Cómo Vemos y Usamos las Escrituras

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(Nota del traductor: En este escrito se hace referencia a las traducciones de la Biblia en inglés.)

La importancia y Esencia de las Escrituras

Jesucristo no citó las Escrituras porque Moisés y los profetas las escribieron, o porque eran reverenciadas por los judíos, o porque fueron el fundamento del judaísmo, o porque los hombres decían que eran santas, o porque fueron escritos de manera formal o con un lenguaje religioso impresionante, o porque vinieron en la forma de un libro especialmente encuadernado y elaborado, ni por muchas otras razones. Él citó las Escrituras porque sabía la Verdad espiritual e intrínsecamente santa de las mismas. No sólo tenían sentido o reflejaban con precisión la doctrina religiosa preferida; ellas expresaban la Verdad infalible.

La Verdad Es

La verdad no necesita ser expresada de una cierta manera para ser infalible. De hecho, la Verdad está en todas partes, en toda la creación de Dios, y nunca puede ser contenida en su totalidad en una sola cosa, ni siquiera en una Biblia. Esa es la verdadera gloria y el poder de la Verdad, la cual es Dios. Como dijo Jesús:

“Yo soy el camino, la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre sino por Mí” (Juan 14:6 RV).

La verdad está siempre presente y siempre es vindicada por derecho propio, por su propia naturaleza, incluso por sus circunstancias contrastantes. Puede ser reconocida o expresada por cualquiera que conozca la Verdad, en virtud de lo que es, ya sea por un santo, profeta, judío, gentil, niño, hombre o mujer. Puede ser expresada por cualquier cosa, como una estrella, un gorrión, un lirio o una brizna de hierba. Las leyes naturales y espirituales de Dios declaran constantemente Su Verdad, o a Él, e incluso aquellas que Él altera y usa para expresarlo a Él, Su mente y Su voluntad de cualquier manera que Él elija, como, por ejemplo, en los casos del asno de Balaam y los cuervos que alimentaron a Elías. Dios reina Supremo sobre todo. No sólo es el Diseñador e Ingeniero, sino que Él es el Director de todas las cosas en todo tiempo, incluidos los tiempos. Él es el Primero y el Último, el Principio y el Fin, el Alfa y la Omega, el Autor y Consumador de nuestra fe, ¡toda la gloria y la alabanza sean para Él! Como está escrito:

“Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:3 RV).

Y: “Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten” (Colosenses 1:16-17 RV).

Trazando Bien la Palabra de Verdad

Teniendo en cuenta estas cosas, queremos que ustedes, los lectores, sepan cómo utilizamos varias traducciones o materiales relacionados. Hemos sido criticados por no usar la KJV; hemos sido criticados por usarla; hemos sido criticados por no sólo usar otras versiones; hemos sido criticados por usar la paráfrasis de Peterson, El Mensaje, y por usar otras traducciones y paráfrasis. Sin embargo, no usamos las Escrituras por la letra, aunque la letra debe expresar la Verdad o de lo contrario no la usaríamos. Si la Verdad no se expresa aceptablemente en la traducción, transliteración, paráfrasis o cualquier otra expresión, la rechazamos, ya sea la Versión King James, la MKJV (King James Moderna – que a menudo usamos), NIV, BBE, GW, HNV, la Good News, la Taylor’s Living Bible, El Mensaje de Peterson, o cualquier otro escrito que pretenda ser la Biblia o una traducción de las Sagradas Escrituras (“Sagradas” no por la letra, sino por la Verdad que contienen, y por lo tanto “apartadas” del error del hombre y del mundo).

Ningún hombre Es Bueno y la Sola Fe en Dios Es la Clave

Debemos saber que el hombre corrompe todo lo que toca, incluida la Biblia, aunque incluso el hombre corrupto es un testimonio de la Verdad (Romanos 3:5). Contrariamente a las presunciones de algunos, no conocemos una traducción perfecta que sea la única que Dios haya designado como la Palabra de Dios. La clave es conocer la Verdad. Sólo podemos conocer la Verdad cuando conocemos a Jesucristo, personalmente, teniendo Su Espíritu. Nuestra confianza debe estar en Él, no en el hombre. Debe estar en Su Verdad y no en la traducción, opinión o expresión del hombre de lo que es Su Verdad, que, en el análisis final, es lo que son todas las traducciones. No hay otra manera. Sólo por Su Espíritu podemos juzgar todas las cosas, sean o no verdaderas:

1 Corintios 2:9-16 MKJV-TI
(9) Pero como está escrito: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó”, ni han entrado en el corazón del hombre, “las cosas que Dios ha preparado para los que le aman”.
(10) Pero Dios nos las reveló por Su Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, sí, lo profundo de Dios.
(11) Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas de un hombre, sino el espíritu del hombre en él? Entonces tampoco nadie conoce las cosas de Dios excepto el Espíritu de Dios.
(12) Pero no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu de Dios, para que podamos conocer las cosas que Dios nos da gratuitamente.
(13) Estas cosas también hablamos, no en palabras que la sabiduría del hombre enseña, sino las que el Espíritu Santo enseña, comparando las cosas espirituales con las espirituales.
(14) Pero el hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son locura; tampoco los puede conocer, porque se disciernen espiritualmente.
(15) Pero el que es espiritual juzga todas las cosas, sin embargo, él mismo no es juzgado por nadie.
(16) Porque ¿quién conoció la mente del Señor, para que Le instruya? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.

Yo no uso la MKJV (de la cual acabo de citar) como la autoridad. Yo sé que la Verdad se expresa con precisión en estos pasajes particulares, no porque sea la MKJV, o porque se supone que el apóstol Pablo escribió estas palabras, sino porque conozco a Dios por medio de Jesucristo, y Su Espíritu da testimonio a mi espíritu que lo que se dice allí es Verdad.

Si adoramos a Dios en espíritu y en verdad, estamos a salvo y seguros; si tenemos otro dios delante de nosotros, nuestro ojo no es limpio y la oscuridad que pensamos que es luz es grande; no discernimos la Verdad, y nos contradeciremos, mientras nos engañamos a nosotros mismos al pensar que estamos adorando a Dios. Este engaño se vuelve particularmente poderoso cuando adoramos las cosas que relacionamos con Dios, como la Biblia (o alguna versión de ella), o la “iglesia”, o la oración, o un ministro, o una fe o testimonio “cristiano”. La Ley de Dios es verdadera. Él es un Dios celoso y no puede tolerar otros dioses. Hay consecuencias, tan cierto como que el sol sale y se pone cada día.

La verdad es la Verdad, no importa el vehículo

Al usar traducciones y paráfrasis en nuestras cartas y escritos, a menudo comparamos muchas y elegimos entre ellas las que expresan con mayor precisión lo que sabemos que es la Verdad. Hemos encontrado que, a veces, la BBE es mejor que la KJV, o la KJV es mejor que la de Peterson, o la de Peterson es mejor que la KJV, y lo contrario también puede ser cierto en otras.

Entonces, o adoramos a un dios con sus imperfecciones engañosas o adoramos la Verdad en cualquier lugar que la encontremos.

Juzgamos todas las cosas, no por una traducción o por la letra, sino como nos las dio el Espíritu de Dios. Este no es el caso con aquellos que confían en la letra. Aquellos que confían en la letra insisten en su propia comprensión y forma preferida de la letra. Para ellos, nada es puro. Son idólatras, se sirven a sí mismos y agregan pecado al pecado al servirse a sí mismos en el Nombre del Señor Jesucristo.

Nosotros Venimos a Restaurar Todas las Cosas

La serpiente no cuestionó lo que Dios dijo sino por qué lo dijo. Él profanó lo que era bueno y Verdadero. Las palabras “buenas” se convirtieron en palabras “malas”, no por lo que eran sino por cómo fueron interpretadas, ni por lo que son sino por qué o cómo se usan.

Cuando vino la serpiente, tomó lo que era de Dios y lo contaminó, llevando así a la humanidad, Su creación, a la tumba, para que nosotros, por Su poder de resurrección vengamos ahora y arranquemos de la mano de la serpiente lo que le pertenece a Dios, y lo limpiemos y restauremos por completo. No dejaremos que el enemigo se quede con nada porque nada es suyo por derecho. Él es un mentiroso, ladrón y asesino. Él ha engañado a todos aquellos que le han creído y que le han permitido robar y destruir.

No nos acusen de lo que usamos o no usamos, sino consideren por qué y cómo lo usamos. No me pidan que deje de usar un martillo, simplemente porque un ladrón lo robó una vez, puso su marca registrada en él y lo usó para construir un burdel. Yo le quitaré ese martillo, se lo devolveré a Dios, de Quien soy, y lo usaré para construir una mansión para los dignos. Si me acusan de mal simplemente porque uso el martillo, entonces ustedes no son dignos, y la mansión que construyo no es para ustedes. Al dejar que el enemigo conserve el martillo, ustedes construyen su burdel con él.

“Para el puro, todas las cosas son puras. Pero para los que están contaminados y  son incrédulos, nada es puro, sino que incluso su mente y conciencia están contaminadas” (Tito 1:15 MKJV-TI).

Alabado Sea Dios por la Verdad

Concluiré ahora con la Palabra de Dios, no porque pretenda ser la Biblia, no porque Peterson la haya escrito en un lenguaje contemporáneo, no porque sea una traducción “perfecta” palabra por palabra (no existe tal creación), no porque reverencie la traducción o paráfrasis como la Palabra de Dios pura, sino porque es verdadera y está bien expresada con precisión. Hay quienes considerarán el siguiente uso anatema:

“Estoy convencido -¡Jesús me convenció! – de que todo como es en sí mismo es santo. Nosotros, por supuesto, por la forma en que lo tratamos o hablamos de ello, podemos contaminarlo” (Romanos 14:14 El Mensaje).

Víctor Hafichuk


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