“El Fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: ‘Dios, Te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos.’”
(Lucas 18:11 NBLH)
¿Es el cinismo una virtud o un vicio? ¿Es constructivo, o es destructivo? ¿Podría el cinismo tener el mismo poder venenoso que el odio? Creo que la mayoría de la gente ha visto ejemplos de cinismo corrosivo, si no es que lo han experimentado por sí mismos.
Algunos se refieren al cinismo como a una desconfianza saludable de la naturaleza humana, lo contrario de ser ingenuo, pero es a menudo más oscuro que eso. El cinismo no saludable es desconfianza filtrada a través de un lente nublado por el desprecio. Al cinismo amargo le falta el equilibrio de la gracia y la sabiduría que el Señor Jesucristo requiere de todo Su pueblo:
“He aquí, Yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.” (Mateo 10:16 RVR)
A veces el cinismo es inofensivo, hasta útil, pero no siempre, como lo verán.
En 1976, un allegado espiritual mío, Mickey Patrick, me dijo: “Ten cuidado con el cinismo. Es una trampa del enemigo.”
Él estaba hablando de un cinismo amargo. Yo estoy de acuerdo – el cinismo puede ser una trampa sutil, engañosa, y por lo tanto efectiva en hacer el mal. Después de todo, no necesariamente se presenta como odio. Hasta podría confundirse con sabiduría, con juicio objetivo, y con crítica constructiva. Sin embargo, cuando uno discierne el espíritu de eso, ¿no resulta similar al odio y sus frutos? Y como siempre, la mayor de las víctimas es el que comete el pecado, el cínico.
La naturaleza del cinismo no es solamente de palabras, sino de espíritu. Podemos decir cosas ciertas constructivamente. Podemos criticar constructivamente. Podemos declarar hechos negativos con una actitud correcta, en inocencia, como Natanael el israelita, un cínico “blanco”:
“Y Natanael le dijo: ‘¿De Nazaret puede salir algo bueno?’ Felipe le dijo: ‘Ven y ve.’ Jesús viendo que Natanael venía hacia Él, dijo de él: ‘He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño.’” (Juan 1:46-47 RVG)
Un cínico “oscuro” no habría ido a ver, o sólo habría ido a burlarse, pero aquí estaba un alma honesta quien tenía la gracia de Dios para verificar, creer, y recibir la verdad.
Cuando empezamos a ridiculizar, acusar, burlarnos, insultar, escarnecer, o criticar con condenación en espíritu y deseo, tengamos cuidado – ese es territorio enemigo; es anti-Cristo. El cinismo amargo es un pozo que se hace más profundo y oscuro con el uso. Cuanto más profundo se haga, más difícil será salir del mismo.
El cinismo amargo es hablar como si usted no fuera culpable de las cosas que dice de otros. ¿Es usted inocente? Jesús dijo:
“El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Pero Yo os digo que de toda palabra ociosa que los hombres hablaren, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” (Mateo 12:35-37 RVG)
¿Está usted preparado para ser juzgado por sus propias palabras y los estándares que usted demanda de otros? ¿Está usted amargado porque ha sido herido por aquellos en quienes usted pensó que podía confiar? ¿Ha sido usted desilusionado? Que las desilusiones (liberación de la ilusión) sean algo bueno, no malo, algo para estar agradecido, no para sentirse miserable. ¿No es mejor ver las cosas como verdaderamente son y con el propósito que Dios las pensó, en vez de ser desviados por expectativas irreales y malas concepciones?
El cinismo amargo se cultiva cuando fallamos en reconocer la soberanía de Dios y no Le damos gracias. ¿Dicen las Escrituras, “En todo sean cínicos, porque ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús en cuanto a ustedes” (1 Tesalonicenses 5:18 RVG)?
¿No es el cinismo lo opuesto a dar gracias a nuestro Creador Todopoderoso, Quien hace todas las cosas, tanto las buenas como las malas? Yo he experimentado tremendas victorias y milagros en el dar gracias a Dios. Yo diría que el cinismo amargo resulta en todo lo contrario, porque les atribuye a los hombres poder para hacer el mal, y niega la voluntad y soberanía de Dios, Quien hace que todo obre para bien. Haber sido cínico en incredulidad ciertamente no me ha dado ningún beneficio.
Un cínico amargado es alguien que se queja y es crítico de los hechos y motivaciones de otros, sin tener él mismo una motivación correcta con su crítica. Digamos que usted tiene razón sobre los hechos. Entonces usted lo sabe muy bien. ¿Y qué? ¿Ayudará burlarse, despreciar, oponerse amargamente, o criticar, como si usted nunca hubiera estado equivocado o nunca hubiera sido culpable de las cosas que está criticando?
¿Será posible que aquellos sobre quienes usted está siendo cínico han tenido la razón sobre cosas en que usted está, ha estado, o estará equivocado? ¿Conoce usted el corazón y motivación de ellos? ¿Sabe usted qué está haciendo Dios con ellos? ¿Le importan a usted ellos o Él?
Un cínico amargado es esencialmente un buscador de faltas.
¿Qué tiene que decir el Señor sobre los busca-faltas?
Lucas 7:31-35 RVG
(31) Y dijo el Señor: ¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes?
(32) Semejantes son a los muchachos sentados en la plaza, que dan voces unos a otros, y dicen: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no llorasteis.
(33) Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan, ni bebía vino, y decís: Demonio tiene.
(34) Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: He aquí un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.
(35) Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos.
El cinismo amargo puede infectar a cualquiera, a un maestro de fe en Cristo o a un ateo declarado.
Mencionamos la parábola del Señor acerca del fariseo y el publicano, la cual tiene estas palabras como prefacio: “Y también dijo esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros” (Lucas 18:9 RVG)
El fariseo era un cínico religioso, orgullosamente profesando fe en Dios mientras confiaba en sí mismo. Él encontró faltas en el publicano, quien humildemente confesó sus pecados y fue por eso justificado delante de Dios. El oscuro cínico no da lugar a la fe que viene de arriba la cual trae verdadero arrepentimiento y redención. Él sospecha y cree lo peor de otros, sin distinguir las motivaciones o fuerzas en acción.
Un cínico ateo observando a dos hombres orar podría decir: “Doy gracias de no ser como ninguno de esos, ni como el quejoso publicano que está siendo azotado por la religión y que seguramente en poco tiempo volverá a sus mañas acostumbradas, ni como el piadoso fariseo que seguramente es un hipócrita, que se esconde detrás de una fachada religiosa.”
El problema con el tipo de cinismo equivocado (algo de desconfianza o cuestionamiento podría ser bueno) es que niega el poder de Dios para transformar una vida. El cínico amargado niega que otros puedan guardar los Mandamientos de Dios, aunque Su gracia está disponible para que lo hagan. El cinismo oscuro se burla del necesario fracaso que todos deben experimentar al tratar de guardar la Ley, lo cual precede a la gracia de Dios que viene a quienes confiesan que Su Ley es buena, pero que ellos no lo son. Y el cínico ateo no se va a humillar para levantar un dedo en esa dirección, excepto cuando Dios haya echado mano de él. Dios sabe cómo humillar y hacer creyentes de tales cínicos. (El fracaso y reconocimiento de la incapacidad para guardar la Ley también es una obra de gracia.)
El cinismo amargo es la actitud de tomar crédito por producir lo que nos ha sido dado a nosotros, como si fuéramos nuestro propio Proveedor.
El cinismo oscuro consiste en presumir que uno sabe todo lo que necesita saber y asumir que otros tienen que saber tanto como nosotros, o por lo menos más de lo que ya saben. Pero, ¿no es Dios Quien decide qué debe saber cada quien y quién es capaz de saber algo?
¿Conocemos todos los hechos? Aunque así fuera, ¿podemos saber algo sin que el Señor nos lo dé? Si Él efectivamente nos lo da, ¿nos tomaremos el crédito por ello?
Los cínicos amargados se enorgullecen en su conocimiento.
Podemos reunir buena información y conocimiento que demuestre que muchos otros están equivocados. ¿Cómo permitiremos que nuestra recién adquirida posesión nos afecte? ¿No ha conocido usted a personas que cambiaron al pasar de la oscuridad y la pobreza a la fama y a la riqueza?
Habiendo sido más bien humildes en sus circunstancias anteriores, algunos eventualmente se vuelven orgullosos y arrogantes cuando se han encontrado con el éxito. Han permitido que las riquezas y los nuevos privilegios los inflen, y su actitud hacia otros cambia. De ellos, se escucha la queja: “Es como si ese ya no nos conociera. Ahora se cree mejor que todos.”
“El pobre habla con ruegos, mas el rico responde durezas.” (Proverbios 18:23 RVR)
El conocimiento infla de tal manera a la persona: “En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica.” (1 Corintios 8:1 RVR)
Los cínicos amargados han perdido su juicio y objetividad, lo cual los hace altamente desconfiados de la gente y de la información que no esté de acuerdo con los prejuicios que ellos han cultivado.
Un ejemplo es el conspiracionista que, siendo rico en su conocimiento, es desconfiando y desdeñoso de los demás, y de cualquier conocimiento que no esté de acuerdo con el propio. Yo he conocido a unas cuantas personas así y son generalmente inseguros y temerosos.
Por un tiempo yo estuve mirando El Club de la Profecía de Stan Johnson. Escuché a varios oradores que sacaban información, alguna verdadera, otra profética, alguna especulativa, y otra sensacionalista. Muchos se sentían orgullosos de su “conocimiento interior.” Algunos estaban alarmados, pero pocos sabían qué hacer con su información.
¿De qué les servía eso en muchos casos? El enfoque no estaba en Dios ni en sus cuentas personales con Dios; estaba en culpables y errores – un enfoque no saludable ni productivo. Su actitud era: “Todo es culpa del otro tipo.”
Una y otra vez, yo veo a esa gente echándole la culpa de los problemas, presentes y futuros, a ciertas entidades que buscan minar el bienestar de otros y ganar el poder sobre el mundo, y hasta destruirlo – conspirators. Y estos conspiracionistas son temerosos. Si ellos fueran humildes y sólo le temieran a Dios, como el publicano sobre quien se glorificaba el fariseo cínico, ellos tendrían justificación y paz. En lugar de eso, ellos le temen al hombre y a las circunstancias.
Nosotros sabemos que hay mucha gente poderosa que quisiera controlarlo todo en este mundo. Ellos ya lo están haciendo en muchas formas y lo han hecho por milenios, como lo revela la imagen de Daniel (Daniel 2). Sin embargo, la cura no está en conocerlos a ellos o sus estrategias políticas, económicas, religiosas, militares o sociales. Sus poderes terrenales pueden hacer miedo a los que no tienen poder ni esperanzas, como pasa con los conspiracionistas. Su única respuesta y esperanza verdadera es conocer y temer a Dios, y saber que Él reina supremo, y que rige tanto el bien como el mal.
El estado mental de un cínico amargado, el “juego de la culpa,” se da no solamente en la escena del mundo, sino ciertamente también en nuestras vidas personales.
El cínico se queja: “Ellos no me trataron bien. Ellos no me entienden. Yo no actuaría de esta manera, yo no habría perdido, yo estaría mejor… si ellos no hubieran hecho lo que hicieron. No es mi culpa; soy inocente, una víctima de circunstancias accidentales o de personas malas o incompetentes que crean esas circunstancias.”
El cinismo negativo es el temor al hombre. En el temor a Dios, no hay lugar para el cinismo amargo.
Un cínico amargado es dado a la desconfianza, no como una precaución sabia, sino como una enfermedad de actitud. En tal estado, sospechamos, y somos temerosamente cuidadosos, de quienes nos rodean. Irónicamente, el temor al hombre se manifiesta en que se busca al hombre por beneficios, al mismo tiempo que en desconfianza. Pero, ¿cómo puede uno depender de aquellos en quienes uno no confía, y quienes de todos modos no deciden las cosas? El cinismo es verdaderamente una trampa.
“El temor al hombre es un lazo, pero el que confía en el SEÑOR estará seguro. Muchos buscan el favor del gobernante, pero del SEÑOR viene la justicia para el hombre.” (Proverbios 29:25-26 LBLA)
Ciertos cínicos fueron donde Jesús, advirtiéndole que huyera de Herodes quien, decían ellos, buscaba matarlo, pero Jesús se los sacudió (Lucas 13:31-33). Él permaneció enfocado en la voluntad de Su Padre, determinado a completar la obra que Él había sido enviado a hacer. Él sabía que “el Señor Dios Omnipotente reina.” Él sabía que Herodes y el Imperio Romano estaban bajo una Autoridad Mayor, y sus destinos estaban determinados desde arriba. Él le dijo a Pilato: “Ninguna autoridad tendrías contra Mí, si no te fuese dada de arriba” (Juan 19:11).
El cinismo amargo significa juzgar por la apariencia de las cosas.
“No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.” (Juan 7:24 RVR)
¿Qué es lo que tememos como para estar criticando injustamente, acusando, condenando, chismeando, satanizando, distorsionando, o abusando verbalmente de nuestro prójimo, y eso, en secreto? ¿Qué es lo que tememos como para estar ridiculizando y escarneciendo acerca de circunstancias y eventos? ¿Por qué hacemos eso? ¿Podrá ser una raíz de amargura que contamina?
Hebreos 12:14-17 RVR
(14) Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
(15) Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;
(16) no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura.
(17) Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.
El cinismo incrédulo valora lo que se ve por encima de lo que no se ve.
A Esaú le salió caro su cinismo:
Génesis 25:30-33 RVR
(30) Dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom.
(31) Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura.
(32) Entonces dijo Esaú: “He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?”
(33) Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura.
¿Qué ídolos tenemos que nos hacen pensar y sentir que somos más sabios o mejores que otros? ¿Creemos que tenemos sabiduría? ¿Estamos orgullosos de nuestro entendimiento? Si estamos seguros en verdad de lo que sabemos y adoramos, no nos sentiremos amenazados ni nos comportaremos cínicamente con la gente y las circunstancias. Todos los cínicos que he conocido tienen tantos defectos como todos los demás, y tal vez más cuando son amargamente cínicos.
A menos que Dios haga algo, la resbalosa pendiente del cinismo es insuperable.
Yo he sido un cínico amargado, y creo que fue por lo menos en parte debido a una baja auto-estima y a la amargura, y parcialmente al descubrir que he sido engañado o abusado. He sido culpable de tener una actitud crítica, y por supuesto, tener esa actitud ha sido cualquier cosa menos algo saludable – en lo espiritual, mental o físico. Aun si nosotros estamos técnicamente en lo correcto en lo que decimos, lo que importa es por qué lo decimos y la manera en que lo decimos.
Yo solía decir: “Si yo estuviera a cargo [si yo fuera el Primer Ministro o el Presidente], haría las cosas de manera muy diferente. Si yo fuera él o ella, yo haría esto o aquello.” Eso puede ser cinismo oscuro, presumir que uno sabe o puede hacer mejor las cosas cuando ni ha estado en los zapatos de los demás para comprobarlo. Se llegó el tiempo en que el Señor decidió tratarme por esa actitud. Pronto descubrí que yo no podía hacer nada bien, y que yo no sabía nada como lo creía.
“Y si alguno piensa que sabe algo, aún no sabe nada como debe saber.” (1 Corintios 8:2 RVG)
Oh, qué sabios podemos ser, tan orgullosos de nosotros mismos, y sin darnos cuenta. De nuevo, el cinismo oscuro es una trampa creciente, una sutil actitud en desarrollo, como una adicción gradual. Las trampas son secretas, y se presentan como si no existieran o si fueran benignas. La trampa del cinismo, que se sepa, es real, y cualquier cosa menos benigna.
Yo era como Nabucodonosor quien, orgulloso y jactancioso de sus percibidos logros, fue convertido en una bestia, comiendo pasto en el tiempo señalado (Daniel 4). Toda su gloria y habilidades como gobernador le fueron quitadas. Él pasó de orgulloso príncipe a una bestia bruta de la noche a la mañana.
Yo fui puesto en una posición donde no podía determinar el curso de nada, ni de personas ni de eventos. Quedé impotente – apartado por tres años y medio – hasta que el Señor había hecho Su trabajo conmigo. En la última parte de ese tiempo señalado, entré en una nube oscura donde yo no podía distinguir la derecha de la izquierda, la luz de las tinieblas, la necedad de la sabiduría, la carne del espíritu, el error de la verdad, ni el bien del mal. Aunque se me proveyó generosamente para mis necesidades básicas, todo en términos de estatus y poder me fue quitado esencialmente.
El proceso fue obra del Señor, desde el inicio hasta el final. En eso, aprendí que Él gobierna todas las cosas, incluyendo el espíritu de los hombres en todos los tiempos. El mensaje que vino conmigo después de esa prueba fue: “El Reino de Dios reina supremo.” Entonces, yo ya no era el cínico amargado que había sido.
¿No fue ese el mensaje que recibió Nabucodonosor de su humillante condición? Usted podrá decir: “El mal de Nabucodonosor era el orgullo, y no el cinismo.” ¿No es el cinismo oscuro un fruto o una forma de orgullo? ¿No cree un cínico oscuro que él sabe más que Dios?
Un cínico amargado es alguien que confía en sí mismo.
Yo había sido orgulloso. En su orgullo, ninguna persona está libre del cinismo. Él cree que sabe más que los demás. Se ve a sí mismo como superior en alguna manera, sea en el conocimiento, en habilidades, en dones o en otros atributos. ¿Cómo más podría él ser cínico?
¿No estaba Job sufriendo de cinismo? Aunque él poseía la gracia de Dios para ser justo en sus caminos, él también confiaba en su propia justicia. Cuando vino su calamidad, él se justificó a sí mismo y no a Dios. La suma de su queja fue: “Yo soy justo, y Dios me ha quitado mi derecho. ¿He de mentir yo contra de mi razón? Mi herida es incurable sin haber yo transgredido.” (Job 34:5-6 RVG)
Los tres amigos de Job que respondieron a su queja solamente acariciaron su cinismo, porque ellos condenaron a Job sin identificar el problema. Nadie habló la verdad hasta que vino y habló Eliú, el cuarto amigo:
Job 34:7-12 RVG
(7) ¿Qué hombre hay como Job, que bebe el escarnio como agua?
(8) Y va en compañía con los que obran iniquidad, y anda con los hombres malignos.
(9) Porque ha dicho: De nada sirve al hombre deleitarse a sí mismo en Dios.
(10) Por tanto, varones entendidos, oídme; lejos esté de Dios la impiedad, y del Omnipotente la iniquidad.
(11) Porque Él pagará al hombre según su obra, y Él le hará hallar conforme a su camino.
(12) Sí, por cierto, Dios no hará injusticia, y el Omnipotente no pervertirá el derecho.
Entonces Dios habló y de verdad puso claro a Job, después de lo cual dijo Job:
“De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y en ceniza.” (Job 42:5-6 RVG)
Ahora allí está el golpe de muerte del cinismo oscuro, ¡gloria a Dios! Y para sellar el asunto, Dios corrigió a los equivocados amigos de Job e hizo que Job orara por ellos, después de lo cual él fue aceptado por Dios, con total restauración para él.
La liberación del cinismo es el camino a la reconciliación de todos.
Si usted es un cínico oscuro, usted está lleno de odio. Si está lleno de odio, usted es un homicida (Mateo 5:21-22). Usted no está temiendo a Dios ni guardando Sus Mandamientos. ¿Alguna vez ha pensado usted de esa manera sobre el cinismo?
Una palabra para el cínico amargado (el que tiene oídos para oír, oiga):
“Todas las cosas son puras para los puros; mas para los corrompidos e incrédulos nada es puro; pues aun su mente y su conciencia están corrompidas.” (Tito 1:15 RVG)
Considere. Más bien tema a Dios, dele gracias y alábelo a Él, y pronto usted se dará cuenta de que usted está fuera del pozo, ya no más prisionero del enemigo, no más haciendo su voluntad, sino capaz de correr libremente y conquistar el mal donde sea que usted pueda encontrarlo, en el Nombre del Señor.
Víctor Hafichuk
Paul Cohen
Traducido al español por Edwin Romero
Translated into Spanish by Edwin Romero