La Preciosa Presencia del Cielo

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Kevin nos escribió haciendo una interesante e importante pregunta:

¿Cuál es la verdad acerca del cielo? ¿Es un lejano reino o lugar, o una dimensión invisible? ¿Estamos en el cielo al tener el Espíritu del Padre morando dentro de nosotros? Yo sé que Jesús descendió del cielo, y que Él ascendió al cielo, y una nube lo ocultó de vista. ¿Son las ‘muchas mansiones’ que Él fue a preparar cada creyente individual?

Tres Cielos

Hay por lo menos tres cielos de los que sabemos:

El primer cielo es el lugar físico arriba de este reino, en esta dimensión, arriba del mundo – los cielos y el espacio exterior:

“Los cielos y la tierra pasarán, pero Mis Palabras no pasarán.” (Marcos 13:31 RVR)

“Porque como el relámpago, que resplandeciendo, alumbra de un extremo al otro bajo del cielo, así también será el Hijo del Hombre en Su día.” (Lucas 17:24 RVG)

“Pero en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, en que hubo una gran hambre en toda la tierra.” (Lucas 4:25 RVG)

El segundo Cielo es el reino o dimensión espiritual.

El tercer Cielo es donde se encuentra el trono de Dios, el lugar espiritual donde Él reside y desde donde Él gobierna al segundo Cielo:

“Pero Yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el Cielo, porque es el trono de Dios.” (Mateo 5:34 RVG)

“El Cielo es Mi trono, y la tierra es el estrado de Mis pies. ¿Qué casa Me edificaréis? dice el Señor: ¿O cuál es el lugar de Mi reposo?” (Hechos 7:49 RVG)

Pablo habla de haber visitado el tercer Cielo, también conocido como el Paraíso:

2 Corintios 12:2-4 RVG
(2) Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer Cielo.
(3) Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe),
(4) que fue arrebatado al Paraíso, donde oyó palabras inefables, que al hombre no le es dado expresar.

El Reino de los Cielos

Hay quienes hacen diferencia entre el Reino de los Cielos y el Reino de Dios. Los dos son la misma cosa. El Cielo y el Reino de los Cielos también son lo mismo, así como Canadá y el Dominio de Canadá son lo mismo.

Jesús dijo que el Reino de los Cielos está en medio de nosotros y por dentro, lo cual lo pone realmente muy cerca. Sí, es un dominio o dimensión, un Reino, como lo dice Jesús, su Rey. Y es invisible para el hombre carnal (“el Reino de Dios no viene con observancia” – Lucas 17:20), pero eventualmente se hace manifiesto en este mundo por sus frutos, por su influencia, igual como lo dijo Jesús:

Mateo 13:31-33 RVG
(31) Otra parábola les relató, diciendo: “El Reino de los Cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo;
(32) el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; mas cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, tal, que vienen las aves del cielo y anidan en sus ramas.”
(33) Otra parábola les dijo: “El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.”

Daniel profetizó que vendría el día cuando el Reino de los Cielos se manifestaría completamente en la tierra, así como los otros reinos anteriores se han manifestado:

Daniel 2:44-45 RVG
(44) Y en los días de estos reyes, el Dios del Cielo levantará un Reino que jamás será destruido, y este Reino no será dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, y él permanecerá para siempre.
(45) De la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con manos, la cual desmenuzó al hierro, al bronce, al barro, a la plata, y al oro; el gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.

No es que el Reino de Dios no gobierne todas las cosas en todo tiempo como siempre lo ha hecho. Aunque Nabucodonosor era el emperador del primer y más grande imperio de los hombres, el Cielo gobernaba sobre él. Dios humilló a Nabucodonosor cuando éste orgullosamente creyó que él estaba determinando su propio curso y dijo: “¿No es ésta la gran Babilonia, que yo edifiqué para casa del reino, con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi grandeza?” (Daniel 4:30)

Habiendo aprendido su lección, Nabucodonosor declaró:

Daniel 4:34-35 LBLA
(34) Pero al fin de los días, yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al Cielo, y recobré mi razón, y bendije al Altísimo y alabé y glorifiqué al que vive para siempre; porque Su dominio es un dominio eterno, y Su reino permanece de generación en generación.
(35) Y todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, mas Él actúa conforme a Su voluntad en el ejército del Cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener Su mano, ni decirle: “¿Qué has hecho?”

El Reino de los Cielos reina supremo, en todas partes; siempre lo ha hecho y siempre lo hará.

Los Santos de la Tierra Están en el Cielo

En los corazones y vidas de los santos vencedores (Apocalipsis 2 y 3), esos reinos terrenales han sido abolidos:

“Al que venciere, Yo lo haré columna en el Templo de Mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el Nombre de Mi Dios, y el Nombre de la ciudad de Mi Dios, la Nueva Jerusalén, la cual desciende del Cielo, de Mi Dios, y Mi Nombre nuevo.” (Apocalipsis 3:12 RVG)

Los reinos terrenales también serán eliminados completamente en la completación de los tiempos.

“Venga Tu Reino. Hágase Tu voluntad, así en la tierra como en el Cielo.” (Mateo 6:10 RVG)

Cuando recibimos el Espíritu Santo para que more en nosotros, hemos entrado al Cielo. ¿Cómo podríamos tener al Rey del Reino dentro de nosotros, sentado Él en Su trono en el Cielo, si nosotros no estamos en el Cielo?

¿Cómo podría yo ser un miembro del Cuerpo espiritual de Cristo, en el cual he sido sumergido por un nuevo nacimiento, si yo no estuviera en el Cielo?

“Porque por un solo Espíritu somos todos bautizados [sumergidos] en un cuerpo, ya sean judíos o gentiles, ya sean siervos o libres; y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.” (1 Corintios 12:13 RVG)

“Sino que os habéis acercado al Monte de Sión, y a la Ciudad del Dios vivo, la Jerusalén Celestial, y a una compañía innumerable de ángeles, a la Congregación general e Iglesia de los primogénitos que están inscritos en el Cielo, y a Dios el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos perfectos, y a Jesús el Mediador del Nuevo Pacto, y a la sangre del rociamiento que habla mejor que la de Abel.” (Hebreos 12:22-24 RVG)

Recibir el Espíritu de Dios y entrar al Reino de los Cielos solamente es el comienzo, pues somos refinados espiritualmente por fuego y eventualmente experimentamos completo reposo espiritual en Él y la resurrección física que vendrá:

“El Cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras [el anticipo] del Espíritu en nuestros corazones.” (2 Corintios 1:22 RVG)

“En el Cual también confiasteis vosotros, habiendo oído la Palabra de Verdad, el Evangelio de vuestra salvación; en Quien también, desde que creísteis, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de Su gloria.” (Efesios 1:13-14 RVG)

Jesús Estaba en el Cielo Estando en la Tierra

Jesús fue lleno del Espíritu de Dios cuando fue concebido y fue ungido por Su Espíritu en el Jordán (Juan 1:32.33). Jesús el Hijo tenía comunión con el Padre permanentemente, siendo Uno con Aquél que está en el Cielo.

Él dijo: “Y nadie subió al Cielo, sino el que descendió del Cielo, el Hijo del Hombre que está en el Cielo.” (Juan 3:13 RVG)

Jesucristo estaba en el Cielo mientras Él caminaba en la tierra. Es decir, Él estaba en comunión con el Padre, Quien es Espíritu. Él también tenía comunión con gente en los Cielos, como Moisés y Elías.

Marcos 9:1-9 RVG
(1) También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el Reino de Dios venido con poder.
(2) Y seis días después Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los sacó solos aparte a un monte alto; y fue transfigurado delante de ellos.
(3) Y Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra las puede hacer tan blancas.
(4) Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús.
(5) Entonces respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres tabernáculos; uno para Ti, otro para Moisés y otro para Elías.
(6) Porque no sabía lo que hablaba; pues estaban aterrados.
(7) Y vino una nube que les cubrió de sombra, y desde la nube una voz que decía: Éste es Mi Hijo amado; a Él oíd.
(8) Y luego, mirando alrededor, no vieron más a nadie Consigo, sino a Jesús solo.
(9) Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino hasta que el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos.

Los que se han unido a Cristo también son uno con el Padre, Quien está en el Cielo:

Juan 17:20-23 RVG
(20) Y no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en Mí por la palabra de ellos.
(21) Para que todos sean uno; como Tú, oh Padre, en Mí, y Yo en Ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que Tú Me enviaste.
(22) Y la gloria que Me diste, Yo les he dado; para que sean uno, como Nosotros somos uno.
(23) Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en uno; y para que el mundo conozca que Tú Me enviaste, y que los has amado como también a Mí Me has amado.

El Cielo Ha Estado Accesible Todo el Tiempo

Se cree que el Cielo quedó cerrado para todos hasta que Cristo fue crucificado, se levantó de entre los muertos y ascendió al Cielo. Pero, ¿qué hacemos con lo que Jesús les dijo a los fariseos?

“Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el Reino de los Cielos delante de los hombres; porque ni entráis, ni a los que están entrando dejáis entrar.” (Mateo 23:13 RVG)

Considere que Moisés y Elías estaban en el Cielo antes de la cruz. Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. ¿Dónde estaban Abraham, Isaac, Jacob, José, Samuel, Job, David y tantos otros antes de que Cristo viniera a la tierra? Ellos no estaban dormidos (inconscientes), como equivocadamente creen algunos.

“Pero en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.” (Mateo 22:31-32 RVG)

Las Mansiones Somos Nosotros

Kevin preguntaba si los creyentes son las mansiones a las que se refirió Jesús:

Juan 14:1-4 RVG
(1) No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí.
(2) En la casa de Mi Padre muchas mansiones hay; si así no fuera, Yo os lo hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
(3) Y si Me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí Mismo; para que donde Yo estoy, vosotros también estéis.
(4) Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.

En realidad nosotros somos esas mansiones, y el Señor logra eso, comenzando en el tiempo de un Pentecostés personal cuando Él nos inserta en Su Cuerpo.

Hechos 2:1-4 RVG
(1) Y cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes en un mismo lugar.
(2) Y de repente vino un estruendo del Cielo como de un viento recio que corría, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;
(3) y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.
(4) Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

Recuerden lo que Jesús dijo de Su cuerpo:

“Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Entonces dijeron los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y Tú lo levantarás en tres días? Pero Él hablaba del templo de Su cuerpo.” (Juan 2:19-21 RVG)

La resurrección de Su templo ocurrió tres días después de Su muerte y sepultura.

Recuerde también que Pablo habla de nuestros cuerpos, en los cuales mora Dios:

“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.” (1 Corintios 3:16-17 RVG)

El Cielo como una Realidad Presente

Entienda que esta no es una lección intelectual en teoría, lógica o razón. Hablamos de la realidad de estas cosas. Hablamos no solamente de conocimiento mental, sino por experiencia. Sabemos estas cosas en, y por, nuestra nueva naturaleza en Cristo.

El Reino de Dios o del Cielo es el gobierno de Dios en nuestros corazones como Sus súbditos voluntarios.

El Cielo es un lugar y un estado del ser, aquí en la tierra, en este mundo y en esta vida. Dios es Espíritu y Él mora en el Cielo, lugar que está oculto a la tierra y sus habitantes. Sin embargo, para los que están en la tierra y que han entrado al Cielo por el nacimiento espiritual, a menudo conocidos como nacidos de nuevo, el Cielo es una realidad. Todos los que han nacido de nuevo están en Cristo y tienen acceso al trono de la gracia, el trono de Dios, el cual es el reinado espiritual del Cielo:

“Por tanto, teniendo un gran Sumo Sacerdote, que traspasó los Cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas; sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Hebreos 4:14-16 RVG)

El apóstol Pablo escribió:

Efesios 2:4-7 RVG
(4) Pero Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó,
(5) aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
(6) y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar con Él, en lugares celestiales en Cristo Jesús;
(7) para mostrar en las edades venideras las abundantes riquezas de Su gracia, en Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús

Las Escrituras a menudo declaran que los que han nacido de nuevo moran en el Cielo, no solamente en cuestión de teoría o potencialidad futura, sino como una realidad presente. Una vez que esta verdad se abra a nosotros, nuestros ojos podrán verlo:

Efesios 2:19-22 RVG
(19) Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y de la familia de Dios;
(20) edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la Principal Piedra del Ángulo Jesucristo Mismo,
(21) en Quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;
(22) en Quien también vosotros sois juntamente edificados, para morada de Dios en el Espíritu.

Jesús dijo: “Bienaventurados los que sufren persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.” (Mateo 5:10)

Jesús no dijo que el Reino de los Cielos sería de ellos, sino que es. Por eso es que son perseguidos por los habitantes de la tierra, los hombres carnales que no son parte del ejército de Dios en el Cielo. Entonces, si usted no está siendo perseguido, usted no está en el Cielo. Y usted no está en el Cielo porque usted no es Suyo.

Jesucristo es el Camino, la Puerta, la Entrada al Cielo, para tener acceso aquí y ahora. No hay otro camino válido.

“Yo soy la puerta; el que por Mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.” (Juan 10:9 RVG)

Jesucristo el Único Camino a la Comunión con el Padre

La gente asume que pueden entrar al Cielo y tener comunión con Dios aparte de Jesucristo. Ellos se equivocan. Solamente a través del Mediador de Dios podemos tener acceso a Él, y Él es Jesucristo, ningún otro.

Cuando recibimos al Rey, recibimos Su Reino. Lo conocemos y lo seguimos como Señor. Desde ese punto, el Reino de los Cielos comienza a reinar en la tierra a través de los pensamientos, palabras y acciones de quien ha sido tomado por el Rey del Cielo. Su reinado llega a ser conocido en la tierra por los ciudadanos de Su Reino.

El Nombre del Rey es glorificado en Su hijo o hija, quien ha entrado al Reino o uno de quien el Reino ha tomado el control. De allí la oración y su respuesta:

“Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad, en la tierra como en el Cielo.” (Mateo 6:10 RVR)

El Reino de los Cielos es el gobierno de Dios. Entramos al Cielo cuando el Rey del Cielo entra en nosotros y renueva nuestros espíritus, los cuales han estado separados de Dios desde la caída del hombre en Edén.

Adán y Eva estaban en el Cielo estando en la tierra. Ellos tenían comunión con Dios y no tenían miedo, hasta que desobedecieron (Génesis 3). Luego esa comunión se terminó. Ellos murieron, como dijo Dios que pasaría si comían del Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal, y ya no eran habitantes del Edén.

Cuidado con el Engaño Celestial

¿Se ha preguntado usted alguna vez cómo algunos tienen revelación y entendimiento o percepción del reino espiritual, pero no conocen al Señor? Ellos engañan a muchos al creer que hay muchos caminos hacia Dios. Hay otros caminos al Cielo, pero no son válidos para Dios:

“De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, el tal es ladrón y salteador.” (Juan 10:1 RVG)

Mateo 22:2-14 RVG
(2) El Reino de los Cielos es semejante a un rey que hizo bodas a su hijo,
(3) y envió a sus siervos para que llamasen a los convidados a las bodas; mas no quisieron venir.
(4) Volvió a enviar otros siervos, diciendo: “Decid a los convidados: ‘He aquí, mi comida he preparado, mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está preparado; venid a las bodas.’”
(5) Pero ellos, lo tuvieron en poco, y se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios;
(6) y los otros, tomando a sus siervos, los afrentaron y los mataron.
(7) Y oyéndolo el rey, se indignó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y puso a fuego su ciudad.
(8) Entonces dijo a sus siervos: “Las bodas a la verdad están preparadas; pero los que fueron convidados no eran dignos.
(9) Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis.”
(10) Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.
(11) Y cuando el rey vino para ver a los convidados, vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda,
(12) y le dijo: “Amigo, ¿cómo entraste acá sin estar vestido de boda?” Mas él enmudeció.
(13) Entonces el rey dijo a los que servían: “Atadle de pies y manos, llevadle y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.”
(14) Porque muchos son llamados, pero pocos son escogidos.

Este hombre entró al Cielo, pero fue atado y echado fuera en vergüenza, por haber llegado allí por una vía ilegítima.

“Les relató otra parábola, diciendo: ‘El Reino de los Cielos es semejante al hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.’” (Mateo 13:24-25 RVG)

Jesús no estaba hablando de la cizaña en el plano físico del Planeta Tierra, sino en el Reino de los Cielos en la tierra, sembrado por el enemigo del pueblo de Dios.

Mateo 13:36-43 RVG
(36) Entonces Jesús despidió a la multitud, y se fue a casa, y Sus discípulos vinieron a Él, y le dijeron: Decláranos la parábola de la cizaña del campo.
(37) Respondiendo Él les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre;
(38) El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino; y la cizaña son los hijos del malo.
(39) El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles [mensajeros en el Cielo].
(40) Así como la cizaña es recogida y quemada en el fuego; así será en el fin de este mundo.
(41) El Hijo del Hombre enviará a Sus ángeles, y recogerán de Su Reino [el Cielo] a todo lo que hace tropezar, y a los que hacen iniquidad;
(42) Y los lanzarán al horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
(43) Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de Su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.

Hay muchos que practican brujería y hechicería, y hasta lo hacen en el Nombre de Cristo. Muchos están poseídos por demonios, habitados por entidades del reino espiritual. Recuerde que los demonios reconocieron quiénes eran Jesús y Sus apóstoles, mientras que los de carne y sangre no tenían ni idea (Lucas 4:41; Hechos 16:16-18).

En cuanto al engaño Celestial, ¿no declaran las Escrituras que Satanás ha estado en el Cielo desde la creación (Job 1 y 2; Apocalipsis 12:3-9)?

“Y Él les dijo: ‘Yo vi a Satanás caer del cielo como un rayo.’” (Lucas 10:18 RVG)

¿Y qué hace Satanás cuando viene a la tierra? Se presenta como ángel de luz:

“Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, disfrazándose como apóstoles de Cristo. Y no es de maravillarse, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. (2 Corintios 11:13-14 RVG)

La Realidad del Conflicto en el Cielo

Aunque esto es sorprendente para algunos, hay guerra en el Cielo:

Daniel 10:1-21 LBLA
(1) En el año tercero de Ciro, rey de Persia, un mensaje fue revelado a Daniel, a quien llamaban Beltsasar. El mensaje era verdadero y acerca de un gran conflicto; él comprendió el mensaje y tuvo entendimiento de la visión.
(2) En aquellos días, yo, Daniel, había estado en duelo durante tres semanas completas.
(3) No comí manjar delicado ni entró en mi boca carne ni vino, ni usé ungüento alguno, hasta que se cumplieron las tres semanas.
(4) Y el día veinticuatro del primer mes, estando yo junto a la orilla del gran río, es decir, el Tigris,
(5) alcé los ojos y miré, y he aquí, había un hombre vestido de lino, cuya cintura estaba ceñida con un cinturón de oro puro de Ufaz.
(6) Su cuerpo era como de berilo, su rostro tenía la apariencia de un relámpago, sus ojos eran como antorchas de fuego, sus brazos y pies como el brillo del bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.
(7) Y sólo yo, Daniel, vi la visión; los hombres que estaban conmigo no vieron la visión, pero un gran terror cayó sobre ellos y huyeron a esconderse.
(8) Me quedé solo viendo esta gran visión; no me quedaron fuerzas, y mi rostro se demudó, desfigurándose, sin retener yo fuerza alguna.
(9) Pero oí el sonido de sus palabras, y al oír el sonido de sus palabras, caí en un sueño profundo sobre mi rostro, con mi rostro en tierra.
(10) Entonces, he aquí, una mano me tocó, y me hizo temblar sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.
(11) Y me dijo: Daniel, hombre muy estimado, entiende las palabras que te voy a decir y ponte en pie, porque ahora he sido enviado a ti. Cuando él me dijo estas palabras, me puse en pie temblando.
(12) Entonces me dijo: “No temas, Daniel, porque desde el primer día en que te propusiste en tu corazón entender y humillarte delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras, y a causa de tus palabras he venido.
(13) Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso por veintiún días, pero he aquí, Miguel, uno de los primeros príncipes, vino en mi ayuda, ya que yo había sido dejado allí con los reyes de Persia.
(14) Y he venido para darte a conocer lo que sucederá a tu pueblo al final de los días, porque la visión es para días aún lejanos.”
(15) Cuando habló conmigo estas palabras, volví mi rostro a tierra y enmudecí.
(16) Y he aquí, uno semejante a un hombre tocó mis labios; entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, a causa de la visión me ha invadido la angustia y me he quedado sin fuerzas.
(17) ¿Cómo podrá, pues, este siervo de mi señor hablar con uno como mi señor? Porque a mí en este momento no me queda fuerza alguna, ni tampoco me queda aliento.
(18) Entonces el que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez y me fortaleció,
(19) y me dijo: No temas, hombre muy estimado. La paz sea contigo; sé fuerte y esfuérzate. Cuando habló conmigo, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.
(20) Entonces él dijo: “¿Sabes por qué he venido a ti? Ahora vuelvo para luchar contra el príncipe de Persia, y cuando yo termine, he aquí, el príncipe de Grecia vendrá.
(21) Sin embargo, te declararé lo que está inscrito en el libro de la verdad, pero no hay nadie que se mantenga firme a mi lado contra estas fuerzas, sino Miguel, vuestro príncipe.”

El Cielo (el reino espiritual) contiene bien y mal, los que andan vestidos de boda y los que no (Mateo 22:1-14); los que entran por la Puerta de las ovejas y los que entran por otro lado (Juan 10); los malos peces y los buenos peces (Mateo 13:47-50); las vírgenes sabias y las vírgenes necias (Mateo 25:1-13); los que son trigo y los que son cizaña (Mateo 13:24-30); los que pelean contra el príncipe de Persia y los que pelean contra Gabriel y Miguel (Daniel 10:1-21). Hay guerra en el Cielo, dice Juan (Apocalipsis 12).

Entonces no se sorprenda cuando usted encuentre conflicto y turbulencia por dentro y por fuera.

La Victoria de Cristo

Pero la batalla no es en vano. La victoria total de Cristo está asegurada sobre todos los reinos. “Yo he vencido al mundo,” dijo Él, y, “Yo estuve muerto y he aquí, vivo para siempre, Amén. Y Yo tengo las llaves del Infierno y de la muerte” (Juan 16:33 y Apocalipsis 1:18).

Y no olvidemos que Dios promete reconciliar todas las cosas con Él Mismo, no solamente las de la tierra, sino también las del Cielo:

“Y por medio de Él reconciliar todas las cosas Consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de Su cruz, por medio de Él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los Cielos.” (Colosenses 1:20 RVG)

Sí, hay tiempo de separar y tiempo de unir, de esparcir y de recoger (Eclesiastés 3). Estamos llegando al tiempo de una gran reunión, y finalmente a la reunión de todas las cosas en Él:

“Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos. Y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. (Apocalipsis 7:9-10 RVG)

Conclusión

El Cielo ha sido invisible para este mundo, pero nunca ha estado ausente de él. El gobierno de Dios está por todas partes, y todas las cosas en la tierra son determinadas desde arriba. (No pensemos en “arriba” como algo físico. Por ejemplo, su empleador puede estar arriba de usted en autoridad y salario, aunque no en altura física.)

Cuando los reinos del hombre sean desplazados pronto, no será porque el Reino de los Cielos haya estado ausente hasta entonces, sino porque ha estado escondido a este mundo. En este día, sin embargo, el Reino de los Cielos se hará manifiesto, aunque no según los sentidos carnales o la forma carnal de entendimiento del hombre.

Víctor Hafichuk

 

El Estado y Destino del Infierno

Algunas personas creen que nosotros decimos que no hay Infierno, porque predicamos que todos los hombres serán salvos. Pero ¿Qué es la salvación, sino la liberación de la muerte y del Infierno? Como el padre dijera de su hijo pródigo: “Mas era necesario hacer fiesta y gozarnos, porque éste, tu hermano, muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.” (Lucas 15:32 RVG)

Esta carta le dice a usted lo que necesita saber acerca del verdadero Infierno, no del falso, donde dicen los hombres que los pecadores que no se arrepientan (o todos los que no estén de acuerdo con su doctrina) serán atormentados para siempre jamás después de morir. Esa es una fábula de lo más grotesca y blasfema, pero el verdadero Infierno es algo con lo que usted ya se ha familiarizado, pues cada persona nacida en la tierra lo conoce más íntimamente que su mismo hogar.

Traducido al español por Edwin Romero
Translated into Spanish by Edwin Romero

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