“Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio; y principalmente a aquellos que siguen la carne en la concupiscencia de inmundicia, y menosprecian todo gobierno. Atrevidos, contumaces, que no temen decir mal de las potestades superiores.” (2 Pedro 2:9-10 RVG)
La mentalidad de que todos los creyentes tengan igual autoridad y estatus delante de Dios es otra doctrina diabólica. Conduce a la independencia e irrespeto para con quienes Dios ha establecido como líderes en Su Cuerpo, haciendo su responsabilidad mucho más difícil y robándoles las cosas que podrían tener de Dios a los que creen esta mentira. Esos están condenados por su forma de pensar, la cual es orgullosa y rebelde.
Despreciar la autoridad es el pecado de los hijos de Coré, quienes fueron tragados por la tierra, ellos, sus seres queridos, sus hogares y posesiones. Eso es lo que sucede con los que niegan y resisten a los líderes ungidos por Dios. A ellos se los traga el mundo en infierno y en muerte.
Esta doctrina se levantó parcialmente como una reacción no sabia contra el abuso de la autoridad por parte de las religiones e iglesias prominentes, como la Iglesia Católica, la Iglesia Ortodoxa, la Iglesia de Inglaterra, la Iglesia Luterana y otras que enseñaban que solamente el clero podía tener acceso a Dios a favor de los laicos. En el relajo, se tiró el bebé junto con la bañera, y pronto nadie reconocía autoridades debidamente puestas por Dios. La raíz general del pecado, sin embargo, es el orgullo y un corazón voluntariamente independiente de Dios.
En el mundo “cristiano” de hoy, encontramos los dos extremos – demasiada y muy poca mediación. Por una parte, tenemos a gente creyendo que no pueden recibir más que mediadores humanos, como sacerdotes y pastores, sin recibir nada de Dios personalmente. Por otra parte, algunos creen que es solamente entre ellos y Dios, y así no reciben nada de Él a través de Sus siervos que vienen como el Señor vino, fuera de los sistemas de los hombres. Dios no habla a las almas orgullosas e independientes que piensan que escuchan de parte de Él mientras hacen lo que mejor les parece.
Ambas situaciones – los que dependen de los hombres y los que solamente se ven a sí mismos – menoscaban la fe y desaniman la práctica y privilegio de la oración, la cual queda sin respuesta de Dios.
Es verdad que todos los creyentes que caminan por fe tienen acceso a Dios, pero no todos tienen igual acceso en todo tiempo.
Está escrito: “Porque hay un Solo Dios, y Un Solo Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre” (1 Timoteo 2:5). Usando estas palabras, algunos asumen que todos los cristianos no necesitan a nadie que vaya a Dios en lugar de ellos.
Yo creí en este error por años, hasta que Dios me habló diciendo que yo podía venir a Él no solamente por mí mismo y mi familia, sino a favor de cualquiera que tuviese problemas o preguntas. Desde entonces, en varias ocasiones, creyentes e incrédulos (así es, hasta incrédulos) han venido a mí, solicitando que yo pida a Dios por ellos, y las oraciones han sido respondidas directa y específicamente, algunos con milagros.
Yo empecé a preguntarme por qué los creyentes tendrían que venir a mí por oración si ellos tienen el mismo privilegio, de acuerdo con la doctrina de igual estatus y poder delante de Dios. Me di cuenta que las Escrituras están llenas de evidencia de que hay varios límites en cuanto a qué privilegios concede Dios a ciertos creyentes.
¿Por qué tendrían Pedro y Juan que orar por los samaritanos para que recibieran el Espíritu Santo? ¿Por qué no pudo Felipe orar por ellos sobre este asunto? Después de todo, él estaba lleno del Espíritu Santo y la fe (Hechos 6:3-5) y les habían predicado a los samaritanos, por lo cual ellos creyeron. Él hasta había echado fuera demonios de ellos y muchos fueron sanados. Se estaban dando milagros por su ministerio (lea Hechos 8). ¿Por qué no pudieron los Samaritanos, quienes ahora eran creyentes, pedir por sí mismos?
¿Por qué hay que llamar a los ancianos para ungir a los enfermos y orar por su sanidad? Enfermos de quien Santiago dice que son creyentes. ¿Por qué los creyentes enfermos no ejercitan sus propios privilegios de sacerdocio si tienen el mismo poder y autoridad?
“¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el Nombre del Señor.” (Santiago 5.14 RVG)
¿Por qué los efesios necesitaban que Pablo orara por ellos (Hechos 19)? ¿No creían ellos? Las Escrituras los llaman discípulos.
No solamente hay diferentes niveles de autoridad y privilegios con Dios, sino que la intercesión también viene en niveles comunes, como cuando se les dice que oren los unos por los otros para que sean sanados.
“Confesaos vuestras faltas unos a otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo, puede mucho.” (Santiago 5:16 RVG)
¿Quién necesita que otro ore por él si siempre tenemos iguales privilegios delante de Dios? Aparentemente nos necesitamos unos a otros y al Cuerpo de Cristo. Ningún creyente es una isla, aunque puede haber tiempos de estar solos.
No he mencionado aquí el Viejo Testamento, donde hay muchos ejemplos de mediación por parte del hombre de Dios, porque se podría argumentar que Cristo aún no había venido a conceder el sacerdocio a todos los creyentes. Pero ¿no le dijo el Señor a Israel, no solamente a los levitas, “Y ustedes serán para Mí un reino de sacerdotes y una nación santa”? Y: “Porque eres pueblo santo para el SEÑOR tu Dios; y el SEÑOR te ha escogido para que le seas un pueblo de Su exclusiva posesión de entre los pueblos que están sobre la faz de la tierra.” (Deuteronomio 14:2 LBLA)
Ciertamente hay una verdad parcial en la doctrina de que todos los creyentes pueden venir a Dios. Algunos que han venido a mí pidiendo oración también han oído la voz de Dios a veces – ellos han orado sobre varios asuntos y han recibido respuestas. Yo no he determinado dónde se traza el límite. Solamente hemos andado como el Señor nos ha guiado. Sí sé que para sanidades, recibir al Espíritu Santo, ser liberados de demonios y resolver problemas son áreas donde la gente me ha pedido que medie, y Dios ha respondido clara y maravillosamente. ¿Existe alguna virtud de nuestra parte cuando Dios responde? Para nada. Sin embargo, Santiago dice:
“…La oración eficaz del justo, puede mucho. Elías era un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.” (Santiago 5:16-18 RVG)
Simplemente no es cierto que todos los creyentes tengan idénticos privilegios de oración todo el tiempo. Dios ha establecido autoridades con privilegios ocasionales por todos los miembros, y Él espera que ellos sean honrados. Pablo dice que nos humillemos y nos sometamos unos a otros en temor de Dios (Efesios 5:21).
Entonces, ¿qué de las palabras de que solamente hay un Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre? La respuesta es que Jesucristo es la Cabeza, y el Hombre es Su Cuerpo. Su Cuerpo está formado por los que tienen Su Espíritu. Además, los de Su Cuerpo que son maduros reinan con Él en Su trono, pues han vencido, así como Él venció y reina con Su Padre en Su trono. Al reinar, median con Él como uno, porque ellos también son “Jesucristo Hombre.” ¡Esta es una maravillosa verdad!
Lea nuestra sección: Submission According to God.
Considere la alternativa a creer en esta doctrina: Alinéese con el orden establecido por Dios y experimente la oración verdaderamente respondida, en vez de la ira de Dios que cae sobre los hijos de desobediencia quienes desprecian Su orden y autoridad.
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