Cómo el Señor Nos Dio el Sabbat

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El Señor, después de abrirme los ojos y revelarme la verdad sobre el Sabbat, me ha humillado; me ha dejado asombrado de que todos estos años yo no haya sabido lo que debería ser perfectamente obvio para mí ahora. Pero estoy muy agradecido.

¿No queda decididamente cerrado el debate sobre cuál día es el Sabbat?

Desde el año en que yo llegué a creer, periódicamente me venía una inquietud, un remorder de consciencia en cuanto al Sabbat. De algún modo yo estaba consciente de que algo hacía falta sobre este asunto, algo contradictorio. Pero yo seguía adelante, satisfecho con que Romanos 14:1-6, Gálatas 4:8-10 y Colosenses 2:16-22 eran suficiente justificación para guardar el domingo o cualquier otro día menos el Sabbat como día de reposo.

Luego, hace como uno o dos años, mi hijo de 6 o 7 años y yo estábamos leyendo la Biblia en Éxodo cuando él me preguntó qué era el Sabbath y si nosotros lo guardábamos. Traté de explicarle que nosotros guardábamos el domingo. “¿Por qué no guardamos el Sabbat?” me preguntó él. Traté de responderle con las explicaciones usuales, pero al final de la conversación yo quedé preguntándome: “¿Por qué tiene que ser tan difícil darle una respuesta sobre uno de los mandamientos de Dios a un niño? ¿No debería ser bastante simple?” Creo que esa conversación fue la gota que rebalsó el vaso. Finalmente, escuché hablar a un Judío Mesiánico acerca del Sabbat y era entonces el tiempo indicado para que yo creyera y obedeciera.

Jesús dijo: “Hasta que pasen los cielos y la tierra, ni un jota ni una tilde pasará de la Ley DE NINGUNA MANERA hasta que todo se haya cumplido.”

Él también dijo: “Cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el Reino de los Cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el Reino de los Cielos.” (Mateo 5:18-19)

Le pregunto al lector: “¿No lo dice todo aquí el Señor? Si no profundizáramos más en las Escrituras, y si creyéramos y confiáramos en el Señor Jesucristo implícita y explícitamente, y buscáramos obedecerle a Él, ¿no queda decididamente cerrado el debate sobre cuál día es el Sabbat y si debemos guardarlo o no?”

En el mismo comienzo, Dios estableció el séptimo día como día de reposo en el cual Él Mismo descansó. En ninguna pero en ninguna parte de las Escrituras existe la menor sugerencia de que Él haya cambiado de pensamiento. Tampoco podía Él cambiar la Ley, siendo que Él no cambia, y la Ley es un reflejo o expresión de Su naturaleza.

Hasta ese tiempo en general, los cristianos guardaban el Sabbat.

Pero viene una de Sus criaturas, es decir el Emperador Romano Constantino, en el año 321 D.C. (esto es un asunto histórico), y decreta que el primer, no el último día de la semana debe santificarse, y que se observara en honor no al Creador que descansó en el Sabbat de todo lo que Él había creado, incluyendo al hombre, declarando ese día santo por ley, sino en honor al dios pagano del Sol (en inglés “Sunday”), un dios que el hombre creó en su propia imaginación.

Hasta ese tiempo en general, los cristianos guardaban el Sabbat (el séptimo día, el único que ES el Sabbat). En palabras de Pedro a sus superiores terrenales (pero no los Celestiales ultimadamente), todos los que nombramos el bendito Nombre de nuestro Salvador, el Señor Jesucristo, debemos declararles a todos los que presumen contradecir la Palabra de Dios para nosotros, que “si es correcto escucharlos a ustedes más que a Dios, júzguenlo ustedes mismos.” Y con esas palabras, Pedro rehusó obedecer a los hombres que resistían a Dios, y continuó obedeciendo a Dios firmemente (Hechos 4:19).

Yo me sorprendo de que los predicadores evangélicos en todas partes se jactan diciendo: “Creemos en la Biblia, la Palabra de Dios como la autoridad final; si no está en la Biblia, no lo predicamos.” Ellos también declaran fervientemente que es fácil hablar, que uno debe “practicar lo que predica así como predicar lo que predica.” Y aun así en muchas doctrinas que ellos creen, predican y practican, ellos se contradicen totalmente, y cuando se les confronta para que prueben sus creencias y prédicas de las Escrituras, ellos no pueden dar nada más que débiles interpretaciones y razonamientos, usando excusa tras excusa tales como: “Eso fue entonces, esto es ahora (Esa fue la vieja dispensación)” y “Dios no quiso decir eso” (dando ellos sus propia interpretación de las Escrituras para acomodarlas a sus doctrinas, como si Él no hubiera dicho lo que quería decir y no quisiera decir lo que dijo). Uno de esos casos es la doctrina de que el domingo sea el día santo de la semana.

Ellos también hablan vehementemente en contra de la Iglesia Católica y se enorgullecen de cómo ellos no son como los católicos o los anglicanos en doctrina y práctica, pero practican el domingo como el “Sabbat,” pues heredaron esa costumbre nada menos que de la Iglesia Católica. (Constantino unió la iglesia y el estado lo cual resultó en la “Santa Iglesia Católica Romana”).

Muchos prominentes predicadores y líderes de muchas denominaciones cristianas reconocen que la Biblia no sustenta en lo absoluto el domingo como el Sabbat, y que de hecho declara claramente que el séptimo día (sábado) es el Sabbat, sin contradicción, pero ellos siguen guardando el domingo. ¿Por qué? Existen al menos dos razones:

1) Falta de conocimiento y visión:

“Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento… como has olvidado la Ley de tu Dios, yo también me olvidaré de tus hijos” (Oseas 4:6), y, “Donde no hay visión el pueblo perece; mas el que guarda la Ley, es bienaventurado” (Proverbios 29:18).

“Te acordarás del día Sábado, para santificarlo.”

2) Agradar o temer a los hombres:

“Con todo eso, aun muchos de los príncipes creyeron en Él; mas por causa de los fariseos no Lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga (iglesia, congregación). Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.” (Juan 12:42-43)

Jesús no tiene compromiso con los que saben una cosa pero hacen otra: “Y estando en Jerusalén, en la Pascua, en el día de la fiesta, muchos creyeron en Su nombre, viendo los milagros que hacía. Pero Jesús Mismo no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos. Y no tenía necesidad de que alguien Le diese testimonio del hombre, porque Él sabía lo que había en el hombre” (Juan 2:23-25).

Que sea de todos sabido, que aunque tú prediques fervientes sermones desde el púlpito, y aunque testifiques a las multitudes, y aunque des tu cuerpo para ser quemado por lo que tú creas que es la causa del evangelio, el Señor de Quien predicas no tiene compromiso contigo porque tú no Lo amas a Él. ¿Por qué puedo decir yo que tú no Lo amas a Él? Porque Él dijo: “Si Me aman, guarden Mis mandamientos” y, “el que tiene Mis mandamientos y los guarda, ese es el que Me ama.” Uno de esos mandamientos es: “Te acordarás del día Sábado, para santificarlo.”

Si yo tuviera que “jugármela a lo seguro” con Dios, obligado a tomar una decisión de si guardar el domingo o el sábado como día de reposo, no me cabe la menor duda sobre cuál día guardaría… el Sabbat. No tengo ninguna duda de que otros que guardan el domingo harían lo mismo. Si yo tuviera que escoger cuál día declara la Biblia que es el día de reposo según Dios, ¿cómo podría yo (o cualquier otra persona) argumentar, aunque sea con sólo un poco de entendimiento, en contra del Sabbat y a favor del domingo?

“Pero,” dicen ustedes, “no es asunto de jugar a lo seguro. Nosotros SOMOS salvos, por la gracia de Dios. No depende de que nosotros guardemos la ley para salvarnos a nosotros mismos. Hemos sido redimidos de la ley. Tú has caído en la trampa del legalismo, viviendo por la ley, y guardas el Sábado como el Sabbat.”

Y yo digo: “¡Qué barbaridad!” Otra vez: “¡Qué barbaridad!” Entonces, permítanme entender bien esto: Dios dice: “Te acordarás del día Sábado, para santificarlo.” Yo guardo el día de Dios, y así obedezco y honro a Dios, y entonces soy legalista. Viene Constantino, contradiciendo a Dios, su Creador, unos cuatro milenios más tarde y dice (con un decreto amenazador): “Recuerden santificar el primer día de la semana en honor a mi dios pagano el Sol.” ¡Ustedes guardan el Domingo de Constantino y están viviendo en la gracia de Dios! De nuevo, casi sin aliento, me veo obligado a decir otra vez: “¡Qué barbaridad!”

Creo que muchos confunden la gracia y la iniquidad (falta de ley), casi como si las dos fueran gemelas idénticas.

Cuando usted y su iglesia siguen preceptos de hombres, usted es el legalista.

Esto les digo a quienes oyen y leen estas palabras: Si usted es una de esas personas a quienes me dirijo como a creyentes, profesante y practicante de guardar el domingo, por favor déjeme decirle que si hay un legalista aquí ese es USTED, no yo. Usted vive por una ley hecha por el hombre. Los fariseos hicieron muchas leyes, muchas de las cuales contradecían la Ley de Dios, y las imponían sobre tanta gente como podían. Eso era legalismo. Usted mismo sabe eso. Entonces cuando usted y/o su iglesia siguen preceptos de hombres, dejando “sin efecto” la Ley de Dios (Mateo 15:6), yo digo que USTED es el legalista. Por otra parte, si yo obedezco a Dios, entonces yo, a Su vista, no soy legalista sino simplemente obediente, aunque por gracia, no simplemente adorando en vano con mis labios, no simplemente oyendo la Palabra, sino haciéndola.

¿Cómo es que usted DEBE ir a la iglesia los domingos, vestirse con su mejor “ropa de domingo,” abstenerse de trabajar o hacer tareas de casa innecesarias el domingo según sus creencias, y verse a sí mismo y a los de su casa como bajo la gracia mientras que si yo reposo en el Sabbat, apartando el día que Él pidió, yo estoy “bajo la ley”?

Tengo un maravilloso secreto que contarle (aunque usted puede negarlo, aun así es verdad): Cuando usted guarda el domingo y hace todas esas cosas, usted no está en la gracia en ese asunto para nada y usted no se siente en la gracia para nada. Usted lo sabe; admítalo. Yo lo sé… me ha pasado. Pero ¿por qué no podía yo sentirme y por qué no puede usted sentirse en la gracia? Le diré por qué. Porque la gracia viene de Dios y solamente de Dios, y Él no puede dar Su gracia sobre la iniquidad (ausencia de ley – el rompimiento o el no guardar la Ley de Dios). Él no puede bendecir las sustituciones de los hombres, especialmente las tradiciones y costumbres que Lo contradicen directamente a Él y a Su voluntad o leyes.

Y por supuesto que usted puede responder que no es asunto de sentimientos sino de fe. ¿Fe? ¿Qué es la fe? ¿Fe en Dios y Su Palabra o fe en el hombre y sus decretos? ¿De qué le sirve a usted su fe en Constantino o en la Iglesia Católica, o en cualquier iglesia que sea, si lo que ellos enseñan o requieren de usted es contrario a Dios? Desde el punto de vista de Dios, eso no es fe sino INCREDULIDAD, y no sólo incredulidad en algunos casos, sino iniquidad descarada. Digo, “en algunos casos” porque muchos siguen la enseñanza de guardar el domingo porque ellos no saben otra cosa.

En la sociedad de hoy hay un precio que pagar por apartar el sábado (el Sabbat).

Me sorprende que los evangélicos y otros excluyan tanto a los Adventistas del Séptimo Día de los círculos evangélicos, de sus actividades como las “cruzadas”, como por ejemplo cuando Billy Graham puede llegar a predicar, y de socializar con ellos en general. Me sorprende porque mientras estos evangélicos dicen predicar la Biblia pero niegan la Ley de Dios, la cual el apóstol Pablo ha declarado que los creyentes deben establecer y no negar, ellos marginan a los Adventistas del Séptimo Día principalmente porque ellos reconocen la inmutabilidad de la Ley de Dios concerniente al cuarto mandamiento.

Por otro lado, reconozco que los Adventistas del Séptimo Día probablemente también eviten la comunión o compañerismo con todos esos que guardan el domingo como el día de reposo, especialmente si esos adventistas creen que guardar el domingo es la “marca de la bestia,” en lo cual yo no creo pero acepto que es parte del cuadro.

Y las mismas Escrituras que los evangélicos usan en su defensa sobre guardar el domingo, ellos se las niegan específica y categóricamente a los adventistas. Por ejemplo, “¿Tú quién eres, que juzgas al siervo ajeno? …Uno hace diferencia entre un día y otro; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente seguro en su propia mente. El que hace caso del día, para el Señor lo hace; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace” (Rom. 14:4-6). Si ellos DE PALABRA no les niegan estos versículos a los adventistas COMO ELLOS los interpretan, sí lo hacen con sus acciones y actitudes y por eso son culpables de hipocresía.

Digo “como ellos los interpretan” porque los interpretan equivocadamente. Estos versículos no dicen nada del Sabbat semanal. Yo estoy muy agradecido de saber eso ahora. Tampoco hay duda en mi mente de que si a los evangélicos se les concediera el beneficio de la duda en sus errónea interpretación de esos versículos, los adventistas resultarían comparativamente (o debo decir, en contraste) iluminados, porque mientras yo oigo a los evangélicos titubeando con sus absurdos razonamientos sobre el domingo, sin convicción, muchos o la mayoría de los adventistas están de verdad “plenamente seguros en su propia mente” acerca del Sabbat.

¡Y con razón! ¡Necesitan estarlo! Hay un precio que pagar por adherirse a lo de apartar el sábado (el Sabbat) en la sociedad de hoy orientada al comercio y al placer. Y los que honran el sábado también deben contender por la fe contra la corriente de una comunidad religiosa que ciegamente sigue los preceptos de los hombres. Con seguridad, es muy entendible que uno que guarde el Sabbat “esté plenamente seguro en su propia mente” sobre este asunto.

¿Cómo pude yo haber estado tan ciego? Todos estos años he fallado en observar el séptimo día, el Sabbat, aunque yo pensaba que conocía las Escrituras bastante bien y, más importante, que caminaba con el Señor, lo cual yo hacía. De verdad es humillante darme cuenta de las tinieblas en las que he estado sobre este asunto. Conste que no es que yo defendía el domingo como el Sabbat; sin embargo, lo guardaba por conveniencia y por eso estoy avergonzado de que la conveniencia haya sido más importante para mí que la obediencia y la fe en Dios.

Estas malas interpretaciones me impidieron abrazar la verdad del Sabbat.

Si parece como que estoy condenando a los que guardan el domingo, pido que el lector o el que escucha lo vea como una condenación no de los que guardAN el domingo sino del guardAR el domingo. No obstante, que resulte el daño que tenga que resultar si es necesario. Si hay quienes guardan el domingo, sabiendo otra cosa, ellos de verdad se condenan a sí mismos y no necesitan que nadie más los condene.

Aunque hay otros pasajes de las Escrituras que podrían discutirse, me limitaré a los tres antes mencionados los cuales se interpretan y se usan más comúnmente para argumentar contra la observancia del Sabbat semanal. Estas malas interpretaciones ciertamente me impidieron abrazar la verdad del Sabbat por algún tiempo.

1) Romanos 14:1-6, especialmente el versículo 5 que dice: “Uno hace diferencia entre un día y otro; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente seguro en su propia mente.”

A menudo se asume que en este pasaje comenzando con el versículo uno, se están discutiendo las leyes de Dios, pero eso no es así. En primer lugar, usted encontrará que las Escrituras no tocan leyes concernientes al vegetarianismo. En los primeros cuatro versículos, Pablo habla acerca del vegetarianismo. En este contexto, los siguientes dos versículos también tienen que ver con el tema fuera de los mandamientos Bíblicos. El debate es sobre los días que la gente celebraba, pero no hay razón para asumir que aquí se estuviera hablando de los días del Sabbat.

¿Por qué Pablo habría de alentarnos a estimar libremente cualquier día de la semana por encima del que Dios ha estimado más que los otros y que ha ordenado que se guarde santo? Pablo ha hablado frecuentemente a favor de los mandamientos de Dios, animando a los creyentes a que los guarden, como por ejemplo cuando él les dijo a los Romanos en capítulos anteriores: “¿Entonces invalidamos la Ley por la fe? ¡En ninguna manera! Antes bien, confirmamos la Ley” (Rom. 3:31). Recordar santificar el Sabbat semanal es uno de los mandamientos, totalmente tan aplicable en nuestros días como los otros nueve.

2) Gálatas 4:8-11, especialmente los versículos 9 y 10 que dicen: “Mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los tiempos, y los años.”

Creo que por ahora será suficiente señalar que Pablo está hablando no de la Ley de Dios a la cual él se refiere con reverencia, como por ejemplo cuando él dice en Romanos 7:12: “De manera que la Ley a la verdad es santa, y el mandamiento es santo, y justo, y bueno,” sino de los “DÉBILES Y POBRES RUDIMENTOS.” Está claro que Pablo no habría llamado “débiles y pobres rudimentos” a la Ley de Dios, de la cual Jesús dijo que ni una jota ni una tilde pasarían hasta que pasaran los cielos y la tierra. El versículo 8 también aclara esto diciendo: “Mas entonces, no conociendo a Dios, servíais a los (esos rudimentos) que por naturaleza no son dioses.”

El Sabbat semanal fue declarado desde el mismo comienzo.

3) Colosenses 2:16-17: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o respecto a días de fiesta o de luna nueva, o de sábados; que son la sombra de lo por venir; mas el cuerpo es de Cristo.”

Los días sábados a los que se refiere Pablo aquí son las Fiestas del Señor llamadas Sabbats. Estas fiestas eran sombra de lo que Cristo vendría a hacer y a cumplir, y lo cual Él hizo. Esos fueron instituidos a través de Moisés cuando los hijos de Israel salieron de Egipto. El Sabbat semanal, sin embargo, fue declarado desde el mismo comienzo, cuando Dios creó todas las cosas y reposó de Sus obras en el séptimo día.

Jesucristo cumplió el significado de las Fiestas, las cuales fueron sombras, pero el Cuarto Mandamiento fue una Ley, y no simplemente una sombra, no solamente para los judíos, sino para todos los hombres. De nuevo, Jesús dijo refiriéndose a la Ley que ni una jota o tilde pasarían, que los cielos y la tierra pasarían primero. Siendo que los cielos y la tierra están aquí todavía y los otros nueve Mandamientos están todavía vigentes y válidos, no tenemos la opción de descartar el Cuarto Mandamiento – santificarás el día Sabbat.

Echémosle una mirada más cercana al contexto aquí. Los versículos 20-22 dicen así:

“Si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, entonces, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a ordenanzas tales como: No toques, no gustes, no manejes (todas las cuales habrán de perecer con el uso), según mandamientos y doctrinas de hombres?”

Pablo habla de ordenanzas según mandamientos y doctrinas de hombres, y el Cuarto Mandamiento no es uno de ellos, por cuanto es un mandamiento de Dios. Yo argumentaría que guardar el domingo es una de las ordenanzas que Pablo condenaría, porque es una ordenanza de hombre, no de Dios.

También es cierto que los hombres pueden tomar los mandamientos de Dios y hacerlos sus propias ordenanzas. Eso es lo que los Adventistas del Séptimo Día han hecho con el Sabbat, el cual ellos sólo guardan en apariencia, no en espíritu. Ellos no son diferentes a los fariseos, quienes hacían lo mismo en su tiempo. En cuanto al Sabbat, ¿no le dijeron ellos al Señor, “no toques”?

“Aconteció que un día de reposo Jesús pasaba por unos sembrados, y Sus discípulos arrancaban y comían espigas, restregándolas entre las manos. Pero algunos de los Fariseos dijeron: ‘¿Por qué hacen ustedes lo que no es lícito en el día de reposo?’” (Lucas 6:1-2 NBLH)

Y ¿qué respondió el Señor?

“El Hijo del Hombre es Señor aun del Sábado.” (Lucas 6:5 RVG)

En esta carta a los Colosenses, Pablo les habla a los creyentes de que no se sometan a observancias físicas como la circuncisión – “de acuerdo a los rudimentos de este mundo y no según Cristo” (Colosenses 2:8). La circuncisión del corazón por Cristo nunca se logró mediante las ordenanzas físicas. Lo mismo aplica a los sacrificios prescritos, los cuales nunca quitan el pecado definitivamente. Aun el Sabbat, un Mandamiento eterno, nunca llevó a los hombre al reposo mediante la observancia carnal.

“Porque por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de Él; pues por medio de la Ley viene el conocimiento del pecado.” (Romanos 3:20 NBLH)

Aunque estas cosas fueran dadas por Dios, ¿no es doctrina de hombres que se hagan para sentirse justos? ¿No eran los “judaizantes” los que obligaban a los gentiles a circuncidarse?

“Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron, diciendo que era necesario circuncidarlos y mandarles que guardasen la Ley de Moisés.” (Hechos 15:5 RVG)

Entonces nosotros sabemos que la Ley es buena, pero necesitamos entendimiento espiritual para separar lo que es eterno de lo que es temporal, y cumplir todos los Mandamientos de Dios por la fe en Cristo.

Habiendo dicho lo que he dicho sobre el Sabbat, y habiendo dicho que yo he estado en tinieblas acerca de la observancia literal del día semanal, percibo que aunque yo he caminado con Dios todos estos años, y Él me ha enseñado muchas cosas, en Su sabiduría Él me había impedido ver esta verdad por Sus inescrutables caminos, y en estos últimos días Él me ha concedido este maravilloso y precioso regalo del Sabbat interior, y por lo tanto el beneficio del Sabbat semanal externo también.

Considero el guardar el día Sabbat semanal como un regalo y privilegio más que una ley. También percibo que es una corona, y significa que el Señor me lo ha dado por dentro, ese reposo del que habla el escritor de Hebreos en Capítulos 3 y 4. En verdad, el Sabbat es un alto a las obras, a los esfuerzos religiosos para ser cristiano o bueno o santo o justo o de valor para Dios, para otros y para nosotros mismos en nuestras propias fuerzas. ¡Qué tarea tan imposible! ¡Qué alivio ser liberados! ¡Qué bueno es caminar en la gracia de Dios!

El reposo por el que trabajamos es para tenerlo en esta vida.

Yo veo a muchos que guardan el Sabbat semanal, incluyendo maestros y líderes, tan sinceros y conocedores como puedan ser, y no han entrado en el reposo que aguarda a los creyentes que pacientemente perseveran. Estos pueden asumir que ellos recibieron ese reposo desde que recibieron a Cristo. Pero eso no puede ser así.

¿No les estaba hablando a creyentes el escritor de los Hebreos cuando dijo: “Temamos, pues, que quedando aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado” y “Pero nosotros que hemos creído ENTRAMOS (no en pasado) en el reposo” y “Por tanto, QUEDA un reposo para el pueblo de Dios”? Esto no se refiere al estado después de esta vida sino aquí en esta y por lo tanto el escritor nos urge diciendo: “Procuremos, pues, entrar en aquel reposo; que ninguno caiga en semejante ejemplo de incredulidad.” Considere que a los antiguos hebreos se les negó la entrada en ese reposo en esta vida y en este mundo, y si es así, el reposo por el que trabajamos es también para tenerlo en esta vida, en este mundo aunque no como el del mundo.

También entiendo que el guardar el Sabbat es un ídolo para los adventistas. Ellos se centran en la doctrina y en el Sabbat en vez de centrarse en Cristo; ellos guardan el Sabbat por ley, por doctrina, y encuentran su vida, su identidad e importancia en eso cuando de hecho, el Señor Jesucristo es el fin de la Ley; Él es la Vida; es Él Quien debe ser adorado, y solamente Él. ¿No guardaban el Sabbat los fariseos? ¿No acusaron ellos a Jesús de quebrantar el Sabbat? ¿No crucificaron ellos a Cristo? ¿Podrá decirse que los que adoran el Sabbat aborrecen al Señor, aunque sin darse cuenta?

Ciertamente que ese era el caso de los fariseos. Nosotros por alguna razón los imaginamos como hombres barbudos, malos y miserables, vestidos de negro, crujiendo los dientes y con rostros sombríos, paseándose por el templo todo el día. Creo que ellos eran hombres, mujeres y jóvenes en la vida diaria que podían ser las personas más dulces que uno querría conocer, gente muy bien vestida y arreglada, sociables, amigables, aparentemente creyentes, amorosos y comprensivos, no muy diferentes a muchas “buenas personas que van a la iglesia hoy.” Solamente no se meta con ellos y no juegue con sus doctrinas, y eso es todo, tan buenas como puedan ser esas doctrinas en sí mismas (y muchas no lo son).

Algún día el Señor abrirá los ojos, oídos y corazones; los ciegos verán, los sordos oirán y los duros de corazón tendrán entendimiento.

Ahora yo tenía reposo como nunca antes, y Dios me dio el Sabbat semanal para disfrutarlo.

Antes que mi viaje espiritual iniciara conscientemente (nuestros viaje inicia mucho antes que lo sepamos), me decían los de la iglesia cristiana nominal, familia y amigos, que no había más que buscar en lo espiritual que lo que ya tenía. Ellos estaban equivocados. Hace más de veintisiete años, yo me convertí a Dios, experimentando la primera de las tres fiestas solemnes de Dios… la Pascua. Reposé por dentro en una forma que nunca había conocido.

Pronto algunos creyentes me informaron que había algo más que experimentar en Dios, y a eso se referían varios como “la segunda obra de gracia” o “el bautismo en el Espíritu Santo.” Mi nuevo círculo de amigos evangélicos me dijeron: “¡No es cierto; no hay tal cosa!” Ellos estaban equivocados. Cerca de dos años después de mi conversión, yo experimenté, por el bautismo, o el recibimiento, del Espíritu Santo, la segunda fiesta solemne de Dios, es decir el Pentecostés. De nuevo experimenté un reposo interior que nunca antes había conocido yo, muy por encima del anterior (aunque vino un doloroso fuego purificador con el Espíritu como Juan y Jesús lo había prometido que vendría – Mat. 3:11 y Marcos 9:49).

Casi inmediatamente, empecé a preguntarme si existía OTRA experiencia más todavía en el Señor que Él quisiera para mí (no que se tratara de tener experiencias, sino de entrar en una relación más profunda con Dios). Comencé a oír de algunos que HABÍA algo más, una entrada en una tercera dimensión aun, refiriéndose a la “santificación” o a la “entrada en reposo” (Hebreos 3 y 4).

Esta vez ya no parecía haber ninguno que dijera que no había que buscar más de/en Dios, aunque había quienes decían estar predicando el “evangelio completo,” queriendo decir la conversión Y el bautismo en el Espíritu Santo, sin darse cuenta que ellos solamente predicaban 2/3 del evangelio, y así efectivamente, negaban la tercera experiencia.

Pero Dios había ordenado 3 fiestas y quedó demostrado que a mí me faltaba y casi me era como un fantasma la tercera hasta el tiempo del cumplimiento, ¡cerca de 25 años más tarde! En esta tercera bendición espiritual de “entrar en reposo,” yo experimenté el cumplimiento de la tercera y última fiesta, la Fiesta de los Tabernáculos, por dentro. Ahora yo tenía reposo como nunca antes y seguido de este reposo, Dios me dio el Sabbat semanal para disfrutarlo.

Estoy tan agradecido, tan agradecido con Dios por concederme el reposo, ese Sabbat interior, y como corona ahora, en lo externo. El Señor del Sabbat, el Señor Jesucristo sea alabado por siempre. Él es fiel en verdad.

Víctor Hafichuk

Traducido al español por Edwin Romero
Translated into Spanish by Edwin Romero

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