“Porque Yo soy el SEÑOR, que os he hecho subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios; seréis, pues, santos porque Yo soy santo. Esta es la ley acerca de los animales, de las aves, de todo ser viviente que se mueve en las aguas y de todo animal que se arrastra sobre la tierra, para hacer distinción entre lo inmundo y lo limpio, entre el animal que se puede comer y el animal que no se puede comer.” (Levítico 11:45-47 LBLA)
Pregunta: ¿Por qué cree usted que el cristianismo nominal, en su mayoría, celebra la Semana Santa y come cerdo en vez de cordero, cabra, o res? Piense en eso.
Se enseña y se cree que los cristianos están libres de la Ley de Moisés y pueden comer cualquier cosa que quieran, porque el apóstol Pablo dijo: “Porque todo lo creado por Dios es bueno y nada se debe rechazar si se recibe con acción de gracias; porque es santificado mediante la palabra de Dios y la oración” (1 Timoteo 4:4-5).
Si usted está dispuesto a guiarse por esa interpretación de las Escrituras, ¿qué tal si se come un zorrillo asado? ¿O rata, ratón, serpiente, búho, gavilán, cigüeña, buitre, cucarachas o moscas? Como vegetal acompañante, ¿qué tal una ensalada de hiedra venenosa o de hojas de Dieffenbachia (Amoena) con aderezo de cianuro? (Dese cuenta que “criatura” o “cosa creada” incluye no solamente animales sino vegetales también.)
Si eso no suena lo suficientemente ridículo (no es que mi pensamiento sea ridículo, sino para mostrar lo ridícula que es la idea de comer lo que sea), permítame ir más lejos. Para bebido con su comida, tome el producto del cuerpo de una vaca. No, no la leche… los orines. Ahora usted tiene una comida de acuerdo con su doctrina. Ustedes que argumentan sobre la intención y consejo de Dios, cómanse su comida o cómanse sus palabras; es su elección.
Según las Escrituras, comer zorrillo no es peor que comer cerdo, camarón, mejillones, vieiras, almejas, tiburón, langosta, cangrejo o pulpo. Aun así, aunque muchos no comerían zorrillo, no vacilarían en comer algunos de esos otros.
¿Será cuestión de cultura? Con seguridad, en otras culturas comen cualquier criatura que existe. Pero ¿por qué en la cultura occidental judeo-cristiana no se comen algunas cosas? Para los que han recibido y creído las Escrituras, hay una razón fundamental para la diferencia en la dieta.
Desde el punto de vista nutricional, muchos expertos le dirán que los mariscos son carroñeros, que comen desechos; ellos comen las sobras y los desperdicios (sí, heces fecales) de varias criaturas marinas. Usted come lo que ellos comen cuando usted los come.
Nutricionistas creíbles le dirán a usted que el cerdo es una de las peores carnes que se pueden comer, de las que consumen los occidentales. Note cómo tienen que tratar los productos del cerdo contra los parásitos, diferente con la carne de res, cordero, venado, búfalo u otras carnes que la Biblia declara limpias. El cerdo es también difícil de digerir.
Nosotros vivimos cerca de una granja de cerdos y conocemos personas que han trabajado allí. Frecuentemente, ellos tiran cadáveres de cerdos en el campo, y los coyotes vienen y se alimentas de eso. Los coyotes son sarnosos, enfermizos, y mueren lentamente, una muerte desagradable, comidos por los parásitos. Los trabajadores que han visto la operación dicen que ellos nunca comerían cerdo.
¿Cuál fue entonces la intención de Pablo y qué quería decir con las palabras regularmente citadas por los proponentes de comer cerdo y otras carnes inmundas? Hay claras definiciones en ese versículo sobre lo que podemos comer. Él dijo: “…porque es santificado por la Palabra de Dios.” La Palabra de Dios en esos días era el Viejo Testamento. La Palabra de Dios era muy clara en lo que era limpio y lo inmundo y nunca se contradecía a sí misma. Por la oración bendecimos la comida delante de nosotros, pero ¿podemos bendecir lo que el Señor ha prohibido o llamado inmundo? Obviamente no.
Lo cual nos lleva a otro pasaje usado como excusa para que los hombres se guíen por su propio placer y consecuentemente se destruyan a sí mismos:
Hechos 10:9-16 RVG
(9) Y al día siguiente, yendo ellos de camino, y llegando cerca de la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar, cerca de la hora sexta;
(10) y le vino una gran hambre, y quiso comer; pero mientras ellos preparaban, le sobrevino un éxtasis;
(11) y vio el cielo abierto, y un vaso que descendía hacia él, como un gran lienzo atado de los cuatro cabos, y era bajado a la tierra;
(12) en el cual había de toda clase de cuadrúpedos terrestres, y fieras, y reptiles, y aves del cielo.
(13) Y le vino una voz: “Levántate, Pedro, mata y come.
(14) Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás.”
(15) Y le habló la voz la segunda vez: “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.”
(16) Y esto fue hecho tres veces; y el vaso volvió a ser recogido en el cielo.
La gente ha tomado este pasaje para justificar una dieta contraria a la Ley, pero este pasaje no está hablando de dieta para nada. Pedro estaba siendo instruido a ir a los gentiles a quienes los judíos consideraban inmundos, un pueblo no santo, lo cual así era.
Hechos 10:17-22 RVG
(17) Y mientras Pedro dudaba dentro de sí qué sería la visión que había visto, he aquí, los hombres que habían sido enviados por Cornelio, que, preguntando por la casa de Simón, llegaron a la puerta.
(18) Y llamando, preguntaron si Simón que tenía por sobrenombre Pedro, posaba allí.
(19) Y mientras Pedro pensaba en la visión, el Espíritu le dijo: He aquí, tres hombres te buscan.
(20) Levántate, pues, y desciende, y no dudes de ir con ellos; porque yo los he enviado.
(21) Entonces Pedro, descendiendo a los hombres que le eran enviados por Cornelio, dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa por la que habéis venido?
(22) Y ellos dijeron: “Cornelio, el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y de buen testimonio en toda la nación de los judíos, fue avisado de Dios por un santo Ángel, de hacerte venir a su casa, y oír de ti palabras.”
Al llegar a la casa de Cornelio, Pedro dijo: “Vosotros sabéis que es abominable a un varón judío juntarse o acercarse a extranjero; pero Dios me ha mostrado que a ningún hombre llame común o inmundo; por lo cual, al ser llamado, vine sin objetar. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir?” (Hechos 10:28-29 RVG)
Esta visión fue una instrucción en parábola para que Pedro ahora llevara el Evangelio a los gentiles. A él no se le instruyó que se les uniera en sus pensamientos y caminos que los hacían inmundos. Más bien, él fue enviado a convertirlos e instruirlos en un camino de vida santo (lea Hechos 10 y 11).
¿Qué de las instrucciones que Santiago y los ancianos les dieron a los gentiles para contrarrestar la influencia de los “judaizantes” según se registra en Hechos 15? ¿Se les dijo que no debían comer cerdo o zorrillo? No. Pero considere que el pasaje aclara su pensamiento:
“Porque Moisés desde los tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada sábado.” (Hechos 15:21)
En otras palabras, ellos estaban diciendo: “Estos son los asuntos más urgentes – hagan estas cosas por ahora hasta que crezcan y puedan manejar más, y al hacerlo, les irá bien. La Ley de Moisés está disponible para ustedes cuando estén listos para más.”
¿Estamos sugiriendo que toda la Ley de Moisés debe guardarse? No. Hay leyes ceremoniales cumplidas y leyes que continúan como buen consejo.
El Señor no me entregó todo de una vez cuando yo empecé a caminar con Él. Yo era tan extraño a Él y a Sus caminos que si yo hubiese tratado de cambiar todos mis hábitos y costumbres de un solo, yo habría explotado por dentro. Es imposible. Fue muy difícil para mí cambiar mis hábitos de dieta; fue difícil para mí dejar a mi familia, mi iglesia, mis creencias y a mis amigos; fue difícil dejar de celebrar la Navidad. La lista continúa.
Me llevó años aprender y cambiar. Este cambio es imposible y antinatural para cualquiera todo a la vez, como es imposible para un recién nacido ser un adulto de la noche a la mañana. Pero algunas cosas tomas precedencia sobre otras. Es cuestión de prioridades. Necesitamos darnos cuenta que los gentiles eran ajenos a las cosas de Dios.
La naturaleza de la creación no cambió con la crucifixión de Cristo. Los cerdos no se convirtieron en corderos de repente. El sacerdocio levítico, los sacrificios animales, las ceremonias y las ordenanzas de la Ley de Moisés terminaron, sin embargo, porque las leyes proféticas que eran sombras (leyes significando cosas que sucederían) fueron cumplidas en Cristo. En la cruz, Dios terminó con esos simbolismos particulares. Jesucristo cumplió con el mensaje y propósito de eso para siempre.
¿Es una ley absoluta no comer lo inmundo? Es una ley, pero absoluta, o para todo mundo en todo tiempo, no. Muchas cosas no son absolutas aunque nosotros tratamos de hacerlas así.
Dios a menudo ha hecho excepciones a las reglas. Por ejemplo, Él mandó a los hijos de Israel que entraran y tomaran la tierra de Canaán y moraran allí, pero a dos tribus y media se les permitió vivir fuera de Canaán. Dios les ordenó a los Israelitas no matar, pero les mandó que mataran a hombres, mujeres y niños de los cananeos. Los judíos no debían casarse con mujeres de las naciones alrededor de ellos, pero por voluntad de Dios, Sansón se casó con una filistea (Jueces 14:1-4).
¿Por qué tiene Dios estas excepciones? Para confundirnos para bien, de modo que nunca adoremos la Ley antes que al Dador de la Ley.
¿Por qué hay tanta gente enferma? ¿No es en parte por las cosas que consumen físicamente, así como mental y espiritualmente? ¿Por qué la gente sufre de enfermedades del corazón, cáncer, diabetes, caries, cálculos biliares, piedras en los riñones, apendicitis, artritis, enfermedades mentales, lombrices, parásitos y una variedad de otras enfermedades? Una de las causas es ciertamente la dieta, parte de la cual está compuesta de carnes inmundas.
Dios ha prometido bendiciones, como salud y protección, para los verdaderos creyentes. ¿Cómo es que los cristianos nominales están todos enfermos, sufriendo y muriendo junto con los que no profesan fe en Cristo? Es porque esos cristianos no le creen ni le obedecen a Dios, a pesar de que profesan fe en Cristo. (Lea Dios Sana Hoy a Su Manera.)
La gente defiende la dieta inmunda con las palabras del Señor en las Escrituras: “No lo que entra en la boca contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, esto contamina al hombre” (Mateo 15:11 RVG). Entonces que todos participen de una gran botella de whiskey y un cigarro, tal vez con un poco de heroína o crack o cocaína, y que vean cómo les afecta y cómo ellos afectan a otros.
Obviamente, Jesús no quiso decir lo que preferiríamos pensar. Él no estaba cambiando la Ley, como lo han enseñado maestros ignorantes y descuidados. Pero los simples y los inicuos harán lo que les plazca y se destruirán a sí mismos, mientras los sabios tendrán temor y se salvarán de la ira venidera.
Considere la alternativa a esta doctrina: ¿Por qué no prosperar, comiendo lo que es limpio? ¿No enseñan aun el conocimiento y ciencia del mundo la insensatez de comer cosas inmundas?
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