En el cristianismo nominal, vemos mujeres por todas partes presumiendo ser pastoras, sacerdotisas, evangelistas y apóstoles. ¿Son de Dios ellas?
Nosotros no reconocemos como ministro de Dios a ninguna persona, masculina o femenina, ordenada por hombres. Los ministros de Dios no vienen de institutos Bíblicos o seminarios. No vienen de organizaciones sectarias o denominacionales, las cuales son las obras de los hombres.
No, igual que Moisés fue preparado en el desierto, igual que Juan el Bautista fue preparado en el desierto, igual que Pablo fue sacado de su denominación (fariseos) y llevado al desierto a ser preparado como apóstol, así todos los hombres de Dios vienen de fuera de las estructuras y maquinaciones de los hombres.
Como ocurrió con Pablo, quien declaró que su ministerio no era de los hombres, sino directamente de Jesucristo (Gálatas 1:1), así es con todos los hombres llamados y enviados por Dios a ministrar. Aun el Mismo Señor Jesucristo, el Hijo Modelo, no fue formado en las instituciones de Sus días. Él no fue el producto de los sistemas de ordenación de los hombres, por medio de los cuales los hombres presumen tener control sobre las cosas de Dios y pueden jactarse de sus logros.
Los sacerdotes y ancianos principales del pueblo lo confrontaron a Él cuando Él enseñaba y le dijeron: “¿Con qué autoridad haces Tú estas cosas? ¿Y quién Te dio esa autoridad?” (Mateo 21:23).
¡Ellos no lo sabían! ¿Por qué no lo sabían? Ellos no comprendían la autoridad de Dios, Quien no se encontraba en sus instituciones “productoras de autoridad.”
En cuanto a las mujeres, en las Escrituras no hay tal cosa como una mujer apóstol, pastora, evangelista o maestra que ejerciera autoridad sobre los hombres en términos de posición o poder espiritual. No hay ni un ejemplo. Las mujeres deben enseñar a los niños y a las mujeres más jóvenes, sea en edad espiritual o física:
“Las ancianas asimismo, sean de un porte santo, no calumniadoras, no dadas a mucho vino, maestras de honestidad; que enseñen a las mujeres jóvenes a ser prudentes, a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos.” (Tito 2:3-4 RVG)
Las mujeres físicamente mayores pueden llegar a ser creyentes años después que mujeres más jóvenes que ellas estén enseñando a otras mujeres. Cuando las mujeres más jóvenes son espiritualmente más maduras que las mujeres físicamente mayores, siempre debe haber respeto y humildad para con la gente mayor por parte de las maestras más jóvenes.
Ahora, sí tenemos en las Escrituras una aparente excepción a la regla de que las mujeres no deben enseñar a los hombres. Tan frecuente como es el caso, el Señor tiene Sus excepciones, por dos razones en las que podemos pensar:
1) No debemos acomodarnos tanto con la aplicación de leyes totalitarias, adorando a esas leyes en vez de a Dios. Nuestro llamado es a ser primordialmente guiados por el Espíritu de Dios y no hacernos esclavos de la letra.
2) Las excepciones pueden servir como una prueba para nosotros en cuanto a si vamos a buscar Su orden reflejado en la Ley, o usar las excepciones como excusas para la iniquidad.
Hubo una profetisa llamada Débora en Jueces (capítulos cuatro y cinco) quien juzgó a Israel por un tiempo, y es el único ejemplo que conozco en las Escrituras donde una mujer tuvo tal preeminencia y singular autoridad, y eso sobre toda una nación. Sin embargo, fue un tipo de autoridad diferente a la que la mayoría asume.
¿Es Débora una excepción verdaderamente? Ella habló la Palabra Profética del Señor al pueblo concerniente a ellos y sus circunstancias de vez en cuando, como lo hizo con Barac:
Jueces 4:5-7 LBLA
(5) Y se sentaba debajo de la palmera de Débora entre Ramá y Betel, en la región montañosa de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a pedir juicio.
(6) Y ella mandó llamar a Barac, hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo: Esto ha ordenado el SEÑOR, Dios de Israel: “Ve, marcha al monte Tabor y lleva contigo a diez mil hombres de los hijos de Neftalí y de los hijos de Zabulón.
(7) Y Yo atraeré hacia ti a Sísara, comandante del ejército de Jabín, con sus carros y sus muchas tropas al torrente Cisón, y lo entregaré en tus manos.”
Barac le respondió a Débora: “Si tú vas conmigo, yo iré; pero si no vas conmigo, no iré.” (Jueces 4:8 LBLA)
Esto es lo que ella dijo sobre las condiciones de Barac:
“Ciertamente iré contigo; sin embargo, el honor no será tuyo en la jornada que vas a emprender, porque el SEÑOR venderá a Sísara en manos de una mujer. Entonces Débora se levantó y fue con Barac a Cedes.” (Jueces 4:9 LBLA)
Era común, aún en sus días y circunstancias, que las mujeres no llevaran el liderazgo o la preeminencia. Ella no gobernaba sobre ellos en la manera que muchos suponen o imaginan, ciertamente no como lo hacían lo reyes y comandantes de ejércitos y los ancianos. Los jueces de entonces no eran como nos parece a nosotros hoy.
Considere, por ejemplo, que Sansón también fue juez sobre Israel, como lo fueron otros, pero el registro muestra que él no gobernó sobre el pueblo (Jueces capítulos 13-16). Lo mismo se puede decir sobre otros jueces durante ese atribulado período.
Si alguien dijera que en el trabajo del Reino desde Cristo, ni siquiera los hombres deben gobernar sobre otros, las Escrituras dicen lo contrario:
“Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no gimiendo; porque esto no os es provechoso.” (Hebreos 13:17 RVG)
“Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor. Porque el marido es cabeza de la esposa, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; y Él es el Salvador del Cuerpo. Así que, como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus propios maridos en todo.” (Efesios 5:22-24 RVG)
Hay un “gobierno” en justicia ordenado para los hombres sobre las mujeres que no se ha ordenado para las mujeres sobre los hombres. Los obispos son supervisores o superintendentes que “gobiernan” (1 Timoteo 3). Tito (no “Tita”) fue instruido a hablar, exhortar y reprender con toda autoridad (Tito 2:15). Note que Pablo instruyó a Timoteo (no “Timotea”) a dirigir al Cuerpo de Cristo. Sin embargo, en ninguna parte del Nuevo Testamento encontramos que las mujeres gobiernen sobre los hombres.
La gente sale con otros supuestos ejemplos de mujeres en autoridad sobre los hombres, y podemos señalar la invalidez de esos casos. Sin embargo, quienes escogen hacer lo suyo propio harán una regla de la excepción, inflados en sus propias mentes para verse a sí mismos como la excepción… y las reglas se convierten en la excepción para ellos.
¿Por qué? A ellos no les importa la Ley de Dios, porque ellos no lo aman a Él. Eso es iniquidad (falta de Ley). Esta práctica y conducta sirven para oponerse al orden, a los estándares y autoridad establecidos por Dios, creando caos y confusión entre los rebeldes e ignorantes, robándoles la bendición de Dios.
Escuche ahora las palabras de Pablo:
“La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni usurpar autoridad sobre el varón, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva…” (1 Timoteo 2:11-15).
“Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola esposa…” (1 Timoteo 3:1-6).
“Los diáconos asimismo deben ser honestos… Sus esposas asimismo sean honestas… Los diáconos sean maridos de una sola esposa…” (1 Timoteo 3:8-12).
“Mas quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón; y el varón es la cabeza de la mujer; y Dios la cabeza de Cristo.” (1 Corintios 11:3).
“Vuestras mujeres callen en las iglesias; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender alguna cosa, pregunten en casa a sus maridos; porque vergonzoso es que una mujer hable en la iglesia. ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios? ¿O solamente a vosotros ha llegado? Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor.” (1 Corintios 14:34-38)
Note que el apóstol declara que estas cosas son mandamientos del Señor, no sus propios mandamientos, no es cuestión de costumbre o situación ética, sino la ley y orden establecidos por Dios. Pero si fuera el propio mandamiento de Pablo, sería igualmente válido, siendo que él era embajador de Dios.
Argumentos engañosos apelando a los tiempos Bíblicos con referencia a prostitutas y otras mujeres paganas que creaban desorden, y que causaban necesidad de crear tales leyes no tienen nada de sustento o fundamento Escritural. Los hombres y las mujeres pueden explicar cualquier cosa a la ligera y siempre lo hacen buscando sus propios caminos.
¿Y presumen las mujeres inicuas de hoy ser mejores que las mujeres inicuas de aquellos días? Si ellas son mucho más virtuosas, ¿qué están haciendo ellas usurpando el papel de liderazgo sobre los hombres?
¿Dónde están los hombres? ¿Dónde están los hombres de Dios que deben discernir entre el bien y el mal, entre la verdad y el error, entre lo que es de Dios y lo que es de las pasiones de la carne? ¿Dónde están los hombres que están firmes en el Señor, hablando la verdad, levantándose en contra del mundo y sus caminos, su perversión, y sus costumbres y tradiciones paganas y anti-Cristo?
Más bien, tenemos hombres tontos como pequeños chihuahuas siguiendo a mujeres, creyéndoles a ellas, citándolas, sirviéndoles y promoviéndolas. En verdad, ellos adoran a Astarté hasta nuestros días, sólo que de manera más sutil, y en el Nombre del Señor Jesucristo. ¡Qué ciegos! ¡Qué engaño! ¡Dios tenga misericordia! (Yo también, como hombre, he estado allí, pero ahora me regocijo en Dios, Mi Salvador, porque Él me libertó.)
Los hombres apoyan a sus diosas, sean sus esposas o sus líderes espirituales oficiales. En vez de eso, ellos deberían estarse arrepintiendo de escuchar a Eva (quien escucha a la serpiente, “la sutil”); deberían arrepentirse de estar comiendo del Árbol del Conocimiento al cual ellos llaman el Árbol de la Vida. Los hombres deben ser responsables y escuchar la Voz de Dios por sí mismos, así como someterse a líderes espirituales masculinos en lo que se requiera.
Es cierto, las mujeres en todas partes usurpan la autoridad sobre los hombres, pero los hombres voluntariamente han abdicado su responsabilidad. ¿Cuál pecado es mayor? Mientras las mujeres son engañadas (1 Timoteo 2:14) y consecuentemente engañan, ¿no están pecando los hombres deliberadamente como lo hizo Adán?
Pero tenemos otro argumento que viene en contra de la verdad:
“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28).
Esta Escritura se ha interpretado como si significara que ya no hay diferencia entre hombres y mujeres en el contexto espiritual y conducta en este mundo, y por lo tanto las mujeres pueden hacer lo de los hombres y viceversa. Esto es tan absurdo como para asustar a cualquier mente pensante y razonable. Yo les digo, cuando llega el engaño, los observadores objetivos quedan boquiabiertos. “¿Cómo es posible eso?” dicen con asombro.
Sigamos ese razonamiento por unos momentos. Los esposos ahora pueden ser esposas, sometiéndose a ellas; las esposas pueden ahora ser los esposos, siendo cabeza de la casa. ¿No se le ocurre a nadie interpretar las Escrituras de esa forma, que el mismo hombre (el apóstol Pablo) quien escribió Gálatas 3:28 también instruyó que las esposas se sometieran a sus esposos, que así como Dios es la Cabeza de Cristo, y Cristo la Cabeza del hombre, así el hombre es la cabeza de la mujer?
Obviamente Pablo no tenía en mente, y no estaba en la mente de Dios Quien inspiró las Escrituras, considerar a los sexos espiritualmente genéricos. ¿Qué es esto sino otra manifestación del unisexualismo pagano? Adelante, hombres, ¡tengan bebés! Sólo recuerden amamantarlos cuando los tengan.
Les dijo Jesús sobre su piedad carnal a los religiosos: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios Me honra, pero su corazón lejos está de Mí. Pero en vano Me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.” (Marcos 7:6-7)
La asistencia ha bajado de modo que hay que hacer lo que sea para que la gente llegue. Ustedes quieren la gloria, y no les importa cómo la obtienen. El mundo actúa así, ustedes se mezclan con el mundo, aprenden sus caminos y los adoptan en el Nombre del Señor Jesucristo, fingiendo adorarlo a Él, razonando que el fin justifica los medios. Pero ¿se dan cuenta ustedes, hombres necios y perversos, que el fin es el medio, y el medio es el fin?
Se dan argumentos para el liderazgo de la mujer sobre los hombres con ejemplos de las Escrituras, ninguno de los cuales es válido:
1) Se menciona a Priscila como líder de Apolos (Hechos 18:24-26), pero note que ella estaba con su esposo, Aquila, y no por cuenta propia. Ella no tuvo un ministerio oficial de Dios o autoridad sobre el varón por derecho propio debajo de Dios.
2) Febe se menciona como otro ejemplo de ministerio (Romanos 16:1-2). (Note el obvio y desesperado esfuerzo por “escurrir el barril” en estos pobres ejemplos, ¡delante del preponderante testimonio de las Escrituras!) Yo no argumento contra que las mujeres puedan ministrar, sino contra la perversión de ello y la usurpación de la autoridad sobre los hombres en nombre del ministerio. De ninguna manera indican las Escrituras que Febe tuviera algún tipo de autoridad sobre nadie, especialmente sobre hombres. Ella tenía un trabajo que hacer, y Pablo estaba pidiendo la cooperación de otros con el trabajo de ella.
3) Las mujeres ministraban con su sustancia al Señor y a Sus discípulos, y de nuevo no hay ninguna indicación de que esa ministración fuese de algún tipo de autoridad sobre nadie.
4) Miriam fue una profetisa y, de nuevo, sin autoridad sobre nadie. De hecho, ella se volvió un poco presuntuosa en un momento y Dios la reprendió públicamente con severidad, pues ella habló contra el ungido de Dios, Moisés, un hombre. Note que ella murmuró junto con Aarón, el hermano mayor de Moisés, pero Aarón, un hombre, no fue castigado igual que ella.
5) La gente cita 2 Juan donde Juan escribe a la “señora elegida.” Sugieren que ella era la líder de la iglesia. No existe ni asomo de tal noción. Los que insisten en sus caminos se agarrarán de lo que sea y se pervertirán, “torciendo las Escrituras para su propia destrucción” (2 Pedro 3:16).
¿Será difícil creer que esta señora era simplemente una señora elegida, es decir, escogida por Dios, como lo son todos los creyentes (Mateo 24:24, 31; Lucas 18:7; Romanos 8:33; Colosenses 3:12), y que ella tenía algunos hijos también creyentes, por lo cual Juan expresaba agradecimiento? ¿No tenía ella una hermana creyente cuyos hijos le pasaron el saludo a ella (versículo 13)?
6) Está escrito que Felipe tenía cuatro hijas que profetizaban (Hechos 21:8-9). Eso es todo lo que se dice sobre ellas. Con solo este pasaje, se asume que estas hijas vírgenes eran predicadoras, maestras, pastoras, evangelistas, o que estaban en posición de autoridad sobre hombres.
Permítame aclarar algunas cosas:
1) Hay una definición falsa de profetizar. Eso no es predicar. Predicar y profetizar son similares, pero diferentes. Uno puede predicar sin estar profetizando, o puede profetizar sin estar predicando. Uno también puede predicar y profetizar al mismo tiempo.
La predicación viene de la mente, siendo algo que se ha aprendido, aunque por revelación Divina, idealmente hablando. Profetizar es hablar palabras bajo la inspiración del Espíritu Santo de Cristo, fresco del Espíritu, indicada para ese momento y circunstancia. Un predicador no es necesariamente un profeta, y un profeta no es necesariamente un predicador.
2) Hay confusión entre el don de profecía y el oficio de un profeta. Todos los creyentes son profetas y profetisas por naturaleza espiritual:
“Y yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.” (Apocalipsis 14:1 RVG).
En términos del don, a todos se nos anima a profetizar (1 Corintios 14:1). Pero no todos son llamados al oficio de profeta. Apóstoles, pastores, maestros y evangelistas pueden profetizar y lo hacen, pero ellos no son profetas. Pablo era apóstol, él profetizó, pero él no decía ser, ni era, profeta. Uno de nombre Agabo vino a profetizarle a él. Ese Agabo era profeta… y él no andaba predicando (Hechos 21:10-11).
3) Profetizar no es necesariamente, ni siquiera principalmente, predecir el futuro. Más bien es hablar lo escondido. Es hablar la esencia espiritual, la realidad oculta de las cosas. Es expresar lo que la mente carnal, la carne, no comprende.
No hay nada de evidencia Bíblica, directa o indirecta, que las hijas de Felipe tuvieran un oficio de autoridad espiritual. Y no se puede asumir que porque Felipe fuera evangelista, sus hijas le siguieron en su llamado. Hoy tenemos evangelistas auto-proclamados y ordenados por hombres quienes han llevado a sus hijas a trabajar en las obras de los hombres con ellos, haciendo prosélitos en el Nombre de Jesucristo, diciendo que sus hijas son evangelistas. Eso es falso. No se engañe.
Las hijas de Felipe simplemente tenían un don de profecía por medio, y de parte, del Espíritu de Dios. Y de ninguna manera debe tomarse a la ligera el don de profecía. Como está escrito: “No menosprecien las profecías” (1 Tesalonicenses 5:20).
Dígame, estimado buscador, ¿cuántos de las cabezas de las doce tribus de Israel fueron mujeres? ¿Cuántos de los profetas que escribieron en el Viejo Testamento fueron mujeres? ¿Cuántos de los profetas conocidos que fueron enviados a confrontar a Israel con sus pecados fueron mujeres? ¿Cuántas mujeres llegaron a ser reinas de Israel? Y de las mujeres que gobernaron, ¿quién de ellas fue justa? (Atalía fue la única mujer que se sentó en el trono, y ella era una perversa usurpadora.)
De todos los apóstoles que Jesús Mismo escogió, ¿cuántos fueron mujeres? De todos los pastores y ancianos que Pablo estableció, designó o dirigió a Timoteo y a Tito que designaran, ¿cuántos fueron mujeres? De todos los libros de la Biblia escritos en el Nuevo Testamento, ¿cuántos fueron escritos por mujeres? ¿Cuántas referencias hay en las Escrituras en cuanto a esposos sometiéndose a sus esposas, y cuántas referencias al contrario?
Y cuando los ángeles se les aparecieron a los humanos, ¿hubo referencia a ellos como masculinos o femeninos? ¿Las referencias a Dios Mismo son como a masculino o femenino? ¿Nació Jesucristo como hombre o como mujer? ¿Caso cerrado? Si no, no hay razonamientos, no hay suficientes evidencias o pruebas que bastarían, y yo me encuentro hablando con hijos e hijas de Belial.
¿Ha visto usted algo del abominable arte en museos donde Cristo es retratado como mujer en la cruz, desnudo y mostrando los pechos? Menciono esto para mostrar que los que se complacen en las más sutiles usurpaciones femeninas de la autoridad sobre los hombres, como se ha discutido en este documento, no son tan diferentes en naturaleza. A los inicuos no les gustará oír esto, pero ¿quién esperaba que les gustara? Aun así “¡los humildes pondrán atención… y se alegrarán!”
El pensamiento liberal y las filosofías feministas de hoy han hecho incursiones más grandes y sutiles en la perspectiva de la sociedad y en la nuestra de lo que imaginamos. La iniquidad y la rebelión abundan por todas partes. Los “pensadores modernos progresistas,” rebeldes e independientes, aseguran que debemos crecer con los tiempos, que no seamos arcaicos, legalistas atorados en el lodo.
Que sea conocido que la Ley del Señor es eterna (Salmo 119:44); era y todavía es santa (Romanos 7:12); nunca se ha abolido (Mateo 5:18), excepto en la mente de los hijos de iniquidad; y continúa siendo “lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino” (Salmo 119:105) hasta este mismo momento. Es tiempo de que nos arraiguemos, no en la manera y pensamiento de los hombres, sino de Dios, haciendo no la voluntad propia, sino Suya y solamente la Suya. Allí solamente están la paz y la victoria.
Considere la alternativa a creer esta doctrina sexista (sí, sexista al revés): Usted recibirá paz y orden a la manera de Dios y Su subsecuente bendición bajo la verdadera autoridad de arriba.
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