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Hay quienes enseñan que los malos sin arrepentirse en esta vida irán a castigo eterno, un horrible tormento interminable, porque ellos no “aceptaron” a Jesucristo en sus corazones. Esta es una doctrina diabólica que se enseña como una verdad del Evangelio, usada para convertir a los simples, no por el temor de Dios, sino por temor al peor resultado posible que el hombre podría imaginar. Lea Doctrina Diabólica: Los que no creen en el Señor Jesucristo serán pavorosamente atormentados para siempre, sin final y Doctrina Diabólica: Acepte a Jesús como su Salvador personal y será salvo.
Otra teoría que desbaratamos ahora es la que misericordiosamente saca a los malos de su miseria, aseverando que es altamente irracional someter a cualquier criatura viviente a un tormento interminable. Esta es una alternativa más atractiva y refleja a Dios de manera más favorable, pues Él es Amor por naturaleza, pero esa sigue siendo una mentira y se queda corta de Su gloria.
Hay una tercera alternativa, la cual no solamente es una alternativa sino el diseño de Dios, del cual testifican las Sagradas Escrituras.
La verdad es que Dios no desea que nadie perezca, sino que todos los hombres sean salvos:
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” (2 Pedro 3:9 RVR)
“Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” (1 Timoteo 2:3-4 RVR)
¿Y quién podrá resistir Su voluntad?
“Pero me dirás: ‘¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a Su voluntad?’” (Romanos 9:19 RVR)
Ciertamente no el pecador que es esclavo para pecar y que depende totalmente de un Salvador Omnipotente, no sólo para que lo haga hacer lo correcto, sino hasta para querer (tener voluntad de) hacerlo:
“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por Su buena voluntad.” (Filipenses 2:13)
“Fiel es El Que os llama, el Cual también lo hará.” (1 Tesalonicenses 5:24)
Y las Escrituras declaran que Dios hará esto por cada alama que haya vivido alguna vez, porque todos han pecado; ellos no son capaces de darle gloria a Él excepto a través de la obra salvadora de Jesucristo:
“Por lo cual Dios también Le exaltó hasta lo sumo, y Le dio un Nombre que es sobre todo nombre, para que en el Nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los Cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:9-11 RVR)
Si tan sólo una rodilla no se dobla y si tan sólo una lengua no confiesa, entonces la gloria de Dios el Padre no será completa, ¿verdad? ¿Quién podrá negar eso?
Una poderosa declaración del Señor Jesucristo destruye la noción de la aniquilación de los malos. Él les dijo a Sus discípulos, cuando los estaba enviando a predicar y a ministrar:
“Y si en algún lugar no os recibieren ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad.” (Marco 6:11; vea también Mateo 10:14-15 y Lucas 10:10-15)
¿Quién mereció más condenación o aniquilación eterna que los sodomitas? Sodoma y Gomorra pasaron a la historia como las ciudades destruidas por intervención Divina porque la maldad de ellos fue tan grande (lea de su vileza en Génesis 19).
Consideremos el destino eventual de Sodoma y Gomorra a la luz de las palabras de Jesús. ¿Cómo es que habrá “tolerabilidad” para Sodoma y Gomorra si ellos simplemente serán atormentados eternamente o, con más misericordia, aniquilados? ¿Para qué entonces es que hay un día de juicio? ¿Por qué comparar a Sodoma y Gomorra con otras ciudades si todos ellos serán consignados a aniquilación eterna?
¿Dicen los proponentes de esta doctrina de demonios que Sodoma y Gomorra serán quemadas en el infierno o aniquiladas, pero que no tan severamente como las ciudades que rechazan oír el Evangelio? ¿Cómo pueden algunos quemarse más o menos severamente que otros, si eso es para siempre? ¿Cómo puede haber más tolerabilidad para unos que para otros, si ellos serán completamente desechados? ¿Es a esto a lo que ellos llaman misericordia?
Seguramente, a Dios no le sirve, ni aumenta Su gloria, por el continuo e interminable sufrimiento de Sus criaturas. La idea de “Yo te lo dije,” no les servirá para nada a los sufrientes, viendo que no hay esperanza de redención. Es seguro que no hay ganancia para los salvos si sus amigos y familiares son atormentados o destruidos.
La verdad del Señor de tolerabilidad comparativa descarta completamente cualquier posibilidad del tormento eterno o de la aniquilación.
Tome ánimo, apreciado lector; el Señor puede liberarlo de tal mentira y desesperanza. Yo también creí en esa tonta necedad hasta que el Señor me liberó de ella, por la iluminación de las Escrituras por medio de Su Espíritu.
Veamos estos versículos:
“Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el Cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti.” (Mateo 11:23-24 RVR)
Yo he oído a mucha gente decir que Dios es justo, y amoroso, y que Él deja a la gente sin excusa antes de ejecutar juicio o consecuencias. Pero aquí tenemos el testimonio claro del Señor que si Dios hubiese hecho las mismas obras en Sodoma que hizo en Capernaum, Sodoma habría sido librada del juicio de fuego. ¿Por qué? Ellos no se habrían corrompido tanto como lo hicieron.
Pero Él agrega que Sodoma tendrá aún su día de juicio, un día de tolerancia mayor que para Capernaum, la cual no fue destruida por intervención Divina. De nuevo, ¿qué necesidad de tolerancia tenemos y los grados contrastantes de injusticia si todos van a ser quemados o aniquilados para siempre?
¿Y cómo puede la aniquilación, el epítome de la muerte, ser el final, cuando Dios dice que la muerte será echada al Lago de Fuego?
“Y la muerte y el infierno fueron lanzados en el lago de fuego. Ésta es la muerte segunda.” (Apocalipsis 20:14 RVG)
En otras palabras, hay un final para la muerte, la segunda muerte, la cual también es el final del pecado y del infierno. La muerte física no es final para nada, excepto que termina nuestra breve y dolorosa estadía en la tierra. Jesucristo es la Omega, o la Z para nosotros. Por lo tanto, solamente Él es el Final. La muerte no es lo final, pero sí tiene un final.
Las Escrituras dicen que Jesús vino a vencer la muerte, el último enemigo:
“Porque es menester que Él reine, hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.” (1 Corintios 15:25-26 RVG)
Considere los versículos justo antes de ese:
“Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego vendrá el fin; cuando haya entregado el reino al Dios y Padre, cuando haya abatido todo dominio y toda autoridad y poder.” (1 Corintios 15:22-24 RVG)
“Todos serán vivificados, significa que la muerte no es algo final. Jesús, Quien es la misma esencia de la Vida y la Luz de los hombres, será y es el Final. ¡Por el Sustentador de todas las cosas, “todos serán vivificados”!
Además, si la muerte es el final (significando que la gente pecaminosa será aniquilada), ¿por qué tendría Él las llaves de ella?
“Y cuando le vi, caí como muerto a Sus pies. Y Él puso Su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; Yo soy el Primero y el Último; y el que vivo, y estuve muerto; y he aquí que vivo para siempre, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del infierno.” (Apocalipsis 1:17-18 RVG)
La muerte es la ausencia de Dios – y Dios es Vida. Él no se ausenta para siempre. ¡Él es…LA RESURRECCIÓN! De eso es que se trata Su obra en la cruz y la resurrección a una vida nueva e imperecedera.
“Entonces se cumplirá la palabra que está escrita: ‘Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?’” (1 Corintios 15:54-55 RVG)
La muerte es consumida cuando la naturaleza caída que produce muerte ha sido eliminada por Jesucristo. Esta es la aniquilación que sí sucede, cuando el viejo hombre es quitado y se levanta el nuevo hombre en Su vida imperecedera:
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17 RVG)
El hombre fue creado a la imagen de Dios. Él fue creado por la Perfección Misma. Por lo tanto, el hombre será perfeccionado – el que es nacido, no de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:13).
¿Será tirado al basurero o al incinerador universal aquello que fue destinado para la perfección? ¿No sería esa una clara demostración de pura incompetencia y abyecto fracaso por parte de Aquél que, por Su misma naturaleza, no puede fallar?
¡Oh, en sus tinieblas que él llama luz, cuánto carece de razonamiento claro el hombre con las facultades que Dios le ha dado! Pero esto también es el diseño perfecto de Dios:
“Porque las criaturas fueron sujetadas a vanidad, no voluntariamente, sino por causa de Aquél que las sujetó en esperanza, porque las mismas criaturas serán libradas de la servidumbre de corrupción, en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.” (Romanos 8:20-21 RVG)
La actitud mental detrás de la doctrina de la aniquilación es la misma que la del tormento eterno – todo se trata de que el hombre controla su destino por su propia elección y obras de auto-justicia. Uno pensaría que los “creyentes” se regocijarían de oír que la misericordia de Dios salvará a todos los pecadores, pero cuando Su generosidad viene a costa de la justicia de ellos, ellos la rechazan y objetan.
“Pero,” alegan, “Dios no quiere un montón de robots corriendo por allí, zombis forzados a amarlo a Él. Entonces, en Su sabiduría, Él nos dio libre albedrío, para que pudiéramos escoger por nosotros mismos.” Eso suena magnánimo, pero hay un problema: Esos pensamientos expresan la “magnanimidad” del príncipe de este mundo, el rebelde consumado que insiste en que somos agentes libres, capaces de ser como Dios por nuestro propio derecho y libres de ejercer nuestros derechos independientemente de Dios, aun de decidir cómo adorarle a Él.
El hecho es que nosotros perdimos todos nuestros derechos en el primer Adán cuando le creímos a la serpiente en vez de a Dios. En ese día morimos y lo perdimos todo, incluyendo nuestro libre albedrío. Nos volvimos esclavos del pecado. Fuimos echados a las tinieblas de afuera donde era el lloro y crujir de dientes.” Quedamos sujetos al mentiroso, quien ha llenado nuestras cabezas con falsas ideas acerca de Dios y de la voluntad y caminos de Dios.
En vez de gobernar, el hombre llegó a ser un esclavo bajo el dominio de la serpiente. ¡Un agente libre, de verdad! Pregúntele a cualquier esclavo acerca del libre albedrío. Pronto le enseñará él. Le dirá claramente que él tiene muy poco derecho a escoger cualquier cosa. Sin embargo, el gran dueño de los esclavos del universo, el mentiroso, el homicida y usurpador del hombre ha engañado a sus súbditos para que crean que ellos tiene libre albedrío. En realidad, ¿no es eso de lo que se trata el engaño – creer lo opuesto a lo que es verdad?
Pero en el cumplimiento del tiempo, Dios envió a Su Hijo Unigénito para redimir de esa atadura a Adán y a su descendencia, llevándonos a la verdadera libertad interior, ante el Nombre de Jesús, nuestras rodillas se doblan y nuestras lenguas confiesan que Jesucristo es el Señor (sí, Señor… en otras palabras estamos sometidos a un Poder Superior, no libres para hacer como nos plazca). Lea Doctrina Diabólica: El hombre tiene libre albedrío.
¿Aniquilación? No. ¿Tormento eterno? No. ¿Redención absoluta para todos? Sí, para la gloria de Dios Padre, a través de Su Hijo, el Señor Jesucristo, Quien nos amó, y se entregó a Sí Mismo, no solamente por el mayor de los pecadores (Saulo de Tarso), sino por todos nosotros. Jesucristo es justamente llamado nuestro Salvador y Señor, digno de ser grandemente creído y grandemente alabado. ¡Bendito sea el Nombre de Jesús!
Para más entendimiento de las Escrituras sobre el tema de la salvación de toda la humanidad, puede leer Las Buenas Nuevas y nuestras cartas y escritos en The Restitution of All Things.
Considere la alternativa a creer en la doctrina de la aniquilación: Donde el pecado abundó, la gracia abundó mucho más. Todos los hombres un día se regocijarán en Dios, su Salvador, para Su gloria completa. ¡Amén!
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