Compromiso

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“Por tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. Y no os conforméis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” (Romanos 12:1-2)

Ahora escúchenme, ustedes los indecisos, ustedes los que prefieren tomar el camino de en medio o el camino más transitado por las multitudes. ¿No saben ustedes que ese es un camino tan peligroso como, si no es que más que, el de la oposición? ¿No dijo el Señor Jesucristo, “El que conmigo no recoge, desparrama”? ¿No dijo Él que a los tibios, a los que están en medio, a los que no se comprometen con ningún lado, Él los vomitaría de Su boca? Él prefiere que usted sea frío. ¿No toma usted en serio las palabras de Él?:

Apocalipsis 3:15-20 NBLA
(15) Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
(16) Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de Mi boca.
(17) Porque dices: ‘Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad.’ No sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo.
(18) Te aconsejo que de Mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos y que puedas ver.
(19) Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Sé, pues, celoso y arrepiéntete.
(20) Yo estoy a la puerta y llamo; si alguien oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.

Las palabras y oídos amables pueden ser un consuelo, pero eso no es suficiente.

Los que no se comprometen con nada creen que ellos pueden obtener lo mejor de los dos mundos, pero no funciona de esa manera. Mejor sea Su enemigo y dígaselo así, en vez de jugar a que usted es amigo y a la hora de comer resulte que usted sea una muela quebrada.

Aunque haya cosas que pueden ser buenas en sí mismas, como las sonrisas, los apretones de manos y los gestos de amistad no sólo son insuficientes, sino que son traicioneros. Las palabras y oídos amables pueden ser un consuelo, pero eso no es suficiente.

De niño, yo tenía un primo que era muy amigable conmigo, pero en lo privado estando sólo los dos. Compartíamos nuestras intimidades y confiábamos el uno en el otro. Como nos conocíamos bien, yo tenía la, impresión de que él siempre iba a ser mi amigo, pasara lo que pasara.

No fue así. Sin falla, cuando había tiempos de conflicto entre alguien más y yo, él siempre se ponía del lado del otro, sin importar quién fuera el otro o cuál fuera el problema, ni si yo tenía la razón o no. Él era un clásico doble-cara. Increíblemente, justo después de un evento así, cuando la otra parte se había ido, el reiniciaba su amistad conmigo como si nada hubiera pasado. Era algo extraño.

“Fieles son las heridas del amigo, pero engañosos los besos del enemigo.” (Proverbios 27:6)

Y yo no creo que se tratara de algo como esquizofrenia. Era una actitud decidida. Ahora me doy cuenta de que tenía que haber algo entre nosotros, lo cual yo ignoraba, que consistentemente provocaba en él antipatía hacia mí cuando otros estaban involucrados. Bien podría haber sido algo que yo le había hecho a él por lo cual nunca me había perdonado. Él no me expresó enemistad ni una sola vez en lo privado, ni me presentó ni una queja.

Él no tenía ningún compromiso de amigo conmigo.

¿No es este un vivo ejemplo de lo que es la doble-cara y la hipocresía?

Él podría ni siquiera haber estado consciente de qué lo hacía actuar de esa manera. Yo creo que el Señor le endureció el corazón contra mí en preparación para lo que me esperaba en el camino.

Aunque en privado él era amigable conmigo, él no tenía ningún compromiso de amigo conmigo.

Ahora voy a darles un ejemplo de alguien que parecía estar mejor, donde un amigo nunca dio señales de hipocresía para nada. Él era sincero, apasionado, y consistentemente fiel, por un tiempo. Él nunca expresó antipatía por su amigo ni en público ni en privado. Hasta voluntariamente, él tuvo conflicto con sus propio padre por estar del lado de su amigo, a quien su padre quería destruir.

La Biblia describe la actitud y posición de Jonatán con David: “El alma de Jonatán quedó ligada al alma de David, y Jonatán lo amó como a sí mismo.” (Samuel 18:1)

“Entonces Jonatán hizo un pacto con David, porque lo amaba como a sí mismo. Jonatán se quitó el manto que llevaba puesto y se lo dio a David con sus ropas militares, incluyendo su espada, su arco y su cinturón.” (1 Samuel 18:3-4)

Luego el padre de Jonatán, el Rey de Israel, Saúl, “dijo a su hijo Jonatán y a todos sus siervos que dieran muerte a David; pero Jonatán, hijo de Saúl, apreciaba grandemente a David. Y avisó Jonatán a David, diciendo: Saúl mi padre procura matarte. Ahora pues, te ruego que estés alerta por la mañana, y permanezcas en un lugar secreto y te escondas. Yo saldré y me pondré al lado de mi padre en el campo donde tú te encuentres, y hablaré con mi padre de ti; si descubro algo, te avisaré. Entonces Jonatán habló bien de David a Saúl su padre, y le dijo: No peque el rey contra David su siervo, puesto que él no ha pecado contra ti, y puesto que sus hechos han sido de mucho beneficio para ti.” (1 Samuel 19:1-4)

Jonatán no se fue con David.

Saúl seguía buscando la manera de matar a David y Jonatán le prometió a David que él le informaría lo bueno o lo malo que planeara hacer su padre Saúl contra David. Él cumplió su promesa. Él hasta trató de razonar con su padre y discutió a favor de David, y arriesgó su propia vida al hacer eso. Hasta ese momento dice: “Jonatán se levantó de la mesa ardiendo en ira y no comió pan… pues estaba entristecido por David, porque su padre le había afrentado.” (1 Samuel 20:34)

Ahora David tenía que huir por su vida al desierto por causa de Saúl, y él y Jonatán se encontraron por última vez. “Cuando el muchacho se fue, David se levantó del lado del sur, y cayendo rostro en tierra, se postró tres veces. Y se besaron el uno al otro y lloraron juntos, pero David lloró más. Y Jonatán dijo a David: “Vete en paz, ya que nos hemos jurado el uno al otro en el nombre del Señor, diciendo: ‘El Señor esté entre tú y yo, y entre mi descendencia y tu descendencia para siempre.'” David se levantó y se fue, y Jonatán entró en la ciudad.” (1 Samuel 20:41-42)

Aunque ellos lloraron juntos, David lloró más. Y Jonatán no se fue con David. “¿Por qué sería?” se preguntará usted. “¿Por qué tendrían que sufrir sus amigos con David en la misma manera? ¿Era necesario?”

La respuesta se revela más a fondo en las Escrituras, aunque en oculto. Más tarde Jonatán estaba al lado de su padre en una guerra con los filisteos. Israel fue derrotado y ambos fueron muertos.

Considere: La Biblia testifica de pasta a pasta que ningún justo muere violentamente o de muerte prematura jamás, salvo que sea martirizado por la causa de Dios, por la verdad y por la justicia. Jonatán murió con su padre en el campo de batalla peleando contra los filisteos. Al quedarse junto a su padre en vez de junto a David, Jonatán fue destruido en el juicio de Dios enviado a Israel por los pecados de Saúl.

¿Habría muerto Jonatán junto a su padre si él hubiera sido inocente? ¿Es injusto Dios, como para matar al inocente y al culpable en la misma forma? Abraham, el padre de la fe, sabía algo diferente y así lo expresó cuando intercedía delante de Dios por su sobrino Lot, cuya ciudad enfrentaba la destrucción inminente:

“Lejos esté de Ti hacer tal cosa: matar al justo con el impío, de modo que el justo y el impío sean tratados de la misma manera. ¡Lejos esté de Ti! El Juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?” (Génesis 18:25 LBLA)

Los que se habían identificado con David en su travesía fueron glorificados con él.

¿No es Dios un Dios justo y misericordioso? Sí, sí lo es, y no hay contradicción en Él, no hay doble-cara, y no hay ninguna clase de inconsistencia.

Así que Saúl y Jonatán fueron traspasados. Pero, ¿qué le pasó a David, a quien Saúl y su ejército persiguieron a muerte? Él recibió el trono de Israel y sucedió a Saúl, quien pereció por la espada con sus hijos. De David y Jonatán, uno fue tomado y el otro fue dejado. De Saúl y David, uno fue tomado y el otro fue dejado. (Vea Mateo 24:37-42.)

Los que se identificaron con David en la travesía por el desierto fueron glorificados con él. Y ¡qué loca tripulación fue esa!

“Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho capitán de ellos. Y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.” (1 Samuel 22:2)

Príncipes que no tomaron una posición decidida y comprometida con David, perecieron; los desadaptados que sí lo hicieron, llegaron a reinar con él. Reyes poderosos perecieron, mientras que vagos perseguidos fueron librados.

Hay un compromiso activo y un compromiso pasivo, natural y determinado. Cuando los ángeles vinieron a Sodoma a rescatar a Lot y a su familia del juicio inminente, se presentaron dos direcciones de compromiso. Algunos hijos de Lot estaban tan naturalmente comprometidos con el ambiente de Sodoma y la incredulidad del lugar, que ellos (sus yernos) pensaron que Lot estaba bromeando cuando él trató de advertirles sobre la destrucción inminente.

¿No es comprensible que ellos no le creyeran? Después de todo, ¿qué evidencia tenían ellos? ¿“Dios me lo dijo”? Si el estado espiritual de Sodoma les hubiera ofendido, si ellos hubieran tenido fe, si sus ojos hubieran sido limpios, ellos habrían podido ver el camino de Lot, es decir, el camino de Dios.

Lot y sus hijas se comprometieron a obedecer.

¿Quién me creería si yo me pusiera a hablarle a la gente de su ciudad, diciendo: “¡Dios está por destruir esta ciudad! ¡Salgan de aquí ahora!”? ¿Sería entendible que usted no me creyera? Sí, si usted fuera uno con su ciudad, en incredulidad.

Escuchen, pueblo, el compromiso siempre está allí, en una u otra dirección, para bien o para mal, a favor o en contra (no hay terreno a medias, aquí no existe “la tierra de nadie”). Aunque los yernos de Lot no expresaron oposición personal obvia contra él, aun así tenían compromiso en contra de él, y perecieron en su condición, igual que Jonatán.

Cuando Lot, su esposa y sus dos hijas fueron sacados de la ciudad, se les dijo expresamente que no miraran atrás. Lot y sus hijas se comprometieron a obedecer. Piense en esto: No habría sido fácil. ¿No habría sido difícil lidiar con el suspenso y la curiosidad? El dicho es muy cierto – la curiosidad mató al gato. Ellos tenían que tener la fe y el compromiso de sobrevivir.

En cuanto a la esposa de Lot, de quien no se nos da el nombre como pasa con todos los que no se comprometen, su corazón siguió con los hijos que había decidido dejar atrás. Uno podría decir que eso también era comprensible. El hecho es que el compromiso de su corazón era con Sodoma. Ella no se comprometió a pagar el precio; ella no creyó y por lo tanto no se comprometió a obedecer, así que pereció.

¿Qué tan verdadera es nuestra fe?

Ananías y Safira eran creyentes en los días de los apóstoles, poco tiempo después de los días del Señor en Su carne en la tierra (Hechos 5). Los santos estaban vendiendo sus tierras, casas y posesiones, y trayendo los valores a los apóstoles para que se distribuyera entre todos los santos, de modo que a nadie le faltase nada. Esto fue algo totalmente voluntario. Ananías y su esposa vendieron una posesión, se quedaron con parte del valor y les dieron el resto a los apóstoles, pero les dijeron que estaban entregando el total de la venta a ellos.

El pecado de ellos fue su presunción de estar comprometidos.

Pedro les dijo que no habían mentido a los hombres, sino a Dios. Aparentemente, ellos no sabían con Quién estaban tratando. Ellos realmente no creían que Dios estaba trabajando a través de los apóstoles, que todo lo que estaba pasando allí era obra de Dios. Para ellos, más parecía como un movimiento social que un mover de Dios. Ellos estaban en incredulidad, no comprometidos con Dios, con los apóstoles, con los santos o con la verdad.

Ellos estaban primera y últimamente comprometidos con ellos mismos, para preservarse y nutrirse a sí mismos por encimas de los demás. No habría sido malo si ellos se hubieran quedado con una parte pero con honestidad. Hacerlo así no era contrario a la ley ni a Dios. El pecado de ellos fue su presunción de estar comprometidos y su hipocresía. “Queremos participar de esta novedad, pero queremos garantizar nuestras apuestas, en caso de que las cosas no salgan como queremos,” o, “Preferimos que nos vaya bien a nosotros antes que a los demás.” Ellos se agarraron un “seguro” y “pólizas de seguridad.” Por esa auto-preservación fue que Dios los mató. No se permite la auto-preservación en el Reino de Dios.

Tenemos la tendencia a admirar a las personas populares, que no hacen escándalos, que nos hacen favores, y que tratan de tener algo en común. A menudo, sus relaciones, sus contactos sociales y de negocios son envidiables. Conocen a todo mundo, y todo mundo los conoce. Casi siempre los eligen o los ponen en posiciones de importancia o de popularidad en la sociedad, y podrían concebiblemente conseguir casi cualquier cosa que quieran de este mundo.

Pero, amigos, no es así en el Reino de Dios. Quien quiera caminar con Dios debe abandonar todos los beneficios de este mundo. Se tiene que pagar el precio. La popularidad, el respeto, el prestigio y los beneficios dados por el mundo son anatema para Dios.

¿Por qué los santos han sido siempre perseguidos a través de toda la historia? ¿Por qué dijo Jesús que quienes le siguieran a Él serían aborrecidos por todos los hombres por causa de Su Nombre? ¿Por qué lo odiaron tanto a Él mismo que hasta lo mataron? Fue porque Él estaba comprometido – comprometido con hablar la verdad, comprometido con testificar contra el mundo, y comprometido con el Padre, a Quien el mundo odiaba y sigue odiando.

¿Se identifican con Dios los que van a las iglesias? Solamente en palabras y apariencia.

“Y en verdad, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución.” (2 Timoteo 3:12).

Todos significa todos. Si no hay persecución, es porque no hay una vida piadosa. Si no hay una vida piadosa, es porque no hay un compromiso con Dios y con todos los que se identifican con Él. Es así de fácil. Si no hay compromiso con la verdad ni con Dios, pero están presentes las palabras, el final será como el de la esposa de Lot o como el de Jonatán; o como el de Ananías y Safira.

¿De qué se tratan las iglesias del cristianismo nominal? Ellos son sólo palabras, como en este ejemplo que da el Señor:

Mateo 21: 28-31 LBLA
(28) Pero, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegándose al primero, le dijo: “Hijo, ve, trabaja hoy en la viña.”
(29) Y respondiendo él, dijo: “No quiero;” pero después, arrepentido, fue.
(30) Y llegándose al otro, le dijo lo mismo; pero él respondió y dijo: “Yo iré, señor”; y no fue.
(31) ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Ellos dijeron: El primero. Jesús les dijo: En verdad os digo que los recaudadores de impuestos y las rameras entran en el Reino de Dios antes que vosotros.

En la mayoría de los casos, si no en todos, los que van a las iglesias formalmente no llegan más lejos que Jonatán en su grado de amistad con uno que se identificó con Dios. Y, aun así, como ustedes saben, Jonatán se quedó tan corto de lo que se requería de él que perdió su vida por muerte violenta en manos de sus enemigos.

¿Se identifican con Dios los que van a las iglesias? Solamente en apariencia y en palabras, en pretensión e hipocresía. “Teniendo apariencia de piedad pero negando la eficacia de ella…” (2 Timoteo 3:5). Cuando se trazan las líneas, pronto se descubre que ellos son perversos enemigos de la cruz de Cristo, haciendo las obras de los hombres, oponiéndose a todo lo que es bueno con sus caminos perversos, los cuales parecen buenos al ojo del hombre.

Si no estamos comprometidos al máximo, no lo lograremos.

Verdaderamente, si alguno que está en una iglesia organizada quiere comprometerse con el Señor Jesucristo en espíritu y en verdad, tendrá que convertirse en la escoria de la sociedad. Tendrá que olvidarse de sus seguridades y comodidades – sus amigos, familias, amigos y actividades de las iglesias, todo. Tendrán que volverse necios, espectáculos, fanáticos, raros. ¿Muy duro? Sí. ¿Imposible? Sí, pero con Dios todas las cosas son posibles (Mateo 19:26). Lea El Caso del Llamado a Salir y Sólo la Sentencia de Muerte Servirá.

En 2 Reyes 13:14-19, Eliseo, un profeta de Dios, estaba agonizando. El Rey de Israel, Joás, vino a él y lloró sobre él diciendo: “¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!” lamentando su muerte. (Parecería como que el Rey Joás estaba esperando para Eliseo el mismo tipo de partida que tuvo Elías, pero no fue así. En su falta de compromiso, él estaba adulando a Eliseo, pero Eliseo lo discernió y lo puso a prueba.)

Eliseo le dijo al rey que tomara un arco y unas flechas. Al hablar de las batallas del rey con los asirios, él le dijo que tomara las flechas y que golpeara el suelo con ellas. El rey lo hizo, no una vez, no dos veces, sino ¡tres veces! “¡Compromiso o qué!” dirían ustedes. No fue satisfactorio para el hombre de Dios. Molesto, le dijo: “¡Si hubieras golpeado cinco o seis veces, entonces habrías derrotado a los asirios hasta destruirlos! Pero ahora derrotarás a los asirios sólo tres veces.”

Pueblo, si no estamos comprometidos al máximo, no lo lograremos. No nos libraremos de nuestros enemigos, sean faltas, pasiones desordenadas, actitudes internas, o personas, deudas, conflictos o problemas externos, sea por dentro o sea por fuera.

Es verdad, la batalla no es de los fuertes, ni de los veloces la carrera, y Dios es Quien determina todas las cosas; sin embargo, son los violentos dice Jesús, los que arrebatan el Reino (Mateo 11:12). Es el que pone su mano en el arado y no mira hacia atrás el que termina el trabajo (Lucas 9:62). Es aquel que deja que los muertos entierren a los muertos quien está comprometido (Lucas 9:60).

“Me buscarán y Me encontrarán, cuando Me busquen de todo corazón.” (Jeremías 29:13)

Dios no está listo para comprometerse con un hombre de doble ánimo, un hombre que no esté totalmente comprometido.

“El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.” (Santiago 1:8 RVG)

Dios está especialmente dolido con aquellos que hacen demostraciones de piedad y profesan fe en Él, pero traicionan aquello que es correcto, apropiado, verdadero y bueno en el momento en que son probados. Con los tales es el mayor de Sus desagrados. Los hipócritas se encontrarán con que perderán lo que esperaban retener. Aprenderán a la manera dura que no hay ganancia en ponerse a jugar y mirar por el “número uno” (ellos mismos).

“Debemos entrar en el Reino de Dios a través de muchas tribulaciones.”

Pensar que uno no tiene que vivir totalmente comprometido con el Señor es una falsa idea. Por ejemplo, a muchos se les ha enseñado la diabólica doctrina de “salvo siempre salvo.” Esa doctrina anima a la gente a creer que es suficiente a los ojos de Dios vivir sus vidas en mediocridad espiritual y presumir que obtendrán beneficios en los dos mundos.

Algunos llegan tan lejos al punto de creer que pueden vivir en pecado, porque (creen ellos) Jesús les perdonó, habiendo pagado por todos los pecados pasados, presentes y futuros. Ellos razonan: “Todos somos débiles; Dios lo sabe y es muy perdonador.” Ellos creen que se les dará entrada al Cielo porque una vez “invitaron a Jesús a entrar sus corazones.” Ellos razonan: “Tal vez no tenga el primer lugar en la mesa principal; no será la más alta posición de gobierno, pero siempre voy a estar en el Cielo.” Lea El Falso y Engañoso Evangelio de “Aceptar” a Jesucristo (disponible sólo en inglés).

Si alguien cree de esa manera, está gravemente mal informado y engañado. Si Jesús vomita de Su boca a los tibios (Apocalipsis 3:16), ¿cómo podríamos creer que Él nos va a aceptar estando en nuestros pecados e hipocresía? ¿Realmente cree usted que Él va a hacer todo a un lado y va a decir, “Simplemente dejemos que lo pasado quede en el pasado”? Muchos creen que mediante Su sacrificio, Él ya ha hecho eso mismo.

¿No les decían Pablo y Bernabé a los creyentes que “debemos entrar en el Reino de Dios a través de muchas tribulaciones” (Hechos 14:22)?

¿Qué clase de tribulaciones? Muchos en el mundo sufren todo tipo de tribulaciones, pero no entran, así que obviamente no han de ser las tribulaciones comunes las que nos hacen entrar, sino las tribulaciones que resultan del trato interno que Dios tiene con nosotros, y por la enemistad con el mundo por causa de Él. Tal enemistad nace del compromiso que hacemos con Dios, con la verdad, con hacer lo correcto en todas las cosas, y de la separación total de este mundo.

El compromiso del que estoy hablando aquí no es un compromiso con la iglesia o con leer la Biblia, ni con evangelizar ni con ninguna actividad religiosa, aunque los verdaderos creyentes creerán la Biblia y hablarán la verdad a sus vecinos y amigos. Es un compromiso en espíritu y en verdad, en la realidad – la rendición de nuestra voluntad y nuestra propia vida a Dios (Romanos 12:1-2).

Muchos leen sus Biblias ávidamente, “testifican de Cristo” en cada oportunidad (a menudo es un viaje de poder), y se involucran activamente en sus iglesias; sin embargo, no sólo no están comprometidos con Dios, sino que son muy anti-Cristo, diametralmente opuestos a la genuina fe y a la obediencia a Jesucristo. Se los digo, los sustitutos y los sacrificios, en vez de la obediencia, son totalmente inaceptables para Dios. Sus obras sustitutivas no les dejarán nada bueno, no importa que tan magníficas parezcan ser en este mundo; esas obras los condenarán a ustedes más bien.

Si no hay un compromiso total con Dios, no tendremos Su aceptación.

Él dice que usted está totalmente con Él, o totalmente contra Él:

“Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o apreciará a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.” (Mateo 6:24 NBLH)

Si no hay un compromiso total con Dios, no tendremos Su aceptación. Recuerde a Jonatán, recuerde a Ananías y a Safira, recuerde a la mujer de Lot, y recuerde al Rey Joás.

Piense en el compromiso y sacrificio total que se requiere de los atletas y artistas de escenario para ganar una corona terrenal y cómo son tan pocos los que tienen éxito – uno en miles. Pablo lo dice de esta manera:

1 Corintios 9:24-27 LBLA
(24) ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, mas sólo uno se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.
(25) Y todo aquel que lucha, de todo se abstiene; y ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible; pero nosotros, una incorruptible.
(26) Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire,
(27) sino que sujeto mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre; no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado.

Los requisitos de Dios son muchos más altos que los de la tierra. ¿Por qué cree usted que a pesar de su “buen comportamiento” y sinceridad con David, así como la ayuda que le brindó, Jonatán no lo logró, sino que fue destruido?

Ciertamente que no es nuestra justicia la que hace la obra. Por eso es que necesitamos un Salvador y por eso Cristo murió por nosotros. Pero la fe nos es contada por justicia, la cual se manifestará en las obras – la obediencia a Dios. Como dice Jesús: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama….” (Juan 14:21)

Ahora una parábola:

Había un hombre que vivía cómodamente como ciudadanos de cierto país. Él oyó que también podía prosperar en un país vecino. Al investigar, los beneficios le parecieron atractivos, así que él obtuvo una segunda nacionalidad.

Poco tiempo después, se desató una guerra entre las dos naciones. No era fácil saber cuál bando de la guerra tomar, pero a este hombre sólo le interesaba estar en el lado ganador. Él no quería arriesgar su vida peleando por ninguno de los bandos.

No pasó mucho tiempo antes de que le enviaran un aviso de parte de cada nación para que fuera a la batalla. Él consideró qué hacer y pensó: “Le diré a cada nación que yo pertenezco a la otra. De esa manera puedo evitar pelear, y mantener abierta mi elección de ciudadanía. Podré vivir con el ganador cuando esto se termine.”

Un tiempo después de que la guerra había terminado, un cajón de madera fue enviado de un país al otro, incluyendo una carta adentro: “Nos arriesgamos con una doble ciudadanía de nuestras naciones para quien, aunque disfrutó nuestros beneficios, se rehusó a enlistarse con nosotros para ir a la guerra contra ustedes, pues era también ciudadanos de su nación. Por lo tanto, adjunta encontrarán la mitad que les corresponde a ustedes.”

Víctor Hafichuk

Traducido al español por Edwin Romero
Translated into Spanish by Edwin Romero

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