La Ley y la Gracia

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En el Antiguo Testamento tuvimos la Ley y en el Nuevo Testamento tenemos la gracia, no más Ley.” ¿Correcto? ¿No es esa la enseñanza común? Veamos lo que la Ley, los Profetas y el Señor tienen que decir al respecto. En primer lugar, lo que la Ley dice, lo dice el Dador de la Ley Quien se describe a Sí Mismo por medio de Su Ley, y en segundo lugar, lo que dicen los profetas, lo dice Aquél por Quien los profetas son enviados y a Quien los profetas representan.

¡¿Cómo?! ¿Gracia en el Antiguo Testamento?

Por supuesto, hablamos de los VERDADEROS profetas los cuales son pocos y raros en medio de un mundo plagado de falsos profetas que vienen en el Nombre del Señor usurpando al Señor para su propio beneficio de uno u otro tipo. Por las Escrituras, también recibimos el testimonio del Señor de que Él nunca cambia, sino que siempre es el mismo, contrario a las declaraciones de los corazones negros “cuyos pies descienden a la muerte, cuyos pasos conducen al infierno. Sus caminos son inestables; no los conocerás, si no considerares el camino de vida (Proverbios 5:5-6). Su testimonio continuo a lo largo de los siglos es que “las cosas están cambiando” de modo que éste o aquel testimonio del Señor ya no se aplican. Muy conveniente.

Continuando apropiadamente con los siguientes versículos de este escrito y amonestación del lector:

Ahora pues, hijos míos, escúchenme, y no se aparten de las palabras de mi boca.Aleja de la extraña tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa; 
No sea que des tu vigor a otros y tus años al cruel; No sea que se sacien los extraños de tus bienes y tu esfuerzo vaya a casa del extranjero; Y al final te lamentes, cuando tu carne y tu cuerpo se hayan consumido, Y digas: “¡Cómo he aborrecido la nstrucción, y mi corazón ha despreciado la corrección! No he escuchado la voz de mis maestros, ni he inclinado mi oído a mis instructores. He estado a punto de completa ruina en medio de la asamblea y la congregación.” (Proverbios 5:7-14 NBLH)

“Pero Noé halló gracia ante los ojos del SEÑOR” (Génesis 6:8). ¡¿Cómo?!
¿Gracia en el Antiguo Testamento?  ¡¿Y eso apenas en Génesis 6?! ¡Esperen un minuto aquí! Tal vez yo tenga una versión alternativa de la Biblia. Revisen la suya, gente, ¿quieren?

Maldición, Víctor, ¿ahora tienes que meterte con nuestras vidas, arruinando una doctrina perfectamente conveniente mediante el uso de unos versículos oscuros tomados fuera de contexto? ¿Qué vamos a hacer contigo? ¡Déjanos en paz con nuestros propios caminos destructivos y ocúpate de tus propios asuntos! Muchos estudiosos de la Biblia inteligentes y bien educados, con maestrías y doctorados, han estudiado intensamente y han resuelto las cosas siglos antes de que tú aparecieras en la escena. ¿Quién eres tú para empezar a meterte con las Escrituras, con las cosas de Dios y con nuestra mente?”

A eso yo respondo: “Tengan cuidado de qué están tan seguros y de qué condenan. Sí, la doctrina que han sostenido es perfectamente conveniente para la iniquidad y para la destrucción de ustedes, y no escaparán del juicio de Dios creyéndola y haciendo lo que mejor les parece. No voy a parar con uno o dos versículos, y en cuanto a lo de oscuros, algunos de esos versículos seleccionados sólo son oscuros para aquellos que son ignorantes de las Escrituras y de los caminos del Señor. Si ustedes no escuchan, entonces no tienen nada que ver conmigo ni yo con ustedes, y yo no tendré más remedio que dejarlos en sus destrucciones, pero es mi asunto hablar estas cosas porque el Padre Celestial me ha encargado hacerlo, por lo tanto, ME ESTOY ocupando de mis asuntos.

La gracia siempre estuvo allí. La gracia es.

En cuanto a los grandes eruditos, esos mismos fueron los que crucificaron al Señor y que Le persiguen al presente en Sus servidores, igual como sus  padres lo hicieron en el día del Señor y en los días de los profetas antes de eso. ¿Por qué lo hicieron? Porque Él era la Luz y ellos caminaban en oscuridad. Entonces, ¿cómo pueden amar o saber algo de la luz los que caminan en oscuridad?

Tampoco estoy afectando las Escrituras o las cosas de Dios. Más bien estoy presentando la verdad por el bien de aquellos que han de creer. Y en cuanto a sus mentes, el desorden les parece orden y la introducción del orden santo a su pensamiento y comprensión parecerán como un relajo. Pero arrepiéntanse, reciban la verdad y serán libres porque es la voluntad de Dios que tal cosa ocurra.

La gracia siempreestuvo allí. La gracia es. Fue por la gracia que Dios creó los Cielos y la Tierra y estableció en la Tierra el Jardín del Edén. Fue gracia de Dios crear al hombre a Su imagen, ponerlo en aquel huerto, hacerlo dormir y darle una esposa. Cuando Adán y Eva cayeron, fue la gracia en acción que los cubrió con pieles.

Note que Adán y Eva no pronunciaron ni una palabra de confesión de su desobediencia ni hubo ninguna indicación de arrepentimiento, y sin embargo, Dios los cubrió. Sí, Él los echó fuera del huerto, pero Él no terminó con ellos en ese momento. Y, fue la gracia de Dios la que puso una espada encendida para guardar el Árbol de la Vida para que Adán y Eva no participaran del mismo en su estado y vivieran así para siempre. Una vez más, por gracia, a Eva le fue dado Abel, quien adoró al Señor en espíritu y en verdad, por fe.

Por la gracia, comenzaron a invocar el Nombre del Señor en los días de Enós, tercera generación de Adán, siendo aquél el hijo de Set, quien fue el tercer hijo de Adán. ¿De verdad cree usted que fue por la Ley o por la justicia de los hombres que ellos comenzaron a invocar el Nombre del Señor? ¡No hay absolutamente ninguna base para tal pensamiento! Piense en eso. “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios,” dice la Escritura. Eso incluyó a Enós y a todos esos hombres con él (Génesis 4:26). Y fue por la gracia que Enoc, séptimo desde Adán, caminó con Dios, no por ninguna obra o justicia propia.

Fue gracia lo que Noé, décimo desde Adán, encontró ante los ojos de Dios, y por gracia, Sem fue elegido en la profecía para ser el padre de las generaciones futuras, de donde vendrían Abraham, Isaac, Jacob y tantos otros, y eso por gracia. ¿No fue por gracia que Jacob fue elegido por encima del primogénito, Esaú, para recibir la primogenitura y la bendición? El testimonio de las Escrituras es claro en cuanto a que Jacob era un hombre inicuo, un suplantador, un mentiroso, un conspirador que fue elegido estrictamente por decisión de Dios y no por ninguna obra suya (Romanos 9:10-16).

No puede haber Ley sin gracia ni gracia sin Ley.

La gracia siempre estuvo allí, con José, con sus indignos hermanos fornicarios, mentirosos, incestuosos y asesinos, con Moisés (¿o cree usted que Moisés tomó clases de “Manejo de Recursos Humanos”?), con Gedeón (¿o usted piensa que Gedeón fue a Westpoint y terminó con los campos de entrenamiento de terroristas?), con Sansón (¿o usted cree Sansón fue a un gimnasio de físico-culturismo?), con Samuel (¿o cree usted que él nació genio?), con su madre que no podía tener hijos sin la gracia de Dios (¿o cree usted que tenían medicamentos para la fertilidad en aquellos días?), con todos los reyes de Israel, con David, que realizó hechos poderosos, que fue perdonado por asesinato y adulterio, etc., etc., hasta llegar a María que, por la gracia, siendo virgen, dio a luz a nada menos que el Hijo de Dios. Por gracia fue Saulo de Tarso salvo y todos los que alguna vez han sido salvos. La gracia estaba allí, y la gracia está aquí. La gracia ha sido, es, y siempre será. Sin la gracia de Dios, nunca habría nada.

Pero la Ley también estaba allí, incluso antes de que fuera dada en el Monte Sinaí. ¿Se le permitió a Adán y Eva vagar por la faz de la tierra a donde quisieran y hacer lo que les diera la gana? No, sino que fueron puestos en el huerto, para atenderlo y mantenerlo. ¿No se les prohibió comer del árbol del conocimiento? ¿No se le requirió a Abraham circuncidar a sus hijos, criados y a sí mismo? ¿No se le requirió a Moisés circuncidarse, incluso antes de regresar a Egipto? ¿No era eso ley… “esto harás y aquello no harás”? ¿Y no había consecuencias por la desobediencia? Sí, la Ley también estaba allí, junto con la recompensa por la obediencia y la pena o consecuencia por la desobediencia. La Ley está aquí hoy.

Cuando la iniquidad floreció en los días de Noé, Dios determinó limpiarlo todo y salvar apenas unas 8 almas. A estos se les mandó ciertas cosas, como construir un arca con especificaciones muy “legalistas,” reunir todas los seres vivientes en ciertos números, puros e impuros, y entrar en el arca en un momento determinado. ¡Ley, ley, ley! ¡Pero a Noé y a su familia se les dio el privilegio y el honor de guardar estas leyes porque Noé halló gracia ante los ojos del Señor! Yo les digo ahora, no puede haber ley sin gracia y no hay tal cosa como gracia sin ley. Las dos son una, aunque dos, y dos aunque una. ¿Qué fue primero? Ninguna. Ambas son de la misma naturaleza de Dios.

¿Dónde está la confusión, entonces? ¿No dice que la Ley fue dada por medio de Moisés y que la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo (Juan 1:17)? ¡Por supuesto! Pero Juan no dice para nada lo que la gente supone que dice. ¡Oh, cómo leemos de más en las Escrituras, tergiversándolas para nuestra destrucción, escuchando al hombre que haría cualquier cosa para librarse de la Ley de Dios, lo cual es la esencia del pecado! ¿No dijo Jesús: “No piensen que he venido a abolir la Ley… he venido a cumplirla. Hasta que el Cielo y la Tierra pasen, ni una jota ni una tilde de la Ley pasará hasta que todo se haya cumplido” (Mateo 5:17-18)?

Ahora yo le pregunto a usted: ¿Ya pasaron el Cielo y la Tierra? Si no es así, entonces tampoco la Ley, ni una microscópica porción de ella. Entonces ¿cómo es que hay, como en todo tiempo (la iniquidad no es nada nuevo, ¿verdad?), quienes dicen que no hay más ley, no hay más necesidad de guardar la Ley; la Ley se aplicó mucho tiempo atrás, pero no aquí, no ahora, no a nosotros? ¿No dijo Jesús que algunos vendrían a Él en el último día diciendo: “Señor, recíbenos, profetizamos, echamos fuera demonios, hicimos grandes obras en Tu Nombre” y que Él les respondería: “Apartaos de Mí, hacedores de iniquidad (ustedes que no guardan la Ley… la palabra ‘iniquidad’ significa ‘sin ley’)?”

¿No vemos leyes vigentes después de la vida de Cristo en la carne en los evangelios?

Continuando con lo que Jesús dijo en Mateo: “El que quebrante el MENOR de estos mandamientos, y así enseñe a los hombres, él será llamado el menor en el REINO de los Cielos: mas cualquiera que los hiciere y los enseñare, éste será llamado grande en el REINO de los Cielos.” ¿Estamos hablando del tiempo de alguna “dispensación de la Ley” en el Antiguo Testamento? No, estamos hablando del REINO Ahora, en el mismo lugar donde los denunciantes y negadores de la Ley declaran que no hay lugar ni hay más necesidad de la Ley. Y para que estos no digan: “Sí, pero Jesús estaba hablando en el tiempo que todavía estaban en la dispensación de la Ley del Antiguo Testamento, la que estaría en vigor hasta que Él muriera en la cruz, eliminando la Ley,” yo vuelvo a preguntar: ¿Se acabaron los Cielos y la Tierra en la cruz, ya sea en general o para usted personalmente?

Y ¿no vemos las leyes en vigor después de la vida de Cristo en la carne en los evangelios? En Hechos, ¿no se le dio toda clase de instrucciones a la gente? A los discípulos les dijo el Señor que esperaran en Jerusalén, Pedro en Pentecostés le dijo a la gente que se arrepintiera y se bautizara, Pedro y los apóstoles instruyeron al pueblo que designaran a algunos para servir a las mesas en lo relacionado con las viudas, Pedro mandó que Cornelio y su casa se bautizaran en el Nombre del Señor, Pablo le dijo a Timoteo y a Tito qué hacer y les dijo que les dijeran a los demás qué debían hacer, y Santiago y los ancianos mandaron a los gentiles convertidos a abstenerse de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de lo estrangulado y de sangre.

Ahora una declaración interesante sigue aquí en Hechos 15:21: “Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique, lo cual se lee en las sinagogas todos los sábados.” En otras palabras, “Todo lo que pedimos de ustedes en este momento, por la novedad de vida que tienen en Cristo, es que atiendan a estos asuntos serios, pero mientras crecen y son capaces de abrazar las muchas otras cosas de Dios y de la Ley de Dios, pueden ir a las sinagogas y aprender más los sábados.” Ellos no descartaron ni a Moisés ni la Ley.

Hablando de Moisés, ¿se volvió él redundante en algún momento? ¿Llegó él a ser un “sombrero viejo”? Si es así, ¿cómo es que apareció con Jesús en el monte de la transfiguración, en consejo sobre una cuestión no menos que la más importante que conocemos, la muerte de nuestro Señor en Jerusalén? Muchos “teólogos” y “estudiosos de la Biblia” dicen que Moisés representaba la Ley y Elías a los profetas. ¿No fue Moisés un profeta? De hecho, Deuteronomio 34:10 dice: “Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, que haya conocido al SEÑOR cara a cara…” Si hay alguien que representó a los profetas, ese fue Moisés.

O los sabios de este mundo dicen: “Moisés representaba la Ley y Elías la gracia.” Si es así, ¿fue Moisés sustituido por Elías, o eclipsado por él? No, él estaba allí en gloria, a su lado. Y ¿no declara el autor de Hebreos que Moisés había sido fiel? ¿Qué significa ser fiel, sino ser de fe, y creer? ¿No es un regalo la fe? ¿No es por gracia que todos, no sólo Moisés, reciben este regalo?

La Ley y la gracia, la bondad y la severidad. ¡¿Dónde estaríamos sin ley?!

Los “graciosos” de hoy en día pronto se contradicen a sí mismos, rápidamente mostrándose totalmente desprovistos de gracia, y apedrearían a Moisés si él apareciera en la escena, aunque ellos adornarían su tumba, estando él ausente, si tuviera una tumba, pero no la tiene, por la gracia de Dios. Pero les digo que Moisés ESTÁ aquí hoy, siendo uno con los hermanos actuales del y en el Señor, y a Moisés sí lo apedrean en sus hermanos mientras lo alaban en su pasado.

Pero, ¿cómo es que Elías podría representar la gracia, habiendo vivido en el Antiguo Testamento, si ese período fue un período solamente de ley, un hombre que tomó una espada y decapitó a 450 ciudadanos prominentes de Israel en un solo evento? ¿Le suena eso como gracia a usted? Pero, ¡cuántas contradicciones de aquellos que hablan desde su propia mente y no desde la mente del Señor! Sin embargo, fue la gracia cuando esos profetas de Baal fueron destruidos, quizás no para ellos, pero sí para el pueblo de Israel. Dios demostró Su voluntad, Su poder, Su gloria ese día por causa de ellos, como pocas veces antes o después.

La Ley y la gracia, la bondad y la severidad. ¡¿Dónde estaríamos sin ley?! Y ¿cómo es que Juan, en el Apocalipsis, habla de aquellos santos que habían alcanzado la victoria que cantan EL CÁNTICO DE MOISÉS y la canción del CORDERO (la Ley y la gracia?), diciendo: “Grandes y maravillosas son Tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son Tus caminos, Rey de los santos…” (Apocalipsis 15:3)? Si Moisés fue glorificado por la ministración de la Ley, ¿cómo es que Dios le mantiene su gloria mientras que el hombre se la quita? ¿No será porque el hombre aparta de sí mismo la Ley, y por lo tanto a Moisés con ella?

Homicidas, que eligen sus iniquidades, y por eso es comprensible que maten a su prójimo. Sí, ustedes dicen que honran a Moisés, pero en su espíritu sin ley, lo matan, como hicieron los fariseos quienes afirmaban honrar a los profetas de la antigüedad mientras perseguían a los que estaban presentes, los que estaban unidos en espíritu con los profetas de la antigüedad.

Judas da testimonio de estos “defensores de la gracia,” diciéndoles a los hermanos que debían “contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque,” dice él, “hay algunos hombres que han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, convirtiendo la GRACIA de nuestro Dios EN LASCIVIA (lujuria), y negando al único Señor Dios, y a nuestro Señor Jesucristo.”

Vayamos hasta el fin de no sólo el Nuevo Testamento, sino al tiempo aún futuro del que se habla en el final del Nuevo Testamento, el Libro de Apocalipsis, capítulo 22. El versículo 14 dice: “Bienaventurados los que GUARDAN SUS MANDAMIENTOS, para tener derecho al… ÁRBOL DE LA VIDA, y poder entrar por las puertas EN LA CIUDAD.”

La gracia de ustedes quedará expuesta como la iniquidad que es.

¿Cuáles mandamientos? Pues, tanto Sus instrucciones personales como Sus leyes generales de conducta hacia Dios y el hombre. No puede haber lo uno sin lo otro. ¿Cuál ciudad? La ciudad de Dios, por supuesto, la Nueva Jerusalén. Porque afuera estarán ¿quiénes? Los infractores de la Ley, los inicuos… los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, los mentirosos… Juan entonces escribe: “Si alguno añade a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro; y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro.”

Sea que Juan se refiera únicamente al Libro de Apocalipsis o sea que haya un doble significado aquí para incluir toda la Biblia, no importa un ápice. El hecho es que la Biblia habla de la Ley de Dios y el libro de Apocalipsis es “hueso de sus huesos y carne de su carne.” Ignoren la Ley, ustedes los fornicarios y adúlteros, aléjenla de ustedes, hablen las palabras de sus corazones, diciendo del Señor y de Su ungido, “Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas.” Vean dónde llegan, pero permítanme que les diga por adelantado, (aunque tal vez no con suficiente tiempo de anticipación como podrían ustedes suponer), dónde llegarán, ustedes que creen ser “salvos.”

Juan dice: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables, los asesinos, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:8).

¡Pero no! Esto no se aplica a ustedes que están ahora bajo la gracia, ¿verdad? En Cristo, ustedes son libres, salvos, lavados en Su sangre, ya no más bajo la Ley, expiados, santificados, ungidos, bendecidos, llamados y elegidos, eternamente seguros. Veremos su supuesta gracia y el fruto de esa gracia al final. Yo les digo, la gracia de ustedes quedará expuesta como la iniquidad que es, un manto falso con el que justifican sus malas acciones que ustedes disfrazan de servicio y adoración a Dios. Ustedes creen que pueden burlarse de Dios, pero Él más bien se burlará de ustedes y ustedes lo sabrán cuando Él lo haga, al igual que Él sabe cuándo ustedes se burlan de ÉL.

Ahora, ¿cuáles leyes finalmente tendrían que guardar y cuáles no? En verdad, había algunas de cada tipo. Ya no había necesidad de leyes ceremoniales, rituales, o de sacrificios. Esas “sombras” se cumplieron en Cristo y en el escogido en Cristo, incluyendo la circuncisión, que era una señal de la circuncisión del corazón, de donde viene la semilla espiritual (la Palabra de Dios y la palabra de la nueva criatura). Pero ¿me dirá usted que la ley moral quedaba entonces sin ningún efecto? En Cristo, un hombre es liberado de la ley, pero ¿de qué ley? De la ley del PECADO Y LA MUERTE (Romanos 8:2), no de la Ley de Dios como se le entregó en tablas a Moisés.

Son los carnales los que dicen que estamos libres de la Ley de Dios. La Ley es espiritual, y el hombre carnal la aborrece y se le opone con vehemencia, pero el hombre espiritual ama la Ley. Para él es la vida. “¡Oh, cuánto amo yo tu Ley!” el salmista exclamó (Salmo 119:97)…  bajo la inspiración del Espíritu de Dios. ¿Cómo pudo él hacerlo? ¡Por gracia! ¡Por gracia él alabó al Señor y amó la Ley! Por gracia él entendió el valor de la Ley. Todo el Salmo 119 ensalza, magnifica y alaba la Ley de Dios, reconociendo que la Ley era “salud para su cuerpo” (Proverbios 3:1-8) y que guardarla era altamente rentable.

Cuando Pablo predicó, lo único que tenía era el Antiguo Testamento.

“¡Antiguo Testamento! ¡Antiguo Testamento!” exclaman los inicuos.
¿Sabe usted que cuando Pablo predicó en el Nuevo Testamento, lo único que tenía era el Antiguo Testamento para predicar? ¿Sabe usted que la mayor parte del Nuevo Testamento es una cita directa o una exposición del Antiguo Testamento? ¿No se da cuenta de que el Antiguo Testamento era a lo que se refería Jesús cuando les dijo a los judíos: “Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna, y son ellas las que dan testimonio de Mí”?

¿Será el Salmo 1 sólo para la gente del Antiguo Testamento? Sólo el tonto autodestructivo concluye eso. Pero, ¿qué dice?

“Bienaventurado el varón… (cuyo) deleite está en la Ley del Señor; y en Su Ley medita de día y de noche…”

También dice: “No así los malos, sino que son como paja que se lleva el viento.” Si el Salmo 1 es sólo para los judíos de épocas y tiempos pasados, ¿por qué los religiosos lo leen? ¿Por qué uno encuentra consuelo en los Salmos? ¿Por qué se citan los Salmos en el Nuevo Testamento si ya no son relevantes?

Muchos están conscientes de estas palabras en Proverbios: “Donde no hay visión, el pueblo perece…” pero pocos prestan atención al resto de ese versículo: “…pero el que guarda Tu Ley es bienaventurado” (Proverbios 29:18).

Salmo 119 está lleno de ley. El salmo más largo de todos se trata de la preciosa y santa Ley de Dios.

¿Cómo podría algo testificar del único y unigénito Hijo de Dios, “lleno de gracia y de verdad” sin tener la sustancia? Ese no sería un verdadero testigo ni le haría justicia a Dios. Pero es la Palabra de Dios, nada menos, y de ese mismo Viejo Testamento Pablo le dijo a Timoteo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16). A muchos creyentes profesantes les gusta citar esto también, sin detenerse a considerar que, aunque ellos piensan que habla del Nuevo Testamento, realmente habla del Viejo y en ese momento.

También niegan la Ley, mientras citan las Escrituras que declaran que toda la Escritura (incluyendo la Ley) es útil, no como ideas o sugerencias, o explicaciones, sino para enseñar, reprender, corregir, para instruir en justicia… ¿Qué justicia? La justicia que es por la fe y no por la ley, por supuesto. Y ¿con qué fin? ¡Para que el hombre de Dios SEA PERFECTO, ENTERAMENTE PREPARADO PARA TODA BUENA OBRA! “¿Somos perfeccionados por la Ley? En parte, sí. ¿Por la gracia? En parte, sí. ¿Por la fe? En parte, sí. ¿Por la obediencia? En parte, sí. Ninguno de estos elementos se omite en la salvación de un alma. Así es esto. Jesús dijo: “El que tiene Mis mandamientos y los guarda, ése es el que Me ama…”

¿Y también puedo añadir las palabras de Santiago: “¿Mas quieres saber, oh hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham, nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó con sus obras, y que la FE FUE PERFECCIONADA por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado: AMIGO DE DIOS. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado POR LAS OBRAS, Y NO SOLAMENTE POR LA FE” (Santiago 2:20-24)? Así pues, ¿somos también perfeccionados por las obras? Según Santiago, sí, por las obras que resultan de una fe genuina.

La gracia es el favor o el poder de tener o de hacer o de ser algo fuera de uno mismo.

Lutero es famoso por la doctrina de la justificación por la fe sola. Se ha sabido que él declara o al menos sospecha que el Libro de Santiago no es inspirado por Dios y por lo tanto no es Escritura, por lo que dice Santiago con respecto a la fe y las obras. Lutero, más tarde en la vida, también brutalmente atacó y persiguió a los judíos que, aunque eran enemigos en cuanto al evangelio, son, no obstante, los amados por causa de los padres. Los “luteranos” también usaron medios militares para dar muerte a otros grupos de “no-luteranos,” así como la Iglesia Católica persiguió a los no católicos. Lutero también continuó con la abominable misa, el bautismo de niños y otras doctrinas y rituales que claramente son obras, muchas de error en y por sí mismas. No miremos a Lutero, sino a Dios para nuestra guía.

¿Qué es la gracia? ¿Qué es la gracia? La gracia es el favor o el poder dado para tener o hacer o ser algo fuera de uno mismo. Cuando Pablo habla de ya no estar bajo la Ley, lo que él quería decir era que el hombre carnal no puede aspirar a cumplir la Ley, así como tampoco podemos nosotros seguir las estrellas con un microscopio, o cosechar granos con un reloj de pulsera, o mirar con un codo. El hombre es carnal y la Ley es espiritual, siendo los dos de naturalezas o esencias diametralmente opuestas.

Pero cuando Jesucristo levanta a uno de entre los muertos y lo convierte en una nueva criatura… entonces la Ley no sólo PUEDE ser cumplida o DEBE ser cumplida, sino que SE cumple, al igual que un cerdo puede chillar, un perro puede ladrar o un hombre puede respirar. De hecho, cuando son normales, estos no pueden hacer nada más. Está en su propia naturaleza, y lo hacen sin esfuerzo, siendo imposible de someter a menos que sean incapacitados o destruidos. La gracia no acaba con la Ley, sino que le permite al hombre cumplir la Ley. Siendo capaz de cumplir la Ley, él ya no está amenazado ni agobiado por ella. Él, siendo ahora DE la Ley más que BAJO la Ley, ya no la aborrece sino que la ama. Es su naturaleza, su vida.

“Lámpara es a mis pies Tu Palabra y lumbrera a mi camino,” dice el salmista. A lo largo de este Salmo (119), se hace referencia constante a las palabras, testimonios, leyes, mandamientos, ordenanzas, juicios, preceptos y estatutos del Señor como a una y la misma idea. Él expresa un intenso amor y temor reverencial por esas cosas. Ha aprendido el valor eterno de las leyes de Dios y por medio de ellos, su relación con Dios. Si carecía de visión, la encontró en el guardar la Ley y ya no pereció más (Proverbios 29:18).

Veo alrededor mío y en todas partes que perecen, perecen, perecen. La gente está sufriendo toda clase de dificultades y problemas imaginables. ¿Por qué? Debido a que carecen de visión. No guardan los testimonios, estatutos, ordenanzas, preceptos, juicios, mandamientos, leyes de Dios. No se les puede decir qué hacer. No quieren ser corregidos por nadie, especialmente por un hombre, lo cual excluye TODA corrección porque, si no quieren ser corregidos por el hombre, tampoco querrán ser corregidos por Dios.

Dios concede la gracia para que sean ciudadanos del Reino de Dios que aman la Ley.

Dios envió hombres, vino como hombre, envió de nuevo a hombres en Su Nombre y no será visto por ningún hombre que no diga con absoluto compromiso del corazón, alma, mente y fuerza, “Bendito el que viene en el Nombre del Señor.” A los hombres que vienen en su propio nombre los reciben; a charlatanes que vienen en el Nombre del Señor, los reciben; a los impostores que vienen en el nombre de algún otro dios, los reciben.

Pero cuando viene el Señor, Lo rechazan. ¿Por qué? Él viene como ladrón, con las nubes, sin observación, en vasijas de barro, en las faltas y debilidades de Sus siervos, Sus mensajeros preparados (preparados por Él en el “desierto” y no por los hombres en los seminarios y escuelas de Biblia), vestidos de locura , de oscuridad, sin credenciales comprobables o recomendaciones de los hombres, hablando la desagradable verdad, pidiendo a los oyentes que se arrepientan, convenciéndolos del pecado que no sabían que tenían o del que saben que tienen y no quieren oírlo.

Es a los verdaderos profetas que quienes perecen dicen: “¡Nosotros sabemos más! ¡Nosotros vemos! ¡Nosotros te vamos a enseñar a TI! ¡Preferimos condenarnos antes que escuchar a gente como tú! ¡Estamos buscando héroes, gente que ‘ame’ a la gente como nosotros, no soñadores y mesías autoproclamados que no pueden hacer más que criticar, criticar y criticar!” Pero la sabiduría es justificada por sus hijos y Dios concede gracia a los que han de ser salvos, para que sean respetuosos de la Ley, que amen la Ley, ciudadanos del Reino de Dios para Su gloria, por los siglos de los siglos.

Pablo dice que “la Ley es BUENA, si se usa legítimamente, sabiendo esto, que la Ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos…” (1 Timoteo 1:8-11). El problema es que los llamados “salvos” no se ven a sí mismos en la categoría de los que tienen necesidad de la Ley. Por el contrario, ellos son los “justos.” Y ¿hacen los justos lo que les plazca? ¿Es que no se detienen a preguntarse de quiénes es que el Señor Jesús habla, de los que se creían seguros de estar sirviéndole nada menos que a Él mediante profecía, exorcismos, dones, grandes obras, oración, ayunos, ofrendas, evangelismo, enseñanza de la Biblia, etc.?

¿Por qué es siempre el otro el culpable pero nunca es posible que seamos nosotros mismos de quiénes el Señor está hablando? A menudo me he preguntado: “¿Cómo sé yo que no soy uno de ellos, pensando que soy justo, sólo para tener un rudo despertar un día?” A menudo me he examinado a mí mismo para ver si estoy en la fe, no porque crea que puedo entrar y salir a cada momento o día a día, como algunos piensan que pueden, sino porque he querido estar seguro de que yo sirvo al Señor y no a mis propias imaginaciones vanas.

Pero hay muchos que se niegan a examinarse a sí mismos y si llegan a hacerlo, se niegan a verse a sí mismos muy de cerca. ¿Por qué? Ellos no desean renunciar a su independencia, a su derecho a sí mismos, el cual no es derecho en absoluto. Están muy poco dispuestos a morir, a ser crucificados al mundo. Insisten en vivir. Así que siguen adelante engañándose a sí mismos y a otros, justificando la carne, adornando sus personalidades (sus imágenes) y sus hechos, siempre deshonestos y ocultándose, siempre aprendiendo y sin llegar nunca al conocimiento de la verdad a pesar de que conocen cada movimiento y doctrina que alguna vez haya llegado a la calle “cristiana” por generaciones.

Ellos rechazan todo lo bueno de modo que no quede nada sino la LIBERTAD.

Divirtiéndose sin temor, nubes vacías sin lluvia, pozos vacíos sin agua, hablan cosas soberbias, en busca de la gloria y alabanza de los hombres, contaminando todo lo que tocan, subvirtiendo a sus oyentes, queriendo ser doctores de la Ley misma que odian. Ellos engañan a las almas inconstantes, acariciando sus oídos con doctrinas sensacionales, incluso doctrinas verdaderas interpretadas carnalmente y decoradas para tentar a los que las buscan como un escape de su mundo real, en el cual el Señor los ha puesto para que le hagan frente y en el cual puedan buscarlo a Él. Todo esto lo hacen en el Nombre del Señor, en nombre de “los últimos movimientos y revelaciones de Dios que nadie ha conocido en la historia hasta ahora.”

Sucios soñadores son estos, profanando la carne y el espíritu, presumiendo de ser salvadores, convirtiendo a las almas en peores hijos del infierno de lo que son ellos mismos (uno se pregunta si tal cosa es posible). Rechazan y al mismo tiempo racionalizan sobre cada cosa buena que existe de manera que no quede nada sino la LIBERTAD, LIBERTADLIBERTAD… libertad del hombre, libertad de la doctrina, libertad del control, libertad de Dios Mismo. “Soy libre, libre, libre,” declaran desde las azoteas, “¡y yo quiero que tú seas libre también! ¡Escucha estas nuevas revelaciones que los sistemas de la iglesia te están escondiendo! ¡Hombre, nunca te has topado con nada tan espiritualmente avanzado y libre como yo, yoyo!

Los bastardos desprecian el gobierno, el dominio, el yugo de Cristo, desechándolo como las obras y diseños de los hombres, o, no les importa lo que eso sea. Y en verdad ha habido muchas obras de los hombres, muchos yugos impuestos injustamente, muchas leyes decretadas por constructores de reinos carnales en el Nombre del Señor. “En cuanto a  las obras de los hombres, por la palabra de Tus labios yo me he guardado de las sendas del destructor,” dice el salmista.

De hecho ha habido muchas ataduras impuestas a los hombres en el Nombre del Señor Jesucristo, pero ¿quiere decir eso que lo real no está ahí, casi idéntico en apariencia? ¿No prueba lo falso, en lugar de desvirtuar, la existencia de lo genuino, pues de lo contrario no habría falsificación? Pero los seductores se volverán cada vez peores y los engañados son tan malos como los engañadores. Ambos son mentirosos y malvados. Se necesita ser mentiroso para ser engañado por las mentiras; un abismo llama a otro abismo; los guías ciegos conducen a los ciegos y ambos caen en la zanja, no sólo los engañadores sino también los engañados, porque ambos son merecedores de lo mismo.

La naturaleza humana no cambia por cumplir leyes, pero no prescindimos de la Ley porque ésta no cambie la naturaleza. La Ley no estaba destinada a cambiar a nadie. Tiene los siguientes propósitos:

1) revelar la naturaleza y voluntad de Dios,

2) exponer la iniquidad, y

3) restringir a los inicuos.

¿Por qué se necesitan las leyes? ¡Para controlar! ¡Ésta sí es una palabra odiosa para los inicuos!

Por la Ley yo conozco mi pecado. Sin la Ley, soy ignorante de mi necesidad delante de Dios. Por la Ley, estoy familiarizado con el carácter de Dios, que Él está tan por encima de mí y que nunca podré tener comunión con Él hasta que yo sea como Él. Pero la parte de la ley que los hombres odian más y contra la cual luchan con uñas y dientes, es que la ley se dispensa como una fuerza de restricción, como un tutor intermedio hasta que el hombre llega a tener su cambio en el que ya no es alguien sin ley. La Ley no cambia a nadie pero debe estar allí hasta que el cambio se produzca. Tampoco se da el cambio completo en la conversión. La conversión del mundo al Señor es sólo el primer paso.

¿Por qué se necesitan las leyes? ¡Para controlar! ¡Ésta sí es una palabra odiosa para los inicuos! ¡Controlar! ¡Qué horrible! ¡Qué malvada y horrible! La Ley es dada por Dios, no para cambiarnos, sino para controlarnos, para guiarnos hasta crecer en gracia para SER la Ley de DIOS, COMO UN TESTIMONIO Y TESTIGO A LAS NACIONES, AL MUNDO.

Uno de los problemas es que en el momento en que un hombre inicuo se convierte, él cree ser maduro, el hombre de Dios del momento, lleno de gracia, libre de la ley o de la necesidad de enseñanza. La salvación no comienza con una ausencia casi total de orgullo y de injusticia, sino de humildad y rectitud. Vea: la salvación acaba de comenzar, no acaba de terminar. Orgullo es lo que mayormente reside allí, y el proceso de salvación (es un proceso) da inicio a la purga de ese orgullo hasta la eventual exposición de ese hombre de pecado, ese “hombre almático,” el hijo de perdición que se cree justo, santo y la misma imagen o esencia de Dios, a quien Dios finalmente destruye de una vez por todas.

Yo podría dejar que mi hijo comiera lo que él deseara y como lo deseara, ir a la cama cuando quisiera, lavarse, cepillarse los dientes, vestirse, ir a la escuela, jugar cómo y cuándo él quisiera. ¿Cree usted que con ese método yo sería recompensado con un joven maduro, generoso, disciplinado, realizado, a la edad de 20 o 30? No va a suceder. A él hay que enseñarle el bien y el mal, y no sólo esto, sino que hay que decirle qué hacer, cómo, cuándo, dónde, con quién, para quién y a menudo aunque no siempre, por qué.

Sin ley, sin esa disciplina por parte de los padres que le fueron dados a él para ese mismo propósito, él sería un desastre como ser humano en la edad adulta. Triste y trágicamente, hay muchos por ahí exactamente así porque tuvieron padres tontos con ideas tontas de emancipación, libertad, libertad de expresión y pensamiento, pensando que estaban a la vanguardia de la moderna y revolucionaria crianza de los niños, destinados a alimentar y producir gigantes de la sociedad, sin inhibiciones y no “traumatizados” por deberes y prohibiciones. Ellos han tenido éxito. Por desgracia, sus descendientes son gigantes en locura y toda obra mala incluyendo el matricidio y parricidio. Un niño abandonado a sí mismo es una tragedia segura. “¡No hay leyes!” claman los inicuos, acabando con ellas, y el caos y la anarquía prevalecen.

Al corregir yo a mi hijo en su trabajo escolar, por ejemplo, aunque al principio él no sea capaz de hacer lo que es correcto y se irrite por lo que se requiere de él, pronto, si él y yo persistimos, él llega a ser capaz de hacer lo que es correcto y productivo, sin necesidad de mis “leyes.”

El cumplimiento de la Ley es la gracia.

“Por el camino de Tus mandamientos correré, porque TÚ ENSANCHARÁS MI CORAZÓN” (Salmo 119:32) y, “Dame entendimiento, y guardaré Tu Ley; sí, la cumpliré de todo corazón” (v 34).

La gracia es elcumplimiento de la Ley. ¿No estaba Jesús lleno de gracia y de verdad? ¿No dijo Jesús que Él vino a cumplir la Ley? El cumplimiento de la Ley es la gracia. Cuando a mi hijo se le ha dado la capacidad de hacer lo que una vez fue incapaz de hacer por sí mismo, él ha entrado en la gracia. Es igual con nosotros. Por obediencia al Señor mediante la fe, entramos en nuestra recompensa, tal como lo hizo Abraham cuando obedeció, ofreciendo a su único hijo. Sin la Ley, ¡no habría habido ninguna gracia! Sin la gracia, ¡no habría habido necesidad de la Ley! La Ley y la gracia son las dos caras de una misma moneda.

Mis detractores me han dicho que yo soy una mezcla de ley y gracia, que Dios aborrece las mezclas. Sí, soy una mezcla de ley y gracia, y sí, Dios aborrece las mixturas; sin embargo, no todas las mixturas porque hay buenas mixturas y malas mixturas. Aunque los enemigos de la Ley de Dios, los hijos de iniquidad, o aquellos que simplemente son ignorantes del Señor y de Sus caminos, rechazan la Ley, pensando que es irrelevante a la gracia y de naturaleza opuesta a ella, hoy les digo que la Ley y la gracia van juntas como la nariz y la cara; la una sin la otra es trágica. Estoy agradecido de ser una mezcla de este tipo si lo soy. Por la misericordia de Dios y por Su gracia, tengo Su Ley en mis entrañas y la vivo en mis partes externas, enseñando a otros a ser iguales.

Lo espiritual no es diferente a lo físico, lo cual el Señor nos ha dado para aprender sobre lo espiritual que es lo más importante al final. Considere los ejemplos que el Señor tomó de lo físico para enseñar lo espiritual. Las leyes están ahí, para nosotros, para el bien de todos, para que los transgresores sean reprimidos, disciplinados, enseñados, convertidos a la utilidad y productividad a los ojos de Dios y del hombre.

La salvación no viene por las obras de la Ley, pero las obras de la Ley sí vienen por la salvación y, las dos trabajan de la mano. ¿Qué dijo Pablo, el predicador de la gracia? “¿Entonces invalidamos la Ley por la fe? ¡EN NINGUNA MANERA! Antes bien, CONFIRMAMOS la Ley” (Romanos 3:31).

Aunque no somos salvos POR la Ley en sí misma, tampoco nos salvamos DE ella. La Ley no es un enemigo o algo vil o perjudicial, para ser rechazada o descartada lo más pronto posible, como algunos piensan. La Ley de Dios nunca ha sido, repito, NUNCA HA SIDO DAÑINA PARA NADIE EN NINGÚN TIEMPO. Sólo los inicuos han considerado la Ley de Dios como un mal, aun si de mala gana la consideran un mal necesario. Sí, la letra mata, y así tenía que ser. Sin la muerte del hombre carnal, no hay vida.

“Bienaventurados los perfectos de Camino, los que andan en la Ley del Señor.”

Los hombres mueren a la carne, al mundo y al diablo a través de la obediencia. “Por la fe” sí, dice el escritor de Hebreos, pero dice: “Por la fe ellos hicieron esto y lo otro.” La fe siempre fue seguida por la obediencia al Señor en asuntos que Él requirió de ellos. Abraham pasó por una serie de obediencias a Dios y se perfeccionó en la fe la cual le fue contada por justicia.

¿Cuáles fueron las primeras palabras de fe dichas por Saulo de Tarso cuando el Señor lo convirtió? “¿Qué QUIERES QUE YO HAGA, SEÑOR?” Y el Señor le dijo qué hacer. Estas palabras fueron nacidas de la fe, seguidas por la obediencia. ¿PUEDE HABER OBEDIENCIA SIN LEY?

¿Y qué dice otro escritor de Dios? “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos (los que propagan malas leyes o que no haya leyes o la ilegalidad), ni estuvo en camino de pecadores (transgresores de la ley), ni se sienta en silla de escarnecedores (del Señor, de Su Señorío, de Su justicia y de Su Ley). Sino que en… LA LEY DEL SEÑOR está su deleite. Y en Su LEY medita de día y de noche. Y él será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará.

“No así los impíos (los sin ley, los que hacen iniquidad): que son como el tamo que arrebata el viento. Por tanto, los impíos no se levantarán en el juicio (donde se determina si se ha guardado o si se ha quebrantado la ley), ni los pecadores (infractores de la Ley) en la congregación de los justos (los que dicen con el salmista: “¡Oh, cuánto amo yo Tu Ley!”). Porque el Señor conoce el CAMINO de los justos (Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan EN LA LEY DEL SEÑOR… Salmo 119:1), pero el camino de los malos perecerá” (Salmo 1).

La Ley es santa y buena, como Dios. Sin embargo, hay quienes perciben a Dios como una persona blanda que babea, sonríe, abraza, acaricia, susurra palabras dulces, se compadece, alaba, y provoca sensaciones maravillosas. Este mismo dios es el dios, diría yo, de la gran mayoría de los que profesan ser nacidos de nuevo, incluso de aquellos que niegan que perciben a Dios de tal manera. Ellos adoran a otro Jesús.

Ellos adoran a Astarot (Astarté, Ishtar), la diosa del amor, la prosperidad y la fertilidad, en el Nombre del Señor Jesucristo, y no lo saben. Muchos han sido “salvos,” con experiencia genuina (genuina la experiencia, aunque no en la verdadera salvación) por otro Evangelio. Los mismos dioses que eran adorados en el Antiguo Testamento… Astarté, Baal y otros, están siendo adorados hoy. Se está predicando otro Evangelio por ahí, una tergiversación del Señor, de Su voluntad y de Sus caminos. De hecho, hay mixtura de verdad y error, de doctrina falsa y verdadera, y tales mixturas aborrece el Señor así como Él aborrecería el excremento en un plato con verduras, sin importar lo hermosamente arreglado y adornado que se vea. Y esa mixtura está hermosamente arreglada y decorada, de modo que muchos sean engañados salvo por la LEY y la gracia de Dios, dadas para que podamos saber discernir entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso.

¿Qué de esa imagen sentimentaloide de Dios? “He aquí la bondad y la severidad de Dios.”

¿No dijo el salmista: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar Tu Palabra. Con todo mi corazón Te he buscado; no dejes que me desvíe de Tus mandamientos (Salmo 119:9-10)”? Y, “Tus testimonios son mis delicias y mis CONSEJEROS” (v. 24) y, “Aparta de mí el camino de la mentira y concédeme CON GRACIA TU LEY (ley y gracia)” (v. 29)! y, “Con Tus mandamientos me has hecho más sabio que mis enemigos, porque ellos siempre están conmigo” y “Estás cerca, oh Señor, y todos Tus mandamientos son verdad” (Su Palabra es Verdad, Sus mandamientos son Su Palabra y son Verdad… las leyes de Dios son Verdad) y, “Señor,  he esperado Tu salvación, y he hecho Tus mandamientos” (vea cómo la salvación está vinculada con la Ley de Dios), y, “Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a Tu siervo; porque no me he olvidado de Tus mandamientos” (Salmo 119:176). ¿PUEDE HABER OBEDIENCIA SIN MANDAMIENTOS?

Y¿qué de esa imagen sentimentaloide de Dios? ¿No dice Pablo: “He aquí… la bondad y la severidad de Dios” (Romanos 11:22)? ¿No dice Él: “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres,” en referencia a que un día tenemos que presentarnos ante el tribunal de Cristo (2 Corintios 5:10-11)? ¿No habla Isaías del ungido del Señor como alguien que “va a magnificar la Ley y a engrandecerla”?

¿Y llamó el Señor a Ananías y Safira al arrepentimiento, rogándoles, dándoles la oportunidad de arrepentirse, equiparándolo con ese personaje aguado que le han impuesto a Él los que piensan escapar del juicio de Dios, o sería Él un poco más fuerte que eso? Lea usted Hechos 5. Yo sé por experiencia, con dolor y pesar, pero finalmente, con agradecimiento, que el Señor puede volverse duro de verdad, y eso, aparentemente sin previo aviso, pero las advertencias están siempre allí, siempre.

¿Por qué los hombres carnales eligen la imagen suave de Dios? Porque Él viene a ejercer Su Señorío, Su Realeza del Reino. Ahora, un reino tiene un rey que gobierna. Para tener un rey, es necesario que haya súbditos a quienes gobernar. Para gobernar, tiene que haber ciertos requisitos o leyes y estos deben ser instituidos y ejecutadas por el gobernante, de lo contrario no hay ningún gobierno, sino sólo caos y anarquía. ¿Qué es señorío o reinado, sino gobierno? Y ¿qué es gobierno, sino dirección y control mediante leyes y principios?

Ellos evocan un dios sin Ley que les permite hacer lo que quieran.

Si el gobierno es bueno y benéfico, las leyes y principios serán buenos, justos, equitativos y de ganancia para todos los interesados, independientemente de cómo los gobernados los estimen. Pero los inicuos, no deseando ninguna ley, presentan a un Dios aguado, diciendo: “Él es benigno; Él pasa por alto el mal; Él entiende; Él es compasivo; Él conoce nuestra condición; Él nunca nos haría ningún daño; Él nunca jamás enviará la espada, el hambre, la peste o una bestia salvaje; Él es bueno, también es perdonador; Él nunca habla con dureza, sino siempre con cuidado para Sus amados hijos.” Y, por supuesto, muchas de estas cosas son ciertas, pero mal aplicadas, evocan en sus mentes a un dios permisivo, un dios sin ley que les permitiría hacer lo que quieran. De este modo ellos borran todas las cuentas de sus conciencias, destruyéndose a sí mismos.

“Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” citan mis enemigos, hablando de libertad DE la Ley, no dentro de ella (lo que quiso decir Pablo), hablando de anarquía desenfrenada, iniquidad que se disfraza de verdadera adoración al Señor. Tampoco quiso decir Pablo BAJO la Ley. Pero una vez más, el salmista dice por inspiración del Espíritu Santo: “Y no quites de mi boca en ningún tiempo la Palabra de Verdad; porque en Tus juicios he esperado. Y guardaré Tu LEY continuamente, eternamente y para siempre… Y andaré en LIBERTAD, porque busqué Tus mandamientos” (Salmo 119:43-45). ¿Eternamente y para siempre? ¿Por cuánto tiempo es eso?

Así es, los santos de Dios pueden decir con el salmista: “Los soberbios se burlaron mucho de mí; mas no me he apartado de Tu Ley” (v. 51). Y “Horror se apoderó de mí, a causa de los impíos que dejan Tu Ley.” (v.52) ¿Cuál es el horror de eso? Es doble: En primer lugar, está la iniquidad en sí misma, pero añadido a eso, y lo que es peor, está el hecho de que lo hagan en el Nombre del Señor Jesucristo.

Así que no fuman, no se emborrachan, no juran, no se meten en la cama con la mujer de otro ni matan (al menos no en lo exterior), no leen pornografía, no ven películas de clasificación X, no roban bancos, no evaden impuestos. Y entonces oran todos los días, dan a los pobres, testifican a los demás, leen su Biblia, “van a la iglesia,” ayudan a sus vecinos, cantan canciones espirituales, ayunan, distribuyen literatura “cristiana,” hablan y enseñan verdades espirituales, escriben documentos y tratados, etc., etc. Estas mismas personas, a la vez que tienen apariencia de piedad y aspecto de santidad, caminan en la ilegalidad absoluta para con Dios en cuanto a la motivación, haciendo lo que mejor les parece, excepto cuando les parece beneficioso en ganancia egoísta hacerlo de otra manera. ¿No he dado una descripción de los fariseos que crucificaron al Señor? Y Jesús dijo de ellos: “Si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mateo 5:20).

¿En qué está su iniquidad, entonces? Está en su espíritu y motivaciones. ¿Por qué hacen lo que hacen, aunque sea muy loable en apariencia externa? Para ser vistos de ellos mismos y de los hombres, para la alabanza de los hombres, para el beneficio social, el compañerismo, un sentido de auto-importancia y utilidad, engañándose a sí mismos pensando que sirven a Dios, pensando que guardan para sí tesoros en el Cielo. “El orgullo los rodea como una cadena.”

¿En qué está su iniquidad? Está en que no quieren renunciar a esta vida.

“¡Estoy sufriendo, estoy sufriendo!” me dijo el Señor. Al preguntarle por qué, respondió: “Porque Mi pueblo está sufriendo.” “¿Por qué está Tu pueblo sufriendo, Señor?”

“Porque ellos no Me obedecen (iniquidad).”

“¿Por qué no Te obedecen?”

“Porque ellos elijan sus propios caminos (iniquidad).”

“¿Por qué eligen sus propios caminos?”

“Porque les falta conocimiento.”

¿En qué está su iniquidad? Está en que no quieren renunciar a esta vida. Se aferran a su independencia de Dios, evitando el yugo de Cristo, mientras que al mismo tiempo, afirman tener revelación y libertad de los yugos de los hombres. Se niegan a escuchar a un hombre de Dios y claman, “¡Engaño! ¡Atadura! ¡Control! ¡Babilonia!” pensando que escuchan de Dios por sí mismos, pero ellos no oyen. Sus bocas hablan palabras infladas de orgullo, pero rebalsan de ignorancia. Para los muertos, ellos son un sabor de vida, pero para los vivos, ellos sólo tienen halitosis. Aun así, ellos exhalan como si uno tuviera que disfrutarlo. Y no hay nada que yo pueda hacer al respecto más que ofrecer mi vida al Señor, Quien la toma para ponerla a favor de ellos, no que yo me ofrezca a mí mismo, sino que el Señor lo hace. Así es necesario que Él lo haga por ellos.

¿Qué de lo que Pablo tiene que decir a los Gálatas acerca de la Ley? En primer lugar, habla de toda la Ley dada como un maestro, un tutor provisto a causa de las transgresiones hasta que el Señor cumpliera los requisitos de la Ley mediante Su sacrificio. La Ley nos lleva al Señor (3:24), nosotros creemos, somos justificados por la fe, y desde allí, somos capaces de establecer la Ley por primera vez. Primero ella nos establece a nosotros, luego nosotros la establecemos a ella. No somos salvos sino enseñados por ella hasta que la obra de la gracia es perfeccionada en nosotros. Primero viene la sombra, luego la sustancia, la cual llegamos a ser nosotros, por gracia, para darle significado a la sombra.

En segundo lugar, Pablo habla de la ley ceremonial ya que en Gálatas 2: 3, él hablaba de Tito y la circuncisión (que no es una ley moral); en 2:11-14, hablaba de la hipocresía de Pedro y de comer o no comer con los gentiles (que no es una cuestión moral – aunque lo es); en 4:9-11, él habla de la observancia de los días, los meses, los tiempos y los años (no ley moral); y en 5:2-4, él se refiere a la circuncisión, de nuevo, no una ley moral. Pero sigamos con el versículo 5:6 y ahí él dice: “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino la FE que obra POR EL AMOR.”

Cuando un escriba Le respondió a Jesús hablando de cómo el amor a Dios y al prójimo (ley moral) era más que todos los holocaustos y sacrificios (ley ceremonial), Jesús le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios” (Marcos 12:28-34). Vea cómo la ley moral allana el camino hacia el Reino y cómo Jesús y Pablo se refirieron a la ley ceremonial como a una respuesta no definitiva.

LA OBEDIENCIA (LEY MORAL) ES MEJOR QUE LOS SACRIFICIOS (LEY CEREMONIAL).

Ahora, ¿qué es el amor? Santiago nos lo dice, cuando él escribe: “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis…” Ese amor se resume ¿dónde? ¡En los mandamientos de Dios! La LEY de Dios es AMOR, y ese amor es una LEY. ¿No dijo Jesús: “Un MANDAMIENTO nuevo os doy, que os améis los unos a los otros?”

Hay muchos amores. Será suficiente hablar de dos clases por ahora. Está  la obediencia (un acto de la voluntad por el bien del otro… palabra griega, “ágape”). El ejemplo supremo aquí es el de Jesús yendo a la cruz por nosotros. Y está el sacrificio (un acto de agradarse y beneficiarse a uno mismo, una respuesta gobernada por la pasión, el afecto, las emociones… palabra griega, “fileo”). Los gentiles aman a quienes los aman a ellos (fileo), pero Cristo nos ama (actúa por Su voluntad de hacernos el bien… ágape), aunque nosotros Lo aborrezcamos a Él. Los fariseos amaban y eran celosos en su amor.

La fe sin obras es muerta. Y las obras son el cumplimiento de la Ley real, el amor.

Así hacen hoy los muchos que profesan a Abraham, Moisés, y al Señor Jesucristo, así como los fariseos profesaban a Abraham, Moisés y a Dios. Ellos hacen mucho y tienen una forma convincente de piedad, llena de amor, pero no es la piedad ni es el amor del Dios Todopoderoso, el Señor Jesucristo. Es más bien el amor del primer Adán, creado a imagen de Dios, caído para servirse a sí mismo y a sus pasiones, por noble y sacrificial que pueda parecer él. Y no hay nada de malo con “fileo” en sí mismo. El problema surge cuando se interpone en el camino, o sirve como sustituto, de “ágape”. Nunca podrá tomar el lugar de ágape ni cumplir la voluntad de Dios, pues sólo ágape puede.

¿Podemos amar sin la gracia? No. ¿Podemos guardar la Ley real en nuestra propia fuerza? No. ¿Podemos ser justos en y por nosotros mismos? No. ¿Podemos entrar en el Reino por las obras? No. Nosotros entramos por la “fe que obra por el amor.” Una vez más, Santiago dijo que la fe sin obras está muerta. Y las obras son el cumplimiento de la Ley real, el amor.

Un Nuevo Día

Cuando el Hijo vino la primera vez, Satanás Lo tentó y Él respondió: “Está escrito…” Ahora el Hijo viene de nuevo en Su día de Gloria y Satanás viene de nuevo, pero esta vez es Satanás el que dice: “Está escrito…” ¿Cómo es eso? Porque cuando el Señor vino la primera vez, la Ley aún no se había cumplido y entonces Él podía responder: “Está escrito…” pero ahora que Jesús ya ha cumplido la Ley, viene Satanás sugiriendo o insistiendo en que no se ha cumplido.

¿No dijo Pablo: “Todas las cosas me son lícitas”? Satanás adora la letra e igual lo hacían sus hijos, los fariseos, y él viene con la letra, citándola, juzgando según las apariencias, condenando, como si la cruz nunca ocurrió o como si no valió nada. Mientras la ley está en vigor, la cruz es nula y sin valor y nosotros no estamos justificados por la fe. Ciertamente, las obras de los hombres, las obras de la ley, destruyen. Satanás viene a robar, a matar y destruir y lo hace siempre tan religiosamente, Bíblicamente.

El inicuo viene y aplica la Ley a los que están legales a los ojos del Señor, a través de la fe, sin mancha. Pero SÍ hay un lugar para aplicar la Ley, y ese lugar es a los inicuos. Se han confundido con nosotros cuando decimos: “La Ley es válida,” mientras que el enemigo ha dicho: “No es válida.” Sin embargo, el enemigo nos ha aplicado la Ley a nosotros y hemos dicho: “No es válida,” con lo cual pareciera que nos contradecimos. Pero el hecho es que la Ley, en su validez, no se aplica a los de la fe, sino a los que están sin ley según la fe y no según la letra. Los hijos de iniquidad aplican la Ley a los demás, pero la rechazan para sí mismos; y ellos tampoco cumplen las leyes, ni por la letra ni por la fe.

“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque Su simiente está en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” (1 Juan 3:9). Los hijos de la fe, por naturaleza,  no están sin ley, y ellos SÍ rinden sus miembros a la justicia, una justicia que es por la fe y no por las obras de la Ley.

La meta de los hijos de la fe es la voluntad de Dios, y no sólo su meta sino su pasión. Su pasión implica el gobierno de Dios (Su Reino) en sus corazones, en primer lugar, y luego en los corazones de todos los demás. La pasión del enemigo es gobernar en lugar de ser gobernado; se trata de una usurpación del trono de Dios. Mientras nosotros utilizamos la Ley por causa del Reino, el enemigo la utiliza para su propia causa.

A veces, nos vamos por la fe, en contra de la letra, porque el Señor es el Señor y no la letra, y Le obedecemos como lo hizo Abraham cuando sacrificó a su hijo en contra de la letra de la Ley de Dios. Estas circunstancias son las que dividen a los justos de los injustos. Los injustos pueden tratar de irse por la letra e igual nosotros, pero ellos no pueden mantenerse en el ámbito de la fe si les suena contrario a la letra. Y así queda el enemigo expuesto.

Caminar en contra de la letra de acuerdo a la fe es poner la vida.

Ellos condenaron a Jesús por trabajar en el Sabbat en contra de la letra, pero de acuerdo con la fe y la obediencia al Padre. El enemigo va por la letra para imponer su dominio sobre los hombres, sin guardar la Ley él mismo, pues es incapaz por no tener fe. De todas las personas que necesitaron sanidad en el estanque de Betesda, Jesús sanó a uno solo, y ese era un hombre cojo con una cama portátil.

¿No fue suficiente sanar a este hombre? ¿Realmente tenía Él que ofender a las autoridades ordenando al hombre sanado que cargara su cama en el Sabbat? Después de todo, este hombre había sido cojo ¡por 38 años! ¿Qué es una cama? ¡Déjala! ¡Regálala! ¡Celebra! Pero no. Él tuvo que tomar su lecho y caminar. Obedeció, y los “justos según la letra,” se indignaron. Jesús caminó hacia donde ningún hombre carnal religioso podía ir, y así sucede con todos los nacidos del Espíritu de Dios, que caminan por fe y en obediencia. Caminar en contra de la letra según la fe es poner la vida, lo cual es la señal del Hijo del hombre, y el hombre carnal, sin importar lo perfecta que pueda ser su imagen de justo en apariencia, nunca irá donde se requiere la cruz. Él va a sobresalir en la ley, y sin piedad la aplicará a otros, pero él no va a dar su vida. En efecto, su pasión es preservarla.

La ley se aplica al lado oscuro, el lado frontal de la cruz (frontal al enemigo, detrás del crucificado), al primer Adán, el hombre de pecado, el hijo de perdición, a la sinagoga de Satanás. Allí aplicamos la Ley apropiadamente. Pero viene Satanás, un enemigo de la cruz, despreciando la cruz (Filipenses 3:18), aplicando la Ley al lado de la luz, la parte trasera (detrás del enemigo, pero de frente a los resucitados) donde la Ley ya no tiene poder.

Los hijos de Dios aplican la Ley para exponer la maldad; el enemigo aplica la Ley para condenar la justicia. Los hijos de la fe, hijos de Dios, son la Ley de Dios cumplida, mientras que el enemigo desprecia la Ley de Dios, ya que él no la ha cumplido y la Ley no se ha cumplido en él, y se aleja como Caín, con el rostro caído, preparado para destruir a los de la fe que andan conforme a Abel. Nosotros nos ocupamos de tratar de establecer la Ley, la justicia de Dios por la fe, pero el enemigo va por el rechazo de la justicia de Dios y establecer su propia justicia por el poder y la fuerza, por las obras de la ley.

Nosotros decimos: “No con ejército, ni con fuerza, sino por el Espíritu del Señor,” mientras que el enemigo dice: “No es por el Espíritu del Señor, sino por la fuerza y ​​el poder de la imagen caída del Señor (el hombre carnal).” El hombre carnal preserva su vida por las obras de la ley, lo que justifica su existencia y estado, evitando la cruz, mientras que nosotros somos una demostración de la señal del Hijo del hombre, poniendo nuestras vidas, abrazando la cruz hasta la resurrección. Nosotros somos, por lo tanto, un olor de muerte para los muertos. Los que dicen que ven son ciegos, y los que dicen que viven están muertos (“Tienes nombre de que vives, y estás muerto” – Apocalipsis 3:1).

“De Sion saldrá la Ley, y la Palabra del Señor de Jerusalén.”

¡La Ley de Dios es maravillosa; es sustanciosa; es preciosa más allá de la más preciosa de las cosas en la tierra! No hay comparación. ¡Así es de buena, vida de la vida misma!

La Ley del SEÑOR es perfecta, que restaura el alma; el testimonio del SEÑOR es seguro, que hace sabio al sencillo. Los preceptos del SEÑOR son rectos, que alegran el corazón; el mandamiento del SEÑOR es puro, que alumbra los ojos. El temor del SEÑOR es limpio, que permanece para siempre; los juicios del SEÑOR son erdaderos, todos ellos justos; deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, más dulces que la miel y que el destilar del panal. Además, Tu siervo es amonestado por ellos; en guardarlos hay gran recompensa. (Salmo 19:7-11 LBLA)

Veamos lo que está escrito en Isaías 2:2-4 y casi idénticamente en Miqueas 4:1-3. Nunca en la historia se ha cumplido este pasaje, y muchos creen que se cumplirá, pero ¿cuántos consideran cuidadosamente algunos de los detalles que voy a señalar para el propósito de esta enseñanza sobre la Ley y la gracia?

“Y acontecerá en los POSTREROS DÍAS, que el monte de la casa del SEÑOR será ESTABLECIDO como cabeza de los montes; SE ALZARÁ sobre los collados, y confluirán a él TODAS LAS NACIONES. Vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, subamos al monte del SEÑOR, a la casa del Dios de Jacob; para que nos enseñe acerca de Sus caminos, y andemos en Sus sendas. Porque DE SION SALDRÁ LA LEY, y de Jerusalén LA PALABRA DEL SEÑOR. ÉL JUZGARÁ entre las naciones, y hará decisiones por muchos pueblos. Forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, NI SE ADIESTRARÁN MÁS PARA LA GUERRA.” (Isaías 2:2-4)

Ahora, por supuesto, hay un argumento en contra de todo y yo puedo escuchar a alguien decir: “Sí, ese pasaje habla del Día del Señor cuando Él venga y establezca Su Reino para marcar el comienzo de un reinado de paz, pero la Ley será para el pueblo sobre el cual los santos gobiernen con el Señor y no para los propios santos.” ¿Qué? ¿Gracia para nosotros y no para los demás? No. Y si la objeción fuera que es la ley del amor la que se aplicará en ese tiempo, yo digo que esa ley está en vigor ahora, e incluye toda la Ley de Dios. Pero déjeme decirle el principio por el cual sabemos dónde se aplica o es necesaria la Ley:

LA LEY ES NECESARIA DÓNDE Y CUÁNDO HAYA INIQUIDAD, EN ESPECIAL PARA EL CREYENTE. EL FRENO DEBE SEGUIR ALLÍ HASTA LA PLENITUD DE LA REDENCIÓN Y EL EFECTO DE LA GRACIA. Entonces la Ley quedará cumplida.

La Biblia ha declarado que la Ley será guardada por aquellos que aman al Señor.

¿Qué se puede decir entonces a los que aman la Ley y a los inicuos que aborrecen la Ley en nombre de la gracia o de cualquier otro nombre? Citaremos al Señor hablado Él por Isaías:

“Oídme, los que conocéis justicia, PUEBLO EN CUYO CORAZÓN ESTÁ MI LEY. No temáis afrenta de hombre, ni desmayéis por sus injurias. Porque como a vestidura los comerá la polilla, como a lana los comerá el gusano; mas Mi justicia permanecerá para siempre, y Mi salvación de generación en generación.” (Isaías 51:7-8 RVG).

EL LEGALISMO – ¿QUÉ ES?

Muchos utilizan esta palabra, pero cuando se les pregunta: “¿Qué es el legalismo?”, ellos no logran responder. Ellos simplemente no lo saben. Una respuesta típica es: “Gente que guarda la ley, creyendo que irán al Cielo de esa manera.” La Biblia ha declarado ampliamente en términos muy claros que la Ley debe ser, será y es guardada por aquellos que aman al Señor y que Le adoran en espíritu y sinceridad y verdad. Y de esta manera ellos SÍ “van al Cielo” (usando la expresión con ligereza). Por lo tanto, esa respuesta puede ser una que debería ser aceptada como buena y no como mala.

Y si esa es la definición correcta de “legalismo,” entonces el legalismo no es malo después de todo, sino crucialmente importante y sagrado. Pero tal respuesta es engañosa y no adecuada como definición de legalismo. Entonces, ¿qué es el legalismo? El legalismo es “confiar en la ley misma y en el cumplimiento de ella para obtener el favor de Dios, para entrar en el Reino, para ser justos.” Aunque esta respuesta suena similar, no es lo mismo. Añadido a esta última definición, hay que decir que la observancia de la Ley no sólo no es mala, sino imprescindible.

El legalismo no es “guardar la ley,” sino “confiar en la observancia de la ley.” Uno puede tener la apariencia idéntica entre quien vive por la fe en Dios y el que vive por la fe en la ley. La diferencia no está en el guardarla, sino en el motivo. Por ejemplo, si me digo a mí mismo: “Si guardo los diez mandamientos y todo lo que infieren o implican, Dios me amará y me recibirá para Sí.” Eso es legalismo… confiar en el guardar la ley para la salvación o la aceptación de Dios.

El joven rico consideraba que él guardaba toda la Ley, de modo que no es imposible creer que eso se pueda. ¡Pablo dijo que el tiempo cuando él no fue cristiano había sido tal en cuanto a la Ley, que estaba libre de culpa! Y en el cumplimiento de dicha Ley, él andaba persiguiendo al Señor Mismo. Pero si yo digo: “El Señor, Él es el Señor, y Él es mi Salvador, y Él es el que me permite andar en Sus caminos y en Sus leyes,” entonces yo estoy confiando en Él y no en la Ley. No he desechado la Ley pero ya no confío en ella para mi salvación. Exteriormente, mi apariencia del antes y el después puede verse como la misma, pero a los ojos de Dios, es muy diferente. ¿No les dijo Jesús a los escribas y fariseos: “…diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe: esto debíais haber hecho, SIN DEJAR DE HACER LO OTRO”?

Víctor Hafichuk

Traducido al español por Edwin Romero
Translated into Spanish by Edwin Romero

 

A False Gospel – A Man and His “Grace” Are Judged

Mr. Green comes poking us regarding the gospel we preach. He says his sole authority is what God says in His Word. Read on and learn from the living, speaking Authority Himself the difference between the false grace and gospel of men and the life-giving truth He intends for you to know and experience.

Lip Service Doesn’t Fulfill the Law

It’s not right doctrine or the Law that saves us, but the Lord Jesus Christ within, Who makes us a living testimony of both doctrine and the Law. “I tell you, then, that you will be able to enter the Kingdom of Heaven only if you are more faithful than the teachers of the Law and the Pharisees in doing what God requires” (Matthew 5:20 GNB).