“Por tanto, he aquí, estoy contra los profetas — declara el SEÑOR — que se roban Mis palabras el uno al otro. He aquí, estoy contra los profetas — declara el SEÑOR — que usan sus lenguas y dicen: “El SEÑOR declara.” He aquí, estoy contra los que profetizan sueños falsos — declara el SEÑOR — y los cuentan y hacen errar a Mi pueblo con sus mentiras y sus presunciones, cuando Yo no los envié ni les di órdenes, ni son de provecho alguno para este pueblo — declara el SEÑOR.” (Jeremías 23:30-32)
El escrito de Kenneth Leckey, “¡He aquí el Hombre!” sirve como plataforma para refutar las ideas religiosas de los hombres carnales acerca de Quién es Jesucristo dando a conocer Su identidad plenamente:
“Súbete a un alto monte, Oh Sion, portadora de buenas nuevas. Levanta con fuerza tu voz, Oh Jerusalén, portadora de buenas nuevas; Levántala, no temas. Dile a las ciudades de Judá: ¡Aquí está su Dios!” (Isaías 40:9 NBLH)
Nuestro entendimiento no viene de los hombres ni de nuestra propia opinión, sino de Dios Mismo, la Inmutable Verdad. Las interpretaciones humanas de Él y de Su Santa Palabra nunca bastarán:
“Pero ante todo sepan esto, que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal.” (2 Pedro 1:20 NBLH)
El Espíritu, Quien hizo el ojo en lo físico, abre nuestros ojos a Él en lo espiritual:
1 Corintios 2:11-16 RVG
(11) Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.
(12) Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que es de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado;
(13) lo cual también hablamos, no con palabras que enseña la humana sabiduría, sino con las que enseña el Espíritu Santo, acomodando lo espiritual a lo espiritual.
(14) Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
(15) Pero el que es espiritual juzga todas las cosas; mas él no es juzgado por nadie.
(16) Porque ¿quién conoció la mente del Señor, para que le instruyese? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.
El Segundo Mandamiento nos prohíbe usar la conjetura y la opinión para hacernos una imagen de Dios. Tal cosa es hacer un ídolo. El hombre no puede retratar, presentar, o transmitir con precisión la Naturaleza de Dios mediante algo que él ha concebido en su propia imaginación. Al hacerlo, él sólo se proyecta a sí mismo como Dios, y sin saberlo puede estar blasfemando, como lo hace Leckey en si escrito, causando de esa manera que otros blasfemen.
Hay dos errores grandes en el artículo de Leckey:
Uno, Leckey habla del Señor como si Él fue, en los días de Su carne, igual que los demás hombres. Nada podría estar más lejos de la verdad, sin embargo, de acuerdo con Su naturaleza y ser esencial:
“Porque convenía que tuviéramos tal Sumo Sacerdote: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores, y exaltado más allá de los cielos.” (Hebreos 7:26 RVG)
Dos, Leckey presenta al Señor como un ejemplo a seguir. Sin embargo, para los hombres nacidos de la carne, es imposible seguir a Jesucristo. Uno tiene que nacer del Espíritu para seguirlo, lo cual no es igual que imitarlo, sino seguirlo según Él nos guíe en el presente. En esto Él hace que los que son uno con Él, igual que Él fue Uno con el Padre, venzan como Él venció.
Es un asunto muy serio quebrantar la Ley de Dios haciendo una falsa imagen del Aquél que se sienta en el trono del Cielo. Al corromper a la vista de los hombres aquello que es santo en incorruptible, los falsos maestros les roban la vida a los hombres, la cual solamente se encuentra en el verdadero Señor Jesucristo y Su Evangelio. Usted puede estar seguro de que ningún otro Cristo, evangelio, o camino termina bien:
Deuteronomio 29:19-20 SSR
(19) “Y sea que, cuando el tal oyere las palabras de esta maldición, él se bendiga en su corazón, diciendo: Tendré paz, aunque ande según el pensamiento de mi corazón, para añadir la embriaguez a la sed.
(20) El SEÑOR no querrá perdonar al tal; antes humeará luego el furor del SEÑOR y Su celo sobre el tal hombre, y se asentará sobre él toda maldición escrita en este libro, y el SEÑOR raerá su nombre de debajo del cielo.”
“Entonces será revelada la gloria del SEÑOR, y toda carne a una la verá, pues la boca del SEÑOR ha hablado.” (Isaías 40:5 LBLA)
En este escrito, Kenneth Leckey presenta la enseñanza y opinión de A.P. Adams de que Jesucristo compartió la naturaleza caída con toda la humanidad, y que estaba bajo la maldición del pecado, igual de débil que cualquier otro hombre, para poder servir como un modelo adecuado. De acuerdo con Leckey y Adams, Jesucristo era un hijo de Dios, aunque inferior en naturaleza a Adán (antes de la Caída), y sin duda, no era Dios Mismo.
Sin embargo, aquí está mi respuesta: Si usted mira un ave que camina como pato, nada como pato, vuela como pato y grazna como pato, entonces usted concluirá que ese es un pato. Si usted ve a un hombre que camina como Dios, habla como Dios, hace las obras de Dios, y tiene todos los atributos de Dios, entonces usted ha visto a Dios. Eso es lo que el Mismo Jesucristo dijo cuando uno de Sus discípulos se le acercó y le pidió que le mostrara al Padre:
Juan 14:8-11 RVG
(8) “Señor, muéstranos al Padre y nos basta,” le dijo Felipe.
(9) Jesús le dijo: “¿Tanto tiempo he estado con ustedes, y todavía no Me conoces, Felipe? El que Me ha visto a Mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’?
(10) ¿No crees que Yo estoy en el Padre y el Padre en Mí? Las palabras que Yo les digo, no las hablo por Mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en Mí es el que hace las obras.
(11) Créanme que Yo estoy en el Padre y el Padre en Mí; y si no, crean por las obras mismas.”
Si usted está viendo la divinidad, usted está viendo a Dios, aunque usted no reconozca lo que esté viendo; Dios es Espíritu, no carne, y la carne no lo comprende a Él. Usted no mira la divinidad (a Dios) con los ojos externos de la carne, sino por revelación espiritual interior. Aquí es donde surge tanta confusión en los círculos religiosos, como se tipifica por el error de la enseñanza de Adams. Los hombres usan sus sentidos carnales para retratar a Dios, a Quien ellos no conocen. Jesucristo, la Naturaleza de Dios expresada totalmente en forma humana, solamente puede ser visto cuando Dios ha abierto nuestros ojos espirituales. Esto es lo que Jesús declaró cuando Pedro dijo que Él era el Hijo del Dios viviente:
“Bienaventurado eres Simón hijo de Jonás; porque no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en el Cielo.” (Mateo 16:17 RVG)
En esta refutación a Leckey y Adams, mostraré claramente mediante las Escrituras y por la lógica irrefutable que Jesucristo es Dios Todopoderoso, Quien, aunque apareció en la carne como hombre, no fue un hombre ordinario como ellos alegan.
Jesucristo no es un segundo dios, ni un sub-dios, semi-dios, cuasi-dios, ni parte de un dios trino, sino el mismo Dios, Señor de señores, el Creador de todas las cosas. Cuando Él vino en la carne, nunca antes había habido un hombre como Él, y no lo ha habido desde entonces. Si algún hombre es como Él ahora, es porque esa persona ha nacido de nuevo, recibiendo Su Espíritu – igual que Jesús, en Su cuerpo físico, fue concebido por el Espíritu de Dios.
Responderé a las muchas objeciones que Adams, Leckey y compañía usan para oponerse al hecho de que Jesucristo es Dios (y estas objeciones son comunes para muchos) y Señor de sus vidas, junto con otros errores, para que ustedes puedan saber con certeza que Jesucristo es en efecto el Señor Dios Todopoderoso, y que puedan encontrar paz con Dios a través de Él.
Leckey comienza su escrito citando a H.G. Wells:
“La historia en los inicios del cristianismo es la lucha entre las verdaderas enseñanzas de Jesús de Nazaret y las limitaciones, amplificaciones y malos entendidos de los mismos hombres inferiores quienes lo habían amado y seguido a Él desde Galilea… Los primeros nazarenos, como llamaron a los seguidores de Jesús, desde el comienzo presentan un espectáculo de gran confusión entre estos dos hilos, Sus enseñanzas, por una parte, y los matices e interpretaciones de los discípulos por otra parte. Por un tiempo, ellos continuaron Sus disciplinas de la completa subyugación del yo….”
Para Wells, igual que para muchos otros, Cristo es meramente una figura histórica Quien les enseñó a los hombres la forma en que ellos debían seguir a Dios. De acuerdo con Wells, después que Jesús ascendió al Cielo, los discípulos quedaron dependientes de sus propios recursos limitados para asimilar y manifestar Sus enseñanzas. Siendo inferiores, no tardaron mucho en confundirlo todo. Wells llama a este fracaso el “alejamiento de la fe.”
¿No está esa fe destinada a fracasar? ¿Cómo pueden los de naturaleza inferior llegar a ser superiores? ¿Puede un hombre levantarse a sí mismo de las correas de sus zapatos? ¿Cómo puede ser que Cristo, Quien por Su superioridad, vino a poner Su vida por todo el mundo, y es llamado Salvador de todos los hombres, no pudiera ayudar a los más cercanos a Él a “enderezarse”? ¿No los escogió Él a ellos? ¿No dijo Él que Él los guardaría?
Wells llama a Cristo mentiroso o impotente o las dos cosas. ¿Qué sabiduría hay en que Dios envíe a Su Hijo si los hombres son incapaces de seguirlo a Él? Pero ¡precisamente por eso es que Dios Lo envió! El Salvador es el poder de Dios que transforma a los infieles en los fieles y victoriosos hijos de Dios.
Las Escrituras cuentan esta última historia, una muy diferente a la percepción sin fe que tiene Wells de lo que sucedió. El Libro de los Hechos registra cómo los seguidores de Cristo fueron llenos con Su Espíritu en el día de Pentecostés, y quedando desde entonces capacitados para hacer Su obra y comportándose como si Cristo no sólo estaba presente con ellos, sino dentro de ellos, ¡porque allí estaba Él!
La posición de Wells resume la incredulidad del hombre, la cual dice así: Jesucristo pasó a la Historia, y, por lo tanto, estuvo y ya no está presente Personalmente para trabajar en y a través de los que creen en Él por el poder de Su Espíritu morando en ellos. Ahora cada hombre está por su cuenta; cualquiera que profesa a Cristo está solo para hacer lo mejor que él o ella pueda en imitar al Maestro. Esto es contrario a lo que Jesús les dijo a Sus seguidores (“Yo estaré con ustedes para siempre, hasta el fin del mundo”), y contrario a sus testimonios:
Hechos 4:27-30 RVG
(27) “Pues verdaderamente se juntaron contra Tu Santo Hijo Jesús, a Quien Tú ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel,
(28) para hacer lo que Tu mano y Tu consejo habían predeterminado que se hiciese.
(29) Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a Tus siervos que con todo denuedo hablen Tu Palabra;
(30) y extiende Tu mano para que sanidades, y milagros y prodigios sean hechos por el Nombre de Tu Santo Hijo Jesús.”
El apóstol Pablo dijo que no era él quien hacía las obras, sino que era Cristo Quien vivía en él (1 Corintios 15:9 RVG). Eso no es imitación. La fe de Pablo no estaba en seguir preceptos, en la forma que Wells caracteriza la fe cristiana, y, por lo tanto, según él, Pablo falló al objetivo de Cristo porque no dio el ancho para la tarea, siendo un hombre de inferior habilidad.
Seguir preceptos para ser como Dios era lo que hacía Pablo antes de conocer a Cristo, cuando él perseguía a la Iglesia de Dios, el Cuerpo místico de Cristo. Fue después de que Pablo pasó de la religión muerta y de vivir por la letra de la Ley, de acuerdo con su propio poder e interpretación, a vivir por la fe del Hijo de Dios, que él tuvo el poder de Dios para vivir la vida de Jesús. Luego, dice él, “Para mí el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21).
Para Leckey y Wells, dos semillas idénticas en cuanto a su ignorancia de la existencia de la auténtica fe, es un asunto de imitación y de hacer lo correcto por tener delante de uno al modelo de Jesús para imitar. Se supone que este modelo debe inspirar a la humanidad para expresar una divinidad innata – si alguno resulta de calidad inferior en ese departamento, mala suerte.
La verdad es que la vida que Jesucristo vivió está tan lejos de cualquier cosa humanamente posible, que para quienes apenas perciben cómo vivió Él y qué hizo Él, les resulta exactamente lo opuesto a inspiradora. Tratar de alcanzar Su estado de divinidad siguiendo Su ejemplo es extremadamente desmoralizante. Uno no puede tener más éxito imitando a Cristo que si uno estuviera encerrado en un cuarto con una estufa, una olla y un poco de paja queriendo cocinar y fundir oro.
¿Puede uno vivir sin pecar? Tal vez usted no piense que está pecando. El joven rico pensó que él guardaba la Ley, igual que Saulo de Tarso.
¿Qué hay de esto entonces? ¿Puede usted dejarlo todo y a todos los cercanos a usted, conseguirse doce discípulos, hacerlos que ellos lo dejen todo y a todos para seguirlo a usted, llevarlos al camino y predicar libremente en áreas públicas, respondiendo y sanando a todos los que se acerquen, y proveyendo para todos los que estén con usted? ¿Puede usted ordenarle al viento que se calme y caminar sobre el agua? ¿Puede usted ser malentendido por todos, aun por sus compañeros más cercanos, y aun así mantener su dirección y seguir inconmovible en la confianza en Dios? ¿Puede usted prevalecer a pesar de la mortal oposición de los poderes religiosos que no creen en su “auto-designada” prédica? ¿Puede usted intencionalmente meterse al avispero, sabiendo que será azotado y crucificado, poniendo su vida por las mismas personas que lo odian a usted? ¿Puede usted ponerla, y luego levantar su propio cuerpo de entre los muertos? ¿Se podrá decir de usted que el más grande de los profetas que haya vivido, sea Juan el Bautista o Moisés, no es digno de desatarle sus zapatos? ¿Ninguna persona puede venir a Dios si no es por usted?
¿Cómo pueden hombres como Leckey y Adams estar tan engañados acerca de Cristo que ellos presumirían decirle a usted que usted puede ser igual que Él simplemente imitándolo a Él? ¿Qué razón podría haber sino que ellos no saben de qué están hablando, y no les interesa saberlo? Ellos pueden profesar que creen en Él, pero no creen. Ellos creen en sí mismos.
Ellos conocen a Cristo en una base intelectual de autoservicio, haciéndolo a Él a la imagen de ellos y llamándole a eso “Jesucristo.” Como Cristo hizo las obras de Dios, ellos también se están haciendo a sí mismos equivalentes a Dios. Al decirles a todos que ellos pueden ser como Cristo (Dios), ellos les niegan a sus oidores la salvación que viene por recibir al unigénito y superior Hijo de Dios como su Salvador, y le roban a Él el honor y adoración que le corresponde. Ellos imponen una carga imposible sobre los hombres para que se exalten a sí mismos, pero ellos no pueden (y no lo harían) llevar a cabo lo que sugieren.
Ese espíritu y actitud son totalmente anti-Cristo, es decir, el hombre tomando el lugar de Cristo, Quien es Dios.
Wells presenta estas preguntas centrales:
“Jesús se llamó a Sí Mismo el Hijo de Dios y también el Hijo del Hombre; pero él puso poco énfasis en Quién o Qué era Él, y mucho sobre las enseñanzas del reino…. ¿Era Jesús Dios? ¿O lo había creado Dios? ¿Era Él idéntico con Dios o aparte de Dios? …
Para el cuarto siglo de la era cristiana encontramos a todas las comunidades cristianas tan agitadas y exasperadas por argumentos tortuosos y escurridizos acerca de la naturaleza de Dios así como bastante negligentes de las enseñanzas más simples de la caridad, el servicio y la hermandad que Jesús había inculcado.”
Lo que Wells no sabe ni reconoce es que las enseñanzas de Cristo son Quién es Él. Usted no puede separarlo a Él de Sus enseñanzas, y usted no puede cumplir con Sus enseñanzas sin que Él viva dentro de usted. Jesús dijo que Él es el camino, la verdad y la vida. Él no dijo eso acerca de Sus enseñanzas. Por lo tanto, usted no puede absorber y manifestar Sus enseñanzas a menos que usted lo haya absorbido a Él. Es por eso que Él dijo:
“Yo soy el pan vivo que descendió del Cielo; si alguien come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que Yo también daré por la vida del mundo es Mi carne…. En verdad les digo… que si no comen la carne del Hijo del Hombre y beben Su sangre, no tienen vida en ustedes.” (Juan 6:51-53 NBLH)
La vida está en Él, no en nosotros, ni en las palabras de una página. Imitar a Cristo, el objetivo de Su aparición y ministerio según los de las creencias que estamos examinando, es realmente el camino de la religión falsa. Es falsa porque depende de, y es energizada por, los esfuerzos del hombre en entender, amar, adorar y vivir en hermandad, en vez del amor y sabiduría de Dios que resultan de tener Su vida. Si el hombre pudiera cumplir con la tarea, y tuviera dentro de sí mismo el hacer estas cosas, ¿para qué le fue enviado un Salvador a salvarlo? Quienes atribuyen al hombre el poder de la imitación divina, representan el mismísimo espíritu farisaico que crucificó a Cristo.
El hombre naturalmente rechaza a Dios, prefiriendo mantener su propio consejo, lo cual es la razón por qué él necesita al Salvador en primer lugar. La religión de “Hazlo-tú-mismo” rechaza al Salvador (a pesar de lo que ella dice) y, según Dios, es por lo tanto responsable de toda la sangre derramada en la tierra:
“Y en ella fue hallada la sangre de los profetas, de los santos y de todos los que habían sido muertos sobre la tierra.” (Apocalipsis 18:24 NBLH)
A menos que usted sepa Quién es Cristo por revelación personal, y que Él viva dentro de usted por Su Espíritu, usted no puede servir a Dios o a la humanidad provechosamente en las cosas de Dios. Solamente teniendo Su Naturaleza y caminando en Su poder, puede uno hacer las obras de Dios. Esas serán auténticas obras y no imitaciones. Comprenda que el hecho que vivamos en un mundo lleno de fe falsa no significa que no haya fe Real. Por lo tanto, con más razón, la fe Real brilla mucho más cuando Él aparece.
Los verdaderos creyentes en Dios saben que Cristo es Dios porque Él los capacita para dejar todo lo que deben dejar y para caminar con Él. Lo que era imposible para el hombre es posible para Dios a través de Cristo. Si usted de verdad sabe algo acerca de Él, y fervientemente trata de imitarlo a Él, pronto descubrirá que usted es inútil. Antes que Cristo se le revele, usted piensa, igual que Leckey, que usted es como Dios para determinar el bien y el mal, y que usted puede escoger el bien por su propio poder. Así es como uno puede ser engañado, aunque hable tan sinceramente en su error y equivocación.
Cuando yo digo que usted tiene que saber que Cristo es Dios Todopoderoso, obviamente no estoy hablando de un conocimiento doctrinal intelectual. Estoy hablando de un conocimiento experiencial. Este conocimiento viene por fe, la cual es un regalo, y no es algo que uno puede lograr por imitación ni por ningún otro medio.
Si usted tiene esta fe y cree – o sea que depende totalmente de Dios a través de Jesucristo en todo lo que usted es y hace – usted no perecerá en sus pecados. Cristo lo salvará. (De hecho, si usted tiene fe eso ya es una muestra de Su salvación en proceso). Usted aprenderá la diferencia entre el espíritu y la carne, la vida y la muerte, la luz y las tinieblas, la justicia de Dios y la justicia propia. ‘
Hasta que usted nazca de nuevo, sólo tiene tinieblas por dentro. Cuando la verdadera Luz haya empezado a brillar en su corazón, usted sabrá por fe quién y qué es usted, porque en la Luz de Cristo podrá ver. Por eso es que nosotros somos enviados a predicar de Él, la Luz de todos los hombres, y no la imitación de Él, ni ninguna otra cosa, aunque establecemos y sostenemos Su Ley como el reflejo de Su verdadera Esencia y Naturaleza.
La Ley de Dios, la cual es la base de las moralejas y enseñanzas de Jesús a las cuales se refiere Wells, fue manifestada en Cristo y revelada en la pecaminosidad del hombre:
“Al ver esto, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús, diciendo: “¡Apártate de mí, Señor, pues soy hombre pecador!” (Lucas 5:8 NBLH)
Así como Cristo manifiesta la perfección de la Ley de Dios, así la Ley demuestra la necesidad del hombre de tenerlo a Él, el Salvador, para caminar en ella. Él revela tanto el problema como la solución. Es Dios Quien nos abre los ojos para ver, y los oídos para oír. Solamente Él puede darles a los hombres los sentidos para arrepentirse y aprender a caminar como deben.
Leckey escribe que el Getsemaní (el huerto donde el Señor agonizó por Su inminente crucifixión) ilustra la humanidad de Cristo:
“Él no era Dios fingiendo ser hombre; más bien un hijo de Abraham que estaba a punto de probar la muerte por todos los hombres.”
¿Quién dice que Dios, por haber tomado carne y sangre cuando Él envió al unigénito Hijo al mundo, estaba fingiendo ser hombre? Él era hombre. Pero ¿era Él solamente un hijo de Abraham? Él era mucho más, como les dijo Jesús a los descendientes de Abraham:
“Entonces Jesús les preguntó: ¿Cómo es que dicen que el Cristo (el Mesías) es hijo de David? Pues David mismo dice en el Libro de los Salmos: el Señor dijo a Mi Señor: ‘Siéntate a Mi diestra, hasta que ponga a Tus enemigos por estrado de Tus pies.’ David, por tanto, Lo llama ‘Señor.’ ¿Cómo, pues, es Él su hijo?” (Lucas 20:41-44 NBLH)
El Mesías no estaba fingiendo ser hombre. Él derramó sangre verdadera en la cruz. El hecho que haya sido el Hijo de Dios Quien derramó Su sangre lo hace mucho más poderoso. ¿Quién disputa eso? El único fingimiento que estamos viendo aquí es el de los hombres que presumen tener el poder de Cristo para ejercer la piedad cuando ellos no pueden.
Dios se hizo hombre, en todos los aspectos como nosotros, sólo que sin pecado. Eso Lo hacía – a Jesucristo – único, pues nunca hubo, o ha habido, un hombre igual. Solamente el Único sin pecado fue hallado digno de abrir el Libro de la Vida:
“Y yo lloraba mucho, porque ninguno fue hallado digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. Y uno de los ancianos me dijo: No llores; he aquí el León de la tribu de Judá, la raíz de David, que ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.” (Apocalipsis 5:4-5 RVG)
En los días de Su carne, se dijo de Jesús:
“¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” (Juan 7:46 NBLH)
Ahora, sabemos que Dios es un Espíritu omnipotente, y no un hombre. Sin embargo, eso no imposibilita a Dios, el Espíritu Omnipotente, hacerse hombre. ¿Quién puede negar que Dios tenga ese poder, y quién puede probar que Él no lo ejercitaría o que no lo haya hecho? Estaría diciendo que la Biblia no dice la verdad. Lea el capítulo dieciocho de Génesis para empezar.
Leckey menciona que el padre de Juan el Bautista profetizó que Juan sería el profeta del Altísimo, que iba delante del Señor para preparar el camino para Su venida. No sabemos por qué Leckey trae esto a nuestra atención, porque no hace nada con eso, pero ¿significa eso que nosotros debamos ignorar lo que claramente se dice allí? ¿A Quién fue que Juan presentó a Israel?
“Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la faz del Señor, para preparar Sus caminos; para dar conocimiento de salvación a Su pueblo, para remisión de sus pecados, por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que la aurora nos visitó de lo alto, para dar luz a los que habitan en tinieblas y sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz.” (Lucas 1:76-79 RVG)
¿Desde cuándo algún hombre ha sido llamado el “Altísimo”? ¿Quién es el Altísimo si no Dios Todopoderoso? ¿Quién es más exaltado que Él? Y ¿Quién sino Dios puede salvarnos de nuestros pecados? Los judíos sabían la respuesta, habiendo sido enseñados por Dios:
“Entonces los escribas y Fariseos comenzaron a razonar, diciendo: ‘¿Quién es Éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?’” (Lucas 5:21 NBLH)
Además, ¿Quién es el Amanecer de lo alto que trae luz a los que están en tinieblas, sino Dios?
“Este es el mensaje que hemos oído de Él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él.” (1 Juan 1:5 RVR)
Sabemos que ningún ser humano ordinario puede ser la Luz que ilumina a cada persona en el mundo:
Juan 1:6-10 NBLH
(6) Vino al mundo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan.
(7) Este vino como testigo para testificar de la Luz, a fin de que todos creyeran por medio de Él.
(8) No era él la Luz, sino que vino para dar testimonio de la Luz.
(9) Existía la Luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre.
(10) Él estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no Lo conoció.
En otras palabras, Dios, Quien es luz, se hizo carne, un ser humano llamado Jesucristo. Juan llama a Cristo la Luz. Él también dice esto sobre Él:
“Pero si andamos en la Luz [Cristo], como Él [Dios] está en la Luz [Cristo], tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús Su Hijo [de Dios] nos limpia de todo pecado.” (1 Juan 1:7 NBLH)
Jesucristo es el Camino de Dios para traer Luz y Vida a la humanidad, para hacer al hombre a Su imagen. De tal palo tal astilla. Solamente Dios puede engendrar hijos de Dios. Por eso es que Él se hizo hombre, para construir una habitación para el hombre en Él, y Él en el hombre. Él se identificó con el hombre y así proveyó la forma para que la raza humana naciera de arriba y se identificara con Él.
Leckey tiene razón al decir que Jesús es el Hijo de Dios pero no Dios el Hijo. Por lo menos Él no es esto último como lo dicen los trinitarios, quienes usan esa descripción para designarlo a Él como otro ser, separado de Dios. Jesús es el Hijo de Dios porque Dios se concibió a Sí Mismo en forma humana, Su Esencia localizada en tiempo y lugar en un cuerpo de carne y sangre, igual que cualquier hombre, mientras que Él, el Padre de los espíritus, reinó sobre todos los reinos, como siempre. Cristo no es Dios Hijo porque todavía solamente hay un Dios, aunque Él directa e independientemente se manifestó a Sí Mismo como ser humano en nuestra dimensión.
De igual forma está el Espíritu de Dios, Quien también es llamado el Espíritu de Cristo (1 Pedro 1:11 y Romanos 8:9), pero no hay Dios Espíritu o Cristo Espíritu. Si así fuera, en realidad habría cuatro dioses en uno en vez de tres en uno, una “Cuadranidad.” Pero toda la idea de dioses múltiples es confusión y tonterías.
¿Cómo puede Dios manifestarse en más de un reino? De la misma forma en que Él puede concebirse a Sí Mismo en una virgen sin necesidad de un hombre – a través del poder de Su Espíritu. Su reinado y presencia penetra todos los reinos, visibles e invisibles. Negar la expresión de Su poder es negar que Dios está activamente involucrado y reinando sobre todas las cosas de este mundo.
Por medio de una virgen que dio a luz, Dios entró en nuestra esfera de existencia como uno de nosotros. Aunque Él era Dios (Espíritu), Él vivió una vida como el Hijo del Hombre (carne y sangre) en sujeción a la voluntad del Padre (Espíritu).
Por eso es que Jesús oró a Dios, y habló de Él como el Padre. Él estaba confinado a un cuerpo y a las debilidades a que son propensos todos los hombres, siendo carne y sangre, y dependió de Dios para vencerlas, igual que dependemos nosotros. Siendo Dios en Espíritu, Él fue capaz de hacer lo que ningún hombre pudo jamás hacer, lo cual es depender perfectamente del Padre en la debilidad de Su carne.
Para los que encuentran la aparente contradicción de que Dios sea Padre e Hijo, simultáneamente en el Cielo y en la tierra, algo insuperable, consideren algunas de las contradicciones de su propia posición, las cuales demuestran la debilidad de sus argumentos lógicos contra esta verdad. Más atrás yo cité donde Jesús le dijo a Felipe que quienes lo han visto a Él han visto al Padre.
Pregunta: Si el Hijo no es el Padre, ¿cómo entonces puede Jesús decir que ellos han visto al Padre viendo al Hijo? ¿Cuál sería el punto de ver al Padre entonces? ¿O es que ninguno de los nacidos de Dios podrá jamás mirar a su propio Padre?
Jesús dice que Él está en el Padre y el Padre está en Él. Él también dice: “El que en Mí cree, las obras que Yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque Yo voy al Padre” (Juan 14:12 RVR)
Pregunta: ¿Cómo puede Él ir a Su Padre si, como Él dijo: “Créanme que Yo soy en el Padre y el Padre es en Mí”? ¿No está Él allí ya?
Pregunta: Si, como alegan los proponentes de la doctrina de la trinidad, el Hijo es co-igual con el Padre, ¿cómo es que Jesús dice: “Las Palabras que Yo les hablo no las hablo de Mí Mismo, sino que el Padre Quien mora en Mí, Él hace las obras”? O ¿cómo es que Él dice: “Mi Padre mayor es que Yo” (14:28)?
Ustedes podrán hacernos algunas de estas preguntas a nosotros porque estas declaraciones parecen indicar más de un Ser, y por lo tanto contradicen lo que decimos, pero consideren que también contradicen lo que ustedes dicen. Así que, ¿cómo pueden estar tan seguros de su posición entonces?
Esto decimos nosotros, que nosotros conocemos al Padre porque conocemos al Hijo, y conocemos al Hijo porque conocemos al Padre, y sabemos que Él es Uno. “Oye, Israel, el Señor tu Dios uno es.”
¿Es importante para nosotros que usted entienda esta verdad? No. Para nosotros es importante que el Señor sea glorificado en el Hijo, el Cual somos nosotros.
Al rendir Su voluntad como ser humano, Jesús pavimentó el camino para que nosotros hiciéramos lo mismo – rendir nuestras vidas en Él, como lo deseable y necesario para nuestra salvación. No hemos sido capaces de hacer esto por nuestra propia cuenta, estorbados por el pecado y prisioneros de nuestro egoísmo y carnalidad, hasta que Dios (Cristo) vino a nuestro reino y nosotros vencimos por medio de Él. En Cristo los mandamientos y promesas de Dios se juntan – nosotros cumplimos la Ley de Dios, venciendo al pecado y la carne, y Dios cumple Su destino en nosotros. ¡Gloria Aleluya!
Su destino glorioso es:
“Y el séptimo ángel tocó la trompeta; y fueron hechas grandes voces en el Cielo, que decían: Los reinos de este mundo han venido a ser de nuestro Señor, y de Su Cristo; y reinará para siempre jamás.” (Apocalipsis 11:15 RVG)
Dios hará que todos los hombres Lo conozcan y Le sirvan a Él, siendo libres de la corrupción del pecado que trae muerte, para que caminen en Su justicia que es vida. “Él reinará,” no “Ellos,” porque no hay dos Señores, sino un Señor Dios, Cuyo Reino llenará la tierra. Nuestro Señor reina porque Su Cristo venció el pecado, no para Él Mismo, sino por nosotros y dentro de nosotros. Cuando esta victoria se hace nuestra por Su fe y nuestra obediencia en esa fe, entonces experimentamos que los reinos de este mundo llegan a ser de Dios a través de Su Cristo. ¡Alabado sea Dios! Lo que Él ha hecho en uno, Él lo hará en todos.
Un buen punto que menciona Leckey es que Jesús no se menciona en la lista de hombre y mujeres de fe en el capítulo 11 de Hebreos. Seguramente como nuestro “perfecto modelo” Él debería encabezar la lista de testimonios inspiradores. Pero Él no está allí. ¿Por qué? La respuesta es que Jesús no es nuestro modelo de fe; Él es el Autor y Perfeccionador de la misma. Aquél que nos da fe y nos perfecciona en ella es mucho más que un ejemplo o modelo. Leckey difiere con el comentario explicativo de este versículo en la Biblia de Barnes, lo cual está equivocado:
“El significado [Autor y Consumador de nuestra fe] es que él es el primero y el último como ejemplo de fe o de confianza en Dios – ocupando aquí, como en todo lo demás, la pre-eminencia, y siendo el modelo más completo que se puede poner delante de nosotros.”
Multitudes de religiosos que presentan a Jesucristo como un modelo a seguir, o que dicen que ellos Lo siguen como tal, no están viviendo según Su ejemplo, ¿o sí? Todo lo contrario. Millones claman estar siguiendo Su ejemplo, y ¿a dónde los está llevando eso junto con este mundo? A pleitos, confusión, hipocresía, enfermedad, catástrofes, apatía, rebelión, favor para con los destructores, persecución de los pacificadores, avaricia rampante y lujuria encubierta por la falsa piedad. La lista sigue y sigue, y solamente puede ponerse a los pies de quienes les dicen a otros que ellos deberían seguir el ejemplo de Jesús.
No, Jesucristo no vino a darnos el perfecto ejemplo a seguir, y a poner esta carga en otros. Él dijo, “Síganme,” no, “Sigan Mi ejemplo.” Él les dijo a Sus apóstoles: “Alimenten Mis ovejas,” no, “Díganles que se las arreglen con el conocimiento que ustedes les han dado, de modo que puedan hacerlo ellos mismos.” ¿Con qué se alimentan Sus ovejas? Con Él.
Seguir a Cristo es tener una relación con el Dios viviente, guiados por Su Presencia en la cual Él concibe, por Su Espíritu, una nueva naturaleza en un ser humano que crece hasta tener Su semejanza. Seguir a un modelo es lo que hace el hombre guiándose a sí mismo en su concepción de Dios, donde cada persona hace lo que es correcto a sus propios ojos. Quienes hacen eso están siempre aprendiendo pero nunca llegan al conocimiento de la Verdad. Jesucristo es la Verdad.
Leckey llama a su modelo hecho por hombres “Jesucristo,” pero ese no es el Señor Jesucristo. Es un hombre muerto hecho a imagen de Leckey. Viene el tiempo cuando todos los que siguen ese camino oirán algo diferente de parte de a Quien ellos presumen copiar:
“Estas cosas hiciste, y Yo he callado; pensabas que de cierto sería Yo como tú; pero Yo te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos.” (Salmo 50:21 RVG)
Barnes continúa:
“La frase ‘el iniciador de la fe,’ o el líder de la fe, expresaría la idea. Él está a la cabeza de todos los que han proporcionado un ejemplo de confianza en Dios, porque él mismo fue la instancia más ilustre de esos. La expresión, entonces, no significa propiamente que él produzca fe en nosotros, o que nosotros creamos porque él nos haga creer – cualquiera sea la verdad sobre eso – sino que él está a la cabeza como el más eminente ejemplo al que nos podemos referir sobre el tema de la fe.”
Si Barnes no puede declarar la verdad acerca de estas cosas, ¿para qué se molesta él en hacer que todos pierdan el tiempo con su comentario? Pero nosotros sabemos la verdad y la hablamos sin disculparnos; nada menos servirá. El “iniciador de la fe” no es asunto de que Cristo sea un eminente ejemplo, sino de que es preeminente como iniciador de la fe, El Que nos llama y nos escoge, haciéndonos querer y hacer Su buena voluntad:
“No Me elegisteis vosotros a Mí; sino que Yo os elegí a vosotros; y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en Mi Nombre; Él os lo dé.” (Juan 15:16 RVG)
Si usted profesa que cree pero no experimenta estas cosas, usted todavía no ha llegado a Su fe.
Sin Jesucristo nadie tiene la fe que resulta en la obra correcta de Dios:
“Mas ahora, aparte de la Ley, la justicia de Dios es manifestada, siendo testificada por la Ley y los Profetas; la justicia de Dios que es por la fe de Jesucristo, para todos y sobre todos los que creen; porque no hay diferencia.” (Romanos 3:21-22 RVG)
“Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la Ley, por cuanto por las obras de la Ley ninguna carne será justificada.” (Gálatas 2:16 RVG)
Barnes se equivoca al decir que “el iniciador de la fe” no significa que Cristo produzca la fe de Dios en los que creen. Ese es precisamente el caso:
“Más la Escritura encerró todo bajo pecado, para que la promesa por la fe de Jesucristo, fuese dada a los que creen.” (Gálatas 3:22 RVG)
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros; pues es don de Dios.” (Efesios 2:8 RVG)
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí.” (Juan 14:6 RVG)
Barnes es un hombre más en la multitud de “cristianos” auto-convertidos, pues él no ha recibido el don de fe de parte de Dios a través de Cristo, pero tiene una fe religiosa manufacturada, donde el conocimiento, la filosofía y la creencia humana sustituyen lo verdadero. Para él, la cruz de Cristo es un evento histórico, una doctrina consagrada en una tumba, y no una realidad viviente para el creyente quien también participa en una muerte pública e ignominiosa en este mundo al tomar su cruz con Cristo. Demostrando mi punto, Barnes dice:
“Es difícil para nosotros comprender la fuerza de la expresión, ‘sufriendo el oprobio de la cruz,’ como se entendió en el tiempo del Salvador y los apóstoles. Las formas de ver el mundo han cambiado….”
Al negar la aplicabilidad presente de la cruz y reducir el entendimiento de la misma a un conocimiento carnal e histórico, esta enseñanza hace al viviente Señor Jesucristo inaccesible para quienes la seguirían. Allí el Señor no está presente ni se necesita en ningún lugar. Su exhortación a tomar la cruz es irrelevante, según los “creyentes” incrédulos.
La verdad es que si no nos identificamos con Cristo en el presente, dejando este mundo perverso y soportando la vergüenza de la cruz, no podemos entrar al Reino de los Cielos. Solamente los que pierdan su vida la hallarán. Un evangelio sin cruz, el que estamos refutando aquí, es irreal y fomenta falsas esperanzas que finalmente llevan a la desilusión, a la privación, al desdén, al cinismo y desesperación, con pecados multiplicados, y seguidos por muerte y destrucción, tal como el Señor lo prometió.
Después de eso, Kenneth Leckey cita a A.P. Adams, quien dice él es “especialmente útil para todos los que buscan una respuesta a la pregunta inquisitiva de nuestro Señor: ‘¿Quién dicen ustedes que es el Hijo del Hombre?‘” Adams no demuestra ser útil en este asunto, no porque él sepa de qué está hablando, sino porque su error sirve como telón de fondo para la Luz y verdad que libertará a la humanidad de su negación de Jesucristo como Señor y de los juegos engañosos que se juegan con Su Persona. Estos juegos llevan a los hombres a la imposible tarea de tratar de manufacturarlo a Él sin Su Presencia.
Él empieza tirando la toalla y ridiculizando la verdad de que Cristo es Dios Todopoderoso:
“La doctrina ortodoxa, de que Cristo el Hijo es absolutamente Dios el Padre; — en el lenguaje de los credos; ‘el mismo Dios no creado,’ no solamente es absurda, auto-contradictoria y no Bíblica, sino confusa, engañosa y desalentadora para el alma que busca a Dios.”
Si Cristo el Hijo no es el Padre, Dios Todopoderoso, entonces la pregunta se convierte en: “¿Quién es Él al fin, puesto que hay un solo Dios Quien tiene el mismo título de Cristo como el Único y solo Salvador?”:
Isaías 45:21-23 LBLA
(21) “Declarad y presentad vuestro caso; sí, que deliberen juntos: ¿Quién ha anunciado esto desde la antigüedad y lo ha declarado desde entonces? ¿No soy Yo, el SEÑOR? No hay más Dios que Yo, un Dios justo y Salvador; no hay ninguno fuera de Mí.
(22) Volveos a Mí y sed salvos, todos los términos de la tierra; porque Yo soy Dios, y no hay ningún otro.
(23) Por Mí Mismo he jurado, ha salido de Mi boca en justicia una palabra que no será revocada: Que ante Mí se doblará toda rodilla, y toda lengua jurará lealtad.”
Solamente hay un Dios Quien es nuestro Salvador y ante Quién toda rodilla se doblará y toda lengua confesará. De Jesucristo también está escrito, usando las mismas palabras, que Él es el Señor y Salvador, ante Cuyo trono de juicio todos se presentarán y adorarán:
“Para que al Nombre de Jesús, se doble toda rodilla; de los que están en el Cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para la gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:10-11 RVG)
Si queremos otro testimonio de que Cristo es el Padre, Uno y el Mismo, entonces no tenemos que ir muy lejos, ni torcer las Escrituras como lo hacen Leckey, Barnes y Adams. Podemos simplemente tomarle Su Palabra a Dios:
“Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre Sus hombros. Y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” (Isaías 9:6 NBLH)
El Hijo es el Padre, el poderoso Dios. Solamente Dios es “no creado,” lo cual también declaran las Escrituras sobre Cristo, Quien, en Su oficio como Sacerdote según el orden de Melquisedec, es:
“…sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.” (Hebreos 7:3 RVG)
Continúo con las observaciones de Adams en rojo:
“Si Cristo fuera absolutamente Dios entonces ¿cómo es Él mi modelo? ¿En qué forma me anima a mí su victoria?”
Y:
“Si Jesucristo no empezó desde abajo igual que yo, entonces el hecho de que Él se hiciera camino para salir del horrible pozo de corrupción y muerte no me es de ayuda…”
La noción de Adam es muy antitética a la verdad declarada por el apóstol Pablo:
“Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques contra Dios? ¿Dirá lo formado al que lo formó: Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?” (Romanos 9:20-21 RVG)
¿Cuándo, en alguna realidad, una criatura se ha transformado a sí misma a la exactitud de un modelo por su propia voluntad y poder, especialmente en un modelo tanto más alto que él mismo? ¿En qué parte de las Escrituras existe siquiera una sugerencia de que el Modelo tenga que ser duplicado por la aspirante copia y no por el Modelo, Quien es nada menos que el Creador de todo?
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros; pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:8-10 RVG)
Yo le pregunto a usted: ¿Cómo no es aliento para nosotros Cristo, Dios hecho carne, y Su triunfo por nosotros? ¿Será porque usted todavía cree que puede hacerlo usted solo? Para quienes lo buscan a Él para que venga y les ayude, es el mayor de los alientos saber que Él viene a encontrarnos en el lugar de nuestra necesidad:
“Señor, todo mi anhelo está delante de Ti, y mi suspiro no Te es oculto. Palpita mi corazón, mis fuerzas me abandonan, y aun la luz de mis ojos se ha ido de mí…. Porque en Ti espero, oh SEÑOR; Tú responderás, Señor, Dios mío…. Confieso, pues, mi iniquidad; afligido estoy a causa de mi pecado…. No me abandones, oh SEÑOR; Dios mío, no estés lejos de mí. Apresúrate a socorrerme, oh Señor, salvación mía.” (Salmo 38:9-10,15,18,21-22 LBLA)
“Oh Dios, tú eres mi Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de Ti, mi carne Te anhela cual tierra seca y árida donde no hay agua.” (Salmo 63:1 LBLA)
¿Cómo no va a ser alentador que un salvador venga a uno que esté varado en un desierto o una isla? ¿Será que los que están en un campo de concentración deben rechazar a los vencedores que los libertan? Pero muchos no reconocen su carencia, o al Salvador que viene a rectificarla. Todo lo contrario; ellos están llenos de sí mismos. Fueron estos los que rechazaron al Salvador, su Dios, Quien dijo de ellos:
“Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero ahora, porque decís: ‘Vemos’, vuestro pecado permanece.” (Juan 9:41 LBLA)
En las Escrituras nunca se escribió o sugirió que Cristo fuera nuestro modelo a Quien deberíamos (o podríamos) copiar para alcanzar la santidad. No hay tal instrucción de parte de los profetas y apóstoles o del Señor Mismo. Se nos dice que debemos obedecerlo a Él, pero no tratar de copiarlo. Hay un mundo de diferencia entre las dos cosas. Cuando usted va a trabajar, usted no copia todo lo que su jefe hace – lo despedirían si lo hiciera – sino que usted hace lo que se requiere según la descripción de su trabajo y lo que su jefe le diga que haga. Lo mismo aplica al estar en un ejército, a lo cual se compara ser creyente en Cristo (2 Timoteo 2:3-4).
Jesucristo es Señor, lo cual es mucho más grande y diferente que un modelo a seguir. Los que Él ha escogido son guiados como ovejas por un pastor. Al seguirlo a Él, Él nos transforma (a los llamados por Él), no porque lo imitemos, sino porque Él es Señor y sabe lo que Él está haciendo con nosotros mientras nos conforma a Su imagen en circunstancias diseñadas especialmente para nuestras necesidades. Nuestro destino está totalmente en Sus manos, no en las nuestras. Los que siguen a un modelo están sentados en el asiento del conductor, dirigiéndose a sí mismos. Esos no tienen nada que ver con el Señor Jesucristo. Usted puede estar seguro que a menos que usted oiga Su voz y Lo siga a Él, usted no es una de Sus ovejas.
Adams dice que la carne y la sangre pueden heredar el Reino de Dios. De hecho, él dice que él ya está allí, por virtud del “hecho” (es mentira) de que él está en términos iguales con Cristo (un simple hombre, según él). Eso es lo que estos hombres desean escuchar, que Jesús vino a animarlos en sus obras, Dios usando a Cristo para demostrar que el hombre no regenerado es igual a Él, y que puede hacer la tarea. Esto es absolutamente falso y anti-Cristo. Si el hombre en la carne es igual a Cristo entonces él es igual a Dios – un espíritu y actitud que ha traído sufrimiento indecible a la humanidad. Por eso es que es tan importante que usted sepa que eso es una mentira, y que usted conozca la verdad, a Jesucristo, Dios Todopoderoso y su Salvador.
Dios declara que Él es el Alfarero, y que el hombre es el barro. ¿Se convierte el barro por sí mismo en una réplica de quien le da forma? ¿O hace Quien lo forma lo que quiera con el barro? Esa es la diferencia entre la religión verdadera y la religión falsa, entre los cristianos verdaderos y los falsos. El que es real y verdadero es hecho por Dios; el que es falso es hecho por el hombre y no es real. El primero oye y reconoce al Soberano Creador, y Lo sigue porque él ha sido sometido voluntariamente, mientras que el segundo no Lo oye a Él, sino que Lo rechaza, pero Lo rechaza para poder ser y hacerse a sí mismo como a él le place, sin saber que Dios está haciendo una vasija de deshonra con él.
Cuando las Escrituras hablan de seguir el ejemplo del Señor, se están refiriendo a los que se han apartado de sus pecados, quienes tienen la fe de Cristo y oyen Su voz. Ellos no exhortan a hombres que no se han apartado de sus pecados a ser como Dios por imitación. Solamente los que se han vuelto a Él y han sido bautizados con Su Espíritu pueden ser como Él, porque Cristo vive dentro de ellos, y ellos tienen Su poder para elegir andar por el Espíritu y no según la carne. Esa elección sólo existe para los que han nacido de nuevo, los que han sido vivificados en Cristo.
Por ejemplo, Pedro les dijo a los que tenían la fe de Cristo que cuando ellos sufrían persecución por caminar en Su justicia, también debían seguir Su ejemplo soportando con paciencia. Tanto la causa de la persecución como el sufrimiento de la misma con paciencia son la obra del Espíritu de Cristo en el hombre, y no son algo que el hombre pueda iniciar o actuar en su estado carnal natural. Jesucristo es Dios trabajando Su salvación en el hombre, haciéndolo a la imagen de Dios (Cristo). El cristianismo de imitación es el hombre trabajando en lugar de Dios para satisfacer los deseos de su carne, cualquier cosa que su corazón quiera tener o preservar. Eso puede ser muy engañoso porque viene envuelto en lo que parece una hermosa y brillante veneración de la justicia del hombre.
Pablo les dijo a los creyentes que lo siguieran a él, así como él seguía a Cristo. También aquí, él estaba hablando específicamente a los que están en Cristo y que tienen la Naturaleza de Dios como su herencia y la obligación de caminar en ella. No era asunto de tener un poder independiente de Cristo para llegar a ser como Él, sino del poder y habilidad de seguirlo a Él porque Él está dentro de ellos, y ellos son parte de Su Cuerpo. Las palabras de Pablo no son para los que no han recibido el Espíritu de Dios, y quienes no son parte de Su Cuerpo.
“Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él.” (Romanos 8:9 RVG)
Nosotros miramos personas por todas partes que no han recibido el Espíritu de Cristo, pero ellos asumen, y se les enseña a asumir, que ellos tienen todo lo que uno puede esperar en esta vida de acuerdo con las Escrituras y las promesas de Dios. Algunos, como Adams y Leckey, hablan de Jesucristo como un modelo a seguir, aunque muy pocos de estos tratan en realidad de ser como Él. La mayoría habla de “aceptar” a Cristo, luego de lo cual ellos son “salvos,” aunque ellos profesan que no tendrán vida eterna ni vivirán sin pecar sino después que mueran.
De esta manera ellos se excusan para no tomar la cruz y morir. Ellos rechazan vivir rectamente y sin pecado, aquí y ahora, en Cristo. Estos son los fariseos de la actualidad quienes resisten la venida del Señor en carne por medio de los que creen. El entendimiento de ellos es en el plano natural, en el cual ninguna persona puede conocer a Cristo ni tener las cosas de Dios. La carne está en enemistad con Dios, siempre.
Jesús dijo que ningún hombre sabe Quién es el Hijo sino aquellos a quienes Dios se Lo revela. ¿No le dice eso a usted que Cristo no es un hombre natural, sino Dios Mismo? De otra manera, siendo hombre, Lo podríamos conocer como a cualquier otro hombre:
“Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.” (1 Corintios 2:11 RVG)
Están las cosas de los hombres, y están las cosas de Dios. Jesucristo, como Dios hecho carne, cierra la brecha entre el hombre y Dios. Por causa de Cristo, no hay necesidad de desesperarse porque no haya una forma y ayuda presente para que vivamos en verdadera santidad, y no hay excusa para vivir de otro modo para quienes profesan Su Nombre. El Cristo que predican muchas religiones es ficticio, hecho a la imagen del hombre, y existe en sus propias mentes y espíritus como lo retratan en las blasfemas pinturas vistas en iglesias y otros lugares. Este “Cristo” es totalmente impotente para entregar los beneficios, pero sí trae la ira de Dios sobre quienes lo adoran.
Adams argumenta que si Jesucristo fue Dios Todopoderoso:
“…era imposible que él pecara y él lo sabía; por lo tanto su prueba no era una prueba en lo absoluto, y su triunfo no es de aliento para el hombre caído, ya que las circunstancias de los dos no son para nada similares; el hombre es casi un inútil balón de fútbol para las fuerzas del mal alrededor de él… Si Jesucristo no comenzó desde abajo como donde yo estoy, entonces el hecho de que él se haya hecho el camino de salida de este horrible pozo de corrupción y muerte no es de ayuda para mí….”
Esto es como alegar que un hombre que esté en tierra, que tenga el equipo y la habilidad de salvarlo a usted si usted se está ahogando en el océano, tiene una ventaja injusta, y que no le ofrece a usted esperanza para salvarse a sí mismo de su mortal condición. Aunque él haya estado preparado, con entrenamiento y ubicación especial, y sea capaz de salvarlo, usted lo rechaza porque eventualmente usted se salvará a sí mismo. Eso no es pensar juiciosamente; es locura. Quienes hablan y actúan igual que Adams simplemente no se ven a sí mismos en una condición mortal y en necesidad de Dios el Salvador. Por eso es que lo rechazan a Él como tal.
Los hombres sí necesitan un Salvador, y solamente el Único que es santo y separado de los pecadores puede hacer el trabajo. Los que están en pecado y muerte necesitan a Aquél que no está así – Quien tiene las llaves de la muerte y el infierno. De otro modo, ¿cómo puede llamarse Él su Salvador? ¿Y cómo puede el Salvador ser algo menos que Omnipotente para salvar a los hombres del pecado y de la muerte?
Si los hombres tienen el poder de levantarse a sí mismos de entre los muertos emulando a Jesucristo, no hay necesidad de un Salvador y entonces las Escrituras están en error al declarar que sí es necesario. Los que predican a Cristo como un modelo a seguir están confundidos con lo que está escrito en las Escrituras que ellos dicen creer. El punto general que se establece en la Biblia es que usted tiene necesidad de salvación, y que usted es incapaz de salvarse a sí mismo. No existe tal cosa como suspenderse uno mismo de los cordones de sus propios zapatos.
Leckey dice que él no necesita ser levantado, y que gracias de todos modos. Él ya está bien, equipado con su modelo supremamente inspirado, el cual resulta ser igual a él, otro hombre que la hizo de héroe; ahora Kenneth puede ser el héroe trayéndole a usted el conocimiento del ídolo que él ha hecho, el conocimiento del cual lo “salvará” a usted. A esto es lo que la Biblia llama la obra de las manos del hombre, lo cual es condenado por Dios como algo que usted debe evitar completamente si quiere ver la vida. Estos son los falsos cristos de quienes advirtió Jesús.
Aquí hay un acertijo: ¿Cómo puede un hombre decir que es tan débil e impotente y a la vez creer que puede llegar al Cielo por su esfuerzo propio? Dios le dice a este hombre:
“Tú que decías en tu corazón: Subiré al Cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.” (Isaías 14:13-14 RVG)
Si Leckey conociera la gracia de Dios y Su poder, él no usaría la excusa de ser pobre y en tan miserable condición como excusa para su pecaminosidad. Él sabría que él podría hacer todas las cosas en Cristo Quien fortalece a quienes son Su habitación. Él no estaría tomando el Nombre del Señor en vano, lo cual él hace en su profesión, sino que tendría una confesión positiva con frutos que glorifiquen a Dios. No es Cristo posando como un modelo a seguir el que nos fortalece, sino Su Presencia Real. Cuando Él está con usted, Su sangre lo limpia de todo pecado y Su Espíritu es una ayuda muy presente en las tribulaciones. Esta realidad no es más que un cuento de hadas para uno que hace el trabajo por sí mismo.
El que sigue a un modelo está haciendo el trabajo, con resultados que se ajustan a su habilidad; mientras que el que adora a Cristo, Quien vive dentro de él, tiene resultados conforme la medida de Su poder y habilidad. Nosotros (en Cristo) no somos inútiles balones de fútbol entre las fuerzas del mal. Lejos de eso:
“Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y trayendo cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo.” (2 Corintios 10:4-5 RVG)
Yo no vine a Jesucristo porque yo pudiera salvarme a mí mismo, sino porque no podía. Tampoco supe esto por mi propia cuenta, sino que Dios tuvo que apartarme y revelarme mi condición. Sin revelación, ninguno de nosotros sabe nada acerca de quiénes somos verdaderamente. Estamos en tinieblas y no vemos nada.
Todos pensamos que somos tan fuertes y capaces de escoger lo correcto y hacer lo bueno, porque no hemos estado en la Luz, donde podríamos ver a nuestro Señor y Estándar, y, en comparación, nuestra total corrupción. Cuando lo miramos a El, a Jesucristo, Dios manifestado en carne, nos aborrecemos a nosotros mismos y nos arrepentimos en polvo y ceniza. No nos atreveremos a pensar que podíamos ser como Él; de hecho, caeremos a Sus pies como muertos. (Dios ha dicho que ningún hombre puede verlo a Él y vivir, y cada una de Sus palabras es verdad.) Después de este gran cambio viene la libertad, poder y vida – en Él – todo a su debido tiempo.
El apóstol Pablo dijo que él era el mayor de los pecadores, porque él había perseguido a Jesucristo y matado a Sus santos. Pablo fue cambiado cuando el Señor Jesucristo lo encontró en el camino a Damasco, y él fue tumbado de su caballo y quedó ciego. Él llamó a Jesús “Señor” al mismo tiempo, aunque él no conocía Su Nombre. Pablo no miró a Cristo con los ojos físicos ni con sus sentidos naturales, y ciertamente no lo vio como un modelo a seguir. El don de fe no le vino por imitación, entonces Pablo no predicó de esa manera. Él no dijo: “¡Señor, ahora veo que Tú eres un ser humano que puede ser mi modelo, y esto me inspira tanto!” Por el contrario, él enseñó a los hombres:
“De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ahora ya no Le conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:16-17 RVG)
Después que Pablo confesó a Jesús como Señor, el Señor le ordenó a un hombre llamado Ananías que le impusiera las manos para que su vista fuera restaurada y que recibiera el Espíritu de Dios. Ananías no habló acerca de seguir a Jesús como un modelo. Usted puede hacer lo que usted quiera con un modelo a seguir, seleccionando y escogiendo y haciendo como usted quiera con él, porque usted está a cargo; sin embargo, para los santos ¡Cristo está allí en Persona, hablando y guiándoles como Él quiere!
Él no estaba lejos ni fue quitado de Pablo y Ananías, como una imagen que ellos hubieran reconstruido o conjurado, sino que estaba presente, dirigiéndolos y haciendo que sucediera lo que tenía que suceder. Sólo Dios puede ordenar así, de otro modo Su Nombre y título son mentiras insignificantes. Adams y Leckey están predicando otro Cristo, no el de las Escrituras, Quien se muestra que es Dios y no mentiroso. En lo que ellos dicen que su cristo no es el Todopoderoso ellos hablan verdad. El dios de ellos es la mentira, la de las obras (obra de hombre), y no de la gracia (obra de Dios).
Adams dice:
“…lo que yo más quiero saber, como miembro de la raza caída es, no cuánto Cristo se acerca a Dios, sino cuán cerca él viene al hombre. Yo quiero saber, por supuesto si él puede alcanzar a Dios arriba, pero quiero saber aún más si él puede alcanzarme a mí abajo; en pocas palabras, yo quiero saber si él fue hombre, ‘un hermano nacido para la adversidad,’ un hijo nacido así como un Hijo dado…”
Nadie está discutiendo que Jesucristo no haya sido completamente humano. Él fue un hombre de carne y sangre, como cualquier otra persona que ha entrado al mundo. ¿Cómo es que el hecho de que Él también sea Dios le impide alcanzarlo a usted? Viniendo como hombre es precisamente como Él sirve como Mediador de todos los hombres, habiendo resucitado de entre los muertos y posicionado “a la diestra de Dios” para cumplir esta comisión de interceder a favor nuestro. Él conoce perfectamente nuestra condición, es totalmente capaz de ayudarnos, y tiene todo el deseo de hacerlo:
Hebreos 4:14-16 NBLH
(14) Teniendo, pues, un gran Sumo Sacerdote que trascendió los Cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe.
(15) Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado.
(16) Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.
Jesucristo alcanza a los que están abajo, no a los que están vivos para sí mismos y el pecado, sino a los que se han apartado de sus pecados y han venido por la cruz a Su trono de gracia. Dios nos salva a los que creemos por medio de Jesucristo, Quien conoce nuestras debilidades pero las cuales Él ha vencido y Él está ahora sentado en el trono de Dios. Por ahora, los que no creen, sino que escogen identificarse con el Adán caído en vez del Adán levantado, deben averiguar a la manera dura que no se puede obtener salvación con el hombre terrenal. Refutamos esta enseñanza porque conocemos a Cristo, Dios nuestro Salvador, Quien nos ha levantado del reino de la incredulidad y del pecado para sentarnos con Él en Su trono en el Cielo.
Nosotros aprendimos Quién es Cristo de la misma manera que lo aprendió el ciego a quien Jesús le dio la vista. Al principio no sabíamos Quién era Él, solamente que Él nos había abierto los ojos para ver a Dios, y creímos en Él por el milagro de la fe que Él realizó en nosotros. Él nos dijo la verdad, y nosotros Le creímos y Lo adoramos:
“Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en Él? Y Jesús le dijo: Le has visto, y el que habla contigo, Él es. Y él dijo: Creo, Señor; y Le adoró.” (Juan 9:35-38 RVG)
Leckey y Adams están tratando de traer a Cristo al nivel de ellos, en vez de morir a sí mismos y ser resucitados a la vida por y en Él. Adams en realidad no quiere saber si Cristo puede bajar a salvarlo a él; él solamente quiere saber si él puede lograr la posición de Cristo sin pagar el precio. Eso es imposible:
“Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser Mi discípulo.” (Lucas 14:33 RVG)
A.P. Adams continúa:
“Ahora, para ser como sus hermanos en todas las cosas él comenzó su vida terrenal más abajo que Adán; éste fue creado como hijo de Dios, con una naturaleza sin pecado. Cristo comenzó su vida como un bebé indefenso, Hijo del hombre caído así como Hijo de Dios, con una naturaleza pecaminosa.”
Si Adán tenía una naturaleza sin pecado, ¿cómo es que pecó?
“Todo aquel que es nacido de Dios, no peca, porque Su simiente permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.” (1 Juan 3:9 RVG)
Si Cristo tuvo una naturaleza pecaminosa, ¿cómo es que Él no pecó?
“Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado.” (Hebreos 4:15 RVG)
Leckey y Adams tienen las cosas al revés. Ellos adoran al primer Adán aunque Cristo, el Postrer Adán, es el Único digno de adoración porque Él es Dios hecho carne. Cristo no pecó porque Dios no tiene una naturaleza pecaminosa. Es por eso que los nacidos del Postrer Adán no pecan; ellos heredan Su naturaleza. Nunca un ser humano ha vencido la naturaleza del primer Adán. Solamente lo ha logrado Cristo, el Hijo de Dios sin pecado, y Él hace lo mismo en los que creen. Por eso está escrito que si Cristo está en usted, el cuerpo está muerto por causa del pecado, pero el Espíritu está vivo por causa de la justicia (Romanos 8:10). Usted no puede vencer el pecado sin Dios dentro de usted, lo cual es Cristo.
Entonces, por una parte, tenemos al Señor Jesucristo, Quien no puede pecar porque Él no tiene una naturaleza pecaminosa; por otra parte, tenemos a estos dos hombres, junto con muchos otros, quienes, viviendo en la naturaleza pecaminosa del primer Adán, creen haber encontrado la manera de permanecer en ella sin tener que tomar responsabilidad por las consecuencias de hacerlo. Ellos se han tomado el favorable estatus de Cristo delante de Dios como si fuera la herencia natural de ellos, sin pagar el precio por la admisión – sus vidas. Ellos vienen por otro camino. Las consecuencias del pecado y de vivir en el hombre caído deben seguir acumulándose para ellos y así será, hasta que ellos dejen de ser sus propios dioses.
Adams continúa:
“Algunos quizás objetarán la declaración de que Cristo tuvo una naturaleza pecaminosa; pero tal cosa ciertamente es la enseñanza de las Escrituras. Él fue ‘hecho pecado;'(2 Cor. V. 21) él no fue un pecador, por el contrario él no ‘conoció pecado,’ él fue santo, inofensivo, sin mancha; ¿cómo entonces fue hecho pecado? Al tomar sobre sí mismo la naturaleza caída del hombre, no había otra manera en que pudiera haber sido hecho pecado; y esto se confirma más todavía por el hecho de que él fue ‘hecho de una mujer;’ ‘¿quién puede sacar algo limpio de algo inmundo? nadie.’ (Job XIV. 4).”
Esto es doble discurso y confusión. Si Cristo vivió como hombre sin pecado, entonces Él no tenía una naturaleza caída. Uno no puede tenerlo de las dos maneras. Una naturaleza caída es lo que lo hace a uno pecador – uno que comete pecados. La única conclusión posible es que Cristo hecho pecado no significa que Él tuviera una naturaleza pecaminosa. Sólo puedo demostrarles cómo esto es así por las Escrituras.
Los sacrificios de Dios ordenados en la Ley de Moisés debían ser sin mancha. Esos eran “sin pecado,” mas eran hechos pecado por el acto de servir como sacrificios para expiar los pecados de los hombres. Estos sacrificios eran sombra del Perfecto que habría de venir, Quien sería hecho pecado (aun esas mismas palabras “hecho pecado” le dicen a usted que Él no era de una naturaleza pecaminosa) y, por Su ofrenda, quitaría de una vez por todas, permanentemente, nuestro pecado. Cualquier cosa menos que perfecta no podría hacer expiación por nosotros ni llevarnos a la perfección. Una naturaleza pecaminosa no es perfecta.
Jesucristo fue hecho pecado y maldición, no porque Él tuviera defectos, sino porque no los tenía, para sufrir a favor de los que tenían defecto, para quitarnos el pecado y llevarnos a la perfección de Dios que es en Él.
¿Fue inmundo Jesús por haber venido de una mujer, un ser humano caído? No. Para Él, “nacer de una mujer” no significa lo mismo que significaba cuando el Rey David dijo:
“He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.” (Salmo 51:5 RVG)
Toda la raza humana ha recibido por paternidad la naturaleza del Adán caído. Pero Jesucristo fue diferente. Aunque nacido de mujer, Él fue concebido por Dios, Quien no tiene pecado. En este caso, el mayor no es superado por el menor, al igual que las tinieblas no pueden vencer a la Luz. En Cristo, la Luz de todos los hombres venció las tinieblas, y aún lo hace. Jesús podía ser tentado porque Él fue hombre, pero Él no pecó porque Él era Dios.
Adams: “Además él fue ‘tentado en todos los aspectos igual que nosotros,’ ¿cómo pudo haber sido tentado Él si no tenía una naturaleza pecaminosa?”
Ser tentado no se traduce automáticamente en cometer pecado o ser incapaz contra el poder de la carne pecaminosa. Si así fuera, ¿dónde nos dejaría eso, habitando en estas débiles vasijas de barro, sino condenados a servir a la corrupción? ¿Qué esperanza tendríamos nosotros? Pero Pablo dice que él mantenía su cuerpo en sujeción. ¿Está él hablando del poder de la voluntad humana? No; él está hablando del poder de Dios. Dios en Cristo, y Cristo en él. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece,” dijo él.
¿No revelan declaraciones como esas lo vacíos que están estos hombres de cualquier experiencia de la gracia de Dios? Lo que realmente están diciendo ellos es que Dios no estaba en Cristo, y que Cristo no está en nosotros los que creemos. Ellos están negando Su existencia. “Dice el necio en su corazón que no hay Dios.”
¿Son tentados los que están en Cristo, y nos libra Dios de eso? Habiendo experimentado Su Presencia plenamente y fielmente, entusiásticamente podemos decir, “¡En lo absoluto, positivamente, sí!”
“No les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres. Fiel es Dios, que no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que puedan resistirla.” (1 Corintios 10:13 NBLH)
“Todo aquel que es nacido de Dios, no peca, porque su simiente permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.” (1 Juan 3:9 RVG)
“Que por esto también trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, el cual es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen.” (1 Timoteo 4:10 RVG)
La diferencia entre los nacidos de mujer y los nacidos de Dios es que los que somos nacidos de nuevo por medio de Cristo por Su Espíritu tenemos por dentro la Naturaleza de Dios que no peca, la cual nos guarda de pecar y nos capacita para aprender la obediencia. Por eso Él es llamado el Salvador. Él no solamente nos perdona los pecados, sino que nos salva desde adentro liberándonos de nuestra naturaleza pecaminosa, hasta que crecemos a la plenitud de Él que es un hombre perfecto. ¿Con qué fin querría Dios que estuviéramos continuamente necesitando el perdón para siempre? Pero Cristo vino a ponerle fin al pecado, de una vez por todas, y Él tiene todo el poder de Dios para hacerlo.
Adams: “Él estaba obligado a hacerse como sus hermanos en todas las cosas; sin duda que él no habría sido como sus hermanos para nada si hubiese tenido una naturaleza no pecaminosa.”
Cristo fue hecho exactamente como nosotros, excepto que Él no está infectado con la “enfermedad del hombre caído” – el pecado – y Él no solamente tiene la cura, Él es la cura. Él manifestó la Naturaleza Más Alta de Dios en un cuerpo de carne, una Naturaleza Resistente al pecado, lo cual es la razón por qué lo necesitamos. Es por esa Naturaleza, la cual es la Vida misma, que Cristo venció la muerte. De Él está escrito:
“Pero Dios Lo resucitó, poniendo fin a la agonía (los dolores) de la muerte, puesto que no era posible que Él quedara bajo el dominio de ella.” (Hechos 2:24 NBLH)
Si no era posible para la muerte retener a Jesús, entonces no sólo podemos decir que Dios Lo levantó a Él, sino que Él se levantó a Sí Mismo, porque Jesucristo es la vida y poder de Dios en el hombre. ¿Dicen eso las Escrituras? Sí, lo dicen:
“Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.” (Juan 2:19 RVG)
Hay quienes podrían argumentar que Jesús estaba profetizando por el Padre al hablar estas palabras, queriendo decir que el Padre dice “Yo” en la oración citada. Y bien podría ser así, así como un profeta habla por el Espíritu del Señor. Sin embargo, si tomamos otras Escrituras en el contexto de esta oración, pronto vemos que Jesús estaba hablando de Sí Mismo en Unicidad con el Padre:
“Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, Yo soy.” (Juan 8:58 RVG)
Juan 3:34-36 NBLH
(34) Porque Aquél a Quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, pues Él da el Espíritu sin medida.
(35) El Padre ama al Hijo y ha entregado todas las cosas en Su mano.
(36) El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.
Sí, el Padre y el Hijo son Uno, Jesucristo era Dios en carne, Él dijo todo lo que Él dijo, quiso decir lo que dijo, y Su Palabra se cumple.
“…tocante a su Hijo Jesucristo, nuestro Señor, que fue hecho de la simiente de David según la carne, y que fue declarado ser el Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos.” (Romanos 1:3-4 RVG)
Está la vasija, la carne, y está el Hijo de Dios en poder, el Espíritu. Lo primero es perecedero, un simple contenedor; lo segundo es imperecedero, la Esencia de la Vida. El Espíritu de santidad, Quien vino en carne como Jesucristo hombre, no es una naturaleza de pecado. Decir tal cosa es blasfemia.
Hablando otra vez de Quien él no conoce, Adams escribe sobre Jesús:
“Él fue débil y endeble como cualquier mortal. ‘No puedo hacer nada por Mí Mismo,’ dice Cristo; (vea Juan V. 19, 30; VIII. 28) ¿alguna vez hubo alguien más débil que eso?”
Cuando dijo que Él no podía hacer nada por Su “propia cuenta,” Jesús estaba hablando de Su carne. Pero como lo he demostrado, Él no estaba en la carne. Él estaba en el Espíritu, y Él siempre caminó en el Espíritu:
“Y Aquél que Me envió está Conmigo; no Me ha dejado solo, porque Yo siempre hago lo que Le agrada.” (Juan 8:29 NBLH)
Así fue cómo Jesús hizo tantas obras grandiosas, culminando con poner Su vida por el mundo, y tomarla otra vez de la tumba tres días después. ¿De verdad llamaríamos a eso “débil y endeble”?
Adams, sin embargo, argumenta contra darle cualquier crédito a Cristo:
“No, estas fueron las obras de Dios; no las obras de Cristo en lo absoluto, sino las de Dios, el Padre. Él le dio poder a Cristo; fue a través del poder de Dios solamente que Cristo hizo sus poderosas obras. Dios podría capacitarlo a usted o a mí para hacer las mismas cosas, si él quisiera, y algunos tendrán este poder finalmente hasta para hacer obras mayores que las que Cristo hizo. (Vea Juan XIV. 12).”
Sí, esas fueron las obras de Dios, pero por medio de Su Ungido Mensajero, Jesucristo. Usted no puede separar a los dos. En el Viejo Testamento, a menudo Dios es visto y oído por medio de lo que se conoce como Su Mensajero, el Ángel del Señor. Por ejemplo:
Génesis 22:15-18 LBLA
(15) “El ángel del SEÑOR llamó a Abraham por segunda vez desde el Cielo,
(16) y dijo: Por Mí Mismo he jurado, declara el SEÑOR, que por cuanto has hecho esto y no me has rehusado tu hijo, tu único,
(17) de cierto te bendeciré grandemente, y multiplicaré en gran manera tu descendencia como las estrellas del Cielo y como la arena en la orilla del mar, y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos.
(18) Y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra, porque tú has obedecido Mi voz.”
Y después que el Mensajero del Señor se apareció a Manoa y su esposa y les habló del hijo que Él les daría (Sansón), Manoa exclamó a su esposa:
“¡Con toda seguridad vamos a morir, porque hemos visto a Dios!” (Jueces 13:22 DHH)
El Mensajero de Dios habla como Dios, en Su Propio Nombre (el cual es uno), porque Él es Dios. Es la manera en que Dios habla y se manifiesta a Sí Mismo al hombre.
La razón por qué Jesús le atribuyó todas Sus obras a Dios, el Padre, fue porque no fueran hechas por voluntad del hombre o de la carne, Su “propio yo,” a lo cual los hombres, que sólo ven lo externo, miran y le dan crédito. Ellos no reconocen Quién es el que está delante de ellos, haciendo las obras – el Señor Dios suyo. Dios se manifestó y se manifiesta a través de Jesucristo. Por eso es que Jesús también habló de esas obras como Suyas:
“Vayan y díganle a ese zorro: ‘Yo expulso demonios, y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día cumplo Mi propósito.” (Lucas 13:32 NBLH)
“Y les dijo Jesús: Venid en pos de Mí, y haré que seáis pescadores de hombres.” (Marcos 1:17 RVR)
“Y vino a Él un leproso, rogándole; y arrodillándose ante Él, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo compasión de él, extendió Su mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Y así que hubo Él hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio.” (Marcos 1:40-42 RVG)
Los apóstoles reportan lo mismo:
“Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que por el Nombre de Jesucristo de Nazaret, al que vosotros crucificasteis y a Quien Dios resucitó de los muertos, por Él este hombre está en vuestra presencia sano.” (Hechos 4:10 DHH)
“Y por la fe en Su Nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, en Su Nombre le ha confirmado: Así que, la fe que por Él es, le ha dado esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.” (Hechos 3:16 RVG)
“¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesucristo nuestro Señor? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor?” (1 Corintios 9:1 RVG)
Dios no simplemente capacitó a Cristo; Él es Cristo, y Cristo es Él. Jesús habló en términos de Su Padre porque Él, en Su forma humana, estaba limitado en espacio y tiempo igual que todos los demás hombres. De esta manera Él representó la relación que un hombre debe tener con Dios, y así será, porque Él hizo el camino para que la tuviéramos. Pero eso no significa que Dios estuviera constreñido o limitado en ninguna manera porque Él caminara en la tierra en Cristo, Su Mensajero. Aunque Él vino como hombre, en un hombre, Dios no estaba limitado a la posición de un hombre. Por eso es que Jesús le dijo a uno que lo llamó “Maestro Bueno”:
“¿Por qué Me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Uno, Dios.” (Lucas 18:19)
Ese hombre estaba mirando al Señor como lo ven estos religiosos filósofos, según la carne, reconociendo a la carne como si fuera buena, porque ellos se consideran buenos. ¿No creía ser bueno el hombre que dijo esas palabras, diciendo que él guardaba todos los mandamientos de Dios? Pero Jesús no estaba en la carne y por lo tanto no aceptaba la alabanza de los hombres a Su carne.
En esto Él fue infinitamente más que el débil e inútil hombre que Adams retrata. Él se vació de Sí Mismo y se sometió a debilidad, tomando forma de siervo (Filipenses 2:7), pero al hacerlo Él demostró Su gran poder y majestad. No existe un Ser más poderoso que Aquél que pudo soltar todo el poder para ser crucificado en debilidad, y luego levantar Su propio cuerpo de entre los muertos. Esa es la mayor demostración de poder, poner la vida y volverla a tomar. No hay nada más poderoso en ninguna parte, en ningún tiempo, jamás.
El problema con los pecadores no es que sean débiles, sino que son fuertes en sí mismos. Ellos no necesitan a Dios porque ellos tienen confianza en la carne de que ellos mismos saben la diferencia entre el bien y el mal. Ellos han estado comiendo del Árbol del Conocimiento. Es por eso que Jesús dijo que ningún hombre podía venir a Él, el Árbol de la Vida, a menos que fuera traído por Dios. Todos ya saben más de lo que Él sabe, entonces no vienen a Él.
Usted no puede identificarse con Cristo, y, de hecho, usted Lo desprecia a Él y esconde su rostro de Él (Isaías 53), hasta que usted se hace débil y ya no confía en usted mismo. Usted tiene que hacerse como un niñito, libre de orgullo o conocimiento. Usted no dejará de vivir por sus propios pensamientos y caminos, ni empezará a vivir por los Suyos, hasta que usted se humille. Entonces usted lo verá y lo conocerá a Él y gustará de Su bondad y poder.
De eso es que se trata la cruz, y por eso es que hay una necesidad tan crítica de la misma. La cruz es totalmente ajena a Adams en toda su grandilocuencia, filosofía y especulación acerca de Cristo y de Dios. Tanto Adams como Leckey están llenos de sí mismos, glorificándose en su conocimiento, en total enemistad con Dios y Cristo, y, por lo tanto, son enemigos espirituales de todos los hombres.
Saber que Dios viene a través del tomar la cruz, pasando por la espada encendida de la muerte que lleva al Árbol de la Vida, no por teología, el producto de comer del Árbol del Conocimiento. Él aborrece la teología, porque es presunción, el resultado de poner uno su corazón en hacer lo que uno prefiere, ser como Dios, así como Eva fue tentada a hacerlo, y cayó, siguiéndole su esposo, trayendo así la muerte a todos.
Jesucristo es el Árbol de la Vida, el Antídoto de la muerte. ¿Cómo podemos saber esto? Él dijo que tomáramos de Su cuerpo y comiéramos, y que al hacerlo tendríamos vida eterna, y seríamos levantados de entre los muertos (Juan 6:54). Él dijo:
“Porque Mi carne es verdadera comida, y Mi sangre es verdadera bebida. El que come Mi carne y bebe Mi sangre, en Mí permanece, y Yo en él. Como Me envió el Padre viviente, y Yo vivo por el Padre, así el que Me come, él también vivirá por Mí.” (Juan 6:55-57 RVG)
Usted no permanece en un modelo a seguir. Un modelo no habita en usted y le da vida. Los que buscan vida y sustento en otro ser humano quedan invariablemente devastados. Solamente Dios puede cumplir ese mandato de estar con usted donde quiera que usted esté, sosteniéndole con Su vida. Si usted pone su mirada en Jesucristo y guarda Sus mandamientos, usted encontrará vida en Él, pues Él está vivo, y viene a los que expectantemente lo buscan. Nosotros testificamos que estas palabras son verdaderas:
“El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” (Juan 7:38 RVG)
En Sus días como hombre, Jesucristo se identificó completamente con Dios, en Uno con Él en sumisión de cuerpo y voluntad, razón por la cual Él pudo decir de Sí Mismo y Sus obras:
“Si no hago las obras de Mi Padre, no Me creáis. Pero si las hago, aunque a Mí no Me creáis, creed a las obras; para que conozcáis y creáis que el Padre está en Mí, y Yo en Él.” (Juan 10:37-38 RVG)
¿Cómo podía Cristo estar tan íntimamente identificado con el Padre, como ningún otro hombre lo ha estado jamás, que Él fue capaz de hacer valientemente estas declaraciones en público y respaldarlas como lo hizo Él? Porque Jesús y el Padre son Uno. No solamente estaba el Padre en Cristo, sino que Cristo estaba en el Padre, aun desde antes que comenzara el mundo (Juan 17:5). ¿Pueden Leckey o Adams decir eso de sí mismos? ¿Cómo es que ellos son iguales a Cristo, como dicen ellos? ¿Podrá cualquier persona hacer estas declaraciones? No; pero Jesús lo dice de Sí Mismo, y lo demostró, porque Él es el Señor nuestro Dios. “Oye, Israel, el Señor nuestro Dios uno es” (Deuteronomio 6:4).
Los filósofos religiosos, como no están en Cristo y Cristo no está en ellos, no hacen Sus obras, y especialmente las obras mayores que Jesús les dijo a Sus discípulos que ellos harían después que Él se fuera al Padre. ¿Cuáles son estas obras mayores? ¿Qué puede ser más grande que darles vista a los ciegos o regresar a los muertos a la vida? Solamente hay una cosa que Jesús no podía hacer en los días de Su carne, y eso era llevar a Sus discípulos al nuevo nacimiento, la vida que Él tenía de Dios. Solamente después de que Él fuera glorificado, Dios podía enviar Su Espíritu a vivir dentro de los que creyeran en Él, dándoles la vida y poder de Cristo. Antes de eso, los discípulos, aunque creían, no podían seguir al Señor donde Él estaba. Ellos no estaban en el mismo lugar y les faltaba el poder para hacer lo que Él hizo, lo cual Dios no podía darles hasta que Cristo ascendiera.
Aunque Cristo dijo que Él estaba limitado (Lucas 12:50), vemos que era Dios Quien estaba restringido hasta que Él pudiera derramar Su Espíritu desde lo Alto. Un modelo a seguir o ejemplo no era suficiente. Los discípulos tenían en carne al Ejemplo Viviente de Dios justo delante de ellos. ¿Qué mejor oportunidad para seguir a Cristo? Pedro, con gran fervor, dijo que él seguiría a Cristo todo el camino hasta la muerte, aunque otros lo negaran. ¿Quién podría dudar de su sinceridad? Pero Jesús les dijo a Pedro, y a todos Sus discípulos, que ellos se escandalizarían por causa de Él. Jesús sabía que las Escrituras habían predicho esto, porque Él era la Palabra (Dios) hecho carne:
“Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de Mí esta noche; porque está escrito: ‘Heriré al Pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.’” (Mateo 26:31 RVG)
Antes de Cristo, nadie había nacido del Espíritu. Juan el Bautista, el mayor de los profetas, aunque lleno del Espíritu de Dios desde su nacimiento, declaró que él necesitaba este bautismo de Cristo (Mateo 3:14). Ningún profeta u hombre de Dios, ni siquiera Moisés o Elías con todas sus grandes obras de fe, habían nacido desde arriba. Esto sólo era posible después de la resurrección y ascensión de Cristo.
¿Por qué es el nuevo nacimiento, algo no muy fácilmente entendido por el hombre carnal, algo mucho más grande que partir el Mar Rojo o resucitar a Lázaro de entre los muertos – eventos tan tremendos y sensacionales a nuestros sentidos? Porque el nuevo nacimiento es Dios en el hombre, mientras que estos milagros son algo que Dios ha hecho para el hombre. Tan grandiosos como son esos milagros, no recibimos la vida de Dios en ellos.
Eso explica cómo es que los hijos de Israel, después de todos los grandes milagros que Dios hizo a vista de ellos por mano de Moisés, no creyeron y eventualmente se prostituyeron tras otros dioses. Los milagros que ellos vieron no tenían el poder para cambiarlos. El nuevo nacimiento tiene ese poder. Eso se demostró por el cambio en Pedro y los demás discípulos después que ellos recibieron el Espíritu de Dios en Pentecostés.
Así como lo espiritual trasciende lo físico grandemente, así el nuevo nacimiento desde arriba es mucho más grande que cualquier milagro físico hecho en la tierra. Es el medio a través del cual los hombres son transformados por la fe de Cristo para ser como Dios, participantes de Su Naturaleza Divina en el Reino de los Cielos.
Este poder tan milagroso fue dado a los apóstoles, cumpliendo las palabras de Cristo, en lo que ellos impusieron manos sobres los que creyeron, haciéndoles recibir el Espíritu de Dios.
Aquí está la diferencia entre lo que Dios ha hecho a través de Su Cuerpo y lo que los hombres como Adams y Leckey predican: Los hombres no pueden reproducir a Dios. Ellos pueden ser muy religiosos y hacer muchas grandes obras, pero solamente Dios, por el Espíritu de Cristo en quienes lo reciben a Él, puede reproducirse a Sí Mismo en la humanidad. Por eso es que los nacidos de Él son llamados Su cuerpo. Esos son los hijos del Dios viviente, llamados a salir del mundo y sus obras religiosas y carnales como las que refutamos aquí, donde la responsabilidad se pone sobre los hombres para que ellos averigüen cómo es Dios y Lo hagan suceder en uno, como si Él no fuera ya Soberano para hacerlo todo Él Mismo.
Adams: “Cristo en sí mismo era un hombre débil y endeble; lo que él hizo fue por el poder de Dios, tal como Dios puede capacitar a cualquiera para hacer una obra poderosa; de esta manera, por ejemplo, Pablo dice: ‘He trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios que ha sido conmigo,’ (1 Cor. XV. 10); así Cristo, con igual verdad, podría haber dicho lo mismo….”
La diferencia entre Pablo y Cristo es que Pablo tuvo que volverse de sus pecados a Dios – el Señor Jesucristo (“¿Quién eres Tú, Señor?”), mientras que Cristo era Dios y no tenía pecado. Él siempre estuvo con el Padre, y el Padre siempre estuvo con Él. En Cristo, Dios tomó forma humana, y, como ser humano, Él aprendió lo que significaba tomar el yugo de la obediencia. Cristo nunca fue desobediente (en pecado), pero Él tuvo que aprender la obediencia a favor nuestro. Él rinde Su cuerpo como sacrificio sin mancha para Dios (Hebreos 10:5-10) de modo que podamos ser reconciliados con Dios y hacer lo mismo. Él nunca tuvo que arrepentirse, porque Él nunca había pecado. Él no fue que recibió la gracia de Dios sino que Él era la gracia de Dios, manifiesta en un ser humano y que llegó a su fructificación total:
“Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:14 LBLA)
La idea que Adams y Leckey están tratando de meterle a la gente es que Dios capacita a los que profesan a Cristo como si ellos fueran marionetas, lo cual esencialmente los absuelve de cualquier responsabilidad por lo que hacen. No solamente quedan absueltos, sino que por esta idea también quedan justificados, puesto que Dios está a cargo y, por lo tanto, ellos han de estar haciendo lo que sea que Él quiera. Ellos se justifican y glorifican en su carne. Son libres para imitarlo a Él impunemente, sin darse cuenta que así ellos se burlan de Él penosamente. Al buscar salvar sus vidas, ellos seguramente las pierden de acuerdo a la palabra del Señor:
“Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de Mí, ése la salvará.” (Lucas 9:24 LBLA)
El meollo del asunto es que el poder de Dios viene por una nueva naturaleza en Cristo, la cual es ejercitada por la persona en quien vive esta Naturaleza. “El espíritu de los profetas está sujeto a los profetas” (1 Corintios 14:32). Nosotros no somos marionetas. El hombre lo hace, pero el poder de Dios lo capacita y él debe echar mano de ese poder, igual como una oruga, por naturaleza, teje su capullo para convertirse en una mariposa.
Tampoco es cierto que cualquiera pueda hacer las obras de fe, porque, como lo hemos mostrado, tiene que haber una nueva creación por un nuevo nacimiento para manifestar las obras de Cristo. Así es como Pablo pudo decir que era la gracia de Dios en él, la nueva naturaleza de arriba, la responsable de sus obras (1 Corintios 5:10), y no la carne, a la cual estos hombres le dan crédito, glorificando y confiando en su propia justicia. Ellos fallan miserablemente y, aun peor para ellos, no lo saben. Hay que mostrar la luz para que ellos y todos la vean. Nosotros somos la luz en Cristo:
“Porque nada hay encubierto, que no haya de ser revelado; ni oculto, que no haya de saberse.” (Lucas 12:2 RVG)
Adams continúa:
“‘Todas las cosas son de Dios’: esto fue tan cierto en relación con Jesús como con cualquier otro ser humano. Jesús fue ciertamente tan obra de Dios (Efesios II.10), como cualquier otro ser humano…. Dios fue su Creador, su Dios, y su Padre, igual que Él es nuestro Creador, Dios y Padre.”
Es verdad que Jesús vivió la vida que cada creyente es llamado a vivir, donde todas las cosas son de Dios. En esto, Su Dios es nuestro Dios. Sin embargo, también es cierto que ningún hombre puede vivir esa vida excepto por y a través de Cristo, porque no hay otro hombre que sea, y haya sido llamado, el poder de Dios (1 Corintios 1:24). Ningún otro hombre ha nacido de una virgen. Ningún otro hombre ha sido conocido como el Mesías, el Ungido. Ningún otro hombre ha estado calificado para llamarse a sí mismo la Luz del mundo, el Agua Viva, o el Pan del Cielo. La Biblia, tanto en el Viejo como en el Nuevo Testamento, testifica de ningún otro hombre como la Figura Central de Dios. Las cosas no fueron creadas por ningún otro hombre (Colosenses 1:16). Ningún otro hombre ha sido llamado el Edificador de la casa de Dios (Hebreos 3:3). Ningún otro hombre ha sido llamado el Padre eterno (Isaías 9:6). Ningún otro hombre ha levantado su propio cuerpo de entre los muertos y ascendido al Cielo. Ningún otro hombre tiene las llaves del infierno y de la muerte (Apocalipsis 1:18). Entonces, nuestras situaciones son muy diferentes, porque somos dependientes de Dios a través de Jesucristo:
“Jesús le dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie viene al Padre sino por Mí.” (Juan 14:2 NBLH)
Mientras que Él no tenía necesidad de un Mediador:
“Porque hay un solo Dios, y también un solo Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre.” (1 Timoteo 2:5 NBLH)
Adams sobre Jesús: “Él inició en el mismo plano, y pasó por el mismo proceso; ‘perfeccionado mediante el sufrimiento,’ – que el hombre caído debe pasar para alcanzar la perfección. Él fue tan completamente humano que estuvo bajo maldición (Gal. III. 13), y tuvo que ser redimido como el resto de la humanidad; vea Heb. IX. 11, 12. ‘Pero habiendo venido Cristo,… ni por sangre de cabras ni becerros, sino por su propia sangre entró en el lugar santísimo, habiendo obtenido eterna redención.’”
Ya hemos señalado las diferencias entre Cristo y todos los demás seres humanos, pero voy a exponer más la falsedad de la aseveración de que Cristo tuviera que ser redimido de pecado (como si Él hubiese estado bajo maldición).
De acuerdo con la Ley de Dios, los hombres bajo la maldición necesitaban sacrificios de cabras y de becerros para expiación. Ni siquiera el sumo sacerdote podía entrar al lugar santo sin la sangre de tales sacrificios, mostrando que el camino al lugar santísimo no estaba abierto para cualquier hombre. Pero Jesucristo entró en el verdadero santuario del Cielo, de una vez por todas, sin la ayuda de estas cosas ordenadas por Dios, ni de ningún otro intercesor:
“Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera intercesor; por tanto Su Propio brazo Le trajo salvación, y Le afirmó Su misma justicia.” (Isaías 59:16 RVG)
El Único que puede saltarse los requerimientos de Dios para el hombre, y llenar la necesidad del hombre, es Dios Mismo. El Señor Jesucristo entró en el lugar santo, no por Él Mismo, sino a favor nuestro, de todos los que necesitamos a un Intercesor para nuestra salvación y redención:
“En Quien tenemos redención a través de Su sangre, el perdón de pecados. El Cual es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda criatura.” (Colosenses 1:14-15 RVG)
Jesucristo no derramó Su sangre por Sí Mismo, porque no había necesidad de eso. Él dijo que el Padre siempre estaba con Él, porque Él siempre hacía lo que agradaba a Dios (Juan 8:29). El Padre también dio testimonio de Él (Mateo 3:17 y 17:5). Si Dios siempre está agradado y siempre está allí, ¿dónde está el pecado? Si no hay pecado, no hay necesidad de sacrificio. El derramamiento de sangre es por el pecado, y sin tal derramamiento, dice la Escritura, no hay remisión de pecado. La sangre de Cristo fue derramada por usted y por mí, no por Él Mismo:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16 RVG)
“Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” (Hebreos 10:14 RVG)
Él no necesitaba santificarse a Sí Mismo, mas participó de humanidad para santificarnos a nosotros:
“Porque le era preciso a Aquél por Cuya causa son todas las cosas y por Quien todas las cosas subsisten, habiendo de llevar a la gloria a muchos hijos, perfeccionar por aflicciones al Autor de la salvación de ellos. Porque el que santifica y los que son santificados, de Uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos.” (Hebreos 2:10-11 RVG)
Para ponerlo en términos simples: Todos hemos estado en total quiebra, y endeudados hasta los pies. Solamente Cristo estaba en posición, y tenía el dinero, para pagar el precio para que nosotros fuéramos liberados de nuestras deudas. También solamente Él tiene los medios para hacernos capaces de estar libres de deudas para siempre. La razón por qué Él podía entregar los bienes es porque Él estaba libre y en limpio; Él no debía nada, y nunca debió. La razón de eso es que Él es Dios; todo poder en el Cielo y la tierra es Suyo. Él demostró eso poniendo Su vida y tomándola otra vez. Si usted piensa seguir a Cristo como su modelo, entonces usted está diciendo que usted también tiene estos atributos y que usted mismo puede hacer todas las cosas, o, como los tipos cuyas obras estamos refutando, a usted realmente no le importa intentarlo; usted solamente quiere ser justificado haciendo lo suyo sin sufrir por ello más tarde, como seguramente le sucederá:
“No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” (Gálatas 6:7 RVG)
¿Qué de Hebreos 5:7, el cual usa Adams para apoyar su opinión de que Cristo necesitaba redención para Sí Mismo? Éste es el versículo:
“Cristo, en los días de Su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que Lo podía librar de la muerte, fue oído a causa de Su temor reverente.” (Hebreos 5:7 NBLH)
¿Quién dice que, porque Él era Dios, Jesús no sufrió como el Hijo del Hombre? Eso es lo maravilloso, que Dios se hizo como uno de nosotros, y fue tentado como nosotros, y todavía más. Él fue aborrecido y rechazado por Su propio pueblo, aun con sus asociados y amigos cercanos que no creyeron en Él cuando enfrentaba una atroz ejecución, y estas cosas fueron pruebas dolorosas para Él. ¿Qué más podía hacer Él sino encomendarse al Padre de los Espíritus (Salmo 22 recuenta Sus oraciones y súplicas)? El salmista habla de Su inocencia:
“Se unen contra la vida del justo, Y condenan a muerte al inocente. Pero el SEÑOR ha sido mi baluarte, Y Mi Dios la roca de Mi refugio.” (Salmo 94:21-22 NBLH)
Los inocentes no necesitan redención. Por el hecho de que Él sufrió en la carne no significa que Cristo haya sido culpable y necesitara redención. En realidad significa lo contrario, en tanto Él lo hizo a favor nuestro, perdonándonos por lo que nosotros le hemos hecho a Él. Él sufrió la peor indignidad por cuenta de nuestra depravada pecaminosidad, la contradicción de pecadores, para traernos el perdón completo. Esto ayuda para mostrar que Él fue sin pecado y, al vencer en Sus pruebas, Él trajo redención para todos nosotros:
Isaías 53:10-11 LBLA
(10) Pero quiso el SEÑOR quebrantarle, sometiéndole a padecimiento. Cuando Él se entregue a Sí Mismo como ofrenda de expiación, verá a Su descendencia, prolongará Sus días, y la voluntad del SEÑOR en Su mano prosperará.
(11) Debido a la angustia de Su alma, Él lo verá y quedará satisfecho. Por Su conocimiento, el Justo, Mi Siervo, justificará a muchos, y cargará las iniquidades de ellos.
El hecho de que el unigénito Hijo de Dios haya sufrido no hace a Dios más remoto; Lo trae más cerca en el tiempo y necesidad para los que creen. Él no escatimó a Su único Hijo de modo que pudiera reconciliarnos cuando éramos Su enemigos; ¿cuánto más no nos va a guardar Él después que hemos sido hechos Sus amigos por medio de Cristo, y Él vive en nosotros? Leckey y Adams no han llegado a este punto, entonces ellos no sabrían estas cosas, el significado de las tentaciones del Señor y Su poder para liberar.
Adams dice que el Señor Jesucristo, si Él es Deidad, Divinidad Encarnada, es demasiado remoto para los hombres, quienes no pueden relacionarse con Él o ser tocados por Su ejemplo. Eso es totalmente falso para quienes lo conocen a Él. Jesucristo como Señor está muy cerca de los que creen, quienes ponen su confianza en Él y no en sí mismos, pero está remoto para los que no creen, quienes confían en sí mismos y prefieren las mentiras antes que la Verdad. Ellos buscan y no encuentran porque no buscan de todo corazón, y están siempre aprendiendo y nunca llagando al conocimiento de la Verdad. Ellos sirven a otros dioses. Ellos pueden clamar a Dios en el día del conflicto, pero Él no les responde porque ellos han aborrecido el verdadero conocimiento y temor de Él, de lo cual se han burlado en todos sus caminos (Proverbios 1:26).
Adams pregunta:
“Si Cristo empezó aun más bajo que Adán, y fue un hombre pobre y débil con una naturaleza caída, ¿cómo fue que salió victorioso en su prueba, cuando Adán, aunque parecía tener una mejor oportunidad, fracasó totalmente?”
La respuesta de Adams es que cada uno de estos resultados fue plan de Dios. Esa es una respuesta gastada e insatisfactoria. Uno podría responder lo mismo para cualquier cosa, y nadie aprendería nada jamás. Pero la suposición de Adams de todos modos es equivocada. Otra vez él tiene las cosas al revés. La naturaleza de Cristo es ampliamente superior a la de Adán, y yo puedo demostrarlo (y ya lo he hecho). Está escrito:
“Y así está escrito: El primer hombre Adán fue hecho un alma viviente; el postrer Adán, un espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo natural; luego lo espiritual. El primer hombre, es de la tierra, terrenal; el segundo hombre que es el Señor, es del Cielo.” (1 Corintios 15:45-47 RVG)
Él vino del Cielo. Él no sólo ascendió al Cielo. ¿Suena inferior eso para alguien? Él le dijo a Nicodemo:
“Y nadie subió al Cielo, sino el que descendió del Cielo, el Hijo del hombre, que está en el Cielo.” (Juan 3:13 RVG)
Aquí están otros testimonios que confirman que la superioridad de Cristo:
Lucas 2:10-14 RVG
(10) Mas el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo:
(11) Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.
(12) Y esto os será por señal; hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre [Nota: No mucho que mirar, ¿verdad?].
(13) Y repentinamente fue con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, que alababan a Dios, y decían:
(14) Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres.
“Simeón dijo: ‘Señor, ahora despides a Tu siervo en paz, conforme a Tu palabra; porque han visto mis ojos Tu Salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y la gloria de Tu pueblo Israel.’” (Lucas 2:29-32 RVG)
Era algo más que el plan de Dios en acción; era Dios Mismo, el Espíritu Dador de Vida en la Persona de Jesucristo, Quien era capaz no sólo de salir victorioso en Sus pruebas, sino también de redimir a Adán, a sus hijos, y toda la creación a través de todas las edades. No era simplemente asunto de que Adán pecara y Jesús no, sino también de que Cristo sacó a Adán y al resto de la humanidad de la muerte. Las ramificaciones de Su victoria señalan no solamente en Quién se convirtió Él, sino Quién era Él desde el principio para tener tal poder de lograr lo que logró a favor nuestro:
“Pero Adán, que nos metió en esto, también apunta a Aquél Quien nos sacará de esto. Sin embargo, el pago por el rescate no es exactamente paralelo al pecado que produce muerte. Si el pecado de un hombre puso a multitudes en el abismo sin salida de la separación de Dios, ¡piensen en lo que el don de Dios derramado por un Hombre, Jesucristo, hará! No hay comparación entre ese pecado que produce muerte y este generoso regalo que imparte vida. El veredicto sobre ese pecado fue la sentencia de muerte; el veredicto sobre muchos pecados que siguieron fue esta maravillosa sentencia de vida… En pocas palabras: Igual que una persona la hizo mal y nos metió a todos en este lío con el pecado y la muerte, otra Persona la hizo bien y nos sacó de allí. Pero más que simplemente sacarnos de líos, ¡Él nos llevó a la vida!” (Romanos 5:14-18 El Mensaje)
“Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” (1 Corintios 15:22 NBLH)
Quien nos redime no es otro más que Dios nuestro Salvador:
“Y toda carne sabrá que Yo, el SEÑOR, soy tu Salvador y tu Redentor, el Poderoso de Jacob.” (Isaías 49:26 LBLA)
Pero Adams usa las siguientes palabras para rechazar la confesión de Isaías de que Cristo, nuestro Salvador y Redentor, es Dios Todopoderoso:
“He aquí Mi siervo, Yo le sostendré; Mi escogido en Quien Mi alma tiene contentamiento. He puesto sobre Él Mi Espíritu, Él traerá juicio a las naciones.” (Isaías 42:1 RVG)
Con estas palabras Adams, hablando desde su mente carnal, razona que fue Dios Quien eligió a Cristo como Su Escogido, y no Cristo Quien lo hizo todo. Cristo no cuenta para nada en comparación. Pero Isaías, inspirado por Dios, continúa así:
“Yo soy el SEÑOR, ése es Mi nombre; Mi gloria A OTRO no daré, ni Mi alabanza a imágenes talladas.” (Isaías 42:8 LBLA)
¿Cómo puede entonces Cristo no ser Dios, el Padre y el Hijo, porque con seguridad que el Nombre y Persona de Cristo son glorificados? Aquí están a penas unos ejemplos de este inmutable hecho:
“Él [el Espíritu de Verdad] Me glorificará; porque tomará de lo Mío, y os lo hará saber.” (Juan 16:14 RVG)
“Y ahora, oh Padre, glorifícame Tú Contigo Mismo, con la gloria que tuve Contigo antes que el mundo fuese.” (Juan 17:5 RVG)
Cristo, siendo glorificado por Dios como el Salvador de la humanidad, no es, por consiguiente, “otro.” Solamente hay un Salvador y Único Dios que recibe la gloria. Como Dios no da Su gloria a otro, Jesucristo tiene que ser Dios.
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí.” (Juan 14:1 RVG)
Sí, hay dos entidades, pero es el Único Dios Quien es glorificado y adorado. Después que Jesús envió a Judas a traicionarlo, Él dijo:
“Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en Él. Si Dios es glorificado en Él, Dios también Le glorificará en Sí Mismo; y en seguida Le glorificará.” (Juan 13:31-32 RVG)
Nuestro Señor y Dios viene como lo prometió: “Entonces vendré Yo mismo a reunir a todos los pueblos y naciones, y vendrán y verán Mi gloria.” (Isaías 66:18 DHH)
Adams: “El sufrimiento y muerte final de Cristo fueron igual que lo de un ser humano… la vida que Jesús puso y volvió a tomar, de acuerdo con Juan X. 17,18, no fue su vida natural, sino su vida divina pre-existente.”
Puesto que el sufrimiento y muerte de Cristo fueron lo de un ser humano, ¿cómo es que la vida que Él tomó no fue la natural? ¿No le dijo Él a Tomás, “Mete tu dedo aquí, y ve Mis manos; y da acá tu mano, y métela en Mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.”? (Juan 20:27 RVG) Era el mismo cuerpo que Él tenía antes de Su muerte. Él también les dijo a los discípulos:
“Mirad Mis manos y Mis pies, que Yo Mismo soy; palpadme y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que Yo tengo.” (Lucas 24:39 RVG)
Si Jesucristo no tomó la vida natural, no hay esperanza para ninguno de nosotros, ni ahora ni en el reino por venir. ¿Qué es lo que Dios está resucitando, sino nuestras vidas naturales? Yo he hablado del poder de resurrección de Cristo, que nos levanta para caminar en el poder de Dios en esta vida, pero ¿no ha prometido Él reconstituir todas las cosas también (Hechos 3:21)? Sí, el cuerpo se levanta como cuerpo espiritual, pero primero se necesita la semilla física, la cual es el cuerpo natural. Si no hay resurrección de lo natural, entonces nuestra fe es vana. Sin embargo, nosotros sabemos que nuestra fe no es en vano, aunque la fe de Adams sí lo es, pues es hecha por hombres y es falsa. Él no conoce ni confiesa a Jesucristo (Dios) viniendo en carne (natural). Ese es el espíritu del anti-Cristo. ¿Cómo puede él entonces conocer la resurrección a la vida en Cristo?
Una vez más: Aunque Él fue un ser humano en el mundo natural, Cristo no era un ser ordinario:
“Y cuando el centurión que estaba delante de Él, vio que así clamando entregó el espíritu, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.” (Marcos 15:39 RVG)
Jesús cumplió Sus palabras personalmente, en esencia y realidad, reflejando una de Sus parábolas de la creación:
“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.” (Juan 12:24 RVG)
Al aceptar el juicio del mundo sobre Él (la muerte), Dios, en Cristo, les dio vuelta a las mesas en el mundo para poder juzgarlo y redimirlo de la muerte. El Hijo de Dios trae el juicio de Dios al mundo, porque Él también es el Hijo del Hombre:
“Porque como el Padre tiene vida en Sí Mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en Sí Mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.” (Juan 5:26-27 RVG)
Todos los hombres han sido pecadores, y han necesitado ser juzgados (corregidos). Al hacerse hombre en este plano de corrupción, y al vivir sin pecado, Dios, en la Persona de Jesucristo, puso Su vida la cual nosotros injustamente tomamos de Él, nos perdonó, y se ganó el honor y derecho de juzgarnos, no para condenación, sino para salvación:
“Porque el Hijo del Hombre no ha venido para destruir las almas de los hombres, sino para salvarlas.” (Lucas 9:56 NBLH)
Decir que Cristo no tomó Su vida natural es negar la resurrección para todos los hombres, condenándolos a permanecer en sus pecados y muerte, sin esperanza.
Adams: “Cristo no tuvo ninguna ventaja sobre nosotros; el mismo y único Dios que lo libró, ‘dándole a conocer los caminos de la vida,’ ‘salvándolo de la muerte,’ ‘sosteniendo su mano y guardándolo,’ ha prometido liberar a toda la creación de la esclavitud de corrupción. (Rom. 8:21).”
Si Cristo no tuvo ventaja, entonces ¿cómo llegó Él a ser nuestro Salvador, si Él no es Dios? En realidad todo se resume en esto: Si usted piensa que usted es lo mismo que Jesucristo, entonces usted debe ser Dios. Si usted piensa que Él es igual que usted, entonces su dios es corrupto, de una naturaleza grandemente inferior, y todos nosotros estamos sin esperanza.
Seguidamente, Kenneth Leckey habla de la doctrina de la trinidad, notando correctamente que la Biblia dice que solamente hay un Dios, no tres. Sin ninguna duda, la trinidad es una doctrina abominable, especialmente porque se presenta como un retrato/concepto noble y santo de Dios. Son dioses paganos disfrazados para hacer el papel, una confusa y desagradable mezcla que le quita a Dios Su majestad y santidad. Los hombres de Dios nunca enseñaron eso. Sin embargo, en lugar de reforzar el argumento de Leckey, correctamente denunciando como falsa a la trinidad porque las Escrituras declaran que solamente hay un Dios, destruye la noción de que Cristo no sea Dios. Si sólo hay un Dios, y así es, entonces Jesucristo tiene que ser Él, porque Él tiene la gloria, el honor y la adoración:
Apocalipsis 5:12-14 RVG
(12) Que decían en alta voz: “El Cordero que fue inmolado es Digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza.”
(13) Y oí a toda criatura que está en el Cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que está en el mar, y todas las cosas que en ellos hay, diciendo: “Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, y la honra, y la gloria y el poder, por siempre jamás.”
(14) Y los cuatro seres vivientes decían: “Amén.” Y los veinticuatro ancianos se postraron y adoraron Al Que [singular] vive por siempre jamás.
Sólo Uno tiene todo el poder, honor y gloria de Dios, y ese es Dios Mismo, como se ha presentado, en singular. El testimonio del único y verdadero Dios a través de Moisés a los hijos de Israel fue: “No tendrás dioses ajenos delante de Mí.” ¿Sabía usted que esas palabras fueron habladas por Cristo?
1 Corintios 10:1-4 NBLH
(1) Porque no quiero que ignoren, hermanos, que todos nuestros padres estuvieron bajo la nube y todos pasaron por el mar.
(2) En Moisés todos fueron bautizados en la nube y en el mar.
(3) Todos comieron el mismo alimento espiritual,
(4) y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de una Roca espiritual que los seguía. La Roca era Cristo.
Según el apóstol Pablo, Jesucristo fue Quien sustentó a los hijos de Israel en el desierto. Además, puedo mostrarle más claramente cómo Pablo inequívocamente equiparó a Cristo con Dios. Él escribió:
“Ni tentemos a Cristo, como también algunos de ellos Le tentaron, y perecieron por las serpientes.” (1 Corintios 10:9 RVG)
Pablo sabía muy bien que las Escrituras a las que él se refería, escritas aproximadamente quince siglos antes del tiempo de Cristo, declaran que el pueblo tentó a Dios:
“Y el pueblo habló contra Dios y Moisés: ¿Por qué nos habéis sacado de Egipto para morir en el desierto? Pues no hay comida ni agua, y detestamos este alimento tan miserable. Y el SEÑOR envió serpientes abrasadoras entre el pueblo, y mordieron al pueblo, y mucha gente de Israel murió.” (Números 21:5-6 LBLA)
¿A quién tentaron ellos? ¿Fue a Dios o a Jesucristo? Si hay dos, ¿por qué no se designan como: “Aquí está Dios Padre haciendo esto,” mientras, “Aquí está Dios Hijo haciendo lo otro”? La respuesta es que no hay dos, solamente hay un Dios, y fue contra Él que ellos clamaron, tentándolo de esa manera. Pablo no fue un trinitario, ni siquiera un dualitario. ¡Él fue un verdadero israelita que sabía que solamente hay un Dios!
Es de notar el hecho de que el pueblo le echó la culpa al que estaba delante de ellos en lugar de Dios, al hombre Moisés, diciendo, “¿Por qué tú has…?” Las Escrituras registran que fue Dios a Quien ellos estaban culpando porque Él había enviado a Moisés bajo Sus órdenes, y ellos se rebelaron contra lo que Moisés hacía en Su Nombre. Moisés y los profetas anunciaron que eventualmente Dios vendría a través de un Hombre, Su Hijo, también de acuerdo con la parábola que Jesús habló:
Marcos 12:1-8 RVG
(1) “Y comenzó a hablarles por parábolas: Un hombre plantó una viña, y la cercó con vallado, y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó a labradores, y partió lejos.
(2) Y al tiempo envió un siervo a los labradores, para que recibiese de los labradores del fruto de su viña.
(3) Mas ellos tomándole, le hirieron, y le enviaron vacío.
(4) Y volvió a enviarles otro siervo, mas ellos apedreándole, le hirieron en la cabeza, y le enviaron afrentado.
(5) Y volvió a enviar a otro, y a éste mataron; y a otros muchos, hiriendo a unos y matando a otros.
(6) Por último, teniendo aún un hijo, su amado, lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo.
(7) Pero aquellos labradores dijeron entre sí: Éste es el heredero, venid, matémosle, y la heredad será nuestra.
(8) Y prendiéndole, le mataron, y le echaron fuera de la viña.”
Así fue Dios, en el Hijo de Dios – Cristo, rechazado. “A los Suyos vino, pero los Suyos no Le recibieron” (Juan 1:11). Él les advirtió a Sus seguidores que esperaran lo mismo:
“Le basta al discípulo llegar a ser como su Maestro, y al siervo como su Señor. Si al Dueño de la casa Lo han llamado Beelzebú, ¡cuánto más a los de Su casa!” (Mateo 10:25 NBLH)
Jesús es Amo y Señor. ¿De cuál casa es Amo Él? “…la casa de Dios, la cual es la iglesia del Dios viviente, el pilar y base de lo que es verdad” (1 Timoteo 3:15 BBE).
¿No se le llama misterio al hecho de que Dios entrara en Su historia como hombre?
“Y sin contradicción, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne; justificado en el Espíritu; visto de los ángeles; predicado a los gentiles; creído en el mundo; recibido arriba en gloria.” (1 Timoteo 3:16 RVG)
Como si un escrito de Adams no fuera suficiente, Leckey ahora comienza el segundo, extrañamente titulado “La Divinidad de Cristo.” La razón por qué digo “extrañamente” es porque se mete en una tortuosa y torcida interpretación de las Escrituras que, por medio de la lógica carnal, trata de probar justamente lo contrario de lo que dice. Es como si alguien escribiera un artículo “La Felinidad de Mi Gato” en el cual tratara de demostrar que su gato es en realidad un ratón. Eso podría ser cómico en un asunto tan intrascendente, pero no hay asunto de mayor trascendencia que Quién es Jesucristo, y ciertamente que Adams no está tratando de entretenernos. Él está en serio a muerte, y seriamente muerto. Así están muchos porque ellos no saben Quién es Cristo y no creen en el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres por el cual podamos ser salvos.
Mucho que caminan en muerte no profesan creer. A menudo, ellos están mejor que los que sí profesan, pero que siguen falsos cristos y evangelios como el que predica Adams, en el cual Cristo es divino pero no es Dios, y por lo tanto, no es Salvador. Estos hacen burla de Dios y de la verdadera fe. De acuerdo con Adams, Dios simplemente le adhirió un poco de divinidad a Jesús. Su razonamiento es que si Cristo no fue diferente a nosotros, y pudo recibir esta divinidad, entonces usted también puede hacerlo, si tan solo usted sigue Su ejemplo. Sin embargo, si a Cristo le fue dada la divinidad, entonces ¿cómo puede alguien alcanzarla? ¿No es un regalo, y, por lo tanto, fuera del alcance del hombre, quien lo recibe? Aunque es algo fácil para Adams decirle a usted que siga el ejemplo de Cristo, ¿está él haciendo eso? ¿Quién puede realmente hacer eso? Esto es lo que Jesús dijo de quienes se proponen tales programas de auto-ayuda:
“Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen en hombros de los hombres; pero ellos ni con su dedo las quieren mover.” (Mateo 23:4 RVG)
Adams querría que usted asumiera que él ya lo logró, entonces usted tendría que escucharlo porque él sabe de qué está hablando. Los falsos predicadores guían a los hombres hacia ellos mismos y su conocimiento, no hacia el Señor Jesús y al sometimiento a Él. Esos vienen como ángeles de luz que reconocen Su Nombre, y tienen algún tipo de conocimiento sobre Él, pero Lo niegan en verdad y sustancia.
Ellos Lo han rechazado a Él para poder ellos ejercer autoridad en lugar de la Suya y así hacer lo que les place. Desprecian la idea de que los mande Uno como su Amo por derecho. “Señor” no está en su vocabulario, excepto como adoración de labios. Ellos lo profesan a Él como un modelo a seguir porque ellos no Lo quieren como Señor. Ellos no se someten a nadie excepto a quien les beneficie. La verdad no reina, sólo la conveniencia.
Ellos quieren los beneficios de la obra de Cristo pero no quieren pagar el precio de admisión para esos beneficios. Ellos evitan la cruz, la cual representa la muerte a su soberanía independiente. Ellos tratan de tener acceso a los bienes del Rey viniendo por otro camino. Su final es ser atado de pies y manos y ser echados a las densas tinieblas. Ellos son mentirosos y ladrones, recibidos y creídos por sus semejantes.
Todo esto sucede de acuerdo con la voluntad de Dios, Quien envía un espíritu de error para que los que actúan de esa manera crean a las mentiras. Estos son los tibios y los que se enredan, quienes hablan pero no hacen. Dios sabe cómo juntarlos y guardarlos para el juicio. Él está haciendo que todo trabaje para bien, lo cual nosotros sabemos y entendemos porque Él nos ha cambiado de hacer lo nuestro a amarlo a Él y guardar Sus mandamientos. Él guarda a los que son Suyos, y ellos no seguirán la voz de los extraños que vienen en Su Nombre.
Adams usa la lógica del hombre, la misma que dio a luz a la abominable doctrina de la trinidad, para argumentar en contra de que Cristo sea Dios Todopoderoso. Aquí cito:
“La idea ortodoxa es que Cristo el Hijo es idéntico con Dios el Padre, — Jesús es ‘el mismo Dios no creado,’ dice el credo; y a este absurdo y totalmente incomprensible dogma ellos le llaman la doctrina de la divinidad de Cristo… que Cristo era absolutamente la Deidad misma – que el Hijo era su propio Padre, no es solamente irracional sino totalmente anti-escritural.”
El error básico en ese razonamiento es la suposición de que porque Cristo es Dios, Dios tiene que estar limitado a un cuerpo físico, existiendo en un lugar, en cierto tiempo, y ya no es el Espíritu que llena la creación y la eternidad. Ese es un pensamiento carnal, y presume intimidarnos con su arrogante y altivo engaño – “¿¡Cómo pueden ser tan tontos para creer que el Hijo sea el Padre!?” Este no es un argumento válido. Es una conclusión pre-fabricada usada para interpretar palabras y eventos.
¿Quién es Adams para decir que Dios es tan limitado que Él no puede presentarse como hombre? ¿Quién le podrá decir a Dios que Él no puede hacer esto, especialmente cuando Él ya lo ha hecho? ¿Por qué, si Él se presenta como hombre, eso tiene que significar que Él ya no reina en el Cielo? De Dios está escrito:
“Si Él determinara hacerlo así, si hiciera volver a Sí Mismo Su Espíritu y Su aliento, toda carne a una perecería, y el hombre volvería al polvo.” (Job 34:14-15 NBLH)
Su Espíritu, no carne, sostiene el universo. Los autores de las Escrituras que registraron estas palabras son los mismos que describieron varias apariciones de Dios como hombre a diferentes santos, incluyendo a Abraham, Jacob (¡quien peleó con Él toda la noche!) y Josué, todos antes de Su venida en Cristo. La humanidad no desapareció ni colapsó hasta el polvo durante estas manifestaciones, entonces ¿por qué habría de ser así cuando Él toma forma humana para vivir entre los hombres, y dar Su vida por ellos? ¡Por supuesto que Dios no estaba limitado a un cuerpo físico cuando Él vino como el Hijo del Hombre! El Hijo hasta dijo que “El Padre mayor es que Yo.” ¿Cómo hace eso a Cristo un Ser separado de Dios? Por el contrario, está de acuerdo con lo que yo les estoy diciendo. Dios no estaba limitado a un cuerpo humano; Él es mucho más grande que eso.
Muchos han usado las palabras de Cristo que yo he citado acerca de que el Padre es mayor para probar que Jesús no es Dios, pero ¿lo logran? Aquí está el resto de lo que Él dijo:
“Oyeron que les dije: ‘Me voy, y vendré a ustedes.’ Si Me amaran, se regocijarían, porque voy al Padre, ya que el Padre es mayor que Yo.” (Juan 14:28 NBLH)
Jesús, como hombre de carne y hueso, estaba limitado en lo que Él podía hacer por Sus discípulos, pero dio a conocer que Él podía hacer mucho más cuando Él regresara como el Espíritu Dador de Vida. Esto demuestra, en vez de refutar, que Él era Dios. ¿Qué hombre o ser puede hacer ese tipo de promesas, mucho menos cumplirlas? Después que el Señor se fue, y ascendió al Cielo, Él regresó a ellos y les dio Su Espíritu, cumpliendo el significado de Su declaración que “El Padre mayor es que Yo.” ¡Ellos recibieron a Dios! Jesucristo moró en ellos, dándoles el mismo poder que Él tenía sobre el pecado. Algo mayor no pudo haberle pasado a nadie jamás, y es algo que solamente Dios podía hacer por ellos o por usted.
Juan 12:23-28 NBLH
(23) Jesús les respondió: “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.”
¿Cómo es glorificado el Hijo del Hombre?
(24) “En verdad les digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto.”
Jesucristo es glorificado cuando Él lleva mucho fruto, es decir, cuando Su vida se multiplica. Entonces los hombres conocerán y honrarán a Dios, porque ellos Lo conocerán en Cristo, al tener Su Espíritu, el Espíritu de Dios. Dios se manifestará Él Mismo en vasijas terrenales, como lo hizo en Cristo. ¿Cree usted que una persona en quien el Creador haga su morada no experimentará un cambio de la naturaleza más profunda y sustancial posible? ¿Cree usted que la madurez de Cristo en esa persona no tendrá también un efecto profundo sobre este mundo, y más allá? ¿Cree usted que eso aún no ha sucedido? Piénselo bien.
Juan el Bautista le dijo a Jesús: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?” Pero aún no había llegado el tiempo en que el Grano de Trigo cayera en tierra y fuera levantado otra vez, habiendo vencido la muerte para multiplicarse grandemente en los que creyeran al recibir Su Espíritu, el Espíritu de Dios. Ese tiempo llegó un poco después; Cristo regresó como lo prometió para liberarnos de la sentencia de muerte del pecado, lo cual Pablo llamó “el cuerpo de pecado” (Romanos 7:24). ¡Hubo fruto! ¡Dios es glorificado!
(25) “El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.”
Los llamados a ser uno con Dios son llamados a poner sus vidas, y Cristo los resucitará por Su poder de resurrección para que ellos vivan para Él, sin corrupción – como Él lo hizo. Esta es la vida eterna y el cumplimiento de la Ley; ¡gloria a Dios! ¡No es una imitación; es Real!
(26) “Si alguno Me sirve, sígame; y donde Yo estuviere, allí estará también Mi servidor. Si alguno Me sirviere, Mi Padre le honrará.”
Si no es Dios, ¿quién es este Hombre que voluntariamente fue a la muerte a favor de todos los que Lo mataron, y levantó Su propio cuerpo en el tiempo que dijo Él que lo haría, se apareció a muchos, entró y salió a través de dimensiones múltiples a voluntad, ascendió al Cielo, vive para siempre, y tiene un acceso continuo e ininterrumpido para informar, comunicar y ordenar a todos los que Él llama y escoge para que Le sirvan, sin importar cuántos o dónde? Si Cristo no es Dios, ¿Quién es ÉL entonces? ¿No están confundidos Leckey y Adams?
(27) Ahora está turbada Mi alma; ¿y qué diré? ¡Padre, sálvame de esta hora! Mas para esto he venido a esta hora.”
Son declaraciones como ésta las que hacen que la gente diga que Cristo no era Dios porque Él no habría estado hablándole a Dios si fuera Él Mismo. Ya hemos respondido a eso objetivamente, varias veces, pero una vez más la gente no logra ver el punto de lo que Dios estaba haciendo a través de Cristo. Para que la humanidad sea hecha a Su imagen, comenzó una obra pero no fue terminada con la creación, Dios se hizo carne para hacer el Camino. Él tenía que demostrar cómo se relacionaría con Dios una persona en verdadera santidad y perfección.
Adán no tuvo verdadera santidad y perfección, ni siquiera antes de caer. De otro modo, él no habría escogido seguir a otra criatura, a su esposa, en vez de a Dios, Su Creador. Nadie es naturalmente santo y perfecto, razón por la cual las Escrituras dicen que Dios Mismo tenía que llevar al hombre a ese estado. ¡Y Él lo hizo! Sólo Él tiene ese poder. Es a través de recibirlo a Él en Cristo, no imitándolo, que podemos participar de la vida y poder para hacer lo que se necesita, lo cual no podríamos hacer sin Él. De esta manera Él, nuestro Creador, nos hace a Su imagen, el Cristo.
“Así dice el SEÑOR, tu Redentor, el que te formó desde el seno materno: Yo, el SEÑOR, Creador de todo, que extiendo los cielos Yo solo y afirmo la tierra sin ayuda.” (Isaías 44:24 LBLA)
(28) “Padre, glorifica Tu Nombre.” Entonces vino una voz del Cielo, que decía: “Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.”
¡“Glorifica Tu Nombre”! Había llegado la hora en que el Hijo del Hombre fuera glorificado. ¿Cuál es el Nombre del Padre? ¿Cuál es el Nombre en el cual los hombres son bautizados en Dios, recibiendo Su Espíritu? ¿Cuál es el único Nombre dado debajo del Cielo mediante el cual los hombres han de ser salvos?
¡El Señor Jesucristo! (Hechos 4:12)
“Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre Sus hombros; y se llamará Su Nombre Admirable, Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” (Isaías 9:6 LBLA)
Adams: “Jesús dijo: ‘Yo y Mi Padre somos uno.’ (Juan X. 30). ¿Quiso decir él que ellos eran uno y la misma persona, — uno en identidad? ¿Es necesario irse a una perspectiva tan extrema e improbable como ésta?”
¿Qué es lo extremo e improbable acerca de que Jesús y Dios sean Uno en identidad? ¿No estamos demostrando que ese es el testimonio más central e importante de las Escrituras? Solamente es improbable para los que no saben nada acerca de Dios. Dios es Espíritu, trasciende el tiempo y el espacio, existe en todas las dimensiones y hace lo que le place a Él en cada una. Si Él ha declarado que los que Él creó en la tierra son dioses (Salmo 82:6), ¿por qué va a ser un problema que Él venga como hombre y entre en la dimensión del hombre? Les diré cuál es el problema para quienes no lo conocen a Él, pero que hacen teorías acerca de Su Naturaleza y resisten la verdad: Cuando Dios ya no es solamente un Espíritu, sino que ha entrado en la dimensión de la carne, Él puede confrontarlos directamente cara a cara con ellos mismos y sus perversas posiciones, de donde salen sus blasfemas teorías, amenazando el estatus que ellos obtienen al presentarse como conocedores, aun cuando ese estatus solamente existe en la mente de ellos. Fue por esa causa que los religiosos entregaron al Señor a Pilato para que lo crucificara:
“Porque Pilato sabía que habían entregado a Jesús por pura envidia.” (Mateo 27:18 PDT)
Pero Él ha regresado multiplicado, y la Verdad sigue avanzando, imparable.
Volvamos a señalar aquí, como lo hemos hecho en otros escritos y cartas, que nadie tiene el derecho a escoger sus propias ideas y opiniones acerca de Dios y, peor aún, ser dogmático acerca de ellas. Solamente la Verdad, por la Palabra de Sus labios, es aceptable, y Dios, Quien nos ha dado la gracia de buscar Su Rostro y conocerlo a Él, no nos ha dejado solos. Nosotros no predicamos lo que otros o que nosotros hayamos formulado, sino solamente lo que Dios personalmente nos reveló:
“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, siguiendo fábulas artificiosas; sino como habiendo visto con nuestros propios ojos Su majestad.” (2 Pedro 1:16 RVG)
“Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio predicado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí de hombre, ni tampoco me fue enseñado, sino por revelación de Jesucristo.” (Gálatas 1:11-12 RVG)
En cuanto a Kenneth Leckey y las doctrinas que promueve, puedo decir más acerca de su contradicción. Él cita a Adams para explicar su posición de que Jesús fue un hombre débil y corrupto que Dios convirtió en divino, para inspirar al hombre a seguir Su ejemplo y llegar a ser igual. Sin embargo, si el objetivo de ellos fuera vivir vidas santas, ellos no tendrían problema con que Cristo sea Dios en carne, porque esa es la única manera cómo el hombre puede recibir el poder de Dios y vivir una vida santa. Eso no es lo que ellos buscan. Ellos no están interesados en ser levantados del pozo de corrupción; están bastante felices donde están. Ellos nunca se han arrepentido de sus pecados ni sabido lo más básico de Cristo. Quienes los siguen a ellos son ciegos y terminan en el mismo pozo con ellos; que las cosas caigan por su propio peso.
El problema para Kenneth et al. Es que Cristo siendo Dios Lo hace Señor por derecho sobre la vida de uno, con toda sumisión y el honor debido a Él. Para eso, estos predicadores no tienen corazón. Más bien ellos tratan de neutralizar la Realidad con una teoría de Cristo como nuestro ejemplo, teoría imaginada por sus mentes y seguida como lo determinan ellos, si acaso lo hacen, permitiéndoles a ellos hacer como les place, sin darle cuentas a nadie más que a sí mismos. El Señor Resucitado Jesucristo no es Quien ellos quieren ver o de Quien ellos quieren oír. En lugar de eso, para ellos, Jesucristo está muerto, y ellos luchan porque así se mantenga, pues ellos son hijos de quienes Lo asesinaron a Él.
Pero Jesucristo está vivo y nos ha hecho uno con Dios, por Su gracia y no por nuestro propio poder o rectitud. La nueva vida en Cristo es Dios venido en carne, por Su voluntad y no la del hombre (Juan 1:13). Jesús dijo que los nacidos del Espíritu son como el viento; los hombres no saben de dónde vienen o hacia dónde van esos. Entonces, ¿cómo es que el hombre puede imitarlo a Él? Simplemente no puede. Jesucristo es el medio de Dios por el cual los dos llegan a ser una carne, Dios (Cristo) y el hombre (Su Iglesia), para que Su voluntad sea hecha en la tierra como en el Cielo. ¿No dijo Pablo que la unión de Dios y el hombre llegando a ser una sola carne en Cristo era un misterio (Efesios 5:32)?
La unión del Cielo y la tierra se hizo posible cuando el Padre se encarnó en el Hijo. La identidad de Padre e Hijo es en el Espíritu. Hay Un Solo Espíritu, el Cual es Dios. Las Escrituras hablan del Espíritu de Cristo y del Espíritu de Dios intercambiablemente. Eso es así porque Cristo es Dios, Dios es Espíritu, y solamente hay un Espíritu. Él se manifiesta como le place para cumplir Su voluntad. ¿Qué es el hombre para tener problemas con eso?
Adams: “Él fue el primer hombre hecho a la imagen y semejanza de Dios, el hombre Modelo de la creación terminada de Dios. Este punto de vista está de acuerdo con la razón y las escrituras. Decir que Jesucristo es el eterno Hijo de Dios es tontería; esas palabras no tienen significado para las mentes, porque no podemos concebir un cuadrado redondo o una curva recta.”
Esto es lo que Dios dice:
“Yo no pienso como tú piensas. La manera en que tú trabajas no es la manera en que Yo trabajo – Decreto de Dios.” (Isaías 55:8 El Mensaje).
“Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios por medio de su propia sabiduría, agradó a Dios mediante la necedad de la predicación salvar a los que creen.” (1 Corintios 1:21 NBLH)
“La mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la Ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo.” (Romanos 8:7 NBLH)
“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1 Corintios 2:14 RVG)
Jesucristo no es el primer hombre hecho a la semejanza de Dios; no es así. Él es Dios hecho a la semejanza de hombre (Filipenses 2:7). Él vino a completar el proceso iniciado con Adán, el primer hombre hecho a la imagen de Dios, como está escrito:
“Entonces dijo Dios: ¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza! ¡Que domine en toda la tierra sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos y las bestias, y sobre todo animal que repta sobre la tierra! Y Dios creó al hombre a Su imagen. Lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó.” (Génesis 1:26-27 RVC)
Por esta razón, Adán fue llamado el hijo de Dios (Lucas 3:38). En cuanto a Jesucristo, el Salvador de Adán, y el eterno Unigénito Hijo de Dios, esto es lo que las Escrituras dicen de Él:
Hebreos 1:6-8 RVG
(6) Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: “Y adórenle todos los ángeles de Dios.”
Jesucristo precedió a Adán, siendo mucho más grande, y hasta los ángeles de Dios, que son mayores que el hombre, lo adoran a Él.
(7) Y ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego.
Aunque los hombres son hechos menor que los ángeles (Salmo 8:5-6), aquí está Uno a Quien se les ordena a los ángeles que Le adoren, y Quien los manda, haciéndolos como llamas de fuego. ¿Cómo puede Cristo estar dirigiendo a los ángeles en el Cielo? Pues porque Él no es un hombre hecho a la imagen de Dios, sino Dios Quien vino en forma de hombre.
(8) Mas al Hijo dice: “Tu trono, oh Dios, por siempre jamás: Cetro de equidad es el cetro de Tu reino.”
Para Adams esto es tontería, porque Dios no puede hablarse a Sí Mismo. El problema no es con Dios, sino con Adams, quien está atrapado en su mente terrenal y carnal, la cual se exalta como si pudiera comprender a Dios, el Creador y Espíritu eterno. Convenientemente él olvida que Jesús dijo que Él tenía la gloria de Dios desde antes de la fundación del mundo (Juan 17:24). ¿También eso es tontería? La Biblia, inspirada por el Padre de los espíritus, es un libro espiritual, no carnal.
Adams: “Entonces los apóstoles se refirieron a Cristo, como Hijo de Dios (e.g. ver Hecho IX. 20) y ninguno de ellos dejó registrada una señal de que ellos consideraran a Cristo como ‘el mismo Dios no creado.’”
¡Qué sordos y ciegos son los que confían en la mente y conocimiento carnal, y qué presuntuosos son ellos al hablar desde su ignorancia, como si fuera el conocimiento de Dios Mismo! Los apóstoles no tenían ninguna duda de que Cristo fuera el mismo Dios. Que ellos lo presentaran como el Hijo de Dios de ninguna manera anula este hecho, porque a menos que usted conozca a Dios en la Persona de Cristo, el Hijo de Dios, usted no puede conocerlo a Él como Él es verdaderamente. Jesucristo es el Camino por el cual Dios se da a conocer a todos los hombres:
“Todas las cosas Me son entregadas por Mi Padre; y nadie sabe Quién es el Hijo sino el Padre; ni Quién es el Padre, sino el Hijo, y a quien el Hijo lo quisiere revelar.” (Lucas 10:22 RVG)
La verdad de que Cristo es Dios, y Dios es Cristo, está entretejida en todo lo que los apóstoles escribieron. Ya hemos visto algunos escritos de Pablo, pero también consideremos estos versículos en sus cartas:
“Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo, nuestra esperanza.” (1 Timoteo 1:1 RVG)
Si Dios es nuestro Salvador y Cristo es nuestro Salvador (Filipenses 3.20) y solamente hay un Salvador, entonces Dios y Jesucristo son Uno y el Mismo. Si somos un pueblo feliz porque nuestra esperanza está en el Señor nuestro Dios (Salmo 145:6), y Cristo es nuestra esperanza, entonces Jesucristo es el Señor nuestro Dios. Eso es exactamente lo que dice Pablo también:
“Aguardando aquella esperanza bienaventurada, y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.” (Tito 2:13 RVG)
Esta es otra cita de su carta a Timoteo, una que ya miramos, pero la cual permite una mirada más de cerca:
“Y sin contradicción, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne; justificado en el Espíritu; visto de los ángeles; predicado a los gentiles; creído en el mundo; recibido arriba en gloria.” (1 Timoteo 3:16 RVG)
¿Quién fue manifestado en carne? Dios. ¿Quién es este Mismo que es proclamado entre los gentiles? Jesucristo. Este versículo está hablando de Un Dios, no de dos, simplemente del Señor Jesucristo Quien fue recibido en gloria. Pablo está proclamando el misterio de la piedad, el cual no es percibido ni comprendido por los religiosos carnales, tales como Kenneth y A.P. Adams, quienes no creen en el Dios viviente y Salvador de ellos.
“Y por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, y mayormente de los que creen.” (1 Timoteo 4:10 RVC)
“Que guardes este Mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo: La cual a su tiempo mostrará el Bendito y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores; el Único que tiene inmortalidad, y habita en luz inaccesible; a Quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A Él sea honra y poder sempiterno. Amén.” (1 Timoteo 6:14-16 RVG)
Estos versículos claramente están hablando de Jesucristo, pero dicen que ningún hombre puede verlo a Él. ¿Cómo puede ser eso? Él estuvo en un cuerpo de carne y sangre. Pero Dios es Espíritu, y solamente por revelación del Espíritu puede un hombre verlo a Él. En el tiempo correcto Él lo dejará claro, y ese tiempo es ahora, de que Él es no solamente Gobernador, sino Rey de reyes, Señor de señores, el Eterno a Quien es debido todo el honor. ¡Alabado sea Dios, y gloria en las Alturas!
¿Cómo puede un hombre imitar lo que él no ha visto? Pero si por fe él mira “la gloria del Señor, él es transformado a la misma imagen de gloria en gloria, solamente por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18). Amén.
Pedro también enseñó que Jesús era Dios:
“Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que han recibido una fe como la nuestra, mediante la justicia de nuestro Dios y Salvador, Jesucristo.” (2 Pedro 1:1 RVG)
Pedro está confesando claramente que Jesucristo es nuestro Dios y Salvador.
“Pues de esta manera les será concedida ampliamente la entrada al Reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.” (2 Pedro 1:11 RVG)
El Reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es el Reino de Dios. ¿Dónde encuentra alguien que haya dos Reinos de los Cielos eternos? Tampoco hay dos Dioses. Hay uno – Jesucristo.
“Gracia y paz os sean multiplicadas en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesucristo.” (2 Pedro 1:2 RVR)
“Antes bien, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.” (2 Pedro 3:18 RVG)
No hay nada engañoso o complejo acerca de lo que Pedro ha escrito. El conocimiento de Dios viene a través del conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. A Él sea la gloria de Dios para siempre. Como ya lo hemos oído, la gloria de Dios es solamente de Dios. Donde se complican las cosas es con las teorías y argumentos que niegan que Jesucristo sea Dios, manteniendo así a los hombres separados de Dios, y a Dios separado de los hombres. Los proponentes de este error tampoco reciben a Dios ni entran en Su Reino. Ellos tratan de estorbar a quienes podrían hacerlo. Ellos desean mantener el poder para sí mismos y no ser juzgados por Él. Las tinieblas resisten la Luz, pero no tienen éxito.
El apóstol Santiago también testifica que Cristo es Dios:
Santiago 5:7-11 NBLH
(7) Por tanto, hermanos, sean pacientes hasta la venida del Señor. Miren cómo el labrador espera el fruto precioso de la tierra, siendo paciente en ello hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía.
(8) Sean también ustedes pacientes. Fortalezcan sus corazones, porque la venida del Señor está cerca.
(9) Hermanos, no se quejen unos contra otros, para que no sean juzgados. Ya el Juez está a las puertas.
(10) Hermanos, tomen como ejemplo de paciencia y aflicción a los profetas que hablaron en el Nombre del Señor.
(11) Miren que tenemos por bienaventurados a los que sufrieron (perseveraron). Han oído de la paciencia (firmeza) de Job, y han visto el resultado del proceder del Señor, que el Señor es muy compasivo y misericordioso.
Santiago no hace diferencia entre Aquél que viene (Cristo), y Aquél que habló a través de los profetas y está listo para juzgar al mundo, mostrándoles misericordia a Sus siervos – Dios.
Abraham, en el asunto de la destrucción de Sodoma, le dijo a Dios, Quien se paró en forma de hombre delante de él: “¿No hará lo correcto el Juez de toda la tierra?” (Génesis 18:25). Solamente hay un Juez sobre todos, y el hecho es que Él ha aparecido como hombre más de una vez. El Registro es completo y consistente.
De hecho, como dijo Jesús: “Antes que Abraham fuese, Yo SOY” (Juan 8:58), y fue de Él que Abraham profetizó que Dios cumpliría el sacrificio de Isaac:
“Isaac dijo: ‘Padre mío. He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?’ Y respondió Abraham: ‘Dios se proveerá el cordero.’” (Génesis 22:7 CEV)
Dios también habló de esto a través del profeta Zacarías, sin dejar duda de que era Él Quien cumplía el papel del cordero:
“Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén, el Espíritu de gracia y de súplica, y Me mirarán a Mí, a Quien han traspasado. Y se lamentarán por Él, como quien se lamenta por un hijo único, y llorarán por Él, como se llora por un primogénito.” (Zacarías 12:10 NBLH)
Juan, el discípulo a quien Jesús amó, y apóstol y hermano en tribulación a todos los que están en Cristo, escribió un libro acerca de la revelación de Jesucristo. ¿Cuál es el propósito o significado de esta revelación, sino revelar a Dios? Eso es lo que dicen las Escrituras:
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es Quien resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” (2 Corintios 4:6 RVG)
Vemos en los escritos de Juan que la revelación de Jesucristo es la revelación de Dios. Esto es consistente con el Registro de Dios desde el principio:
“Y el SEÑOR se volvió a aparecer en Silo; porque el SEÑOR se revelaba a Samuel en Silo por la Palabra del SEÑOR.” (1 Samuel 3:21 LBLA)
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.” (Juan 1:1 RVG)
“Y el Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:14 RVG)
En la Revelación, Juan describe su encuentro con el Señor ascendido:
“Y cuando Le vi, caí como muerto a Sus pies. Y Él puso Su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; Yo soy el Primero y el Último; y el que vivo, y estuve muerto; y he aquí que vivo para siempre, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del infierno.” (Apocalipsis 1:17-18 RVG)
La reacción de Juan de caer como muerto delante de Cristo es el mismo tipo de reacción que tuvieron otros que vieron a Dios. Ezequiel vio a Dios en Su trono con la apariencia de un Hombre, y cayó sobre su rostro delante de Él. Luego Dios le ordenó ponerse de pie y lo hizo oír. Daniel tuvo una visión de Dios como de un hombre glorificado, y cayó al suelo en profundo sueño, perdiendo toda su fuerza y sintiéndose totalmente corrupto. Los judíos, a quienes la Palabra de Dios fue dada, y por quienes tenemos nosotros Su Registro, nunca dudaron que estas fueran manifestaciones de Dios Todopoderoso. Lo mismo fue con los apóstoles y la revelación de Jesucristo.
De hecho, Juan registró su visión y el entendimiento que tuvo de Dios para que los que creyeran en Cristo pudieran saber con seguridad en Quién creían – en Dios Todopoderoso:
1 Juan 5:13-15, 20 RVG
(13) Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el Nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el Nombre del Hijo de Dios.
(14) Y ésta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye.
(15) Y si sabemos que Él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho….
(20) Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el Verdadero, en Su Hijo Jesucristo. Éste es el verdadero Dios, y la vida eterna.
En la Revelación de Cristo, Juan declara que Quien murió y vive para siempre es el Señor Dios, el Gobernador de todos:
“Él viene con las nubes, y todo ojo Lo verá, aun los que Lo traspasaron; y todas las tribus (linajes y razas) de la tierra harán lamentación por Él. Sí. Amén. ‘Yo soy el Alfa y la Omega,’ dice el Señor Dios, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.” (Apocalipsis 1:7-8 NBLH)
¿Cómo se puede decir en forma más directa? ¿No están en tinieblas Adams y Leckey? Juan registra que el Gobernador de todos es adorado y alabado por los gobernadores en el Cielo, quienes Lo llaman “nuestro Señor y nuestro Dios.” ¿No deja todo esto bien claro que Jesucristo es Dios?
Apocalipsis 4:2-11 NBLH
(2) Al instante estaba yo en el Espíritu, y vi un trono colocado en el Cielo, y a Uno sentado en el trono.
(3) El que estaba sentado era de aspecto semejante a una piedra de jaspe y sardio, y alrededor del trono había un arco iris, de aspecto semejante a la esmeralda.
(4) Y alrededor del trono había veinticuatro tronos. Y sentados en los tronos, veinticuatro ancianos vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en la cabeza….
(6) Delante del trono había como un mar transparente semejante al cristal; y en medio del trono y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos por delante y por detrás….
(8) Los cuatro seres vivientes… día y noche no cesaban de decir: “SANTO, SANTO, SANTO, es EL SEÑOR DIOS, EL TODOPODEROSO, el que era, el que es y el que ha de venir.”
(9) Y cada vez que los seres vivientes dan gloria, honor, y acción de gracias a Aquél que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos,
(10) los veinticuatro ancianos se postran delante de Aquél que está sentado en el trono, y adoran a Aquél que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo:
(11) “Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque Tú creaste todas las cosas, y por Tu voluntad existen y fueron creadas.”
Algunos todavía protestarán que allí se está hablando de “el Padre,” pero nosotros sabemos que Cristo es Uno “Quien fue y Quien es y ha de venir,” entonces nuestra respuesta es: “Sí, está hablando del Padre, porque Jesucristo es el Padre.”
El último versículo (4:11) es una descripción de Cristo y Su poder lo cual también se confirma por el Evangelio de Juan:
“Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” (Juan 1:3 RVG)
Juan mira al Cordero de Dios, el Salvador Quien quita el pecado del mundo, en medio del trono de Dios, con los siete espíritus (plenitud) de Dios, adorado por los ancianos, los cuatro seres vivientes, y los ejércitos del Cielo, y descrito como el que estuvo muerto, pero que vive para siempre.
El Cordero de Dios, Jesucristo, tiene todas las credenciales de Dios porque Él es Dios, el mismo que consuela a Su pueblo:
“Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes vivas de aguas: Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.” (Apocalipsis 7:17 RVG)
Solamente hay un Dios, el Señor Jesucristo, Quien ha tomado Su gran poder y reinado, para cumplir con Su destino en el hombre:
Apocalipsis 11:15-18 RVG
(15) El séptimo ángel tocó la trompeta; y fueron hechas grandes voces en el Cielo, que decían: Los reinos de este mundo han venido a ser de nuestro Señor, y de Su Cristo; y reinará [singular] para siempre jamás.
(16) Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus sillas, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,
(17) diciendo: Te damos gracias, oh Señor Dios Todopoderoso, que eres y que eras y que has de venir [Jesucristo], porque has tomado Tu gran poder, y has reinado.
(18) Y se han airado las naciones, y Tu ira ha venido [“Escondednos de la ira del cordero”], y el tiempo para que los muertos sean juzgados, y para que des el galardón a Tus siervos los profetas, y a los santos, y a los que temen Tu Nombre [Jesucristo], pequeños y grandes, y para que destruyas los que destruyen la tierra.”
“Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. Y la Ciudad no tenía necesidad de sol, ni de luna, para que resplandezcan en ella; porque la gloria de Dios la ha alumbrado, y el Cordero es su lámpara.” (Apocalipsis 21:22-23 SSE)
“Y me mostró un río puro de agua de vida, límpido como el cristal, que provenía del trono de Dios y del Cordero…Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y Sus [no de “Ellos”] siervos Le servirán; y verán Su [no de “Ellos”] rostro, y Su [singular] Nombre estará en sus frentes.” (Apocalipsis 22:1-4 RVG)
Aquí otra vez Juan confiesa claramente que Jesús el Cristo es el Padre y el Hijo, para los que pueden recibirlo:
“¿Quién es mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Éste es anticristo, que niega al Padre y al Hijo.” (1 Juan 2:22 RVG)
Del apóstol Tomás obtenemos una confesión positiva de que Jesucristo es Señor y Dios, cuando Tomás vio al Señor después de Su resurrección:
“Y Tomás respondió, y Le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:28 RVG)
Él sabía que nadie más que Dios podía predecir Su propia muerte y resurrección y realizarla. Tomás podrá haber dudado, pero él no era totalmente ignorante.
Finalmente, tenemos el testimonio de Jesucristo de que Él es en verdad Quien Tomás dijo que era, porque Él estuvo de acuerdo con Tomás, y sabemos que lo que Él dijo es verdad, porque nosotros estamos entre los que han sido bendecidos para creer y recibirlo a Él sin verlo según la carne:
“Jesús le dijo: Tomás, porque Me has visto, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.” (Juan 20:28-29 RVG)
Entonces las Escrituras proclaman precisamente lo contrario de lo que dice Adams, y él, un simple hombre usando su propio razonamiento carnal, expresa gran indignación al pensar que eso podría ser así. La audacia es de él y él es el ofensor. Este es otro ejemplo de sus arrogantes y confusos argumentos:
“¿Tal vez alguien preguntará si Pablo no dice que Cristo era ‘igual a Dios’? (Phil. 2:6), si así fuera, eso no estaría diciendo que él era absolutamente idéntico con Dios. Pero Pablo no dice nada de eso; por el contrario, él dice virtualmente lo contrario; la cláusula es una mala traducción; debería leerse, ‘Él no consideró como algo a qué aferrarse el ser igual a Dios.’”
Ya hemos demostrado que es falso el argumento en contra de que Cristo fuera Dios en los días de Su carne, porque Dios no es carne y por lo tanto Él no era “idéntico.” Dios no es una llama de fuego en un arbusto, pero Él se apareció a Moisés de esa forma. Abraham lo vio en forma de hombre, pero Abraham sabía que Dios era mucho más que un hombre. Lo físico no es de lo que se trata esto:
“El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida.” (Juan 6:63 RVG)
Jesús fue la expresión de Dios en la carne, el Único y Supremo Espíritu. Después de Su ascensión Él fue idéntico en todos los aspectos, porque Él salió de Dios, y volvió a Él:
“Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo al mundo y voy al Padre.” (Juan 16:28 RVG)
Dios se había hecho hombre, pero Él siempre siguió siendo Espíritu. Por eso es que no conocemos a Cristo según la carne. Lo conocemos como el Postrer Adán, el Espíritu vivificante.
Esto es lo que las Escrituras que cita Adams dicen, en verdad, acerca de Cristo:
“El cual, siendo en forma de Dios [“la Palabra era Dios”], no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse [no se aprovechó de Su posición], sino que se despojó a Sí Mismo [se vació de Su gloria y poder], tomando forma de siervo [uno que sirve en vez de ser servido], hecho semejante a los hombres [en todos los aspectos de un hombre sometido a la voluntad de Dios].” (Filipenses 2:6-7 RVR)
Y luego, ¿qué pasó?
“Y estando en la condición de hombre, se humilló a Sí Mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también Le exaltó hasta lo sumo, y Le dio un Nombre que es sobre todo nombre, para que en el Nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los Cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra.” (Filipenses 2.8-11 RVR)
Si Cristo no es Dios, entonces Él no tendría gente inclinándose ante Él y confesándolo a Él como Señor. Ningún siervo leal del Dios permitiría tal cosa:
“Y yo Juan vi y oí estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. Y él me dijo: ‘Mira que no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.‘” (Apocalipsis 22:8-9 RVG)
Si, como dice Adams, todos somos como Jesús, capaces de alcanzar Su estatura por nuestro propio poder, entonces nosotros también deberíamos recibir adoración. Sin embargo, Pedro, como un discípulo primario y principal apóstol, no lo entendió de esa manera, como se demuestra cuando fue enviado a llevar salvación en Cristo a los gentiles:
“Y cuando Pedro entraba, Cornelio salió a recibirle; y postrándose a sus pies, le adoró. Mas Pedro le levantó, diciendo: ‘Levántate; yo mismo también soy hombre.’” (Hechos 10:25-26 RVG)
Uno que es sólo un hombre no recibe la adoración que le pertenece sólo a Dios.
Pero Adams niega la verdad de la naturaleza de Cristo porque él prefiere actuar y comportarse como Dios mismo, y, como Dios, él no le da la gloria a otro, es decir a Cristo, Quien de verdad es Dios:
“Jesús fue hecho ‘partícipe de carne y sangre,’ (Heb. II. 14) i.e. de la naturaleza humana; en este artículo quiero mostrarles cómo los creyentes son hechos ‘partícipes de la naturaleza divina.’ (2 Pedro I. 4). Todo cristiano entiende que debemos negarnos a nosotros mismos, dejarlo todo, y seguir a Jesús en sus padecimientos aquí, si queremos compartir su gloria después.”
Yo doy gracias a Dios que Jesús fue hecho “partícipe de carne y sangre,” porque esa es la única manera en que nosotros somos hechos partícipes de Su divinidad (es Suya, no nuestra). Nosotros recibimos a Dios y entramos en Su obra al creer en Cristo (vivir por Él, Su Palabra y voluntad por medio de Su fe y Espíritu) a Quien Dios envió (Juan 6:29). No entramos a la vida por seguirlo a Él como a un modelo en nuestro propio entendimiento. Seguir a alguien como modelo significa que usted está al mismo nivel de comprensión, poder y habilidades para actuar como el modelo. Ninguna persona en este mundo ha tenido, o tendrá jamás, el entendimiento, la divinidad y el poder santificado de Dios para hacer lo que Jesucristo hizo, salvo que esa persona sea nacida de Él, bautizada en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo – Jesucristo.
A Jesús nunca se le cruzó la idea de que nosotros podríamos imitar nuestro camino a la divinidad. Él sabe de qué estamos hechos. Él no dijo: “Imítenme a Mí”; Él dijo:
“Permaneced en Mí, y Yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto de sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí.” (Juan 15:4 RVG)
Los que imitan a Jesús no están permaneciendo en Él. Ellos no lo están siguiendo en Su padecimiento, a pesar de que proclamen lo contrario. Ellos no lo están siguiendo a Él para nada, y a la hora de la hora, ni siquiera lo están intentando. Más bien, se presentan presuntuosamente como vides, buscando sus propias ramas.
Adams y Leckey no están tratando; ellos sólo hablan de hacer eso en términos vagos y generales. Los padecimientos que ellos experimentan son los suyos propios, que les vienen principalmente por tomar el Nombre del Señor, el Nombre de Dios, en vano. Ellos dicen ser Suyos pero no tienen nada que ver con Él.
Ellos están viviendo una realidad como la de Don Quijote, en un mundo hecho por ellos mismos, con ellos mismos de héroes de sus fantasías, dependiendo de sus sentidos corruptos en lugar de Dios a través de Jesucristo. Ellos malinterpretan todo lo que ven y manejan, destruyéndose a sí mismos en sus engaños. (Karl Marx tenía razón; la religión es el opio de los pueblos, y él solamente se equivocó en concluir que porque los hombres hayan inventado sus propias versiones de Dios y formas fantasiosas de relacionarse con Él por ganancia deshonesta, es que no hay Dios. Marx estaba en incredulidad, y egoísmo también. Por lo menos, para crédito suyo y vergüenza de Adams y Leckey, Marx no presumió representar a Jesucristo en ninguna manera, siendo ignorante de Él.)
Mientras Leckey y Adams no son llamados ni escogidos, los que sí lo son han recibido la gracia de Dios y Su fe para soportar y padecer con Él:
“Mas vosotros sois los que habéis permanecido Conmigo en Mis pruebas.” (Lucas 22:28 RVG)
Adams, a la manera de todo el cristianismo falso, les enseña a los hombres a presumir una asociación con Cristo por sus propias voluntades, intenciones y declaraciones, en lugar de la realidad de seguirlo a Él a través de la obediencia de fe e introducción de la cruz en la vida de Sus escogidos, siendo la cruz el medio de identificación y padecimiento con Él. Adams no puede enseñar lo que él no tiene. Él está allí para atrapar a los simples y a los insinceros. Él, junto con muchos otros, guía a los hombres a creer falsamente que ellos entrarán al Reino de Dios por lo que ellos dicen y no por lo que hacen, porque ellos mismos no conocen la Verdad ni la hacen.
Adams: “Cualquier cosa que él haya sido, es, o pueda ser, deben ser ellos, son, y serán; y ¡oh, cómo acerca a Cristo a los creyentes esta gran verdad!”
Esta es la gran pretensión de la que estoy hablando; es una mentira que Cristo venga por afirmación o recitación de ciertas creencias o hechos acerca de Él. ¿Quiénes son los hombres para conjurar a Dios por mandato o conocimiento? Este es el fruto de los que comen del Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal. Jesús es Señor, pero eso no significa nada para los necios seguros en sí mismos. Ellos están a cargo y no escucharán otra cosa.
El ejercicio del conocimiento carnal no es de fe. De hecho, la fe lo rechaza:
“Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al Cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo.) O, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para volver a subir a Cristo de los muertos.)” (Romanos 10:6-7 RVG)
La verdadera fe confiesa que Jesucristo es Señor:
“También dice: ‘El mensaje de Dios está muy cerca de ti. Está tan cerca como lo están tu boca y tu corazón’. Es el mismo mensaje de fe que nosotros anunciamos. Serás salvo si reconoces abiertamente que Jesús es el Señor y si crees de todo corazón que Dios Lo levantó de la muerte.” (Romanos 10:8-9 PDT)
Como ya está plenamente aclarado para los que sus ojos han sido abiertos, las cosas no funcionan a la manera que Leckey y Adams piensan o proponen. ¿Estamos hablando solamente de estos dos hombres? No. Esto cubre multitud de maestros de religión falsa que el Señor y el apóstol Pablo dijeron que vendrían, con diversas enseñanzas falsas (conteniendo elementos de la verdad), algunas que suenan así:
“Él es nuestro hermano mayor, que comparte con nosotros y nosotros con él todas las experiencias del hombre caído; y todavía estamos compartiendo mutuamente toda la exaltación y gloria del ‘hombre perfecto’ (Ef. IV. 13). Así el divino Jesús imparte su divinidad a los elegidos; a la ‘Simiente’ prometida – a través de quienes la misma divinidad será transmitida a ‘todas las familias de la tierra,’ hasta que haya una raza divina, — como Dios; — ‘y no habrá nada más bajo maldición.’”
Cristo no vino a humillarse en el lodo con nosotros. Él no está con usted en sus pecados y desenfrenos, sean físicos o espirituales. Él no está con usted en su incredulidad, caídas, mundanalidad, o pretensiones religiosas intelectuales. Él no lo está cargando a usted, dejando un par de huellas solas en la arena, cuando usted se va tras las imágenes y los ídolos. Él no está en sus iglesias, las obras de manos de hombres, las cuales no son Su obra. Él llama a todos los que oyen Su voz:
“Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis cosa inmunda; y Yo os recibiré, y seré a vosotros Padre, y vosotros Me seréis a Mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.” (2 Corintios 6:17-18 RVR)
Los que esperan compartir la gloria de Cristo porque creen que Él está compartiendo la naturaleza caída de ellos tienen las cosas al revés y están listos para un amargo despertar. Nosotros no venimos a la vida por vivir y gloriarnos en la carne (eso no es lo que dicen estos hombres que están haciendo ellos, pero eso es lo que están haciendo.) Usted tiene que arrepentirse y hacerlo a Su manera. Así es como funciona:
“Esto es algo seguro: Si morimos con Él, viviremos con Él; si aguantamos con Él, reinaremos con Él; si le damos la espalda, Él nos dará la espalda a nosotros.” (2 Timoteo 2:11-12 El Mensaje)
Es cuando tomamos la cruz y morimos con Él, y no por la experiencia carnal, que viene la identificación con Cristo y la gloria de Dios que sigue:
“Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y el día de la muerte que el día del nacimiento.” (Eclesiastés 7:1 RVG)
“Estimada a los ojos del SEÑOR es la muerte de Sus santos.” (Salmo 116:15 LBLA)
“Con Cristo estoy juntamente crucificado; mas vivo, ya no yo, sino que Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el Cual me amó y se entregó a Sí Mismo por mí.” (Gálatas 2:20 RVG)
Adams trata de transferir divinidad, la gloria de Dios, a carne y sangre, pero las Escrituras declaran algo diferente:
“Mas esto digo, hermanos; que la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción.” (1 Corintios 15:50 RVG)
Los hombres no son la Simiente; Jesucristo es la Simiente. Adams, contrario al Espíritu de Cristo, piensa robarle a Dios y tomar de Su gloria, pero la gloria solamente está en Él:
“Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su Simiente. No dice: ‘Y a las simientes,’ como de muchos; sino como de uno: ‘Y a tu Simiente, el Cual es Cristo.’” (Gálatas 3:16 RVG)
Así es, nosotros somos la Simiente de Dios en Cristo, pero nosotros vinimos a Él legítimamente, por Su obra, y no por medio de doctrina y presunción.
De estos es que Dios está cerca:
“Cercano está el SEÑOR a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu.” (Salmo 34:18 LBLA)
Kenneth concluye su artículo diciendo que el propósito del mismo es:
“Para que todos podamos apreciar mejor el valor y fe del Nazareno y consecuentemente, ‘correr la carrera que tenemos que correr con paciencia, puestos los ojos en Jesús nuestro líder y ejemplo en la Fe.’”
Esto es hacer de Jesucristo un héroe, igual que los musulmanes hacen con Mahoma. Kenneth ha privado al Señor Jesucristo de Su Deidad, para hacerse él mismo, un pecador, uno igual a Dios. Esto es precisamente lo que hizo Mahoma, declarando que “Dios no tenía ningún Hijo” y reclamando para sí mismo la posición del último profeta, en otras palabras, dándose a sí mismo la última palabra. Esa es la esencia de la carne, su gran arrogancia y enemistad con Dios. Kenneth es un musulmán en espíritu, y está en compañía de todos los usurpadores y negadores, aborrecedores del Señor y enemigos de todos los hombres.
Hacer un héroe de Jesucristo no es hacerle a Él, o a usted, algún honor o favor. Así eso no se hace por Él, sino por uno mismo. Uno eleva la carne y se inclina ante ella, haciéndola señor, un ídolo. Esta es la adoración al hombre. De esto es que se trata el antiguo Baal; del hombre carnal como “señor.” Leckey está promoviendo a Baal, no a Cristo. Él usa el Nombre del Señor y las Escrituras para hacerlo, engañando a los simples. Él no está solo en esto. El mundo está repleto de la adoración a Baal y de religión falsa, haciendo violencia contra la verdad, igual que en los días de Noé, cuando los santos se mezclaron con los impuros y todo quedó después inservible. “Un poco de levadura leuda toda la masa.” Todo tuvo que irse, igual que sucede hoy, con la promesa de que esta vez la limpieza vendrá por fuego:
2 Pedro 3:10-13 RVG
(10) Pero el Día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.
(11) Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¿cómo no debéis vosotros de conduciros en santa y piadosa manera de vivir?
(12) Esperando y apresurándoos para la venida del Día de Dios, en el cual los cielos, siendo encendidos, serán deshechos, y los elementos siendo quemados, se fundirán.
(13) Pero nosotros esperamos según Su promesa, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
Leckey escribe que él quiere alertar a sus lectores acerca del inminente juicio de Dios, y el tiempo que “se acerca pronto” cuando los “reinos de este mundo lleguen a ser reinos de nuestro Señor y de Su Cristo; y Él [no “Ellos”] reine para siempre jamás.” Ese Día ha llegado, ahora, en lo que nosotros refutamos toda presunción y error, mediante la Verdad – el Señor Jesucristo Quien nos ha enviado a hacerlo.
1 Corintios 3:10-15 RVG
(10) Conforme a la gracia de Dios que me es dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.
(11) Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
(12) Y si alguno edificare sobre este fundamento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca;
(13) la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el Día la declarará; porque por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.
(14) Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno fuere quemada, sufrirá pérdida; si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.
“¿Quién ha realizado esta obra? ¿Quién, desde el principio, ha ordenado el curso de la historia? Yo, el Señor, el único Dios, el primero y el último.” (Isaías 41:4 DHH)
Amén, el Señor Jesucristo reina omnipotente.
Paul Cohen
Traducido al español por Edwin Romero
Translated into Spanish by Edwin Romero