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¡Ah, la tan esperada y “bendita fecha” de la Navidad! La mayor parte del mundo espera con ansias este evento más que cualquier otro. Este es el tiempo del año cuando familiares y amigos se reúnen y viajan desde todas partes. Es el tiempo cuando se aflojan los bolsillos, un espíritu de generosidad parece fluir y algunos patronos relajan su paso y demuestran cierta consideración a sus empleados. Individuos y empresas dan a la caridad y a los pobres, y la gente en general se reconocen los unos a los otros según sea la situación con saludos, regalos, tarjetas, llamadas, fiestas y cenas.
La Navidad es uno de los pocos días del año en que muchos van a la iglesia, pero no es un evento ordenado por Dios.
¡Que dios tan falso es la Navidad para el mundo! ¡Que celebración tan sagrada para los paganos! ¡Que celebración tan cautivante, importante y engañosa para el mal-llamado mundo cristiano!
“¡¿Cómo puede usted, siendo cristiano, no celebrar la Navidad?! ¿No cree usted en el nacimiento de Cristo? ¿Qué podría haber de malo con celebrar el nacimiento del Salvador? Si hay algo digno de celebrar, ¿no es esta fecha? ¿Dónde estaríamos si Él no hubiera nacido? ¿Nunca ha sentido usted el espíritu de la Navidad? ¿No cree usted en el dar?” Uno oye todas estas respuestas emocionales en defensa de la Navidad.
La Navidad, aunque parece ser maravillosa, es maligna y destructiva.
La celebración de la Navidad, aunque parece ser un evento de lo más maravilloso, sin egoísmo, disfrutable, inocente y hasta piadoso sobre la tierra, es, en realidad, uno de los eventos más malignos y destructivos. Es similar a la perversión sexual, a la guerra, al asesinato, a la pornografía y a casi todo si no es que a todo lo malo que uno podría nombrar. Le voy a decir por qué, no con simples opiniones, sino con hechos y verdades evidentes en la realidad diaria. Les hablaré por la experiencia y por las Escrituras, donde los hombres creen que encuentran su fundamento para participar en y perpetrar esta disfrutable abominación contra Dios. Él la aborrece con pasión; Él aborrece lo que le hace a Su pueblo y a todos los demás, y Él se duele por esa causa.
¿No sabe usted que los hombres aborrecen lo que Dios ama y aman lo que Dios aborrece? ¿Cómo es que los incrédulos aman la Navidad? ¿Cómo es que todo el mundo ama la Navidad mientras este mundo está bajo el maligno (1 Juan 5:19)? ¿Negaría usted que la Navidad es altamente estimada en este mundo?
“Y les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen en alta estima, delante de Dios es abominación.” (Lucas 16:15 RVG)
La Navidad no se originó con los primeros cristianos.
Esta celebración no fue algo originalmente puro, bueno y santo, que el mundo haya arruinado, paganizado, o que le hayan agregado o quitado y comercializado. Más bien, es una celebración pagana de raíz, idólatra, supersticiosa y totalmente malvada. Los mal-llamados cristianos abrazaron esta celebración y la acomodaron a sus propios placeres con la excusa y razonamiento de querer ganarse a los paganos al cristianismo, y así consolidar el poder político.
La palabra “Christmas” viene de la Iglesia Católica Romana… “Misa de Cristo” o “Cristo-Misa.” La idea central o tema de la misa se expresa en el ritual donde el sacerdote toma el pan y el vino y diciendo cinco palabras mágicas lo cambia en el cuerpo y sangre del Señor Jesucristo, en un supuesto milagro conocido como la transubstanciación. Jesucristo es presuntuosamente ofrecido a Dios como sacrificio por los pecados de los congregados y cualquier otro que se mencione como beneficiario de la misa en cuestión. Todos los que están en ese servicio, los que son elegibles y que deseen hacerlo, pasan al frente y reciben el “cuerpo y la sangre” de Cristo. Esta misa se realiza cada domingo en todo el mundo y en muchos otros días, en muchos lugares a diario y hasta más de una vez al día. En la misa, ellos están, en efecto, crucificando al Señor una y otra vez. Todo el evento es blasfemo.
Varias enciclopedias, incluyendo la Enciclopedia Católica y la Enciclopedia Británica, declaran que la Navidad no se originó con los primeros cristianos para nada. En verdad, no se originó con el verdadero cristianismo de ningún tiempo. Aparentemente el evento fue adoptado en el siglo IV como una fiesta “cristiana,” siendo los principales elementos de la misma tomados de costumbres y tradiciones paganas que datan desde 3,000 años A.C. en Egipto, en honor a Osiris y a Isis, deidades paganas. Sin embargo, no es mi intención entrar en detalles que cualquier buscador sincero puede obtener investigando en varias fuentes. En el Internet abunda la información válida sobre el tema. Sin embargo, esa información no es esencial para conocer el espíritu del asunto, y la verdad. El Señor y las Sagradas Escrituras son perfectamente suficientes.
Nuestra salvación viene por identificarnos con Su muerte.
Las primeras preguntas que debería hacer uno que profesa a Cristo acerca de la Navidad son: 1) “¿Por qué se celebra?” y 2) “¿Quiere Dios que así lo hagamos?” En ninguna parte de la Biblia existe alguna indicación de que Él quiera que lo hagamos, y hay muchas partes donde se dice que Él no quiere. Había fiestas solemnes (fíjese bien, fiestas solemnes) ordenadas e instituidas por Dios las cuales los judíos debían guardar. Estas fiestas representaban la muerte del Señor (la Pascua), el regalo de Su Espíritu para que viviéramos en Él y Él en nosotros (Pentecostés) y Su morada en plenitud aquí con nosotros en la tierra, la unidad y el reposo en Él (los Tabernáculos). (Algunos dicen que esta tercera fiesta representa “Su segunda venida.”)
Ninguna de estas fiestas representaba su nacimiento físico. De hecho, el día en que Él nació, no hubo ninguna proclamación pública ni nada parecido. Sólo se le dijo a unos pocos pastores y a unos extranjeros. ¿Por qué no se le dijo a la población en general? ¿Por qué no a todos los amigos o familiares por lo menos? ¿Por qué no a la “iglesia,” a todos lo creyentes, al Sanedrín o al Sumo Sacerdote? Yo les diré por qué. Dios no lo estaba publicando tanto. No era el nacimiento en la carne del Señor lo que importaba sino Su muerte, y la salvación que Él iba a conseguir para toda la creación a través de esa muerte y subsecuente resurrección de entre los muertos. Fue su renacimiento en inmortalidad lo que de verdad era importante para nosotros. Esto es lo que se había profetizado de Él desde el principio:
“Por lo cual, entrando en el mundo, dice: sacrificio y ofrenda no quisiste; mas Me preparaste cuerpo…por el cual…somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una sola vez.” (Hebreos 10:5-10 SSE)
Nuestra salvación no viene por identificarnos con Su nacimiento, sino con Su muerte, donde Su poder de resurrección nos levanta para que vivamos como Él es:
“Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas 2:20 LBLA)
La celebración de Su nacimiento físico no debía de ser.
En cuanto a las celebraciones de cumpleaños, la Biblia solamente relata los cumpleaños de los incrédulos, como el de Herodes (el cual, por cierto, le costó la vida a un creyente – Juan). El Señor no registra que los creyentes alguna vez celebraran cumpleaños. ¿Por qué? Porque eso no es lo que importa. Los brujos consideran de gran importancia los cumpleaños. Los creyentes nacidos de nuevo saben que, aunque Dios es la fuente de la vida, nuestra vida carnal está en enemistad con nuestra vida espiritual hasta que todo sea reconciliado, y entonces el cuerpo espiritual será levantado incorruptible. Lo físico volverá al polvo de donde fue tomado:
“Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.” (Eclesiastés 12:7 RVG)
En Eclesiastés también dice que el día de la muerte es mejor que el día del nacimiento (7:1).
¿Qué de esa fecha… 25 de diciembre? Cualquiera de los historiadores o escolares Bíblicos creíbles le dirán que Jesús no nació en esa fecha. Pero el 25 de diciembre era el día de la fiesta pagana del nacimiento del dios sol. Nadie (que yo sepa) sabe cuándo nació Jesús. Ellos sí saben cuando murió… en la Pascua, de acuerdo con la fiesta ordenada por Dios, como lo testifican muchos testigos. ¿Por qué no se supo ni se registró la fecha del nacimiento físico del Señor? Dios lo ocultó, así como hizo con el cuerpo de Moisés, porque no es importante. La celebración de Su nacimiento físico no debía ser. ¿No nos dice eso todo?
Las cosas de Cristo nunca deben mezclarse con fábulas o mentiras.
¿Qué de todos esos objetos simbólicos… la corona, el muérdago, el tronco navideño, el árbol? Todos paganos. El muérdago, por ejemplo, representa la fertilidad. ¿Por qué la gente se besa bajo un árbol de esos? Los orígenes de esto se determinan fácilmente con un poco de investigación y juicio.
¿Qué de “San Nicolás”? Las tradiciones y teorías varían, pero considere: ¿Son duendes los santos? ¿Son obesos? ¿Tienen poderes mágicos? (Yo no digo “milagrosos” porque eso es diferente.) ¿Fuman los santos? Si así son las cosas, esos no son ejemplos apropiados para representar al Señor en lo que muchos presumen que es la más grande fiesta para el Señor. ¿Andan los santos a hurtadillas, dando regalos superficiales?
Usted puede decir que usted realmente no cree en Santa. Bien. Usted puede decir que esa fantasía es inofensiva o inocente. No es ninguna de las dos cosas. Un santo es alguien en quien el Señor Jesucristo habita. Un santo no es algún duende o algún cuento de hadas. Él o ella son hijos de Dios. Las cosas de Cristo no deben mezclarse con fábulas o mentiras.
Dios aborrece la mixtura y el compromiso.
¿Y por qué tendría que mentirles a sus hijos usted, enseñándoles que cosas supuestamente buenas salen de ésta que es anti-Cristo en todo su carácter, una mezcla de un hechicero (aunque sea tan bueno), un espíritu (históricamente un espíritu hogareño en la mitología pagana) y uno que es dado a apetitos y vicios de la carne? ¿Por qué habrían de confiar en usted sus hijos sobre cualquier cosa si usted es tan capaz, como supuesto creyente en la Verdad, de decirles “mentiras blancas”? ¿No es contradictorio e hipócrita que los padres les digan a sus hijos que no mientan, pero ellos mismos les mienten a sus hijos? ¿Sólo por diversión, dice usted? Nuestras mentiras le costaron la vida al Señor y ¿nosotros nos divertimos con ellas? Mezclar la verdad con las mentiras es tan inofensivo como mezclar el veneno con la buena comida.
Dios aborrece la mixtura y el compromiso.
Considere que Jesús dijo que Él prefería que fuéramos calientes o fríos; si somos tibios, Él nos vomitará de Su boca (Apocalipsis 3:16).
Considere que Él dijo, “Los que no son con nosotros son contra nosotros” (Mateo 12:30). No existe tal cosa como ser neutral.
Considere que en los días de Noé y del diluvio, Dios destruyó toda carne porque los creyentes se mezclaron con los incrédulos, casándose y teniendo hijos (Génesis 6).
Considere que cuando Salomón se casó con esposas gentiles (mixtura), contrario a la advertencia de Dios, a pesar de su sabiduría, la cual sobrepasaba mucho a la de cualquier otra persona conocida, él fue atrapado por sus esposas en la adoración a deidades paganas.
Considere que los hijos de Aarón, Nadab y Abiú, ofrecieron al Señor aquellos que Él no había requerido ni prescrito y ellos fueron muertos inmediatamente.
Considere que Sansón, al enredarse con Dalila, perdió sus ojos y su libertad, a pesar de la gran unción de Dios sobre su vida.
¿No es Bíblico el dar? ¡No en la forma que se hace en Navidad!
Considere que cuando Israel hizo compromisos en la destrucción de todos los habitantes de Canaán, los que quedaron vivos se convirtieron en terribles aguijones para ellos.
Considere que, aunque Jonatán era el amigo de David, él se quedó con su padre Saúl, el enemigo de David, y pereció en el campo de batalla con él.
Dios aborrece la mixtura porque esa mata. “Pero al que duda cuando come, le es pecado,” dice Pablo (Romanos 14:23).
¿Qué hay del dar? ¿No es bueno dar? Por supuesto que lo es, y no sólo bueno, sino la vida misma. Pero ¿no saben ustedes que la Navidad sólo se trata de recibir y no de dar? Los paganos celebraban sus deidades no por obediencia sino por egoísmo, para apaciguar a sus dioses, para implorarles sus favores y para deleitarse en los placeres de la carne. ¿Qué dar sin egoísmo hay en la idea de decir: “Si te portas bien, Juanito, tendrás una computadora para Navidad”? ¿Qué hay de malo con portarse bien sólo porque eso es bueno? Y ¿quién le da a quién y por qué? Normalmente, hay intercambio de regalos, así como tarjetas e invitaciones. Y si se dan regalos a los pobres, ¿son ellos pobres sólo en Navidad? ¿Invitan a un mendigo a casa porque es Navidad y lo dejan pasarla con menos o aun sin nada el resto del año porque no es Navidad? ¿Tiene valor el nacimiento del Salvador solamente un día al año?
La Navidad es un egoísta y diabólico sustituto de lo bueno y verdadero, un gran engaño hipócrita.
¿No es Bíblico el dar? ¡No a la manera que se hace en Navidad! Muchos piensan que la Navidad es un gran tiempo para dar regalos porque vinieron los sabios de oriente y le dieron regalos al Señor. Examinemos esos regalos con más cuidado. Primeo que todo, esos regalos fueron dados, no intercambiados. En segundo lugar, solamente el Santo niño recibió los regalos y nadie más. En tercer lugar, no todos dieron regalos… solamente los que llegaron a honrar el nacimiento del Rey, y ¡no un Rey ordinario sino Quien fue profetizado y mostrado en las estrellas! Los pastores no trajeron regalos, no se esperaba que lo hicieran y no recibieron ninguno… excepto el más grande regalo posible.
La glotonería y la borrachera tienen su día en la Navidad.
Dígame, ¿Qué tienen que ver sus regalos… juguetes, joyas, literatura, lujos y juegos con el Señor Jesucristo? ¿A quién le da usted? ¿A aquellos que significan algo para usted? ¿No es eso egoísta? ¿Por cuánto tiempo les da usted a los que significan algo para usted cuando ellos no le devuelven el gesto aun pudiendo? ¿Se trata la Navidad de dar o de sobornar, aliviar la consciencia, ganancia, recompensa, obligación, costumbre, tradición, imagen, favoritismo y relaciones sociales?
¿Qué del comercialismo de la Navidad? ¿Por qué es que las cargas de las deudas se sienten tan profundamente después de la Navidad? ¿Por qué es que muchos negocios “la hacen o quiebran” por el resto del año dependiendo de lo bien que les vaya en la Navidad?
La borrachera por alcohol en exceso es una parte importante de la Navidad. Así sucedía en nuestras celebraciones navideñas católicas. ¡Y cómo alcanzaba yo esas notas de alto tenor en el coro en la misa de media noche con un poco de estimulación alcohólica! ¡Qué hacíamos sino cantar alabanzas supuestamente para adorar a Dios! Y, obviamente, no solamente son los católicos a quienes les gusta su licor en la Navidad.
El alcohol en exceso mata. Muchos se han quedado sin padre, sin esposa y sin amigos a causa de este tiempo popular de supuesta celebración de Aquél que vino a darnos vida ¡y para que la tuviéramos más en abundancia!
No busque su provisión en los paganos, no en la tierra sino en el Cielo.
La mayoría de supuestos creyentes no enfrentan ni admiten esto, pero la Biblia mira al borracho y al glotón como iguales. Hay muchos que se hartan en la Navidad y miran de menos a aquellos que se emborrachan. Pero de acuerdo con Dios, ellos son igualmente culpables. Se hace un gran énfasis en la comida y su preparación, especialmente entre algunos grupos étnicos, el mío ha sido uno de esos. Aunque yo no estoy en contra de los banquetes y de la comida buena y abundante, diré que la glotonería, igual que la borrachera, tiene su día en la Navidad. ¿Por qué? Porque es una celebración no del Espíritu, como se supone, sino de la carne.
“Entonces, ¿por qué no podemos celebrar la Navidad por la razones correctas y sin las costumbres y tradiciones paganas?” preguntará usted. Eso es igual a preguntar, “¿Por qué no podemos celebrar las fiestas paganas si lo hacemos a la manera cristiana? Yo le respondo: “¿Por qué desea celebrar festivales paganos, siendo usted creyente? ¿No tiene usted cosas mejores que hacer como cristiano? ¿Lo ha dejado Dios tan vacío espiritualmente que usted desesperadamente tiene que tomar placer en los inventos de los que no lo aman a Él y que no les importa saber cómo servirle a Él? ¿No ha experimentado usted la bondad de Dios? Si no, usted necesita buscarlo a Él para su provisión y no a los paganos, al Espíritu y no a la carne, al Cielo y no a la tierra.”
¿Qué dice Dios acerca de la Navidad?
“Guárdate que no tropieces en pos de ellos [pueblos incrédulos], después que fueren destruidos delante de ti [en eso fueron ustedes librados de los caminos del mundo]; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: ¿Cómo servían estas naciones a sus dioses? Así haré yo también. No harás así al Señor tu Dios; porque todo lo que el Señor aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aun a sus hijos e hijas quemaban en el fuego a sus dioses. Cuidaréis de hacer todo lo que yo os mando: no añadirás a ello, ni quitarás de ello.” (Deuteronomio 12:30-32)
“Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. ¿Provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que Él?” (1 Corintios 10:20-22)
La ira de Dios está sobre todos los que celebran la Navidad.
Moisés escribió:
“Habla a los hijos de Israel, y diles: Yo soy Jehová vuestro Dios. No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco; ni andaréis en sus estatutos.” (Levítico 18:2-3)
Yo he visto gran sufrimiento en las personas que nombran al Nombre de Cristo por celebrar la Navidad. El Señor me ha abierto los ojos al hecho de que aun los objetos físicos que poseamos y que representan esa temporada festiva y otras, como Halloween y el Día de San Valentín, atraen la ira de Dios igual que un poderoso magneto atrae al hierro. Esto puede sonar como superstición, y hay mucha superstición entre los creyentes y los supuestos creyentes, cosas deplorables, pero aquí no estoy hablando de superstición.
¿No le dijo Jacob a su familia, por temor a Esaú, que apartaran todos sus dioses en lo que se dirigían al país de su padre donde estaba Esaú? ¿No se les dijo a los hijos de Israel una y otra vez que destruyeran sus dioses, objetos que ellos creían que no era malo conservar?
No, la ira de Dios está sobre todos los que celebran la Navidad, sobre aquellos que invocan Su Nombre, sea Suyos o no, y más especialmente sobre los que son Suyos. “Al que tenga más luz, más se le pedirá.”
En el libro de Apocalipsis, capítulos 17 y 18, leemos sobre la Misteriosa Babilonia, la madre de las rameras. Esta ramera representa la religión falsa, de la que viene el fundamento pagano de la Navidad. Esto es lo que Dios le dice a Su pueblo en cuanto la falsa religión:
“Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, y para que no recibáis de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de las maldades de ella.” (Apocalipsis 18:4-5)
“…¡Cayó, cayó la gran Babilonia! Se ha convertido en habitación de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo y en guarida de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino de la pasión de su inmoralidad, y los reyes de la tierra han cometido actos inmorales con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido con la riqueza de su sensualidad.” (Apocalipsis 18:2-3)
El espíritu de la Navidad es un espíritu tortuoso, y mata a muchos.
En verdad que existe el espíritu de la Navidad, y yo lo recuerdo bien aun después de más de dos décadas de abstenerme. ¡Qué sentimiento tan maravilloso viene sobre uno cuando “entra en el espíritu de la Navidad”! De verdad, uno siente paz, gozo y buena voluntad para con los hombres, pero sólo por un breve tiempo de esta época.
Sin embargo, los sentimientos son impostores de lo genuino; uno sólo puede saberlo cuando experimenta lo real. Pueblo, estos sentimientos no son otros que los de un demonio seductor. Considere todas las cosas que la gente es capaz de hacer en Navidad, estando en ese espíritu. ¿No les dice eso todo lo que ustedes necesitan saber?
¿Puede uno estar en el Espíritu de Dios y todavía hacer y disfrutar las cosas que muchos millones hacen y disfrutan? ¿No preferiría usted tener la verdadera esencia todos los días del año? Usted no podrá tener las dos cosas.
Para mí no fue fácil salir de eso, especialmente porque fui criado con la Navidad desde mi cuna, toda mi familia, amigos y compañeros celebrándola y disfrutándola igual que yo lo hacía. Es un espíritu cautivador y muy disfrutable pero también es de corta duración, y lo deja a uno vacío.
La Navidad prometa más, y deja a la gente mas vacía, que cualquier celebración que yo conozca. Muchos eventos no hacen ninguna pretensión y no tienen espíritus… son lo que son. No hacen ninguna referencia a Dios ni presumen adorarlo a Él de modo que no prometen tanto. Donde se promete poco, poco se espera. Pero el espíritu de la Navidad es un espíritu tortuoso, con falsas promesas, fingiendo virtud y matando a muchos de esa forma.
Cuando la gente me desea una “Feliz Navidad,” pienso para mí mismo que yo no se lo desearía a mis enemigos, con lo insidioso y perverso que es ese espíritu, muy parecido al alcohol, el cual, la primera vez que emborracha y se disfruta, lleva al exceso y a la enfermedad en la mañana, a veces tan horrible que un hombre podría desear estar muerto mejor. Usted puede alegar que usted no toma placer en los excesos ni participa en costumbres paganas, pero considere: El espíritu de la Navidad, el cual experimentan todos los que la celebran, permite y hasta promueve los males que ya sabemos.
¿Por qué tanta tristeza en la Navidad? ¿Por qué la soledad y la pobreza se sienten tan agudamente después? ¿Por qué son el pesar y las memorias desagradables tan fuertes en esa temporada? ¿Por qué se incrementan los suicidios y los ingresos a los hospitales y otras desgracias?
Esta es la razón por qué: La Navidad promete felicidad y bienestar a todos. Sugiere que debemos estarla pasando bien no importa quién o qué seamos, cómo o dónde estemos. Hay tantas decepciones que resultan de los esfuerzos de la gente por sacar lo mejor de la Navidad. Amigos o familiares no pueden llegar hasta donde usted vive; alguien no le envió una tarjeta o no envió una muy bonita, por lo menos no tan bonita como la que le enviaron a alguien más que usted conoce; alguien olvidó llamarle o no tenía nada que decirle u ofrecerle a usted.
Viviendo para esta vida se cosecha muerte, y sembrando para el Espíritu se encuentra vida.
El peor tiempo para perder a los seres queridos es en la Navidad. ¿Será porque se pierde más en ese tiempo que en otro tiempo del año? No. Solamente es porque la Navidad impone esa obligación de que usted la disfrute y esté feliz y satisfecho y eso no se puede si un hijo acaba de caer con cáncer terminal, o a alguien cercano lo acaban de despedir del trabajo, o usted está pasando por un divorcio, o los acreedores le están pidiendo a usted que les pague.
¿Es Dios tan engañoso, tan traicionero, como para poner tal trampa sobre Su pueblo? Si la Navidad fuera una bendición de Él, no tendría dolores agregados a ella:
“La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella.” (Proverbios 10:22 RVG)
Pero la Navidad no es de Dios; es del hombre. Entonces usted dirá que es de Él pero que los hombres la han arruinado. No, la Navidad no se origina en Dios para nada, por lo tanto, no hay verdadera satisfacción posible en ella, nunca. Por el contrario, usted tiene hijos enfermos y muriendo, deudas pesadas, divorcios y acreedores llamando a su puerta.
La felicidad y la satisfacción no se limitan al espacio, al tiempo y a las circunstancias, ni tampoco pueden, y de todos modos la felicidad no es el punto, contrario al pensamiento y deseo del mundo. “Con tal estés feliz, eso es todo lo que importa,” dicen muchos. Esa es una mentira. Si la felicidad fuera lo único que importara, Jesús no habría sufrido la cruz. Cuando Pedro trató de hablar y pensar “pensamientos felices,” Jesús le dijo:
“Quítate de delante de mí Satanás; Me eres tropiezo; porque no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.” (Mateo 16:21-28)
En verdad, los que viven para esta vida, preservando y disfrutando sus vidas, que es todo de lo que se trata la Navidad, cosechan muerte, y los que siembran para el Espíritu, perdiendo sus vidas por causa del Señor, encuentran la vida. La realidad es lo contrario de la forma en que el mundo piensa y mira las cosas.
“Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.” (Eclesiastés 7:2)
Déjeme hacer un paréntesis aquí por un momento y definir qué son los Cristianos Bíblicos: Son los que han tenido un encuentro directo con Dios, por lo menos se han arrepentido si no han recibido el Espíritu Santo, y confiesan al Señor Jesucristo abiertamente delante de los hombres sin vergüenza ni vacilación, buscando su satisfacción solamente en Él y en ningún otro lugar, y tienen un amor e interés por las Escrituras, considerándolas alimento, oyen Su voz en muchos asuntos (Sus ovejas oyen Su voz), y pagan el precio que sea requerido de ellos para caminar con Dios, no religiosamente, sino en la realidad, no teóricamente sino en la práctica, no de palabra sino de hecho, no por obligación sino por deseo.
Mi celebración del nacimiento del Salvador es por dentro, Él renacido en mí y yo en Él.
Usted pregunta: Si los cristianos no celebran la Navidad o la Semana Santa (lea Doctrina Diabólica: Celebración de Semana Santa (Easter)) ni hacen fiesta con el mundo, entonces ¿qué hacen para divertirse? Yo le pregunto a usted: ¿Tiene que ser la diversión el asunto?
Se dice: “Sólo trabajo y nada de juego convierte a los muchachos en aburridos.” Eso puede ser, pero yo he visto lo contrario con mucha más frecuencia. Veo a los más aburridos de los aburridos en las calles y en los estacionamientos de las gasolineras, bebiendo, fumando, tirando basura, todos vestidos y actuando iguales, sin nada que hacer…vacíos, desanimados, miserables, confundidos, pero siempre teniendo que actuar como que todo bien, como que tienen todo bajo control. Yo los veo en las salas y cuartos de recreación de sus hogares, haciendo fiesta, jugando videos y mirando TV. Muchos están en drogas. Es difícil tener una conversación inteligente con ellos.
Por otra parte, he tenido el honor y placer de asociarme con gente joven que han trabajado duro, tomándose poco tiempo para jugar y con quienes es interesaste pasarla, pues tienen vida, sustancia en sus pensamientos y palabras, sobriedad, no de la depresiva, sino de la reconfortante. En ellos yo veo propósito, madurez, honestidad, respeto por los demás, responsabilidad, seguridad, esperanza, todas las cosas que les faltan a aquellos que se dedican a jugar.
No obstante, no se trata de si usted trabaja todo el tiempo o no, sino más bien que es la gracia de Dios, dada a muy pocos. ¿Es la diversión lo que importa? No.
Mi gozo y satisfacción como cristiano es hacer la voluntad del Señor. Cuando no estoy haciendo eso, me estoy quedando corto. No tengo que esperar un año para celebrar Su nacimiento, o limitarlo a un día al año. Mi celebración del cumpleaños del Salvador es dentro de mí, donde Él ha sido renacido en mí y yo en Él.
Y no sólo la celebración de Su nacimiento es por dentro, sino que Él Mismo esta dentro. ¿Qué es mas grande, la celebración o aquello que se celebra? ¿Puede celebrarse algo más grande que Dios Mismo? ¿Puede alguien dar más verdadero consuelo, paz, gozo o satisfacción que Aquél Quien creó todas las cosas?
Como dijo Jesús de Sí Mismo: “Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia.” Él no estaba mintiendo o hablando a la ligera cuando dijo esas y muchas otras palabras así. Él cumple con sus promesas. Si usted realmente cree en Él Quien es la Verdad, usted estará satisfecho, sin necesitar nada de la búsqueda de placeres de este mundo.
Dios les conceda liberación de la Navidad a aquellos que busquen hacer Su voluntad.
Por favor no sienta que yo lo condeno o que lo critico o que me decepciono de usted si yo veo que está celebrando la Navidad, o si está tratando de no hacerlo y falla. Yo sé lo difícil que puede ser; yo he pasado por eso. Sólo sea honesto y siga adelante. Busque a Dios para que le dé lo que usted necesita para hacer Su voluntad. La recompensa está allí; Él es fiel.
Para más información documental sobre la Navidad con muchos más detalles y especificaciones, busque en el Internet. Allí se encuentra. Un excelente libro para leer sobre las tradiciones y adoración paganas, respaldado con hechos y mucha investigación es Las Dos Babilonias por Alexander Hislop.
Dios les conceda la gracia de ser libres del espíritu de la Navidad a aquellos que busquen hacer Su voluntad.
Víctor Hafichuk
Más sobre la Navidad:
Sí, es perfectamente cierto, y les presento los hechos históricos, como cuestión de registro, recopilados por hombres responsables, educados y piadosos para demostrarlo. Muchos hombres han pagado el precio para traer este conocimiento, para que podamos evitar su ira.