Doctrina Diabólica: La “Cena del Señor”

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Estas Escrituras se citan a menudo antes de administrar la “Cena del Señor,” conocida de otro modo como la “Eucaristía” o la “Comunión”:

1 Corintios 11:23-26 RVG
(23) Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan;
(24) y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de Mí.
(25) Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo testamento en Mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de Mí.
(26) Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que Él venga.

Jesús fue traicionado el día antes que la Pascua fuera sacrificada. Para entender de qué estaba hablando el apóstol Pablo y lo que significaban las palabras del Señor citadas, primero necesitamos decir más acerca de esta Fiesta santa ordenada por Dios y lo que significa hoy para los que creen.

En lo que los israelitas estaban a punto de ser sacados de Egipto por Moisés, el hombre enviado por Dios hace 3,500 años a liberar a la nación de la esclavitud, se les ordenó matar un cordero, y rociar las puertas y los dinteles de sus casas con su sangre. Por la fe y obediencia de ellos, el Ángel de la Muerte pasaría por encima de sus moradas, librando a todos los primogénitos de ellos. Al no tener esta instrucción, los egipcios perdieron a todos sus primogénitos de hombres y de bestias.

Este evento selló la liberación dada por el Señor a Su pueblo de sus opresores egipcios. De allí en adelante, cada año en el tiempo señalado, los israelitas guardarían la Pascua.

La Pascua no solamente sería una conmemoración de lo que sucedió en ese tiempo; también sería una Fiesta solemne anunciando lo que habría de venir. En la completación de los tiempos, como quince siglos más tarde, Jesucristo, nacido como judío de la tribu de Judá, sin pecado, el Hijo y Cordero de Dios, puso Su vida como sacrificio por los pecados de toda la humanidad. Su muerte en la cruz romana por insistencia de los judíos sería el anti-tipo o cumplimiento de la Fiesta de la Pascua.

Entonces ¿qué les estaba instruyendo que observaran Pablo a los creyentes? ¿Era un ritual, o era algo más? El contexto total nos lo dice:

1 Corintios 11:18-34 RVG
(18) Pues en primer lugar, cuando os reunís en la Iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo.
(19) Porque es necesario que también entre vosotros haya herejías, para que los que son aprobados se manifiesten entre vosotros.
(20) Así que cuando vosotros os reunís en un lugar, esto no es comer la cena del Señor.
(21) Pues al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro está embriagado.
(22) ¿Acaso no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios y avergonzáis a los que no tienen? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré en esto? No os alabo.
(23) Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan;
(24) y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: “Tomad, comed; esto es Mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de Mí.”
(25) Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: “Esta copa es el nuevo testamento en Mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de Mí.”
(26) Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que Él venga.
(27) De manera que cualquiera que comiere este pan, o bebiere la copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
(28) Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.
(29) Porque el que come y bebe indignamente, come y bebe juicio para sí, no discerniendo el cuerpo del Señor.
(30) Por lo cual hay muchos debilitados y enfermos entre vosotros; y muchos duermen.
(31) Que si nos juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados.
(32) Mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
(33) Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros.
(34) Y si alguno tuviere hambre, coma en su casa; para que no os reunáis para condenación. Y las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere.

Obviamente Pablo no está escribiendo acerca de la celebración anual de la Pascua como se ordenaba en la Ley de Moisés, porque él estaba hablando de cualquier momento en que los creyentes se reunieran, un evento frecuente. Él estaba diciendo que los corintios no se estaban reuniendo en el Espíritu de Cristo, sino que más bien se estaban comportando egoístamente. Al hacerlo así, ellos no estaban comiendo la carne y la sangre del Señor, Su cuerpo quebrantado por ellos.

¿Qué o quién es Su cuerpo? ¿No enseñan las Escrituras que los que son Suyos, los nacidos de nuevo desde arriba, los que son santos, los verdaderos judíos, los verdaderos cristianos, son Su cuerpo y miembros en particular (1 Corintios 12; Romanos 12)?

Pablo advirtió a los corintios que si ellos no estaban discerniendo el cuerpo del Señor, participando de él indignamente, es decir, abusando de los hermanos y hermanas en Cristo en diferentes formas, irrespetando a Cristo en aquellos en quienes Él mora, ellos estaban comiendo y bebiendo juicio para sí mismos. Por causa de ese juicio, dijo él, muchos estaban enfermos, y hasta muertos.

Aun cuando se reunían, ellos estaban dejando de congregarse en Cristo al despreciarlo a Él y a Sus hermanos (Hebreos 10:25; 1 Corintios 11:27-30). Si nosotros nos cortamos así a nosotros mismos, no podemos vivir, pues nos desconectamos de la Fuente de la Vida.

“Éste es Mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como Yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois Mis amigos, si hacéis lo que Yo os mando.” (Juan 15:12-14 RVG)

Los corintios estaban haciendo lo contrario de lo que el Señor ordenó e hizo por nosotros al poner Su vida, y Pablo les advirtió a ellos y a nosotros sobre cómo debemos conducirnos todos los días como creyentes. Es así de simple, aunque el Señor tiene que abrirnos el entendimiento y revelarnos estas cosas. ¡Cómo han complicado las cosas los hombres con sus mentes carnales y espíritus religiosos!

Considere la gran confusión acerca de la Pascua y lo que comúnmente se llama la “Cena del Señor.” Hoy existen tantas versiones y formas de conmemorar este evento. Los hombres religiosamente se han esforzado por observarla parcialmente de acuerdo con su interpretación de las palabras del señor: “Este es Mi cuerpo el cual por vosotros es entregado; haced esto en memoria de Mi” (Lucas 22:19; para la descripción completa de este evento, lea Lucas 22:1-20: Mateo 26:17-29; Marcos 14:12-25; y Juan 13:1-30).

Ellos han acumulado confusión sobre confusión. Los caminos de oscuridad siempre son de confusión. Solamente con la verdad puede haber entendimiento, armonía, paz y gozo.

En el relato de la cena de Pascua que Jesús compartió con Sus discípulos, no se menciona un cordero, solamente pan y fruto de la vid. Eso fue porque el cordero estaba ya programado, de acuerdo a las instrucciones en la Ley de Moisés, para ser sacrificado la tarde siguiente, que fue exactamente lo que sucedió. Cristo, el Cordero de Dios Mismo, fue sacrificado a la hora de matar al cordero, significando que nuestro sustento sería Su cuerpo quebrantado y sangre derramada por nuestro bien. Esta es la comida espiritual de la que debemos participar para tener vida, lo cual hacemos al tomar nuestra cruz por Su Espíritu y poder.

Cuando el Señor fue crucificado en el día de la Pascua, Él cumplió la Fiesta, convirtiéndose en ese precioso evento para los creyentes desde entonces. ¡Jesucristo es nuestra Pascua! Como está escrito: “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois sin levadura; porque Cristo, nuestra Pascua, ya fue sacrificado por nosotros. Así que celebremos la Fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (1 Corintios 5:7-8).

¿Y cuándo no están celebrando la Fiesta los hijos de fe, si celebrarla significa caminar en sinceridad y verdad?

Hoy, la Iglesia Católica celebra la “Misa,” donde el sacerdote les da pan y vino a los congregantes, lo cual se llama el “Sacramento de la Santa Comunión.” Los anglicanos, episcopales, luteranos, y otras denominaciones hacen lo mismo. La Iglesia Católica también enseña la doctrina ocultista de la transustanciación, diciendo que los “elementos,” es decir, el pan y el vino, milagrosamente se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo literalmente con la bendición y pronunciación del sacerdote. Esta es una de las versiones humanas de la “Cena del Señor.”

Pero en Lucas 22:19, Jesús estaba hablando en forma figurada, no literal. “Yo soy el Pan de Vida,” decía Él. Una vez, Él les dijo a Sus discípulos:

Juan 6:51-58 RVG
(51) “Yo soy el pan vivo que descendió del Cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que Yo daré es Mi carne, la cual Yo daré por la vida del mundo.”
(52) Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: “¿Cómo puede Éste darnos a comer su carne?”
(53) Y Jesús les dijo: “De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
(54) El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
(55) Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
(56) El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.
(57) Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, así el que me come, él también vivirá por mí.
(58) Éste es el pan que descendió del cielo: No como vuestros padres que comieron el maná, y murieron; el que come de este pan vivirá eternamente.”

Así como el bautismo en agua en sí mismo no lava los pecados del hombre, tampoco recibimos la Vida de Resurrección del Señor Jesús simplemente consumiendo pan y vino, no importa cuántas veces y en cuántas formas sean bendecidos por un sacerdote o un pastor, no importa cuánta fe ponen ellos en la intervención milagrosa, no importa cuánto crean ellos agradar a Dios en su error, mientras perecen por falta de conocimiento.

Jesús estaba hablando de nuestra participación de Él, adorándole en espíritu y en verdad, creyendo en Él. Él no le estaba enseñando a Sus discípulos, ni a nosotros, a participar de una ceremonia literal o ritual. Él dijo además, después de las palabras anteriores: “¿Esto os escandaliza? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” (Juan 6:61-63).

Si interpretamos la participación del cuerpo del Señor y, así, de la Cena del Señor literalmente, empezamos a meternos en un atolladero de necedad y contradicciones que no tienen ni pies ni cabeza. En verdad, muy concebiblemente podríamos descender al mismo pozo del canibalismo. La iglesia primitiva fue acusada de canibalismo, cuando los paganos oyeron el lenguaje figurado usado e interpretado literalmente, como sólo la mente carnal lo hace.

La Iglesia Católica tiene su versión de la “Cena del Señor” según las veces que celebran Misa – todos los días y hasta más de una vez al día si es posible, o cada semana los domingos, o cualquier otro día, si es necesario.

¿Estamos obligados a guardar estas ordenanzas supersticiosas estilo pagano, como la iglesia Católica interpreta las palabras del Señor, para que no perezcamos? La iglesia Católica así lo declara.

Pero ¿qué de los “Protestantes”? Ellos no protestan tanto como uno creería. Ellos siguen los mandatos de la Iglesia Católica de guardar el domingo, lo cual fue un decreto de Constantino, en vez del Sabbat (el séptimo día ordenado por Dios). Ellos a menudo también bautizan niños, celebran Misa, usan ropas y cuellos clericales, construyen complejos edificios llamados “iglesias,” contratan ministros llamados “Reverendos,” tienen jerarquía clerical, propagan varias doctrinas de demonios y honran muchas abominaciones de los paganos.

La mayoría de las denominaciones cristianas (Protestantes y de otras) creen en guardar la “Cena del Señor” literalmente. Algunos la guardan una vez a la semana, otros una vez al mes, otros una vez al año, y otros tan a menudo como tengan ganas de hacerlo.

Algunos creen que debe guardarse solamente con panes sin levadura, otros no. Algunos creen que debería guardarse solamente con jugo de uvas sin fermentar, junto con el pan, mientras que otros creen, y hasta insisten, que con vino.

Algunos creen que ciertamente el pan debe tragarse entero, sin masticar, como lo hacen los católicos, mientras que otros creen que se puede masticar. Algunos creen que debería ser en el conveniente estilo de la ostia, mientras que otros creen que los participantes deben compartir una hogaza entera de pan y “partir el pan.”

Algunos, como los Bautistas del Sur, creen que sólo los miembros comprometidos, bautizados por agua en la congregación local, pueden participar, impidiéndosele aun a los que pertenecen a otras iglesias miembros de su denominación.

Otros, como los de la Iglesia Alianza, llegan al sistema de honor, permitiéndole participar a cualquiera que profese fe en Jesucristo, sin importar de qué denominación sean o los frutos mostrados.

Eso es confusión en “masa,” casi sonando como “misa.” Dios no es autor de este relajo.

La tradición protestante de participar literalmente del pan y el fruto de la vid, llamado la “Cena del Señor,” en cualquier forma, es una herencia de la Iglesia de Roma, una interpretación de la mente carnal que busca glorificar la carne en nombre de la adoración al Señor Jesucristo. Y la Iglesia Romana tomó sus ideas de los mitraístas, los adoradores del sol. Esto no es para nada lo que el Señor quiso decir.

De acuerdo con un escritor, Lew White, en Fossilized Customs (Costumbres Fosilizadas), el error de este ritual fue presentado antes de los días de Jesús. Los mitraístas paganos, adoradores del sol, levantaban obleas de pan hacia el sol para recibir sus rayos “dadores de vida.” Se creía que el pan se transformaba y, usando el término católico, se “transustanciaba” en la presencia real del sol. Al comer ese pan, los participantes poseerían los poderes del dios sol. Este ritual pagano era mucho más similar a la Misa Católica que el evento descrito en los Evangelios donde Jesús tuvo Su última cena con los discípulos y partió el pan con ellos en una casa.

La última vez que yo celebré la ordenanza física de la “Cena del Señor” fue en 1977. A mí me dijeron los evangélicos, igual que los católicos, que yo perecería espiritualmente si no observaba esta ordenanza o sacramento. Esto no es más que superstición, una dependencia de ordenanzas carnales y virtud carnal, muy contraria a las palabras del Señor:

“El Espíritu es el que da vida, la carne para nada aprovecha. Las palabras que Yo les hablo son espíritu y son vida.” (Juan 6:63 RVR)

Aquí estoy yo ahora, sano y salvo, amando al Señor con todo mi corazón, alma, mente y fuerzas. No he perecido después de casi 40 años. ¿Por qué no? Porque he estado comiendo Su carne y bebiendo Su sangre:

“Porque Mi carne es verdadera comida, y Mi sangre es verdadera bebida. El que come Mi carne y bebe Mi sangre, permanece en Mí y Yo en él. Como el Padre que vive Me envió, y Yo vivo por el Padre, asimismo el que Me come, él también vivirá por Mí.” (Juan 6:55-57 RVG)

El Señor ha estado conmigo y ha bendecido mi casa y a todos los que creen junto conmigo, aunque, lo confieso, son muy pocos. Pero entonces, el caminar con Dios no se trata de números; nunca fue así. Siempre fueron pocos los que creyeron y tomaron la cruz. Eran pocos en los días de Noé, y el Señor dijo que esto sería similar:

“Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Pues así como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no comprendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será la venida del Hijo del Hombre.” (Mateo 24:37-39 RVG)

Tal vez Noé y su familia no estaban comiendo pan y bebiendo vino regularmente en el Nombre del Señor, pero ellos tenían la fe salvadora al participar de Su carne y de Su sangre. ¡Ellos creyeron! Igual fue con Abraham, el padre de nuestra fe, quien miró Su día y se alegró. Igual fue con todos los padres de la fe, santos y profetas.

Nosotros nos regocijamos porque, en lo que hemos estado participando del cuerpo y sangre del Señor Jesucristo, hemos sido liberados de las fiestas de los paganos, tales como la Navidad, Semana Santa, San Valentín, Halloween, Día de Mayo, Año Nuevo, Acción de Gracias, celebración de cumpleaños y aniversarios.

Se nos ha dado a conocer que la muerte y resurrección del Señor Jesucristo han sido tan eficaces como para finalmente salvar a toda la humanidad.

Se nos ha concedido sabiduría en asuntos carnales, las cuales nos han liberado de los engaños de quienes creen que pueden comer cualquier cosa desde el tiempo de la cruz, contrario a las Escrituras, hasta jamón de cerdo en la supuesta conmemoración de Su muerte. ¡¿Hasta dónde llega la asquerosidad y maldad del hombre?!

Nosotros hemos sido liberados de las maquinaciones inescrupulosas de mercantilistas asesinos, los siervos del enemigo, quienes contaminan nuestra comida, aire, suelo, agua y sociedad en todos los aspectos. Satanás ataca al hombre en espíritu, alma y cuerpo, sin que se den cuenta muchos que dicen tener fe en Cristo.

Hemos sido liberados de la confusión, engaños y obras filosóficas y religiosas de los hombres, las cuales destruyen a todos los que participan.

Hemos sido bendecidos con el Reposo de Dios, el Sabbat tanto en lo externo (el día semanal), y lo más importante, por dentro (en espíritu).

Hemos sido enseñados por Dios, Quien nos ha sido dado, por gracia y misericordia, para adorarlo en espíritu y en verdad.

¡Gloria al Señor, Quien hace todas las cosas bien! ¡Bendigan Su Santo Nombre! Sí, Su Nombre es Yahweh, Yeshua HaMashiach, Elohim y Jesucristo. Él es el Dios de los hebreos, el Dios de la Biblia, el Creador de todas las cosas, el Único y Solo Señor y Salvador de toda la humanidad. Este es de Quien nosotros hablamos.

En espíritu y en verdad, amamos al Señor Jesucristo porque Él nos amó primero. Por Su causa, hemos dejado todas las cosas para poder caminar con Él, como uno. Caminamos con Él, y estamos tan agradecidos de hacerlo. Nuestro deseo es que Él sea grandemente agradado por nosotros. Que sea Su placer antes que el nuestro, siempre.

Considere la alternativa: ¿Qué ganancia hay en la carne? ¿No declaran las Escrituras que la carne y la sangre no pueden entrar al Reino de los Cielos? Si usted está en Cristo, caminando en obediencia por fe, en verdad usted está participando de Su carne y sangre. No hay más necesidad de tipos y sombras, y nunca se requieren indulgencias paganas, las cuales atan, confunden y corrompen.

 

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