No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. (Hebreos 10:25 RVR)
Las mentiras roban, ciegan, merman, esclavizan, matan y destruyen, y esta mentira ciertamente hace todas esas cosas.
Podemos estar seguros que todos los creyentes necesitan compañerismo, de una u otra forma, en uno u otro tiempo. Pero lo que necesitan es verdadero compañerismo, con verdaderos santos. Sin embargo, Dios ha apartado a unos aún de las verdaderas congregaciones por un tiempo, con el fin de prepararlos para el servicio al cual Él los llama. Por ahora, sin embargo, no estamos hablando de compañerismo espiritual, sino del compañerismo que mata.
Los que profesan fe, pero que no han conocido al Señor, declaran que a menos que los cristianos pertenezcan a alguna iglesia u organización cristiana denominacional, inevitablemente se enfriarán en la fe y perecerán. Se enseña que caerán presa de Satanás, “quien anda como león rugiente, buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). Yo digo que el compañerismo de los creyentes con los que se han extraviado y andan haciendo sus propias cosas es una locura; es jugar en las manos del príncipe de este mundo. A él le encanta el compañerismo carnal, y cuanto más espiritual se vea y se sienta, más le gusta.
Mi esposa y yo no hemos asistido a una iglesia como miembros o asistentes regulares desde 1975 – por 37 años. En 1976, el Señor directamente, específicamente y categóricamente nos ordenó salir de todos los sistemas de iglesias. Él nos guio hacia afuera, informándonos que Su pueblo en esos lugares estaba pereciendo en sus pecados, iniquidades, prostituciones, placeres, supersticiones e idolatrías. Ellos estaban sufriendo terriblemente, destruyéndose a sí mismos por falta de conocimiento y por causa de la iniquidad (no obedecer Su Ley, haciendo lo que mejor les parece).
El Señor nos informó que todas esas organizaciones cristianas eran inmundas, y que Su ira estaba sobre ellas por las muchas cosas que creían y practicaban en Su Nombre. Él reveló que todas las iglesias son, en realidad, los lugares altos mencionados en el Viejo Testamento. Él nos dijo que esas eran las puertas del hades de las cuales Él habló, diciendo que no prevalecerían contra la verdadera Iglesia de Dios.
Él nos mostró que todas estas iglesias son las obras de los hombres, los caminos del destructor, y que no tienen nada que ver con Él, excepto que ellos toman Su Nombre en vano, fingiendo fe y adoración. Él nos informó que la razón por qué la gente pertenece a las iglesias es por el amor al dinero; ellos sirven a mamón (al yo). Él declaró que se dolía mucho por todos aquellos que son Su pueblo y están en estas iglesias.
Nosotros salimos, obedeciendo Su mandato. Desde ese tiempo, Él ha estado con nosotros en toda fidelidad, disciplina, instrucción, revelación, con gran poder, bendición y gloria.
Él me ha llamado para traer el conocimiento que Él nos ha dado y entregárselo a otros que perecen en los sistemas de la religión. Junto con mi esposa y yo, varios de nuestros compañeros creyentes han estado fuera de estas iglesias y sistemas por décadas. Nosotros sabemos también que nosotros somos Su Iglesia, Su Cuerpo.
Los hombres enseñan esa doctrina de membresía formal de iglesias porque ellos quieren que usted esté allí con ellos. Note la importancia que la carne le da a los números, a los edificios impresionantes y a la fama. Los líderes de estos grupos tomarán todo lo que usted tenga, si pueden, y harán uso de sus servicios para edificar sus obras por fama, gloria, riqueza y seguridad. Todo eso son los deseos de los ojos, los deseos de la carne y la vanagloria de la vida. Dios no se encuentra allí.
“Pero nosotros sentimos la presencia de Dios,” dicen ellos. No, no es la presencia de Dios, sino entretenimiento, emoción y el efecto de espíritus de seducción.
“Pero nuestro pastor es tan maravillosos y sincero,” dicen ellos. Había muchos pastores y personas maravillosas y sinceras en los días de Noé, y a todos se los llevó el Diluvio. Ser maravilloso o ser sincero no es suficiente para con Dios. Tampoco sirven un impresionante conocimiento de las Escrituras, gran espectáculo, o las habilidades de oratoria y organización. Todas estas cosas son herramientas de Satanás, quien viene como ángel de luz, con sus siervos como ministros de justicias, para engañar y destruir.
Nosotros los que hemos “salido de en medio de ellos,” (2 Corintios 6:17) somos la Iglesia de Dios, 24/7. Nos convertimos en miembros de Su Iglesia cuando recibimos Su Espíritu y fuimos bautizados en Su Cuerpo por el Espíritu de Dios:
“Pues por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, ya judíos o griegos, ya esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber del mismo Espíritu.” (1 Corintios 12:13 LBLA)
Hemos llegado “al Monte de Sion, y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a una compañía innumerable de ángeles, a la congregación general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en el Cielo, y a Dios el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos perfectos, y a Jesús el Mediador del nuevo pacto” (Hebreos 12:22-24).
Anhelamos la comunión con Dios y con los santos. Precisamente por eso es que hemos salido. Cristo vive en mí, y yo en Él. ¿No es Él nuestro Salvador y suficiente para todas las cosas? Si la salud y el bienestar espiritual dependieran de la comunión con otros creyentes, entonces Noé no podría haber prevalecido. Abraham no habría llegado a ser nuestro padre en la fe, pues estuvo solo la mayor parte del tiempo. Isaac, Jacob, José, Moisés, Elías, Isaías, Jeremías y tantos otros habrían quedado anulados o inválidos espiritualmente debido a que pasaron solos la mayor parte del tiempo. En lugar de eso, ellos fueron fuertes en el Señor.
Juan el Bautista estuvo en el desierto hasta que se mostró a Israel. El apóstol Juan habría perecido en la Isla de Patmos, asumiendo que él no tenía a otros creyentes con él. Dios tomó a Saulo de Tarso (el apóstol Pablo) aparte por muchos años (Gálatas 1). ¿Con quién “fue a la iglesia” el eunuco a quien ministró Felipe (Hechos 8)? ¿Fue Jesús un fariseo, saduceo, esenio o miembro de alguna otra secta (denominación)?
Hebreo 10:25 es el único y solo versículo que he oído que usan tanto para defender esta malvada doctrina. El problema, como siempre, es que se malinterpreta y se aplica mal por hombres que construyen sus propios reinos y buscan los beneficios terrenales.
No son los que han salido de las iglesias en obediencia al Señor los que han dejado de congregarse, sino el pueblo de Dios que permanece dentro de la puertas del hades y que son como peces fuera del agua, con consecuencias igualmente desastrosas. Como está escrito:
2 Corintios 6:15-18 RVG
(15) ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?
(16) ¿Y qué concierto tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos; y seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo.
(17) Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y Yo os recibiré,
(18) y seré Padre a vosotros, y vosotros Me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
“Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo con Su propia sangre, padeció fuera de la puerta. Salgamos, pues, a Él, fuera del campamento, llevando Su vituperio. Porque no tenemos aquí ciudad permanente, mas buscamos la por venir.” (Hebreos 13:12-14 RVG)
Lea El Caso del Llamado a Salir y Cristianismo Falso para la exposición de lo falso y La Iglesia para evidencia de lo Verdadero. También lea Realidad Espiritual vs. Fantasía, His Watchmen Are Blind, False Christianity Unmasked, Christ vs. Christianity y especialmente Las Verdaderas Marcas de un Culto (Secta).
Considere la alternativa a esta doctrina: Siga al Señor fuera de la ciudad, fuera de la puerta, lejos de la perniciosa influencia de los hombres y sus obras. Encuéntrese con Dios donde está Él, y olvídese de tratar de encontrarlo donde Él no está. Considere que usted va a la iglesia por las razones equivocadas – amistad, beneficios sociales, simpatía y atención – nada de lo cual tiene algo que ver con adorar al Señor en espíritu y en verdad (Juan 4:21-24).
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