“No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Juan 7:24).
En tu carta a Darwin Fish tú declaras: “Tú no sabes con certeza si eres salvo o no. Déjame decirte esto: si uno nace de nuevo, lo sabe.” No discuto este punto, pero, me gustaría señalar que conozco a muchas personas que están absolutamente convencidos de que han “nacido de nuevo”, cuando en realidad conocen poco o nada de la verdad. Mi punto es, ese es un argumento débil, todos son justos en sus propios ojos.
He leído muchas de tus cartas, estoy de acuerdo con una buena cantidad de lo que escribes. Creo que lo que me molesta es que como yo sé que eres un hombre y, en consecuencia, un pecador, no estás juzgando desde un estado de perfección.
Me doy cuenta de que tu argumento sería que estás juzgando por la Palabra de Dios. Solo ten en cuenta que como juzgues, así serás juzgado. Tú juzgas con bastante dureza. Es solo un pequeño consejo amistoso de un compañero pecador …. Greg
Saludos en Cristo Jesús, Greg,
Te saludo en el Nombre de Cristo, no como una formalidad, sino como una realidad. Si no fuera porque el Señor está con nosotros, no podríamos decir ni hacer nada con respeto a asuntos espirituales. Por otro lado, en Él, podemos y juzgamos todo (1 Corintios 2:15), no según las apariencias, sino de acuerdo al Espíritu, lo cual es juicio justo.
Puesto que el Señor nos ordena que hagamos esto, ¿quién eres tú para juzgarnos injustamente, cuando nosotros, por Su gracia, Le obedecemos y cumplimos Su voluntad? ¿Cómo puedes asumir que no somos perfectos, cuando es Su voluntad expresa que seamos perfectos? El Señor nos da mandamiento de ser perfectos (Mateo 5:48), al igual que Su apóstol Pablo (2 Corintios 13:11). ¿Es el Señor un mentiroso? ¿Es Pablo un tonto? Él también les habló la sabiduría de Dios a los que eran perfectos (1 Corintios 2:6). ¿Lo acusas de mentir también? Tú, junto con Darwin, te traicionas a ti mismo con tus palabras, profesando ser un pecador caminando en la carne. Nuestra carne no es menos pecadora que la tuya, pero resulta que no estamos caminando en la nuestra.
“Sabemos que cualquiera que es nacido de Dios, no peca, porque el que es engendrado de Dios, se guarda a sí mismo, y el maligno no le toca.” (1 Juan 5:18 RVG)
¿Cómo es que tú no sabes o entiendes estas cosas? Porque o no has nacido de nuevo, o peor aún, habiendo apagado al Espíritu en pecado, cumples el proverbio del perro que regresa a su vómito, y el cerdo a revolcarse en el lodazal.
Tú dices que es un argumento débil decirle a Darwin que él no es salvo por el hecho de que él no sabe si lo es. Sí, hay personas que piensan que son nacidas de nuevo y no lo son, como tú argumentas. Pero eso no niega el hecho de que aquellos que realmente han nacido de nuevo lo sepan. Por lo tanto, la incertidumbre de Darwin es reveladora. ¿Cómo podría no serlo? Está escrito:
“En esto conocemos que permanecemos en Él, y Él en nosotros, en que nos ha dado de Su Espíritu.” (1 Juan 4:13 RVG)
Y:
“Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él” (Romanos 8:9 RVG).
No hay condenación en no saber, y sería bueno para Darwin si fuera consistente en esa confesión. Pues entonces, habría esperanza. Pero él no se está apegando a su declaración de incertidumbre en la medida en que está juzgando a todos los demás según la carne, inflado con su conocimiento. ¿Qué parte tiene él juzgando a los demás cuando él no es salvo y no está en el Espíritu del Señor y no habla por Él? Darwin no está sentado en el trono de Dios, excepto como usurpador, y por lo tanto es un hipócrita, mentiroso y falso profeta.
Tú escribes: “Solo ten en cuenta que como juzgues, así serás juzgado.” Tú no reconoces ni sabes que nosotros juzgamos, como hemos sido juzgados, por Dios. “El juicio comienza en la casa de Dios”, no termina allí. No sabes nada como deberías saberlo, Greg. Si eres un amigo, nos recibirás a nosotros y nuestras palabras. Si no lo eres, permanecerás en tus pecados y condenación, por lo cual nos condenarás a nosotros, y aun peor, a Dios Quien está con nosotros.
La Palabra se hizo carne, pero tú no estás confesando que Él viene en la carne.
Contendiendo con pecadores que se contradicen, como lo hicieron con el Señor y Sus santos, hasta la muerte, para que el mundo tenga vida,
Paul
Hola Greg, te escribe Víctor,
Paul también ha respondido a tu carta y ha cubierto ciertos puntos. Yo tengo esto que decir en adición:
Tú escribes:
“Creo que lo que me molesta es que como yo sé que eres un hombre y, en consecuencia, un pecador, no estás juzgando desde un estado de perfección. Me doy cuenta de que tu argumento sería que estás juzgando por la Palabra de Dios.”
Después de un período inmensurable de ser expuesto y sumergido en el falso amor que dice ser piadoso, y de solamente ser testigo de un falso evangelio con “otro Jesús”, como ha sido el caso con muchos millones, puedo entender tu reacción y tus palabras. Yo también fui engañado durante muchos años y tuve que ser librado de la falsedad.
Debes saber que es por medio de los hombres que Dios habla, llamando al arrepentimiento (lee La Gran Mentira Expuesta). Él envió profetas para hablar en contra de los pecados de Su pueblo. Él nos envía a hablar la verdad y nada menos hoy. “¿Juzgando?” Dios tiene el derecho de juzgar a quien Él quiera, y si Él envía a un hombre como instrumento para tal deber y propósito, ¿discutirás con Él? Presiento que tus intenciones son buenas, Greg, pero estás equivocado. Tu error se debe al hecho de que no has sido perfeccionado en el conocimiento, una maravillosa bendición desconocida para la mente carnal pero que ciertamente está disponible a quien Dios la da. Hemos sido bendecidos con ese regalo, y solo así podemos hablar. Como dice Juan:
“Mas vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.” (1 Juan 2:20 RVG).
Él no está mintiendo, Greg, ni hablando palabras ociosas. Es la verdad.
No estoy “juzgando por la Palabra de Dios”, como tú dices. Estoy juzgando por Dios, y Su Palabra está de acuerdo. Sin embargo, no es mi juicio, sino el de Él. Si fuera mi juicio, estaría presumiendo rectitud de mi parte, pero no tengo ninguna; tú y yo lo sabemos. Por Su justicia, y solo la de Él, juzgamos. Como Él ordenó: “Juzgad con juicio justo”
Víctor