las otras once sillas?” El vendedor me mira como si yo fueran un idiota y me dice: “¿Cuál fue el punto de pagar por doce sillas si usted se las va a llevar todas?”
¡¿Disculpe?! Si pago por doce sillas, ¿no tengo derecho a todas ellas? Si yo hubiera querido una o dos sillas, habría pagado solamente por una o dos, y sólo habría recibido las que pagué.
Jesucristo pagó por los pecados de todos los hombres, entonces Él obtendrá la redención de todos los hombres. “Porque no envió Dios a Su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él” (Juan 3:17 RVG)
De algún modo los religiosos que creen estar entre los escogidos para ser salvos tienen la impresión de que si solamente un pequeño porcentaje será salvo, entonces valió la pena morir por los pecadores, pero si todos son salvos por Su preciosa sangre, ¡entonces no valió la pena! A fin de cuentas, ¿qué tan preciosa es Su sangre entonces?
El problema que más lleva a esta tonta noción es que esta gente cree que ellos de algún modo se ganan la entrada, creyendo en el Señor Jesucristo, confesándolo a Él con sus labios como su Salvador, y tal vez hasta arrepintiéndose de sus pecados. La idea de que todos entren es anatema para ellos porque ellos hicieron sacrificios para creer y entrar, ¡mientras que la gran mayoría entraría por nada! Ellos asumen que los demás no necesitarán fe y arrepentimiento.
Ellos asumen equivocadamente, y eso es parte del problema. Todos lo que son reconciliados con Dios pasan por el mismo proceso de fe y de apartarse de sí mismos, de sus pecados y del mundo, sea en esta edad o en la(s) edad(es) por venir.
¿Quién me va a timar con las sillas por las que pagué el precio completo? Algún ladrón podría intentarlo. Un vendedor podría intentarlo, y si lo hiciera, también sería un ladrón. Ahora, el ladrón que se mete con la salvación de la humanidad es Satanás. Si él tiene éxito en robarle a Jesucristo los bienes por los que Él pagó el precio total y se sale con la suya, ¿qué valor tuvo la preciosa moneda de sangre derramada por los que perecieron? ¿Qué tan grande es nuestro Salvador si Él simplemente no pudo asegurar Sus posesiones compradas? ¿Se le podrá robar algo a Dios permanentemente si por derecho es Suyo y que para redimirlo Él tomó las medidas necesarias? ¿Es Él un ganador o un perdedor?
Entonces tenemos el problema de la tonta doctrina de que el hombre, por tener libre albedrío, debe escoger ser salvo, unido con la idea de que Dios no irá en contra de la voluntad del hombre si éste escoge ir contra la Suya. Pero Jesús les dijo a Sus apóstoles:
“Ustedes no Me escogieron a Mí, sino que Yo los escogí a ustedes, y los designé para que vayan y den fruto, y que su fruto permanezca; para que todo lo que pidan al Padre en Mi Nombre se los conceda.” (Juan 15:16 NBLH)
“Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.” (Efesios 2:8-10 NBLH)
Quizás haya otra explicación de por qué algunos religiosos creen que no todos merezcan ser salvos. Por nuestra naturaleza humana, egoísta y pecaminosa, nos gusta pensar en nosotros mismos como privilegiados. “Yo soy mejor que tú; mírame; mira lo santo que soy; yo voy a la iglesia, leo la Biblia, no fumo ni bebo; no digo malas palabras – más bien yo predico y evangelizo – ¡yo defiendo a Dios! Pero mírate a ti – tú no mereces ir al Cielo. ‘Sin santidad, nadie verá a Dios,’ dice la Biblia. No, como no me crees, tú irás al infierno. Qué lástima, pero yo estaré en gloria extasiada sin ti. A propósito, te amo.”
Existe una posibilidad más para el malentendido que tienen muchos. Como ellos ven que la gente se muere antes de experimentar el arrepentimiento y la fe para con Dios, ellos asumen que esa muerte es el final de la oportunidad en todo el tiempo para ser salvos. Eso no es así. Hay otros mundos o edades por venir.
Todas las personas sirven su propósito en este mundo y en el que viene como al Señor le parezca mejor. Cuando se llegue el tiempo de que ellos vengan a Él, Él los va a llamar. En ninguna parte de las Escrituras, pero en ninguna, dice que uno solamente puede ser salvo en esta vida.
Al deshacernos de estas ideas falsas, impías y no Escriturales tendremos el camino libre para la paz y la libertad del alma.
Entonces, a los que hacen esta pregunta que es la más absurda, permítanme hacerles otra pregunta a cambio:
“Si no todos los pecadores van a ser salvos, ¿cuál fue el punto de que Jesucristo muriera en la cruz y pagara el precio total por todos nosotros?”
Víctor Hafichuk
Traducido al español por Edwin Romero
Translated into Spanish by Edwin Romero