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La Amorosa Esencia de Satanás

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Así como Pablo se hace o se hizo todo a todas las personas por causa de ellos y del evangelio, así se hace Satanás, por medio de sus vasijas, de todo a todos para poder destruirlos. Él se hará cualquier cosa, incluyendo la más vil, pero pocos saben o creen verdaderamente que él se presenta como lo mejor, a pesar de que las Escrituras dan testimonio de ello.

Judas era nada menos que un apóstol; sin embargo, fue contado con los pecadores.

De hecho, hay que señalar que las Escrituras, especialmente el Nuevo Testamento, advierten sobre el poder de Satanás en el contexto cristiano nominal más que desde afuera, como en lo oculto o en las religiones falsas o hechas por el hombre o en la adoración al diablo. Es de lo mejor de él que hablamos ahora, pues él es el más engañoso, tanto así que los mismos escogidos pueden ser engañados si no son vigilantes, y los más jóvenes tienen necesidad de advertencia y enseñanza.

Se debe reconocer que Caín se conducía en apariencia de piedad, ofreciendo hasta de su propio trabajo para Dios Mismo y no a otros dioses; sin embargo, él mató al justo Abel. Ismael, el que fue expulsado con su madre porque se había burlado de Isaac, el elegido de Dios, junto con Isaac enterró a Abraham, su padre común. Aunque Esaú fue llamado un fornicario y había despreciado su primogenitura, él y Jacob juntos enterraron a Isaac, su padre común.

Balaán, un enemigo del pueblo de Dios, en verdad había profetizado y bendecido a ese pueblo por parte de Dios. Los hijos de Coré no sólo eran israelitas, sino levitas, santificados por Dios, y se levantaron en contra del ungido de Dios y fueron destruidos por Dios a causa de su postura de anti-Cristo. Judas era nada menos que un apóstol, escogido por nada menos que el Señor Mismo; sin embargo, él fue contado con los pecadores, habiendo vendido a su Señor. Incluso su nombre es significativo, pues significa “Judío”, un nombre que se utiliza en las Escrituras como sinónimo de “creyente” (Romanos 2:29).

Judas y todos estos otros no eran “adoradores del diablo” ni espiritualistas ni brujos ni hechiceros en el común sentido externo de la apariencia. Tampoco eran budistas ni musulmanes ni hindúes ni Bahai ni testigos de Jehová ni mormones ni católicos ni de la Nueva Era, ni de ningún otro de los muchos grupos que el mundo cristiano nominal de “creyentes Bíblicos” ampliamente consideran como obviamente errados. ¿No dijo el Señor que la cizaña y el trigo crecen juntos? ¿No era necesario dividir las ovejas y las cabras al final?

Todos los peregrinos son probados en todos los niveles. Satanás se presenta en todos los niveles, hasta en el más alto, para poner a prueba, para tentar, para engañar y destruir. ¿No fue incluso el mismo Hijo de Dios guiado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo? ¿Y usó el diablo lo obvio? No, él citó las Escrituras.

¿No fue tentado el Señor desde dentro de su propio círculo de escogidos, no por Judas, el traidor, sino nada menos que por Pedro, un miembro del círculo íntimo? No estoy diciendo que Pedro fuera de la sinagoga de Satanás, aunque momentáneamente, él, en efecto, lo fue. Lo que estoy diciendo es que Satanás es mucho más sutil y está mucho más cerca de lo que muchos se imaginan y si vino por medio de Pedro, no debería de extrañarnos que él venga por medio de aquellos que uno puede llamar sus hermanos íntimos y mentores espirituales. De hecho, yo se los digo ahora, eso es lo más probable.

Siendo el príncipe de este mundo, Satanás ha gobernado y pretende gobernar para siempre.

Que los que tienen oídos para oír, oigan. Ustedes sin duda se alarmarán de mí, y me tendrán por sospechoso por sugerir tal cosa, como un divisionista, que siembra discordia entre los hermanos, pero les diré esto: Si ustedes son hermanos en Satanás, engañados y engañando, no me importa… ustedes perecerán de todos modos. Pero si ustedes son del Señor, y se dan cuenta de su situación actual por lo que les digo, entonces serán salvos, si ustedes están dispuestos a renunciar a sus relaciones terrenales y ventajas sociales, y a obedecer el llamado a salir de donde están.

“En Mi Nombre” (como cristianos) dijo Jesús, vendrían ellos a engañar, declarando abiertamente que Él, Jesús, es el Cristo.

La misión de Satanás, su objetivo, su razón de ser es la salvación. Es la salvación de este mundo tal como existe ahora. Él lo hará en el Nombre del Señor Jesucristo, si es necesario. En verdad, es para su gran ventaja hacerlo en el Nombre del Señor. Después de todo, él no es conocido por la salvación, pero el Señor sí. Por lo tanto, si viene en el nombre del Señor, presentándose como un salvador, él engañará maravillosamente, dividirá efectivamente, robará más fácilmente o más bien, retendrá lo que ha usurpado de Dios. Siendo el príncipe de este mundo, él ha gobernado, y tiene toda la intención de gobernar para siempre si es posible, aun cuando él sabe que tiene poco tiempo.

Su salvación de este mundo no es por el bien del mundo, sino por su propio bien. La conclusión final es la destrucción de todos sus súbditos. Él no le dirá eso a usted, sino que le dirá lo contrario o cualquier otra cosa que tenga que decirle para llevarlo hasta allí.

En realidad, así como los tropiezos son necesarios, así también la fe ha de ser puesta a prueba y todos deben ser puestos a prueba. ¿Escogerá el peregrino espiritual este mundo o el siguiente, las riquezas o a Dios? ¿Dejará él las cosas de este mundo y la carne por el Reino de Dios y Su justicia? Satanás es el colador.

Él viene como un ángel de luz, sus siervos como ministros de justicia, de Cristo, como pastores, profetas, apóstoles, evangelistas, maestros y “trabajadores laicos” independientes, con Biblias bajo el brazo, con igual frecuencia teniendo o no teniendo credenciales religiosas o títulos, proponiendo obras en el Nombre de Dios y el uso de poderes de persuasión impresionantes y eficaces, revelación, doctrina religiosa, incluyendo la salvación por el nuevo nacimiento y “dones del Espíritu” y el amor… ese del afecto, la pasión, la emoción, los sentimientos. Él usará personas independientes, o reunirá a organizaciones religiosas e iglesias enteras para hacer el trabajo.

De hecho, mientras que muchos, la mayoría, o quizás todas las personas en las iglesias organizadas y las organizaciones religiosas creen que todos ellos son verdaderos cristianos, que sirven al Señor, de hecho, es a Satanás a quien sirven y son miembros de la novia de Satanás, la Misteriosa Babilonia la Grande, la Madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra. Ellos forman las puertas del infierno de las que Jesús habló, contra las cuales, dijo Él, Su única y verdadera Iglesia prevalecería.

Por medio de sus ministros, Satanás predica el Evangelio y acaricia los oídos.

Cuando Satanás viene a robar, matar y destruir, él viene con apariencia de que quiere salvar, cuidar, amar. Él viene como un amigo y muy diplomáticamente. Dará su opinión y punto de vista o sacará la ley. Sus ministros vienen diciendo: “Paz… paz, gozo, prosperidad, unidad familiar, realización en esta vida, reconciliación con sus seres queridos, relación con Dios, o mejor aún, ser como Dios”. Él es impresionante y viene con fanfarria y celebración.

Por medio de sus ministros, él predica el evangelio, acaricia los oídos, estremece el alma, da una nueva perspectiva de esperanza en la vida, le da un nuevo sentido, entretiene la mente y la carne. Él hace las cosas mucho más fáciles y más agradables. Él hace que los que no tienen amigos los tengan, que las personas sin hogar tengan hogares, que los que están solos tengan compañía, que los pobres tengan alimento y refugio y ropa, que los enfermos tengan esperanza y las oraciones de otros que están ahora allí para cuidarlos.

Él apela al ego del hombre, es decir, del hombre carnal, el primer Adán que está muerto en delitos y pecados. Él hace que el hombre se sienta deseado, importante y útil, tal vez indispensable. Él pedirá sacrificio y devoción, pero él también provoca que el hombre sea amado por los demás, incluso, aplaudido, prosperado y tal vez hasta adorado.

Para lograr esto, él hará que uno “se componga” si es necesario, que deje de beber, fumar, consumir drogas, fornicar, disfrutar muchas de las actividades mundanas que el mundo disfruta normalmente. La justicia florece en el reino de Satanás y se publica y se proclama por todas partes. El evangelio es predicado en todos los medios con fervor y devoción, con toda seriedad. ¿No hacían eso los fariseos? Todo esto, de nuevo, si es necesario, y con frecuencia parece que así es, lo hará en el Nombre del Señor Jesús, con su brazo sobre nuestro hombro, con alabanza, promesa, promoción y regalos.

Cuando el Señor Jesucristo viene a salvar, a dar vida, y a redimir, Él viene aparentemente a destruir, sin mucho cuidado, despreciando o incluso aborreciendo, viene a decirnos qué hacer. Él viene como un enemigo… “No crean que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Porque Yo he venido para poner al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. Y los enemigos del hombre serán los de su propia casa…”

Jesús también dijo: “Olvídate del cuidado de tu padre. Deja que los muertos entierren a sus muertos y tú ven y sígueme”. A otro que le iba a seguir, Él le dijo: “Las aves tienen nidos y los zorros tienen madrigueras, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”, lo que implica que el seguidor sería como Él. Él dijo que los que creyeran en Él serían aborrecidos POR TODOS LOS HOMBRES por causa de Su Nombre.

Satanás trata de “salvar” al hombre carnal en este mundo, preservando así su vida.

Él prometió llanto y dolor al inicio, diciendo: “Bienaventurados los que lloran ahora, porque reirán. Bienaventurados son ustedes cuando los hombres los aborrecen, cuando los apartan de sí, los colman de insultos y desechan su nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Alégrense en ese día y salten de gozo, porque su recompensa es grande EN EL CIELO (no necesariamente en la tierra), pues sus padres trataban de la misma manera a los profetas”. Él viene con las nubes, como ladrón, sin forma ni hermosura, ni atractivo para que Le deseemos.

Él también predica el evangelio y tanto Su mensaje como el de Satanás suenan muy parecidos, (en la letra son los mismos), pero con una DIFERENCIA CRUCIAL. Satanás busca “salvar” al hombre CARNAL en ESTE mundo, preservando así su vida, concediéndole tener sus derechos, usando una cruz falsa, que no requiere de fe.

A Abraham, él le diría: “¡¿Tú estás echando a tu propio hijo y a su madre al desierto con sólo una botella de agua y un poco de pan?! ¿No te sirvió ella todos estos años? ¿No ha amamantado a tu hijo? ¿No fue esta situación con ella obra tuya y de Sara para empezar? ¿No es ella una víctima en lugar de culpable? ¿No tienes tú sentido de justicia, misericordia, afecto natural? ¿No tienes corazón? ¡Supongo que no!”

Satanás preserva las relaciones terrenales y familiares y se opone a sacrificarlas por el Reino de Dios, usándolas más bien, en nombre del Reino de los Cielos, para disuadirlo a uno de ese Reino. De encontrarse con Abraham en el camino hacia el Monte Moria, sabiendo lo que Abraham estaba a punto de hacer, Satanás habría razonado con él y le habría rogado: “No hagas algo tan horrible! ¡Peor a tu propio hijo!”

A Rahab le habría dicho: “Sé una mujer fiel, obediente y honorable; no traiciones a tu propia gente; obedece a los que tienen gobierno sobre ti, sujétate a tus autoridades”.

A Jesús en la purificación del Templo, le habría dicho: “Tienes que ser prudente como una serpiente y manso como una paloma”.

A Eliseo, le habría dicho: “¡Esos son niños; ellos no entienden; no los maldigas sino bendícelos! Dios es amor”.

A Salomón, sobre Adonías, le habría dicho: “Ama a tu hermano; perdónalo; considera todo lo que él pierde al no recibir el trono. ¿No es con misericordia y verdad que el trono se establece? ¿No son bondadosos los verdaderos gobernantes? ¿No pasan ellos por alto las faltas y las ofensas?”

Sus razonamientos son “justos” y “nobles”, mostrando la Ley de Dios. Cuando Abraham fue llamado a salir de la casa de su padre, Satanás le habría dicho: “Honra a tu padre y a tu madre; no los abandones; sé un hijo responsable”.

A Moisés le diría: “Acabas de recibir los mandamientos de Dios, y uno de ellos es: ‘No matarás’ ¡¿y tú vas a matar a tus propios hermanos?!”

A Finees le diría: “El que no haya pecado que tire la primera piedra”.

A Rebeca le diría: “¡Le enseñas a tu hijo a mentirle a su padre! ¡¿Qué clase de santa o creyente eres tú?!”

A Jacob le diría: “¡Cómo te atreves a mentirle a tu propio padre! ¡Cómo te atreves a engañar a tu propio empleador, quien hasta es tu tío!”

A Mardoqueo y a Ester les diría: “Pongan la otra mejilla; perdonen; devuelvan bien por mal”.

A David en su lecho de muerte, Satanás le diría: “David, no seas amargado; perdona a Simei; ¿acaso no te pidió perdón él? Perdona a Joab; ¿no eres tú mismo culpable de maldad? ¿Qué hay de Urías y Betsabé?”

Por medio de Pedro, él le dijo a Jesús, en relación a la crucifixión: “¡En ninguna manera te acontezca eso!”

Por medio de Judas, él aboga y pelea por el derecho de los pobres.

Satanás es el campeón de la paz y la buena voluntad.

Satanás viene a amar, a hacer justicia, a amar misericordia… No se equivoque. Satanás apela a las emociones, al alma. Es el arquitecto del tratado de paz entre Israel y los palestinos y los árabes. Él es el defensor de un nuevo orden en el mundo para traer paz y prosperidad. Él predica la unidad entre todas las iglesias y religiones, que deben desechar las diferencias doctrinales y amarse unos a otros. Él es quien lleva al hombre de hoy a alimentar a los hambrientos y a eliminar el hambre y la pobreza en el mundo hoy. Él es el campeón de la paz y la buena voluntad. Es él, es él.

Pero Jesús requiere la vida, la negación de uno mismo, el abandono de todo lo cercano y querido, tomar la cruz en esta vida por la fe, es decir, ir contra la corriente, la ganancia, el beneficio y la razón de este mundo, una separación del espíritu del mundo, pidiendo la muerte del hombre carnal, la renuncia a su derecho a sí mismo. Él es “un hombre duro, que siega donde no sembró y recoge donde Él no ha esparcido”. Él es el Hombre Duro que dice: “A los pobres siempre los tendréis con vosotros”.

Mientras Satanás “salva” EN su reino, Jesús lo llama a uno a SALIR del tal. Los verdaderos creyentes son llamados la “ekklesía”, los “llamados fuera”, la iglesia. Los que son del Señor son llamados fuera del mundo, del pecado, de la oscuridad, de entre los incrédulos y fuera de los sistemas religiosos (La Misteriosa Babilonia).

Satanás los mantiene dentro, pero en círculos y clubes santurrones llamados iglesias, cuyos miembros se llaman creyentes, que son todos suyos, y ahí adentro les promete, de hecho, les declara salvación. A menudo, él hace un poco de re-organización de membresía del club, de la doctrina, en lo exterior e incluso en la forma interior de culto, a veces para imitar el cambio, a satisfacción del converso en que él o ella tiene en realidad una nueva vida.

Satanás es sutil, atractivo, hermoso, inteligente, poderoso; él conoce su negocio. Cuando viene Satanás, y él viene a través de los hombres, el mundo y el hombre carnal lo reciben como a Jesús el Mesías, el Salvador, el Ungido. El hombre espiritual en Cristo será guardado DE él. Cuando viene Jesucristo, y Él también viene a través de los hombres (aunque Satanás a menudo lo niega), el hombre carnal Lo rechaza como Satanás, el Anticristo, un destructor, un charlatán, un legalista, un falso profeta. El hombre espiritual se regocijará y será guardado EN Él. Pero él tendrá que aprender aun si al principio, siendo joven, él no sepa la diferencia.

Satanás ofrece conocimiento, como un traficante ofrece drogas. ¿No fue su primer movimiento tentar a Eva a alcanzar conocimiento? Y prometiéndole que llegarían a ser como dioses si comían del Árbol del Conocimiento, su palabra se cumplió cuando ella y su marido participaron del mismo. De hecho, se hicieron como Dios o como dioses, conociendo el bien y el mal. El Señor Mismo lo dijo así.

¡Satanás dice la verdad! Él es el falsificador de todo lo que es real y verdadero.

Satanás trae la doctrina religiosa. Él es una persona religiosa, un “teólogo” que está bien instruido en las cosas de Dios. ¿No estuvo él ante el mismo trono de Dios, entre los hijos de Dios, en los días de Job? No sólo entonces estuvo él allí, sino que su lugar estaba constantemente en los cielos y en los cielos de los Cielos. Por lo tanto, él tiene mucho conocimiento. ¿No dice Pablo que el conocimiento envanece? ¿No dice él que hay quienes siempre están aprendiendo… pero que nunca llegan al conocimiento de la verdad?

¡Satanás habla la verdad! Él es el falsificador de todo lo que es real y verdadero. Por lo tanto, él tiene que decir la verdad con el fin de engañar y destruir. Ahora, Jesús dijo que él era un mentiroso, el padre de las mentiras y que no había ninguna verdad en él. Sin embargo, una falsificación debe parecerse a lo verdadero, aunque no sea real. Por lo tanto, él debe decir la verdad.

Entonces, ¿qué estaba diciendo el Señor? La diferencia no está en LO QUE se dice, sino POR QUÉ se dice y cómo se aplica. Satanás viene a salvar EN su reino, aplicando el mensaje del evangelio al hombre carnal, sin la esencia de la cruz. Yo digo “sin la ESENCIA de la cruz” porque él sí predica la cruz, pero la cruz no se cumple en la vida de un hombre sin que el Señor la aplique, pues sólo el Señor puede hacerlo.

Satanás demandará obras, servicio, sacrificio, aun la muerte, pero él no puede demandar la cruz en su verdadera esencia, porque él no tiene parte en ella. Él no murió por nosotros. Hay quienes dicen que Satanás crucificó al Señor y pensó que él tuvo éxito en la destrucción del propósito y obra de Dios hasta que fue sorprendido por la resurrección. No es cierto. Satanás trató de evitar la cruz hasta el amargo final.

¿No habló él por medio de alguien diciendo: “Si eres Tú el Hijo de Dios, bájate de esa cruz”? A él le gustan las cosas de los hombres, y los hombres odian el sufrimiento, la pérdida, la derrota, el fracaso, la humillación, el dolor y la muerte. Los hombres aman la alabanza, la gloria, el honor, el poder, la paz, la autoridad, el éxito, la prosperidad, el disfrute, el placer, la victoria, la ganancia y la felicidad. Satanás saborea las cosas de los hombres y desprecia la cruz. Él tampoco se sorprendió por la resurrección. Él conocía muy bien las Escrituras y el poder. ¿Por qué peleó por el cuerpo de Moisés? Porque él sabía de la resurrección.

Y así es como él destruye. Él destruye maravillosamente, con placeres y conocimiento, evitándonos la cruz, alejándonos de ella. Donde no hay cruz, no hay resurrección para vida. De hecho, él es un mentiroso con la verdad que habla por la forma en que la aplica.

SU ENSEÑANZA ES QUE LA CARNE Y LA SANGRE SÍ HEREDAN EL REINO DE DIOS, incluso aunque él mismo diga que no lo heredan. Él apunta en la misma dirección pero persuade a que se tome otra. Jesús dijo: “El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que entra por otra parte, ése es ladrón y salteador”. Jesús no habría dicho eso si no fuera posible hacerlo. ¿No se encontró en el banquete a un hombre que no tenía vestidos de boda? Él estaba ahí. Él lo logró por otra entrada… como un “colado”.

Satanás es muchos, su cuerpo integrado por todos aquellos que son impostores.

Satanás ofrece teoría, y a sus razonamientos les llama revelación. Sus discípulos quitan prestadas las palabras de otros, pues no tienen su propio pozo de dónde beber. Él habla y habla, lleno de palabras y apariencias, pero sin frutos. Es todo palabras pero sin la práctica. Ah, existe una simulación de caminar, pero sólo hasta la línea final, más allá de la cual Satanás no se atreve a pisar.

Existe ese “show de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo”. Pero Pedro dice que esas son fuentes sin agua. Judas dice que son nubes sin agua. Yo digo “ellos” en referencia a Satanás, porque así como el Señor Jesús es muchos, incluyendo a todos los bautizados en Él, los que conforman Su cuerpo, así Satanás es muchos, su cuerpo integrado por todos aquellos que son impostores, por más sinceros que puedan ser. Jesús es un cuerpo de creyentes y Satanás es un cuerpo de “creyentes”, incrédulos que fingen yo presumen creer. ¿No se dice que la cizaña es del enemigo y que tiene la misma apariencia del trigo?

¿No cree usted que Jesús es una Persona de muchos miembros? ¿No dijo Pablo que los santos eran todos miembros en particular de Su cuerpo, que Jesús es la Cabeza? ¿No se refirió Dios a “nosotros” al decir: “He aquí que el hombre es como uno de NOSOTROS?” Hay quienes dicen que esto sugiere la trinidad. Yo digo que incluye a los hijos de Dios, los “dioses” como en el que se convertiría el hombre si comía del Árbol del Conocimiento. ¿No estaban los hijos de Dios ahí gritando de alegría cuando Dios puso los cimientos de la tierra (Job 38:1-7)?

Las iglesias de Satanás (sinagoga de Satanás), conocidas como las iglesias de Dios bajo muchos nombres, están llenas de predicadores y púlpitos y asientos y elogios en el Nombre del Señor Jesucristo, y todas esas cosas no son más que una pretensión de la realidad y la piedad, “teniendo apariencia de piedad, pero negando la eficacia de ella”, cuyo poder viene y sólo puede venir mediante la cruz.

Los discípulos de Satanás están atrapados como moscas en el papel para moscas en la creencia de que el hablar y la apariencia religiosa y la amabilidad son suficientes. Ellos dicen “alabado sea el Señor”, o sonríen y saludan, van a la iglesia, les “testifican” a otros, tienen “el día de la familia” y “la hora familiar”, leen la Biblia, oran, participan activamente en cualquier número de actividades de la iglesia incluyendo aun, tal vez especialmente, el pastoreo y la predicación.

Sus hijos van a la iglesia con ellos, vuelven a casa y hablan de eventos Bíblicos, cantan canciones “cristianas” que aprenden en la Escuela Dominical y testifican a sus amigos, pero sólo son copias al carbón de copias al carbón porque, al igual que sus padres, cuando se trata de la vida cotidiana, ellos no tienen nada, y aborrecen a los que no quieren participar de sus malos caminos.

Para los hijos de Satanás, la cruz es anatema.

Cuando se trata de la realidad, éstos huyen como cucarachas cuando la luz está encendida. Ellos quieren predicar, pero se mueren de miedo que “les prediquen”. Sus rostros palidecen o se ponen blancos cuando alguien habla en contra de sus doctrinas y prácticas. Ellos se intimidan, temen ser descubiertos, pues saben que son farsantes, subconscientemente si no es que a consciencia. Al no conocer la realidad, ellos realmente piensan que su irrealidad es todo lo que hay y que esa es la realidad misma.

Los que andan en la luz son para ellos un olor de muerte para muerte. ¿Por qué? Porque la única forma de poder caminar en la luz consiste en tomar la cruz, negarse a uno mismo. Para los hijos de Satanás, la cruz es anatema. Ellos no están interesados ​​en la realidad, sólo en la copia de la realidad. De alguna manera, piensan que Dios quedará suficientemente satisfecho con la forma, con las palabras y el espectáculo. Creen que Él quedará emocionado cuando ellos traigan a otros, persuadiéndolos a “pedirle a Jesús que entre en sus corazones”. ¡Ahora sin duda están “haciendo tesoros en el Cielo!”

Oiga el elogio del pastor o de los otros: “Él es sabio, Él gana almas para el Señor”, dicen. Se trata de “otro Jesús”, sin embargo, y simplemente se están clonando a sí mismos, convirtiendo a sus prosélitos en dos veces más hijos del infierno que ellos mismos. Son los descendientes de Nimrod, el poderoso cazador de almas de Babilonia delante del Señor, el que mata al simple y a los idólatras y amantes de los placeres, los que buscan la alabanza de los hombres en lugar de la de Dios.

A Satanás le encanta usar la ley sobre los demás, pero denuncia la ley en sí misma y en lo que se aplica a él. “¡Gracia, gracia!” clama él: “Todos estamos bajo la gracia… ¡no hay necesidad de la ley! ¡La ley fue abolida en Cristo!” lo cual es totalmente falso. Él aborrece la Ley de Dios, pero hará un show de que él la guarda en lo que se acomoda a él. Aunque Satanás provoca a la gente a disfrutar del Árbol del Conocimiento del bien y el mal, él aborrece el Árbol de la Vida. ¿Por qué? Porque el único camino al Árbol de la Vida es mediante la cruz, y ésta no sirve a su propósito de preservar su reino.

Dios dijo, después que el hombre comió del árbol del conocimiento, “…no sea que alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre…” y luego ordenó que se colocara… “una espada encendida que se revolvía alrededor, para guardar el camino del Árbol de la Vida”. Dios no guardó el Árbol del Conocimiento a partir de ese día en adelante. Ese árbol permanece accesible y sin peligro de la espada de fuego. De hecho, los dos son accesibles, pero el Árbol de la Vida sólo lo es mediante la muerte.

El Árbol del Conocimiento no incluye la Ley de Dios, pero el Árbol de la Vida sí la incluye. Cuando alguien participa del Árbol de la Vida, la Ley se convierte en una parte esencial de él. Luego, ese participante se vuelve la esencia o sustancia de la Ley de Dios en su nueva naturaleza que no es según el primer Adán natural, sino según el postrer Adán espiritual. Ahora Él está en el Cielo, después de haber subido por el único camino aceptable a Dios, por la puerta que Jesús, el crucificado y resucitado Hijo de Dios y sólo Él, es.

Cuando alguien participa del Árbol del Conocimiento, muere, creyendo que vive. ¿Por qué cree él que vive? Porque de repente sus ojos se abren y él sabe el bien y el mal. Sin embargo, ha participado de la “anti-ley”, porque Dios dijo: “De ese árbol no comerás”. Tal es el nacimiento de los hijos de iniquidad, los pozos de agua vacíos, la cizaña. Los discípulos de Satanás son “nacidos de nuevo”, no se equivoque. Ellos reclaman una experiencia y de nada sirve negar que la hayan tenido. Sin embargo, ellos con seguridad han nacido de nuevo, no desde arriba, sino desde abajo. Satanás los ha “salvado” del pecado, de la ley, del mundo, de la muerte, así como el Señor Jesús salva de esas mismas cosas. ¿Quién puede oír estas cosas? Sólo aquellos a quienes les es dado.

Lo de Satanás son las obras. Él ama las obras y a los obreros religiosos.

La obediencia, que refleja la Ley de Dios, la cual es pura y santa, es anatema para Satanás, dice Pablo. La ley de Dios no se expresa a través de obras sino por la fe. La expresión de la obediencia es la manifestación del hijo de Dios. Las obras no son obediencia; el sacrificio no es obediencia; la “religión cristiana” no es obediencia. La obediencia a la cruz por la fe es la manifestación de los hijos de Dios.

La verdadera obediencia le cuesta a uno la vida. Cuando Abraham Le creyó a Dios, eso le fue contado por justicia, expresada por las obras que le costaron su vida puesto que él ofreció a Isaac, su hijo amado, el hijo de la promesa. Él se convirtió entonces y allí en el padre de todos los hijos de Dios desde ese momento y eso sería manifiesto a la creación.

Pero lo de Satanás son las obras. Él ama las obras y a los obreros religiosos, pero sus hijos son obreros de iniquidad, cuyas obras serán quemadas. Sólo las obras por la cruz mediante la fe pueden resistir el fuego; las obras de la carne no pueden, aunque las obras de la fe a menudo parecen perderse, mientras que las obras de la carne a menudo parecen durar para siempre. Tome las prominentes iglesias cristianas nominales como ejemplos perfectos de esto último. Pero no se equivoque… van a caer, y en “una hora”.

Satanás ora. Con sus labios puede decir justo lo que uno podría pensar que debe decirse, pero en su corazón la oración es: “Que se haga mi voluntad, no la Tuya”. Satanás pide, exige, ruega, suplica, adula, engatusa, alaba, pero todo para su propio beneficio.

Satanás es inspirado por el miedo. Sus hijos odian la luz y tienen miedo de perder su “lugar en el sol”, su zona de confort, su territorio, sus relaciones y valores. La realidad en la justicia, la fe en Dios al propio costo personal de uno es algo aterrador. Recuerdo cuando le testifiqué a un predicador de haber sido bautizado en el Espíritu Santo. Su cara se puso pálida inmediatamente. ¿Por qué? Él ni siquiera era pastor allí, sólo andaba de visita. Pero él estaba predicando. ¿Qué está haciendo un hombre predicando acerca de Cristo, si tiene miedo del Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo? Los hijos de Satanás tienen miedo de la luz igual como algunos niños le tienen miedo a la oscuridad, pero ellos llaman a la oscuridad luz y a la luz oscuridad.

Están los que irán por la realidad, pero la realidad negativa y no la positiva, los que se sirven a sí mismos y que “dicen las cosas como son”, pero por ganancia propia y sin costo. Se predican toneladas contra el pecado y pecados particulares; sin embargo, los predicadores en secreto participan de esos pecados. El dedo siempre señala los defectos, pecados y faltas de otros pero nunca hacia uno mismo. Después de todo, Satanás es el acusador, no sólo de los hermanos, sino que especialmente de ellos.

La intención de los hijos de Satanás es la glorificación y el gobierno.

Los hijos de Satanás aman sus versos selectos, transmitidos de generación en generación, pero más a menudo son terriblemente ignorantes de las Escrituras y ciertamente siempre de su eficacia. Creen tener sabiduría y comprensión, pero son carnales y ellos no pueden entender. Viendo no ven y oyendo no oyen, pero su pecado es que ellos dicen que ven y oyen y así llegan a oponerse al Señor y Sus siervos, Sus hermanos, Sus hijos.

Tienen amor en su propia justicia, “sacando sus propias chispas”, testificando, evangelizando y predicando, pero que se les toque esa justicia en algún punto menor y uno pronto descubre la verdad. Los hijos de Satanás son súper-sensibles. En términos de verdad, uno en el Señor no puede siquiera hacerles una sugerencia, y mucho menos una fuerte crítica o instrucción. De repente, uno es acusado de tratar de controlar, de enseñorearse, de manipular, de dictar. Ellos resienten la reprensión, acusando de ser crítico a quien los reprende. Se toman las cosas personalmente y no tomarán la verdad por la verdad misma.

La intención de los hijos de Satanás, al igual que la de él, es la glorificación y el gobierno. Siendo de este mundo, ellos deben tener la preeminencia y eso es eso. La sumisión es una mala palabra. La autoridad es una mala palabra. Las relaciones democráticas donde cada quien tenga la misma voz es lo mínimo con que se conforman, pero no por mucho tiempo. La palabra y punto de vista de ellos deben ser finalmente más iguales que lo de los demás. Entre ellos, practican el engaño y silenciosamente buscan posiciones de preeminencia. El orgullo los envuelve, impregnando la atmósfera, pero se presenta en forma exterior de humildad, mansedumbre, apertura, cooperación, amor “cristiano”.

El Señor hace diferencia entre la carne y el espíritu. Las Escrituras declaran que la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, partiendo el alma (la carne) y el espíritu. El Señor revela la diferencia entre lo que es de Él y lo que no, para enseñar, guiar y salvar.

Satanás también hace diferencia entre la carne y el espíritu, entre las cosas de este mundo y las del siguiente. Sin embargo, su división es diferente. Él dice que las cosas de este mundo no son importantes, que Dios no está interesado en lo carnal, que no trata con lo carnal, de modo que, siendo Espíritu, Él está interesado y trata sólo en lo espiritual. “Es lo de adentro  lo que cuenta”, dicen sus discípulos. Yo les digo que todo cuenta para el Señor porque Él lo creó todo. Se le conoce como el Creador de todas las cosas y ¿por qué no habría de estar interesado Él en alguna parte de ellas?

Díganme, ¿fue Adán carnal o espiritual? Si fue carnal (siendo de la tierra, el hombre natural, el primer Adán), ¿no se interesó Dios en él? Yo creo que sí. ¿Qué hay del Israel terrenal? ¿Es carnal o espiritual? Si es carnal, ¿es algo pequeño que haya sido levantado como nación una vez más después de casi 2000 años? ¿No se interesa Dios en esa nación aunque sea el Israel carnal? ¿No está escrito que aunque sean enemigos en cuanto al evangelio, aun así son los amados por causa de los padres? ¿Dios ya no está interesado en los padres a los que Él hizo muchas promesas irrevocables y grandes? ¿Es el cuerpo carnal o espiritual? Entonces, ¿cómo es que Pablo ora para que nuestro espíritu, alma y cuerpo, sean guardados irreprensibles? ¿Cómo es que debemos huir de la fornicación, por ser ese pecado uno en contra de nuestro CUERPO, que es el templo del Espíritu Santo?

Los hijos de Satanás son amantes del placer.

Si bien es cierto que los creyentes deben usar el sentido común y no esperar que el Señor se encargue de cada pequeña cosa para la que Él nos ha dado el poder de entender y tratar nosotros mismos, igual hay muchas cosas que no entendemos aunque pensemos que sí. Por ejemplo, en la dieta, ¿es el glutamato monosódico inofensivos o no? ¿Es el colesterol un problema o no? Muchas advertencias han venido de las comunidades médicas y otros y el mundo las ha creído totalmente, sólo para demostrarse luego que son sin fundamento. ¿Son las amalgamas perjudiciales, y si es así, para todos o sólo para algunos, y en qué medida? Las opiniones varían ampliamente, y a menos que yo fuera Dios, yo no lo sabré si Él no me lo dice.

Al tratarse de cuestiones físicas, Satanás nos haría creer que el Señor no se ocupa de estas cosas. Yo les digo lo contrario. La diferencia no está en si es física o espiritual, sino si somos capaces de saber y hacer por nosotros mismos o no. Cuando no podemos, Él está ahí para ayudar al “huérfano y a la viuda”, lo cual todos somos en un momento u otro, y siempre en gran parte.

Los hijos de Satanás son amantes del placer. No importa cuál sea la forma que adopte, deben tener el placer. Si no lo tienen, se mueren de hambre e incluso perecen por el aburrimiento. Los servicios de la iglesia deben tener entretenimiento o esa iglesia perderá su congregación por una iglesia que sí entretiene. Tendrán artistas musicales en nombre de alabar y adorar a Dios. Tendrán bazares, cenas compartidas, barbacoas, bingo, noches de juegos, deportes, películas “cristianas”, viajes, conferencias, oradores invitados, tours a “Tierra Santa”, retiros, cruzadas (en nombre del avivamiento o de ganar almas), caminatas, campamentos de verano y mucho más. Muchas de estas cosas no son malas en sí mismas, pero se hacen en el Nombre del Señor, como un acontecimiento de Cristo-Iglesia para “edificarse” a sí mismos y para ganar almas.

¡Qué cosas! Pero nosotros vemos una brecha entre las multitudes que profesan a Cristo hoy y los santos perseguidos de los cuales hay muy pocos en cualquier tiempo a lo largo de los siglos, odiados por todos, incluso hasta ser llevados a la estaca o a la mazmorra. Ser libres y vivir para servir al Señor era suficiente para ellos, ¡cuánto más tener un picnic de la iglesia!

El amor de Satanás es el amor del hombre, fileo, el de las emociones, el afecto, la pasión, el disfrute, la reciprocidad, el placer, el enamoramiento, la atracción. Es almático. Nunca es desinteresado, sacrificial, rendido a un poder superior y mucho menos al Más Alto. El mundo ama lo suyo, pero los hijos de Dios son llamados a amar algo distinto a lo suyo, a otros aparte de los que les aman. Ellos son llamados a un amor sacrificial a favor de los que el Señor ordena o manda a ser amados. Este amor es un asunto de la voluntad, a menudo, si no es que siempre, teniendo que ir en contra de los sentimientos.

Los hijos de Satanás son ley para sí mismos. Todo vale para servir a sus propósitos. Todo se trata de la apariencia y la imagen propia, una imagen que ellos quieren que los demás adoren y sirvan. No hay ningún a favor ni en contra, sino gris, siempre gris, abierto al debate y la opinión. Ellos no se comprometen.

El Reino de los Cielos es por dentro, y también lo es el reino de Satanás.

Condenan al alma que se levanta y dice: “Así dice el Señor” o “Existe tal cosa como los absolutos”. Tal persona es anti-social, un sembrador de discordia entre los hermanos, tiránico, uno para ser “marcado”, “controlador”, “que hace el papel del Espíritu Santo al juzgar a las personas”, y así “poniéndolos bajo condenación”. Llenos de contradicciones, los de la sinagoga de Satanás hablan de una manera y quieren decir otra cosa, hablan del bien, pero no lo hacen. Predicando contra las obras, ellos esclavizan para tener la razón y les encanta usar la letra de la ley, por la cual ellos no tienen respeto o amor en lo más mínimo.

El Reino de los Cielos es por dentro, y también lo es el reino de Satanás. Así como la luz y la oscuridad viven juntas pero por separado en la tierra, igual sucede con el hombre espiritual y el natural. En el verdadero creyente, el hombre nacido de Dios y el hombre de pecado habitan juntos. Y al igual que la voz de Cristo se puede escuchar en el interior, así también la voz del hombre de pecado. ÉL HABLA COMO DIOS.

El hombre de pecado es esa naturaleza caída de Adán, el primer Adán, que sirve a la ley del pecado, que sirve a Satanás. El hombre espiritual es la nueva naturaleza, nacida de Dios, que sirve a la Ley de Dios y a Dios Mismo. El hombre de pecado considera que gobernar es su derecho divino, ser como Dios donde quiera que va y en todo lo que hace porque, de hecho, él fue creado a imagen de Dios. Aunque caído por el poder de la serpiente y aunque corrupto, todavía tiene las características y poderes de Dios, habiendo sido creado a Su imagen.

¿No viene Él con TODO PODER y señales y prodigios mentirosos? ¿No puede él hacer descender fuego del cielo y hacer milagros? Así lo declaran las Escrituras. Así es. Y todo está adentro. El “primer cristiano” es el impostor, el usurpador, y debe quitársele el poder y la gloria. Él debe dar paso al postrer Adán, al redentor, y los dos deben llegar a ser uno. Ellos deben llegar a la armonía. El lobo tiene que poder jugar con el cordero. Tiene que haber paz eterna en todo el Monte Santo de Dios, el cual somos nosotros y el cual está por dentro.

Los de la sinagoga de Satanás son fornicarios, como perros corriendo, regando su semilla sin discreción, en cualquier lugar y en todas partes que pueda haber un compañero dispuesto o aparentemente necesitado. Son como Onán que derramó su semilla en el suelo, renuente a levantar descendencia para su hermano, y andan hablando, distribuyendo literatura, “ministrando”, donde presumen que Dios los ha enviado, pero Él no los ha enviado. Ellos se envían a sí mismos, al oír la voz no de Dios, sino la del hombre de pecado que reina en sus corazones. Ellos son incircuncisos y la semilla del corazón incircunciso da frutos, al igual que la del circuncidado. “Avena silvestre” por todas partes.

Y ahora vea aquí algunos pasajes que describen la sinagoga de Satanás y algunas de las palabras contenidas en los mismos como se han definido en los diccionarios comunes y la Concordancia Strong:

Juan 10:1, 8, 10, 12-13; Hechos 20:29-30; I Corintios 11:19; II Corintios 11:13-15; Filipenses 3:17-19; I Timoteo 1:5-11; II Tim. 3:1-9; 4:3-4; Tito 1:9-16; II Pedro 2: todos; I Juan 1:6; 2:4, 9-11, 22-23; 3:4, 8-18; 4:1-8, 20; II Juan 7; Judas 3-19 especialmente la palabra “lascivia” … lujurioso, lascivo… lo cual significa malicioso, obstinado, voluntarioso, indiferente a lo correcto, justo y humano, descuidado, imprudente, juguetón como los niños, liberal, despilfarrar, especialmente en placeres, indisciplinado, malcriado, desobediente, desconsiderado: “libertino” …no limitado por la ley o la moral, sin ley, que se pasa de los límites o fronteras usuales o apropiados, que no toma en cuenta las reglas.

Estas definiciones se pueden resumir como iniquidad. Pero debo añadir que los inicuos pueden parecer que son muy lo contrario; es decir, muy respetuosos de la ley. Los fariseos eran tan inicuos como podían ser, parecían tan rectos como podían parecer, no sólo fingiendo, sino en realidad haciendo, como dijo el Señor: “Diezmáis la menta y el eneldo y el comino…; Ver también Apocalipsis 2:9-10, 13-15, 20-24; 3:9; 12:3-17; 18: todo.

¿Por qué escribo yo y para quién? ¿Para ser visto y oído de los hombres? ¿Quién va a creer o a recibir? ¿Y creerán por mi escritura? No lo creo. Entonces, ¿por qué escribo? ¿Para sentirme útil, importante, que estoy haciendo algo, habiendo sido apartado por el Señor, excluido de las actividades de todos mis compañeros, incluso de mi esposa? ¿Estoy diseminando conocimiento en lo que critico a otros de hacer lo mismo? Así parece. Señor, juzga Tú. Que se haga la voluntad de Dios.

Víctor Hafichuk

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