Porque de cierto os digo que hasta que pasen el Cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo sea cumplido. De manera que cualquiera que quebrantare uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñare a los hombres, muy pequeño será llamado en el Reino de los Cielos; mas cualquiera que los hiciere y enseñare, éste será llamado grande en el Reino de los Cielos. (Mateo 5:18-19 RVG)
Otra manera en que algunos expresan esta doctrina diabólica: “No tenemos que preocuparnos por guardar la Ley de Dios. Eso era para los judíos antes del tiempo de Cristo. Ellos estaban bajo la dispensación de la Ley, pero nosotros estamos ahora en la edad de la Gracia.”
Esta doctrina sutilmente anima a la iniquidad.
Es un error enseñar que cuando nos convertimos en cristianos, estamos bajo la gracia. Los peregrinos espirituales, por experiencia propia, deben llegar a conocer la Ley de Dios y sus requisitos para nosotros. Debemos sujetarnos a la esencia del Viejo Testamento (aunque no al ritualismo) antes que podamos entrar en el reposo de la gracia de Dios por completo. Esto solamente puede venir por nuestro Legislador, Quien es la Ley, Jesucristo.
El apóstol Pablo escribió parte del libro a los Romanos como un tipo de mapa para nuestro viaje espiritual. Por ejemplo, el capítulo seis habla de nuestra llegada a Cristo al ser bautizados en Su muerte y recibir el Espíritu Santo. Los capítulos anteriores hablan de la preparación para ser bautizados en Su Cuerpo.
El capítulo siete habla de grandes pruebas que siguen a la entrada del Señor en nuestra vida. Es una batalla entre lo carnal y lo espiritual (la cual no existe antes de que uno viene a Cristo) y entre guardar la Ley y experimentar su cumplimiento mediante el poder de la Vida de Resurrección. Al final del capítulo siete, la victoria de Cristo por dentro llega a dar fruto y el alma entra al capítulo ocho, gozándose en su Salvador.
El punto es que ningún peregrino espiritual se salta el paso de llegar a un conocimiento personal de los requisitos de la Ley de Dios. Todos deben entender por experiencia que la Ley tiene que cumplirse, y que es imposible honrar la Ley en la carne. Así que es un error enseñar una dispensación histórica de la gracia que anule una sesión personal de la Ley de Dios actuando dentro del creyente.
Pablo confirmó esta verdad en su carta a los Gálatas:
Gálatas 3:21-24 RVG
(21) ¿Luego la Ley es contraria a las promesas de Dios? ¡En ninguna manera! Porque si se hubiera dado una ley que pudiera vivificar, la justicia verdaderamente habría sido por la Ley.
(22) Mas la Escritura encerró todo bajo pecado, para que la promesa por la fe de Jesucristo, fuese dada a los que creen.
(23) Pero antes que viniese la fe, estábamos guardados bajo la Ley, encerrados para aquella fe que había de ser revelada.
(24) De manera que la Ley fue nuestro ayo para traernos a Cristo, para que fuésemos justificados por la fe.
Entonces vemos que los creyentes ejercitan la fe antes que Cristo venga a manifestar victoria en sus almas. La semilla de la fe salvadora, la cual es plantada por dentro, hace que el alma reconozca la supremacía de la Ley de Dios y se le someta como a un maestro. Esto a su vez lleva al alma a Cristo para el cumplimiento de la Ley, lo cual es Su aparición y nuestra salvación:
“Así también Cristo fue ofrecido una sola vez, para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que [por fe] Le esperan.” (Hebreos 9:28 RVG)
Eso no quiere decir que no haya habido una dispensación histórica de la Ley con todos sus requerimientos externos. ¿A quién se aplicaba la Ley en su práctica externa? Solamente se aplicaba a la nación teocrática de Israel. El resto del mundo no tenía nada que ver con ella. Es verdad que vivimos en las naciones, el resto del mundo, y que nunca hemos estado bajo la histórica “dispensación de la Ley.”
Ahora, ¿qué de Israel como nación en este mundo, sin elementos de la Ley en el presente – el Templo, el sacerdocio levítico, las fiestas solemnes y los sacrificios? Todos esos elementos fueron destruidos por Roma hace cerca de 2,000 años, junto con la nación y su capital, Jerusalén. ¿Están los judíos bajo la gracia por eso? Si es así, ¿por qué siguen ellos en incredulidad después de 2,000 años? Porque las Escrituras dicen que Dios endurecería a los judíos para traer a los gentiles a la fe de Abraham, la cual después provocaría celos a los judíos. Los judíos entonces serían restaurados a Dios.
Trate de decirles a los judíos que ellos han estado bajo la gracia durante los dos milenios pasados, si usted quiere hablar de gracia en términos de favor y bendiciones inmerecidas, no en términos de persecuciones, falta de hogar, matanzas, y en nuestros días, el horroroso Holocausto. Aun ahora, con parte de la nación restaurada para ellos, sufren problemas de toda clase – odio de todo el mundo, censura, persecución, dificultades económicas, y conflictos, por dentro y por fuera.
Algunos enseñan que Israel como nación fue desechada para siempre y que lo que se les negó a los judíos les fue concedido a los gentiles, quienes forman el Cuerpo de Cristo. En esencia, esta falsa doctrina dice que Israel fue sometido a la dispensación de la Ley, mientras que los gentiles entraron en la prometida dispensación de la gracia mediante el Mesías Judío, a Quien Israel rechazó y mató. Por gracia e iluminación de Dios, una leída a los capítulos nueve al once de Romanos, junto con los profetas de la antigüedad, así como las consideraciones del retorno de los judíos a su tierra, en nuestra generación, concluyentemente disipará ese error para cualquier corazón o mente razonable.
Así que entonces, ¿a quién se aplican estas llamadas dispensaciones – cómo y cuándo? Tenemos el registro histórico de la Ley de Dios introducida por Moisés hace 3,500 años y que terminó hace 2,000 años con la destrucción de Israel. También tenemos la congregación cristiana, el Cuerpo de Cristo en el mundo desde ese tiempo. Sin embargo, tenemos que entender que, como creyentes, cada uno de nosotros tiene que experimentar la misma historia del “Viejo Testamento” por cuenta propia, un período de Ley seguido por la llegada de una madurez espiritual en Cristo conocida como “el reposo” o la “santificación.” Ni un solo peregrino en Cristo queda inmediatamente exento de un período de luchas con las demandas de la Ley de Dios.
Jesucristo no tomó nuestro lugar en la cruz; Él hizo el camino para que nosotros nos uniéramos a Él en la cruz. La Ley nos mata, morimos, y con Cristo, somos resucitados de entre los muertos.
Hágase usted una pregunta sencilla, usted que ha recibido a Cristo: ¿De qué etapa de la vida espiritual estaba hablando Pablo cuando dijo?:
Romanos 7:9-23 RVG
(9) Y antes yo vivía sin Ley, pero cuando vino el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.
(10) Y el mandamiento que era para vida, yo encontré que era para muerte.
(11) Porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató.
(12) De manera que la Ley a la verdad es santa, y el Mandamiento es santo, y justo, y bueno.
(13) ¿Entonces lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? ¡En ninguna manera! Pero el pecado, para mostrarse pecado, obró muerte en mí por lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento, el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso.
(14) Porque sabemos que la Ley es espiritual; pero yo soy carnal, vendido bajo pecado.
(15) Pues lo que hago, no lo entiendo, pues no hago lo que quiero; sino lo que aborrezco, eso hago.
(16) Y si lo que no quiero, eso hago, apruebo que la Ley es buena.
(17) De manera que ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que mora en mí.
(18) Y yo sé que en mí (esto es en mi carne) no mora el bien; pues el querer está en mí, pero el hacer el bien no.
(19) Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, éste hago.
(20) Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que mora en mí.
(21) Hallo, pues, esta ley, que cuando quiero hacer el bien, el mal está en mí.
(22) Porque según el hombre interior me deleito en la Ley de Dios;
(23) mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
¿No se responde esa pregunta en los versículos 22 y 23? Pablo habla de un deleitarse en la Ley de Dios de acuerdo a su hombre interior. No existe tal deleite en nadie sin que primero Cristo haya hecho una obra de gracia. Como dijo Pablo en el capítulo tres, describiendo al hombre antes que Cristo llega, no existe nada bueno en nadie – “Sus pies corren a derramar sangre; veneno de áspides hay bajo sus lenguas….”
Entonces en Cristo, cada uno de nosotros tiene que vivir en la dispensación de la Ley por un tiempo hasta que venzamos. La gracia siempre viene con la Ley en la vida espiritual, y luego, por gracia, la Ley se cumple por dentro. Los que creen que viven en la gracia sin haber experimentado la Ley han sido engañados por un falso evangelio. Ellos adoran a otro “Jesús,” téngalo por seguro. La gracia de ellos no es ni más ni menos que iniquidad (ausencia de ley). Y todos estos aborrecen la Ley, a pesar de sus reclamos y profesión de fe en Cristo. Los verdaderos santos de Dios, sin embargo, aman y confirman Su Ley:
“¿Entonces invalidamos la Ley por la fe? ¡En ninguna manera! Antes bien, confirmamos la Ley.” (Romanos 3:31 RVG)
Aunque el mundo entero ha experimentado una medida de gracia, ¿alguna parte del mundo ha experimentado el reino de la gracia, igual que Israel experimentó el reino de la Ley? ¿De qué forma, si no tenemos ninguna nación verdaderamente cristiana o mesiánica? ¿Dónde está esta “dispensación” entonces? Si no en las naciones, entonces ¿dónde y en quiénes? ¿Será verdad que los verdaderos cristianos están sin la Ley, por haber sido abolida, como muchos suponen erróneamente? ¿Será cierto que la gracia sólo vino cuando Jesucristo apareció como hombre?
Se dice que Canadá, los E.U.A., y otras naciones son naciones cristianas (presuntamente bajo la gracia). El hecho es que nunca ha habido una nación cristiana diferente a Israel si hablamos de “cristiana” debajo de Dios en forma de teocracia (gobernados por Dios). Aunque algunos individuos dentro de las naciones han reconocido el Señorío de Jesucristo, ninguna nación lo ha hecho jamás como nación, aun cuando todas las cosas en el Cielo y en la tierra están bajo la soberanía de Dios, incluyendo todas las naciones, creyentes, incrédulos, Satanás, los demonios, los ángeles, la muerte y el infierno.
Usted podrá decir que Israel nunca fue una nación cristiana. Sin embargo, Jesucristo siempre estuvo allí, siendo Dios. Sólo porque Él no haya hecho Su aparición en la historia como el Hijo de Dios hasta más tarde no presupone que Él no haya estado allí. Pablo se refiere a Su Presencia con los hijos de Israel:
“Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la Roca espiritual que los seguía, y la Roca era Cristo.” (1 Corintios 10:4 RVG)
¿Quién llamó a Abraham? ¿Quién formó a la nación de Israel? ¿Quién dio la Ley? ¿Quién lo hizo todo? Jesucristo, Señor de señores, Rey de reyes, por Quien todas las cosas fueron hechas, y por Quien todas las cosas subsisten, dice la Palabra del Señor.
Jesús dijo que la Ley nunca ha sido, y nunca será, abolida:
Mateo 5:17-19 RVG
(17) No penséis que he venido para abrogar la Ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.
(18) Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo sea cumplido.
(19) De manera que cualquiera que quebrantare uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñare a los hombres, muy pequeño será llamado en el Reino de los Cielos; mas cualquiera que los hiciere y enseñare, éste será llamado grande en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, no puede haber ninguna era sin la Ley de Dios. Y la gracia también ha estado allí siempre, desde el primer día, tal como se dice que Moisés y Noé hallaron gracia a los ojos de Dios. Por lo tanto, no puede haber ninguna era sin la gracia. Fue por gracia que Enoc fue trasladado, que Abraham fue llamado, que Isaac nació y que Jacob fue escogido. La gracia siempre estuvo presente. No es asunto de dispensación por épocas.
Entre las naciones gentiles, la gracia le dio el dominio a Nabucodonosor, siendo él la cabeza de oro, no por su propia voluntad o poder, como lo aprendió él a la manera dura y como lo declara Daniel. Por gracia, Ciro de Persia decretó que Israel fuera enviado de regreso de la cautividad a su propia tierra para reconstruir el Templo. Por gracia, Asuero seleccionó a Esther para ser su reina y la recibió en la corte interior, concediéndole su petición de librar a los judíos de la destrucción. Solamente como se determinó desde arriba, los imperios, las naciones y los líderes se han levantado para tomar sus lugares, por gracia.
La Ley y la gracia ambas se aplican en nuestras vidas espirituales como creyentes, “dispensacionalmente,” si usted quiere. Primero viene la Ley, como lo dice Pablo. Por gracia, nos enteramos de la Ley santa espiritual de Dios y sus requisitos para nosotros; por gracia, nos damos cuenta que hay que cumplirla, así que tratamos de cumplirla. Todos nos quedamos cortos, aprendiendo que es imposible cumplirla. Clamamos a Dios y recibimos la gracia para cumplir la Ley de Dios por Su Espíritu de gracia.
La falsa conversión a Cristo desestima la Ley y va directamente a la iniquidad, llamándole “gracia,” considerando eso como verdadera fe. Así se forma la cizaña, los prosélitos, los hijos de iniquidad, quienes luego van haciendo discípulos que se convierten en doblemente hijos del infierno, mientras pasan todo el tiempo llamándose cristianos nacidos de nuevo que han “aceptado” a Jesús como Salvador. (Lea The False and Misleading Gospel of “Accepting” Jesus Christ.)
Que sea de todos sabido: Los que son del Señor aman la Ley y buscan cumplirla con todo su corazón.
“¡Cuánto amo Tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Tus Mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, porque son míos para siempre.” (Salmo 119:97-98 NBLH)
Esa es la sonora declaración, al clamor público del corazón, de cada verdadero hijo de Dios que ama al Autor de la Ley.
“Donde no hay visión el pueblo perece [muchos recitan estas palabras, pero pídales que reciten el resto del versículo y ellos están perdidos]… mas ¡el que guarda la Ley, es bienaventurado!” (Proverbios 29:18)
Isaías declara: “He aquí Mi Siervo, Yo Le sostendré; Mi escogido en Quien Mi alma tiene contentamiento. He puesto sobre Él Mi Espíritu, Él traerá juicio a las naciones…y las islas esperarán Su Ley.” (Isaías 42:1-4).
¿Las naciones gentiles? ¿No se dice que ellos entraron en la gracia, no en la Ley? ¿De qué están hablando los profetas? ¿Lo saben ellos? Sí, ¡en Cristo los gentiles llegan a vivir y a establecer la Ley por Su gracia!
“¿Quién es ciego sino Mi siervo, tan sordo como el mensajero a Quien envío? ¿Quién es tan ciego como el que está en paz conmigo, tan ciego como el siervo del SEÑOR? …El SEÑOR se complació por causa de Su justicia en hacer la Ley grande y gloriosa.” (Isaías 42:19-21).
Desde Génesis hasta Apocalipsis, la Ley de Dios está presente. Antes de la caída de Adán, había Ley: “No comerás del Árbol del Conocimiento…” El Salmo más largo es tan relevante hoy como lo fue en los días de Adán y en el día que fue escrito. Un tema prominente en la Biblia es la Ley de Dios, y el Salmo 119 empieza con, “Bienaventurado los perfectos de camino; los que andan en la Ley del SEÑOR” (Salmo 119:1 SSR).
¿Qué del primerito de los Salmos? “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; antes en la Ley del SEÑOR está su delicia, y en Su Ley medita de día y de noche.” (Salmo 1.1-2 RVG)
¿No fue escrito este Salmo por el Espíritu de gracia?
Lea Law and Grace, La Gracia – La Realidad, y Iniquity.
Considere la alternativa a creer la falsa doctrina de la ausencia de la Ley en la vida del peregrino espiritual: Ame la Ley de Dios, búsquela y establézcala con todo lo que hay en usted. Es por su vida. Y usted será llamado grande en el Reino de los Cielos (Mateo 5:19). Esta es la verdadera salvación.
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